miércoles, 23 de diciembre de 2020

Kate Briggs: Este pequeño arte

Idioma original: Inglés
Título original: This Little Art
Traducción: Rubén Martín Giráldez
Año de publicación: 2017
Valoración: Muy recomendable para interesados

¿Cuántas personas, cuánto trabajo, cuánto tiempo y desvelos hay detrás de cada uno de los libros que leemos? Parece que en los libros de historia (e historias) solo existen autor y editor - y quizá esto sea lo más normal. Al fin y al cabo, aquel es quien idea y escribe el texto y este quien lo pone a disposición del público -, pero en los últimos tiempos parece que gana en visibilidad el trabajo de una serie de personas sin las cuales la lectura sería, si no imposible, diferente. Hablamos de ilustradores, correctores y, sobre todo, traductores.

De esto trata, al menos en parte, el ensayo de la británica Kate Briggs, quien partiendo de su trabajo como traductora de una serie de conferencias de Roland Barthes y de la lectura de la edición inglesa de "La montaña mágica" (traducida por Helen Lowe-Porter) se embarca en un texto que es, al mismo tiempo, reivindicación del trabajo de traductor y cuestionamiento de este trabajo, de la escritura y de la propia lectura. 

Hay que aclarar, pese a lo que pueda parecer, que este no es un texto "sesudo al uso". Así, no hay un planteamiento "académico" (por llamarlo de alguna forma), si no que Briggs se sirve de diferentes anécdotas para ilustrar la relación traductor-obra-tiempo o la asimétrica relación autor-traductor y de analogías hasta cierto punto chocantes para explicar su trabajo y algunas de las dudas que ha de afrontar en el ejercicio del mismo. Esta opción elegida por Briggs dota al texto de una frescura que de otra manera quizá no hubiese tenido y lo hace accesible a un lector interesado y no experto en la materia.

Por otro lado, "Este pequeño arte" no un texto acrítico. De hecho, creo que su principal virtud radica en su capacidad de suscitar reflexiones más que en ofrecer respuestas totalizadoras a las diferentes cuestiones que surgen a lo largo del texto. Algunos ejemplos: los ya citados relación traductor obra-tiempo y relación autor-traductor, la relación traducción-lectura-escritura (en general y dentro del trabajo de traducción en particular), las diversas motivaciones de los traductores, los requisitos para una buena traducción y su evolución a lo largo del tiempo, los dilemas "técnicos" a los que se enfrenta el traductor, etc.

Todo lo anterior convierte a "Este pequeño arte" en un texto más que recomendable para cualquier persona mínimamente interesada en el proceso lectura-escritura y que, además (y esto es de agradecer para profanos en el tema), se lee con relativa facilidad.

11 comentarios:

GtM dijo...

Parece interesante; apuntado.

Además últimamente (meses) ando dándole muchas vueltas al asunto de la literatura traducida; al ingrato papel de los traductores por lo difícil que debe ser tal oficio en cuanto a pasar desapercibido, para bien, que en un mundo ideal sería lo perfecto, a la vez sin trascendencia alguna, aunque últimamente ya muchas editoriales dejan bien claro quien se encargó; sin, tal vez reconocimiento "literario"... cuando creo que habrá mucho, mucho trabajo de literatura.
¿Tiene que notarse un estilo en el traductor? ¿Tiene que imitar la escritura original casi palabra por palabra, sin destrucciones gramaticales, pero tal vez perdiendo fluidez, o adaptar para la correcta lectura del que lee traducido? Corriendo el peligro de tal vez cambiar palabras que en pequeños detalles ya no signifiquen cien por cien lo mismo. Y en cuanto al dilema que todo esto (me) produce de no estar leyendo el producto "original" (y la imposibilidad de hacerlo); lo que quiso escribir el escritor (o el editor) tal cual. El problema de pasar de un idioma a otro, con lo imposible de los juegos de palabras, sus perdidas sonoras, rítmicas etc. ¿Cómo puedo saber yo que estoy leyendo una sublime literatura cuando no es realmente la real? A lo mejor en castellano suena feo, entrecortado, abrupto, y en su idioma original es pura poesía en prosa (por ejemplo, si es lo que se pretende). O al revés. Ya hay una injerencia de una mente ajena a la original entre el libro y yo que distorsiona la lectura. Lo cual me está llevando a intentar consumir más literatura en castellano y sus formas distintas de afrontarlo en distintos puntos geográficos.

Lo cual no significa que no lea ni vaya a leer traducciones, de echo creo que siguen siendo más los libros traducidos, pero me va costando.
Y ya. Tonterías, divagaciones de madrugada.

Koldo CF dijo...

No, no. De tonterías y divagaciones de madrugada nada! Buena parte del libro habla de esos, aunque ya te digo que más sugiriendo reflexiones que ofreciendo respuestas. Así que me da la impresión de que puede resultarte interesante.

Como siempre, gracias por la aportación y espero que nos cuentes si lo lees!

Abrazo

Gabriel Diz dijo...

Hola Koldo:

El de la traducción es un tema vital para quienes sólo leemos en castellano. Me ha pasado con muchos escritores de lengua inglesa que al leerlos en castellano sufrí una decepción tremenda. A partir de ese momento comencé a prestar más atención a quienes editaban y traducían: algunas editoriales se destacan por la calidad de las traducciones, pero otras dan pena.....

Buen aporte, como siempre!

Saludos

Koldo CF dijo...

Pues sí, Gabriel. Un ejemplo: tengo una edición de "Santuario" de Faulkner que si Billy levantara la cabeza le metía 4 tiros al traductor. Yo tb intento prestar atención a los traductores porque hay muchos que son garantía de calidad (o eso nos parece).

Un fuerte abrazo y felices fiestas!!

Saúl dijo...

Para darle una vuelta de tuerca, una experiencia interesante es leer a algunos autores en otro idioma, un idioma que no ni el del escritor ni el del lector. No por necesidad sino por vicio, hablamos de libros con ediciones en español, por cierto muy buenas en general, que estaban también disponibles en la misma librería. Y hablamos de autores que conozco, como casi todos vosotro supongo, también en español, es decir que sé de su manera de escribir y sobre las que tengo ya una idea predeterminada. Digámoslo así, un idioma neutro, para que nadie juegue con ventaja. La experiencia hasta ahora es muy reconfortante, tanto que por nada del mundo volvería a leer esos mismos libros en español (otros del mismo autor sí pero esos ya no), me quedo con la traducción neutra, no porque suponga que sea mejor que la del castellano sino porque el recuerdo que guardo de esos libros es muy bueno. Releerlos en castellano sería como traicionarlos. Lo suele hacer de un tiempo a esta parte con uno o a lo sumo dos al año. El idioma elegido es el francés,no por capricho o por ser un snob, sino porque es el único en el que me desenvuelvo casi perfectamente, sin considerarme bilingüe ( ese es otro debate y para otro momento, ser bilingüe de verdad es muy muy difícil y suele estar condicionado por cuestiones vitales ajenas a uno; hay mucho de boquilla...). Zweig, Ishiguro, Jane Austen, Tolstoi o Kawabata son también maravillosos en francés. Es una prueba mas de lo grandes que son los cuatro? O de que soy un friki y un pedante? O es porque el francés es un idioma tan envolvente, tan "perfecto" y con otro idioma ya no sería lo mismo? A saber... Aunque y ya acabo, con el paso de los años tanto con el cine (con subtítulos, sin complejos) como con la literatura soy más partidario siempre que puedo del original. Leyendo lo puedo hacer y lo hago (no siempre) con autores italianos y franceses. Esto tiene otro problema, cuando los lees en castellano habiéndolos disfrutado en su lengua original ... Aquí me detengo, que además de aburrir al personal se me queman las tostadas!!

Koldo CF dijo...

Hola, Saúl! Ese tema, muy muy interesante, también se comenta en el libro. El problema es que la gran mayoría de la gente (yo el primero) somos incapaces de leer en otro idioma, así que no nos queda más remedio que leer "por persona interpuesta" (con los riesgos que eso entraña: diferentes traducciones de diferentes épocas, contextos, etc). Pero no nos queda otra que asumir esos "riesgos", salvo que queramos renunciar a tantos y tantos autores.

Muchas gracias por la visita y el comentario (y espero que no se hayan quemado las tostadas!).

Gabriel Diz dijo...

Con el carácter que tenía el gran Bill ese traductor no la iba a llevar de arriba. Pensar que Las palmeras salvajes fue traducida por Borges!
Hablando de traducción el que no ha tenido suerte con su versión en castellano es Pynchon, que de por sí no es fácil. Mal traducido es imposible.
Todos los días rezo para que conserve su salud la traductora al castellano de Cărtărescu. No te aburro mas Koldo.

Feliz navidad!

Koldo CF dijo...

Y tanto! La traductora de Cartarescu me parece magnífica!

GtM dijo...

Siguiendo con esto, leyendo lo de traducciones de Borges... tengo un precioso libro de Libros del Zorro rojo, aún no leído, que son relatos de Poe traducidos por Cortazar. ¿Hay quién lo haya leído? No este en concreto, si no sus traducciones. Se me hace dificil pensar que todo un señor "literaro" haya ejercido de traductor libre de infulas, dejando de lado su propia personalidad y escritura. Pero tal vez sí, no lo se.

Gabriel Diz dijo...

Hola GtM:

Leí a Poe traducido por Cortázar y en mi opinión el resultado es muy bueno. Cortázar era un gran admirador de Poe: incluyó William Wilson en una antología llamada Cuentos inolvidables.

Saludos

Gonzalo Fdez dijo...

Marian Ochoa de Eribe, Nuria García Salgado y Marta Rebón. Qué tres estupendas traductoras, cuánto talento!! Impagables sus traducciones. No sé cuáles son sus honorarios pero muy lejos, seguro, de su verdadero valor. Orfebres las tres, trabajo fino.