sábado, 9 de mayo de 2020

Wilkie Collins: El hotel encantado

Idioma original: Inglés
Título original: The haunted hotel
Traducción: Miguel Ángel Herranz
Año de publicación: 1878, por entregas
Valoración: Entretenido


El hotel encantado es una novela de misterio decimonónica en la que se entremezclan la coreografía amorosa, la acción detectivesca y lo sobrenatural. Publicada originalmente por fascículos, muchos de sus capítulos acaban en "cliffhangers" llenos de suspense. Tiene problemas de ritmo durante su tramo central, pero es innegable que nos encontramos ante un adictivo "thriller" victoriano.

A la naturaleza folletinesca de esta historia debemos atribuirle la desaparición de algunos personajes y los cierres abruptos de determinadas subtramas. De todos modos, El hotel encantado tiene más empaque del que viene siendo habitual en la narrativa por entregas.

Eso sí: nuestro bagaje nos arruinará varias de sus sorpresas, aquéllas que debieron impresionar a los lectores de la época. A cambio, la ambientación con la que la mayoría de ellos debían estar familiarizados (desde Inglaterra hasta Venecia, escenarios principales de la novela) nos envolverá gratamente.

Llegados a este punto, recapitulemos. A mi juicio, las virtudes de El hotel encantado son:

  • Su brevedad.
  • Su prosa, directa y elegante. 
  • Su adictivo argumento. 
  • El suspense que imprimen sus capítulos, la mayoría de ellos rematados con un  angustioso "cliffhanger" o una nueva pieza para encajar en el rompecabezas global. 
  • Su ambientación, que para muchos lectores del siglo XIX debía ser un decorado conocido pero para nosotros resulta un paisaje exótico y fascinante.  
  • Las interacciones entre personajes son menos lineales de lo que puedan parecer a priori. 
  • Hay un amago de grisalla que aleja sus conflictos del maniqueísmo barato.
  • Su enternecedor clímax. 
  • La escena del sueño de Agnes. No me esperaba un momento tan terrorífico y "gore" en esta ficción victoriana. 

Por otro lado, creo que los defectos de El hotel encantado son los siguientes:

  • Su ritmo languidece hacia la mitad del relato y tarda lo suyo en recuperar fuelle.   
  • El rol de Agnes. Uno cree, al inicio de la narración, que esta virtuosa mujer será la protagonista indiscutible de la historia, que ejercerá un papel proactivo en su resolución. Pues no. Tras un debut prometedor, en el que se la ve haciendo indagaciones, es relegada a un papel pasivo y son los varones a su alrededor los que toman el relevo, incluso aquéllos cuya presencia se limita solamente a algunos capítulos. 
  • Ciertos personajes desaparecen sin más. Lo mismo que varias subtramas, que se cierran sin llegar a solventarse. Esto es, sin duda, fruto del origen folletinesco de la historia y la falta de planificación de la misma. Insisto, empero, en que El hotel encantado tiene bastante empaque, dentro de lo que cabe.   
  • Claramente, la mano aleccionadora del autor está detrás del destino de varios de los personajes moralmente reprobables. Si éstos hubieran tenido, al menos, un arco de redención más orgánico, podría perdonarle a la novela su intención didáctica. Desgraciadamente, no es el caso.   
  • En determinados pasajes, Collins muestra condescendencia para con las mujeres y clasismo para con las personas de baja cuna. Lo cual, huelga decirlo, puede irritar la sensibilidad contemporánea. Por no hablar del abuso que el escritor hace de diversos tópicos nacionales.

En definitiva, recomiendo El hotel encantado a todos aquellos amantes de la literatura de misterio que quieran evadirse unas horas con un "page-turner" de los de antaño. Tengo entendido que Collins ha escrito obras mejores, pero creedme cuando os digo que esta novela os hará pasar un rato endiabladamente bueno, siempre y cuando la abordéis conscientes de sus limitaciones narrativas y de los rasgos inerciales que presenta debido a la época en que fue concebida.

Por cierto, me parece hermosa esta edición de Belvedere. La traducción de Miguel Ángel Herranzes es agradablemente fluida y la imagen escogida para la cubierta, una pintura de Bernardo Bellotto, le va como anillo al dedo a este dramón repleto de enigmas, intrigas, sucesos preternaturales y amor.    

13 comentarios:

Antonieta dijo...

Pues si te pareció entretenida, entonces de seguro si me la encuentro por ahí la leo.
Abrazos cariñosos y lokos

Anónimo dijo...

Muy interesante oriol muchas gracias por la reseña. Mayor Thompson

1984 dijo...

De Wilkie Collins es obligada la lectura de sus dos dos grandes novelas "La dama de blanco" y "La piedra lunar", pioneras en la narrativa de intriga y misterio. También escribió, creo, algún libro en colaboración con su amigo Dickens. Por lo demás, como muy bien indica Oriol en su precisa y excelente reseña, Wilkie era un autor de literatura popular por entregas, un folletinista, y su obra, un tanto melodramática, está impregnada de los prejuicios de su época: ingleses inteligentes y sofisticados versus meridionales corruptos, clases altas depositarias de los valores morales y clases bajas viciosas en el arroyo, mujeres dulces y subordinadas, puritanismo sexual etc etc. Hoy día esos prejuicios resultan hasta involuntariamente cómicos por disparatados; no deben escandalizar a nadie, porque son reflejo de la mentalidad supremacista británica del siglo XIX, cuando Inglaterra mandaba sobre tierras y mares; un tributo del tiempo, que da un sabor de época entrañable a sus historias. Pese a todo, Wilkie es un clásico menor que sigue resultando entretenido de leer. Si alguien se agencia en un saldo alguno de sus libros (los tiene también de cuentos, estupendos), que se lo agencie sin dudarlo, porque lo disfrutará.

Rous dijo...

1984 tienes toda la razón, "La dama de blanco" crea un suspense que ya querrían conseguir algunos de este siglo y "La piedra lunar" es muy entretenida.

Antonieta dijo...

Buena!! Gracias 1984 🌻🌸🌺🌷💐

Lupita dijo...

Hola, Oriol:

Como ya te comenté, me estoy poniendo al día en la literatura victoriana, y tengo muy en cuenta tus recomendaciones. En esta reseña, como en todas las que haces de me gusta/no me gusta (en mi cabeza las llamo así), demuestras con creces aquello que explicaste en tu biografía lectora: la búsqueda de la objetividad, desde una lectura crítica y reflexiva. Desde luego que expones muy claramente cuáles son, a tu juicio, los aciertos y los defectos del libro, algo que no deja de estar lastrado por los condicionantes actuales. Veo que pesan mucho en tu lectura sobre todo dos: la moralina (que puedo entender que te moleste) y la preferencia por los textos breves. Quizás yo soy una dinosauria, pero es que ahora todo es largo, lento y excesivo. Cuando leo vuestras reseñas, aparecen asiduamente expresiones como "le sobran 200 páginas" o "lo bueno de este libro es su brevedad"

¿Estoy equivocada? ¿No es cada vez menor la paciencia del lector?

En cuanto al libro reseñado, voy escogiendo qué libros comprar de entre los que me atraen, y viendo cuáles están en las bibliotecas.

He expresado a veces mi predilección por la literatura clásica española y por el siglo XIX, que me fascina. Y en cuanto a la inglesa, me estoy encontrando muchas sorpresas:reflexiones sobre la vida en la ciudad y en el campo que podrían haberse escrito ayer, juicios de conductas humanas de plena actualidad y costumbres que dejan con la boca abierta, como dormir en lugares cubiertos de tablas o cortinajes para escapar de espectros, las creencias en la vida ultraterrena.

Vamos, que me lo estoy pasando como una enana. Ya te diré que me parecen los libros que vas reseñando, más que nada para comparar las visiones de un chico joven y moderno y una señora anclada en el siglo pasado (o el otro)

Saludos y muchas, muchas gracias por un trabajo tan concienzudo y tan bien hecho

Oriol dijo...

1984 y Rous, yo todavía no las he leído, pero sí, me han hablado maravillas de "La dama de blanco" y "La piedra lunar". Seguro que estas dos novelas son estupendas. A ellas me refería, precisamente, cuando decía que tengo entendido que Collins ha escrito obras mejores que la que he traído a colación. Aún y así, por su extensión, diría que "El hotel encantado" funcionará mejor en tanto que toma de contacto con el autor para aquellos que lo desconocíamos.

Y sí, 1984, tienes razón en que los prejuicios de la época asoman su cabecita en los textos escritos en el periodo victoriano. Que conste que yo los señalo en el apartado de defectos no porque a mí me molesten especialmente, sino porque sé de gente a la que sí que lo hará. Aunque también es de recibo mencionar que, mientras que algunos apenas tienen impacto en el argumento, otros pueden modificarlo para mal; por ejemplo, el abrupto (y por tanto nada verosímil) arco de redención del señor Ferrari, que está aquí porque el autor quería aleccionar a los lectores.

Oriol dijo...

Antonieta y Lupita, si podéis, leed "El hotel encantado"; seguramente os entretendrá tanto como a un servidor. Me encantaría saber vuestra opinión y comparar impresiones.

En cuanto a ti, Lupita, déjame aclarar algo que ya he adelantado un poco más arriba: la moralina no me molesta especialmente en una obra (de hecho, me molesta más en la crítica incapaz de poner ésta en su contexto histórico). Sobre la extensión voluminosa de una obra: tampoco me molesta, siempre y cuando esté justificada, pero sé de gente para la que la brevedad de un texto es un factor imprescindible a la hora de plantearse su lectura, y por eso suelo destacarlo favorablemente cuando se presta.

ChuangTzu dijo...

Leí hace tiempo La dama de blanco y La piedra lunar. Tengo buen recuerdo. Son un poco como best sellers de la época, pero con más calidad que los actuales, yo creo. En todo caso, muy divertidas.
Respecto a los estereotipos, pensaba que Wilkie Collins tenía ideas avanzadas para la época, en cuanto al papel de la mujer y a cuestiones sociales. Tampoco sé muy bien de dónde he sacado esa idea.

Oriol dijo...

ChuangTzu, quizás Collins estaba adelantado a su época, pero "El hotel encantado" supura misoginia (barnizada de caballerosidad, por supuesto) y clasismo. Pero bueno, es que tampoco se puede esperar una postura muy distinta en una persona de esa época.

1984 dijo...

Wilkie era fundamentalmente un liberal. Pero en el mundo victoriano el liberalismo acarreaba una serie de cosas que no eran nada agradables vistas hoy: racismo dirigido contra los no anglosajones y los pueblos coloniales sometidos a su graciosa majestad, clasismo hacia los de abajo (con caperuza paternalista), una religiosidad un poco superficial que consistía en cantar los salmos a grito pelado todos los domingos en la parroquia, una confianza ciega en las virtudes del comercio y los mercados libres (abiertos, eso sí, a cañonazos), puritanismo hipócrita que relegaba el sexo al cuarto más oscuro de la mansión (algo tenebroso, pecaminoso y sucio) y, como muy bien dice Oriol, misoginia esmaltada de caballerosidad. La mujer era el ángel del hogar, pero siempre metida en su casa, que nunca se sabe con la Eva bíblica. Eran los prejuicios de la sociedad burguesa del siglo XIX. Wilkie, un novelista popular, no podía estar libre de ellos. El gran mundo te podía reir bromas, frases ingeniosas y desplantes en los salones, siempre que no se fuera más allá de una crítica superficial de una sociedad en el fondo muy celosa de sus convenciones, sus estratos y sus virtudes cristianas (aunque fueran pura apariencia). El que se pasara de la raya, tendría problemas serios. Ahí está por ejemplo el escándalo de Oscar Wilde, que lo llevó a presidio: los mismos que aplaudían al ídolo extravagante del salón lo apedrearon con saña tras su caída.

Lupita dijo...

Oriol, lo he leído y coincido contigo en casi todo; en casi porque yo soy bastante impresionable aún.
La ambientación de Venecia, ciudad que me fascina, el intercambio de cartas, las relaciones interpersonales, todo eso me ha gustado mucho. El contraste con esta época es muy placentero.

Me lo he pasado muy bien.
Saludos

Oriol dijo...

Me alegra que te haya gustado la novela, Lupita. Y sí, el regusto añejo que nos proporciona, involuntariamente, a las personas de este siglo es sumamente encantador.