sábado, 13 de julio de 2019

Eduardo Lago: Walt Whitman ya no vive aquí


Idioma original: español
Año de publicación: 2018
Valoración: libidinoso

Con sinceridad, este libro lo tenía muy fácil conmigo. Antes de abrir una sola página y con esa sobria portada y ese subtítulo: ensayos sobre literatura americana. No voy a restarle un ápice a su enorme mérito, pero he de referirme a anteriores apreciaciones sobre este tipo de libros: si el tema del que trata un ensayo es algo que te entusiasma, el libro ya te ha capturado.
Luego viene el desbordamiento, la sorpresa en positivo, esa palabra rara que llaman serendipia, y he de confesar que ahí la cuestión meramente subjetiva, y procuro dejar aparte aspectos emocionales a la hora de publicar en este blog, cuando la sensación ya es abrumadora.
Lago abre el libro con una veintena de páginas de entrevista inédita a David Foster Wallace. Conocéis a ese tipo. A partir de ese punto, y con el clima confidente y cercano conseguido, he de decir que Lago podría haber añadido 270 páginas de chistes de Arévalo y el libro seguiría pareciéndome una maravilla.
Pero no: a continuación se despliega un detallado, razonado y documentado análisis de eso, de literatura norteamericana, que incluye aportaciones previas de Lago, algunas convenientemente actualizadas respecto a su aparición en prensa, material original, alguna pequeña divagación en forma de toma biográfica (sobre Emily Dickinson), comentarios sobre obras más concretas, en forma de reseñas (de cuya meticulosa calidad uno debería aprender), todo ello integrando un colosal estudio sobre la literatura norteamericana, desde Poe hasta nuestros días, estudio con puntos de reincidencia a los que se vuelve (lógico cuando parece que se están recopilando artículos en un amplio intervalo temporal) para regocijo del lector. Está bien. Para regocijo mayúsculo del lector entregado. 
Porque este libro es una provocación de visita a estantes de libros, a bibliotecas, a librerías, a librerías de lance, a montones abandonados aunque sea en un rincón, a la búsqueda de la orgía de referencias que se acumulan, y he de decir que Lago no escatima elogios en ciertos casos, pero también muestra sus reticencias al hablar de altibajos en las carreras de algunos de los autores tratados, como Barth o como Franzen. Incluso llega a un punto en el que emite crueles dictámenes (no voy a adelantarlos aquí) determinando quién y quién no escribe algo que pueda considerarse literatura. Por supuesto que la enorme extensión del universo literario estadounidense lo permite, y Lago, residente hace décadas en Nueva York, conoce este universo de buena tinta. Su trayectoria como novelista, su experiencia, en suspenso tras emplear cinco años en traducir El plantador de tabaco, su bagaje incuestionable como lector lo validan para este excelente dictamen crítico, construyendo su teoría de la doble hélice, bautizando al arcoíris de la dificultad, ese grupo reducido de  creadores que van y vienen por estas páginas, ya sabemos, gracias, o por culpa de que las grandes editoriales estén allí, y la maquinaria del marketing que las empuja, y la concentración de escritores de todas partes afincados allí, esa enorme masa crítica de talento unido a capacidad de informar al mundo sobre ese talento. Lago habla de DeLillo, de Pynchon, de Foster Wallace y de Roth pero el número de autores tratados de algún modo se eleva a la centena, seguro, y si este recorrido con paradas justificadas en obras clave, como Submundo o La broma infinita o Mason y Dixon no es suficiente, nos regala listas al final (oh sí las listas), con diversos planes de lectura más ambiciosos o más asequibles, relaciones de libros que son una auténtica y desmesurada provocación para cualquiera. Lago, y este libro tiene validez incluso como obra introductoria, nos ha regalado un artefacto que es un antídoto contra la atonía, contra la abulia, contra el bloqueo lector.
En otras palabras, si te interesa la literatura, lees este magnífico libro y no encuentras estímulo alguno (curiosidad, descubrimiento, re-lectura, indagación), es que estás muerto.

P.S.: El Puma, uno de nuestros (hasta ahora) fieles seguidores, aporta en los comentarios esta interesantísima entrevista sobre esta joya. ¡Gracias!

28 comentarios:

Clara dijo...

Es cuanto menos incompleto, injusto y parcial un libro que presenta una lista de obras estadounidenses imprescindibles y en ella constan 18 hombres y sólo DOS mujeres (Carson McCullers y Toni Morrison), obviando a autoras imprescindibles como Flannery O’Connor, Emily Dickinson, Harper Lee, Shirley Jackson, Joyce Carol Oates, Zora Neale Hurston o Sylvia Plath... En una lista posterior más extensa, Eduardo Lago recopila a 109 hombres (algunos repetidos con obras distintas) y 18 mujeres (ninguna repetida, porque ya sabemos que tanto ellas como sus obras son fenómenos excepcionales)... Me parece, sinceramente, algo tan sintomático como criticable y digno de resaltar en una reseña, porque así seguimos como seguimos, con tantas autoras ninguneadas.

Anónimo dijo...

Clara, podrías escribir un libro en el que incorporases el elenco de escritoras que has echado de menos en el título reseñado. ¿No te parece?

Antonieta dijo...

Concuerdo con la opinión de Clara: la reseña podría haber señalado el hecho del "ninguneo" hacia las autoras. Me parece una buena observación para las próximas reseñas. También estoy de acuerdo con lo que dice anónimx: hacernos cargo las mujeres principalmente de revertir estas históricas injusticias y discriminaciones ("ninguneos"): nosotras hemos vivido la experiencia, nosotras entonces llevamos la batuta. Sin embargo y con la mano en el corazón, la verdad es que lo mejor para mi sería que las opiniones en este blog se emitieran sin miedo.

Francesc Bon dijo...

Muchas gracias por los comentarios. Habréis de perdonar que no haya usado una calculadora durante la lectura para comprobar las cuotas respectivas. Los porcentajes de autores de razas diferentes a la blanca tampoco parecen muy altos y jamás apuntaría en la reseña que Lago fuera racista. Igual Lago refleja una realidad que no es perfecta. En todo caso, y dado que no me suenan ni Clara ni Antonieta por comentarios previos, recordaros que si quienes reseñamos ya nos amparamos en nuestra libertad de elección, pues imaginaos el planteamiento de cuotas y ya no os digo el imaginar que vamos a aplicar esas cuotas a la hora de juzgar libros como éste. Disfrutemos del libro y relajémonos un poco, por favor.

Clara dijo...

Ni hace falta una calculadora (la diferencia en el porcentaje de autoras frente a autores salta a la vista) ni, como sugiere anónimo, tenemos que estar siempre obligadas y dispuestas las mujeres a hacer una pedagogía que no nos corresponde y que nos cansa bastante. Los datos están ahí, al alcance de todos, si preferís obviarlos o despreciarlos es asunto vuestro, el problema es que, como siempre, acabamos pagando nosotras el ninguneo y la etiqueta de "exageradas" y "pesadas". No, Francesc, la injusticia no es un asunto "para relajarse", y eso que a nadie más que a nosotras nos cansa tener que repetir siempre lo mismo, te lo puedo asegurar, pero es precisamente porque son datos importantes, no un capricho, que explican muchas cosas, empezando por la situación de desventaja y discriminación en la que todavía se encuentran las escritoras de todos los tiempos a día de hoy.

Antonieta dijo...

Obviamente de acuerdo otra vez con Clara!!!, Ja,ja,ja. Y con la opinión de Francesc, ok, es su opinión, su experiencia y su elección. Debo admitir que me hubiese gustado otra participación de anónimx, ahora sin miedo, con nombre.

Lupita dijo...

Hola:

DFW me da pereza, pero lo habéis mencionado tanto por aquí..y tengo unas lagunas tan enormes que no sé si sería mi libro. En general, he vivido años absorbida por la literatura española (incluida mucha medieval) y mucho de lo foráneo me es desconocido. Os pediría a los que habéis participado en los comentarios (y al propio Francesc) que me recomendéis autores/autoras por donde empezar con la literatura de USA más actual. El otro debate me interesa, pero no me apetece meterme en él. Solo digo que en mi vida personal como lectora sí me esfuerzo porque haya esas cuotas, pero es algo totalmente mío.

Saludos a todos, y viva la libertad reseñil, de escritura y de elección 😘

Juan G. B. dijo...

Hola Lupita:
Si por actual te refieres a autores que aún estén entre nosotros, yo te recomiendo a Joyce Carol Oates, Michael Chabon, T.C. Boyle, James Ellroy, Donald Ray Pollock (y, por supuesto, al King). Pero esto va por gustos, así que supongo que Marc te recomendaría a Siri Hustvold, Francesc a Cormac McCarthy, DeLillo o Pynchon, etc...
Si quieres leer a DFW, yo empezarí por algo ligerito y sin duda chanante, como "Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer".
Un saludo y buen verano ; )

Juan G. B. dijo...

Siri Hustvedt, perdón, que siempre me equivoco...😅

Marc Peig dijo...

No vas desencaminado, Juan;-)
Para comentar tu comentario, de Chabon diría que “Las asombrosas aventuras de Kavalier y Clay” y para nada “Telegraph Avenue”.

A Lupita (y a quien le interese, claro) y yendo al tema... Autores estadounidenses actuales que recomendaría: prácticamente cualquier libro de Hustvedt y Auster, “La canción de los vivos y los muertos” de Jesmyn Ward, “Imagina que no estoy”, de Adam Haslett, “El bar de las grandes esperanzas”, de Moehringer; esto en género de ficción. En ensayo: Rebecca Solnit, Elizabeth Hardwick, Vivian Gornick.

Saludos

Marc

Lupita dijo...

Gracias a los dos:
Por actuales me refiero a lo que me he perdido mientras leía a José María Merino y coetáneos ( desde los 80 más o menos) He leído muchísimo a Stephen King desde la adolescencia, y después a Tom Wolfe, Olivia Goldsmith, mucho Paul Auster, mucho Bukowsky (hasta que me traumé) y algunos más. Por supuesto, los libros consagrados de EEUU (El guardián entre el centeno, El gran Gatsby, El color púrpura, El viejo y el mar, Feankenstein , etc.. ) y los autores considerados genios los conozco. He de reconocer que mi desconocimiento también es debido a que siento predilección por la literatura en castellano, los franceses, italianos y rusos. Y claro, me paso la vida leyendo tebeos..
Ya os contaré mis impresiones. Saludos

Lupita dijo...

Ya, ya, Frankenstein fue escrito por una británica. Habré tenido un cortocircuito por haber leído “Crepúsculo”

Antonieta dijo...

Que viva esa libertad!! Que viva!!

Diego dijo...

Clara, no te falta razón.
Supongo que el libro que trajo Francesc es digno de aprovechar o valorar por algo más que la cantidad de autoras. Y también creo que Francesc tiene la libertad de valorar el libro sin mencionar lo que tú señalas.
Ahora, que tú señales esa falta me parece genial y no hay duda de que tu comentario aporta algo importante a la reseña.
Fuera de lugar está anónimo: a mí me parece que Clara puede señalar o criticar lo que le parezca sin necesidad de que escriba otro libro para ello. Si Lago quiere responderle algo así a sus críticas, pues, sería razonable. Pero que cualquiera de nosotros le respondamos a su comentario la tontería que le has puesto tú es, cuanto menos, cutre y patético.

Lupita, yo solo puedo agregar a Louise Erdrich en las listas que te hicieron. Y aunque a mí me gustó mucho, apostaría a que la violencia de Pollock a tí no te gustará.

Un saludo para todos.

Francesc Bon dijo...

Gracias a todos por los comentarios. Respondiendo directamente a lo planteado por Lupita, diría que el libro reseñado aquí resolvería muchas de tus dudas. Pero ya que apelas directamente a mi consejo, cosa que me halaga a la vez que me oprime algo el pecho, te diría: si te refieres a la más actual, digamos la del siglo en curso, creo que un autor a tener en cuenta es Jonathan Franzen: Las correcciones o Libertad son dos enormes y ambiciosas novelas. Dave Eggers me parece interesante. O Teju Cole o Junot Díaz, aunque a este último Lago le augura cierto agotamiento. Si vamos a ir a los del siglo XX el abanico es enorme, y una progresión lógica en asequibilidad incluiría un eventual itinerario que empezaría por Philip Roth (que me tiene deslumbrado últimamente)para seguir con Erskine Caldwell, John Steinbeck, Carson McCullers, y progresar algo hacia Faulkner (PERO COMO NADIE LO HA MENCIONADO), Salinger, y ya subiendo la apuesta pero con todas las precauciones, DeLillo, Gaddis, o DFW (del cual el consejo de Juan es excelente: te reirás mucho con ese esplendoroso relato). Voy a reconocer que tanto Mc Carthy como Pynchon los tengo en observación, incluso a DeLillo lo incluiría en una terna de autores que son capaces de lo mejor y de lo peor.

Sonia dijo...

Yo no veo nada mal lo que propone Anónimo. En este marasmo de opinadoras y opinadores, generalmente la acción se ve diluída por la virtualización y la convención ideológica. En este baile de máscaras es fácil faltar el respecto, insultar y atribuir epítetos descalificativos, como hace Diego, amparándose uno en este escribir de incógnito. Creo que debemos salir del victimismo de género y tomar partido, en lugar de despotricar sobre la selección que ha realizado un autor concreto, probablemente arraigado a un cánon cultural establecido. No se trata de hacer pedagogía, eso déjaselo a la política representativa que trata de determinar las subjetividades que marca el capital, sino de establecer nuevos paradigmas de igualdad que deben estar vinculados a la lucha de clases y la crítica a un patriarcado de corte socio-económico, que ha moldeado lo considerado alta cultura dejando en la cuneta a voces de minorías culturales, comunidades marginales y grupos sometidos a la desigualdad de género. Sin ánimo de dejar el caballo asido a la barandilla de la queja, es necesario que todas nos pongamos en marcha.

Anónimo dijo...

Sin duda CLARA no ha leído el libro. A Emily Dickinson, por ejemplo, le dedica Lago un amplio capítulo, el 9, en la segunda parte.

Diego dijo...

Hace bastantes años que leo este blog. Antes comentaba muy poco. Desde hace un par de pares de años sí que suelo comentar. Si quieres otro dato, supongo que para mí en el blog hay mucho de lugar al que asisto para pasar ratos en los que me fumo el cigarro o espero que acabe la lavadora y menos de lo que pueda necesitar a estas personas para probar lecturas. Lo bueno es que además de tapar huecos también encuentro buenas propuestas para leer. Y aprendo.
De todas formas está claro que mientras ninguno de los colaboradores del blog me diga que me vaya a aburrir a otra parte yo seguiré opinando aunque a veces me de vergüenza. A veces aporto algo.
Vos me rompes las bolas con lo del anonimato del que me amparo y yo siento vergüenza cuando hablo sobre mí. Contentar a todos es imposible.
Yo no podría hacer pedagogía del feminismo en este blog, desde que cambié el móvil soy Diego pero antes era Interlunio, un machista incurable que se negó a leer a Despentes o como fuera que se llamaba aquella escritora.
La verdad que me encanta tu buen léxico y la manera en que me explicas que no haga pedagogía y todo lo que dices a Clara para que escriba el libro. Pero el cromosoma Y solo me da para pensar algo del estilo: "Al final siempre me como el puro en este tema vaya por donde vaya."
Qué quieres que te diga, Sonia, tenés razón y tenés más razón que yo por el tema del que me hablas y por nuestro sexo. Y si la propuesta de anónimo iba por el camino de animar a Clara a que escriba su propia historia, voy a tener que pedir perdón. ¡Ánimo, Clara! ¡Más hacer y menos quejarse! Yo (corazón) escuela de Chicago.
Pero la verdad es que me pareció patético porque lo interpreté de otra manera.
Una de las cosas malas de ser uno de los moscardones que revolotea este blog es que si tienes memoria recuerdas opiniones de las personas y te haces una idea de ellas. Entre las muchas buenas cosas que he leído en este blog voy a recordar una de Francesc que me quedó. Decía algo así como que él no compartía los métodos de la tía que asesinó a Warhol, pero que estaba claro que si las mujeres no iban de "pesadas" y con insistencia no conseguían lo buscado.
Ete aquí que este que escribe pensó que si Clara quería que los reseñistas de este blog tuvieran en cuenta, siempre que se hable de escritores, el dato de la desigualdad entre autores y autoras, hoy está más cerca de conseguirlo de lo que estaba el 12 de julio. Luego lo que tú explicas está muy bien.
Supongo que si Anónimo hubiera tenido tiempo para explicar desde dónde debe actuar Clara, como lo has hecho tú, yo me hubiera quedado calladito y me hubiera deleitado de leerle como me pasó contigo. Pero yo hablo de ecología y tengo un diesel, por lo general interpreto ese tipo de respuestas como apología a las ventajas del modo liberal.
No, no me parece, no me parece señor Anónimo que Clara deba escribir un libro antes de mencionar en unlibroaldia lo que ve incompleto.

En cuanto a lo triste de que yo lo descalifique desde el anonimato, señor Anónimo, creo que es producto de mis carencias expresivas, igual que la vez que llamé a alguien Pelotudo.

Lamento tantos malos ratos.

Lupita dijo...

Muchas gracias Francesc por tu detallada respuesta. Voy a tomar nota de todas las sugerencias.
Por cierto, “La carretera” de McCarthy es uno de los libros que más me han emocionado en toda mi vida.
Saludos a todos

Zappa dijo...


Ya veo que da igual que la injusta haya sido CLARA, que no ha leído el libro. Es
el mal de algunos blogs. Hay mucha gente que no llega a leer el libro (como Clara) pero comenta a boleo, lo otro da igual, leerlo es lo de menos. Y claro, así vamos, cada vez más abajo. Claras de huevo.

El Puma dijo...

Recién leo la reseña. Descubrí que existe un señor que se llama Eduardo (como yo) Lago que escribió un magnífico libro sobre la literatura americana y sus autores. Francesc, que de literatura americana ha demostrado gran conocimiento, la califica de LIBIDINOSA. Veo que tiene 20 comentarios y pienso, claro, el tema ha suscitado gran interés! Error.

La señora Clara señala, seguramente con acierto, que mi tocayo dedica una mínima porción de su seguramente voluminosa obra a escritoras. Y señala, seguramente con acierto nuevamente, que eso está muy mal. Percibo en su comentario un cierto tono condenatorio. Y por ahí van dos tercios de los 20 comentarios...

A mi juicio, una pena. No porque el asunto de género no sea importante. Todo lo contrario! Pero me hubiera gustado más de lo otro. Escuchar otras voces. Aprender otro poco de una literatura que creo conocer bastante, pero muchísimo menos que Francesc, Juan o Marc.

En fin, solo una opinión. Buscaré este libro. Gracias por permitirme conocerlo.

Diego dijo...

Yo te pido disculpas por la parte que me toca, Puma. Habrá que ubicarse mejor.
Se admira tu sensatez y la de todos los que se dedican a hablar de literatura.

Por otro lado sos un cortamambo: la historia que a mí me interesó también prometía.
Va de una joven que plantea una queja sobre un libro y es acusada de no escribir un libro mejor. Tres días después, y sin que la autora del crimen se pronuncie, aparece un testigo con un dato que puede indicar que la acusada no solo no ha escrito un libro mejor, tampoco ha leído el libro del que habla.
Ya para llegar al desenlace, aparece uno en representación de la plebe reclamando una especie de castigo y dando a entender que la acusada no solo no ha escrito un libro mejor ni leído el de Lago, al parecer, también es la culpable de que " estemos como estamos"... Ya sabes, la crisis económica, que no llueva y se pierdan las cosechas...
Cuando llegaste tú estábamos a un comentario de ir a coger las antorchas y quemar a la Bruja.

No es Gilead de Robinson pero también tiene mucho de historia Norteamericana. Discurso de corte Luterano incluido.

Zappa dijo...


decía la clarividente Clara: "obviando a autoras imprescindibles como (...) Emily Dickinson..."
Pero hay 22 páginas dedicadas a Dickinson. O sea que lo que verdaderamente es obvio es que ni ha hojeado el libro de Lago.
Y hay un tal Diego que la excusa, quizás porque los dos son de Kentucky.

El Puma dijo...

Me has hecho reir, Diego! Me pregunto si tu párrafo no merece la definición de microcuento. Sería uno muy bueno.
Gracias por tu sentido del humor. Siempre es bienvenido.

El Puma dijo...

Aprovecho para dejar este link:

http://www.que-leer.com/2019/01/11/eduardo-lago/

Es una entrevista muy interesante a Eduardo Lago con motivo de la aparición de este libro. Vale la pena. Al final, 30 cuentos norteamericanos que sugiere leer. Figuran allí muchos autores casi olvidados, leídos hace casi medio siglo.

Francesc Bon dijo...

Seguimos: gracias Puma por el link: me estoy pensando si no funciona incluso como complemento al libro. Y un alivio que la cuestión de las cuotas haya quedado clara. Igual todos los libros deberian venderse bajo nombres de autores anónimos que no permitieran especular sobre sus condiciones particulares. Me gusta mucho la última novela de GK322!!

Zappa dijo...



Claro.

El Puma dijo...

Gracias por la mención. Y por supuesto, siempre un fiel seguidor. En el consenso o en el disenso.