martes, 23 de enero de 2018

Ignacio Martínez de Pisón: Enterrar a los muertos

Idioma original: castellano
Año de publicación: 2006
Valoración: Recomendable

Algo más sobre la Guerra civil, sí. Sopesando el ambiente, a veces me pregunto hasta cuándo seguiremos dándole vueltas al tema pero, claro, si pensamos que a día de hoy se siguen escribiendo y filmando cosas sobre las Guerras médicas, la campaña de Napoleón en Rusia o la toma de Granada, parece que tenemos para rato. Sin embargo, no es exactamente lo mismo. La Guerra civil es Historia pero también es algo relativamente reciente, todavía andan por ahí abuelos que la vivieron, pero además hay heridas que parecen siempre abiertas, porque no cicatrizan o porque no se les deja, no sé.  Quizá habría que hacer un gran ejercicio de sinceridad para admitir sin tapujos todas las atrocidades y pasar página de una vez de algo de lo que casi ninguno de los presentes fuimos responsables. Pero igual tampoco es momento para ahondar en la cuestión.

Hablando de heridas y atrocidades, muchas son conocidas y muchas también han sido manipuladas o utilizadas por intereses políticos. Ignacio Martínez de Pisón aporta en este libro algunas más para la colección, e indaga en cuestiones a las que generalmente no se les ha prestado mucha atención. Ese es justamente el principal interés de ‘Enterrar a los muertos’ (anda que se ha lucido con el título).

La atención se centra inicialmente en el escritor norteamericano John Dos Passos (Manhattan Transfer', ‘El Paralelo 42'). Como buena parte de los intelectuales de la época no oculta su simpatía por España, y su perfil izquierdista le convierte en ferviente defensor de la República. Tiene además una estrecha relación con su traductor José Robles, quien a su vez iniciada la guerra hará funciones de intérprete con los jefes militares rusos enviados en apoyo al Gobierno. Dos Passos visita España con frecuencia y colabora en un documental en defensa de la República, pero en uno de sus viajes comprueba que Robles ha desaparecido. Pronto se encuentra con un muro de silencio que al principio no comprende, pero tras pacientes investigaciones termina por encontrar la causa: Robles ha sido purgado por los servicios secretos soviéticos, como otros tantos que iremos conociendo, con la simple sospecha de no ajustarse a la ortodoxia stalinista.

El desarrollo del libro resulta algo chocante, porque parecía que estábamos ante un trabajo –quizá mínimamente novelado- sobre el caso concreto de Robles, pero enseguida conocemos su desenlace, y el misterio por tanto se deshace. No obstante, el interés no decae. La historia de Robles parece la punta de un iceberg desconocido (y perdón por la metáfora manida), a partir de la cual Martínez de Pisón sigue hurgando en ese oscuro mundo de pugnas políticas, primero al rebufo de las investigaciones de Dos Passos, luego diríamos por su cuenta.

La cuestión es, simplificando mucho, la siguiente: Rusia es la única potencia que se ha movido en favor de la República y, aunque su apoyo es bastante menos evidente que el de Alemania o Italia a Franco, tiene jefes militares muy bien colocados y con mucho poder. El stalinismo está en su apogeo, domina la Internacional, y los partidos comunistas se le pliegan sin rechistar; pero también se manifiesta en toda su crudeza el enfrentamiento con Trotski, y la obsesión por la limpieza contra los desleales (reales o supuestos) alcanza niveles de paranoia. Como resultado, España, aparte de un estupendo escaparate para la solidaridad obrera internacionalista, es también un buen banco de pruebas y una pieza del tablero que Stalin desea manejar en su provecho. Igualito que están haciendo Hitler y Mussolini. Así que, mientras los soviéticos dirigen buena parte de las operaciones militares (porque la tropa la ponen los españoles y las Brigadas Internacionales), se ocupan también de ir situando sus peones en puestos clave, intentando abanderar sin complejos la resistencia al fascismo y, claro está, cargándose a todo aquel que disienta de las directrices.

Parece que Dos Passos fue siendo cada vez más consciente de todo esto, y de ahí su progresivo alejamiento de la izquierda tradicional, lo que le cuesta un duro enfrentamiento con su antiguo amigo Hemingway y la recriminación de buen número de intelectuales, que no conocen o no quieren ver la manipulación. Pero como decía, Pisón continúa explorando la cuestión, lo hace con buen pulso aunque con cierto desorden. El drama de los Robles, privados primero de información y luego de cualquier tipo de apoyo oficial, alcanza hasta al propio hijo del traductor ajusticiado, que fue objeto de la represión hasta el punto de terminar encarcelado y finalmente exiliado en México. Aunque parezca paradójico, la limpieza de los enemigos políticos arrecia según la República va perdiendo terreno, y culmina con la aniquilación del trotskista POUM y el exterminio físico de cientos de sus militantes, empezando por su dirigente Andreu Nin. Es decir, que los que no morían en el frente, eran liquidados en la retaguardia por sus teóricos aliados.

La parte final del libro incide en otra cuestión interesante. Al hilo de la dramática lucha política que comentaba, el autor dedica unas cuantas páginas a una pequeña historia del mundo editorial de izquierdas. Es un tema al que creo que Andrés Trapiello ha dedicado una monografía, y resulta sumamente esclarecedor: algunos editores, generalmente con más voluntad que medios, llevaban años promoviendo la publicación de libros en apoyo de ideas progresistas, hasta que en los últimos años de la República experimentaron en su seno esos mismos enfrentamientos entre las distintas tendencias, lo que redundó en su empobrecimiento, dispersión y pérdida de influencia.

Bueno va, que se me ha ido un poco la mano y termino ya. El libro puede resultar extraño en su primera parte si lo tomamos como relato policiaco o de investigación; pero cuando el lector es consciente de su naturaleza –un trabajo muy documentado sobre la intrahistoria política de ese periodo- se revela como un texto sólido y muy interesante.

También de Ignacio Martínez de Pisón en ULAD: La buena reputaciónDerecho natural

13 comentarios:

zUmO dE pOeSíA (emilia, aitor y cía.) dijo...

El cúmulo de barbaridades ocurridas en España durante la guerra civil es tal, que resulta imposible para las generaciones actuales hacernos una idea cabal.

Por mucho que imaginemos, la realidad fue mucho peor. Palabras como "saca", "cheka", "dar el paseo" o "el paseíllo", "paredón"... forman parte del sangriento argot incubado en aquel período.

En España fue donde por primera vez se arrojaron bombas desde los aviones contra la población civil, o sea, contra las calles y plazas, las viviendas y las familias (no contra objetivos militares) en Jaén, Guernica, Barcelona, Madrid...

Se mataba gente sin control sólo por ser de izquierdas o de derechas (o parecerlo), o por ser cura o monja; se torturaba sin problema, se violaba a mujeres antes de asesinarlas... Todo lo que se diga es poco.

Ambos bandos fueron despreciables.

Mis abuelos (cada uno estuvo en un bando) se negaban a hablar de esos hechos, y no por miedo sino por vergüenza y por ganas (necesidad) de pasar página.

El final fue el que fue, pero me temo que, si el resultado hubiera sido otro, en España no se habría restaurado la democracia republicana anterior, sino que se habría instaurado un régimen filo-soviético (al estilo de lo ocurrido en la Europa del Este tras la II guerra mundial).

Está bien, no obstante, conocer la historia para intentar no repetirla, aunque viendo lo que está pasando con el nacionalismo identitario no estaría yo tan segura del aprendizaje ni del deseo de no recaer en antiguos errores.


Sandra Suárez

Carlos Andia dijo...

Estoy básicamente de acuerdo con todo lo que dices, Sandra, aunque las ucronías siempre se prestan a opiniones diversas. Por cierto (aunque no venga muy a cuento) el otro día vi un libro titulado algo así como 'El Reich africano', según el cual Hitler había ganado la guerra y se repartió África con los ingleses (esto último tampoco parece muy descabellado). Me pareció una idea original, aunque el libro tenía una pinta abominable.

Muchas gracias por tu comentario.

Anónimo dijo...

Totalmente de acuerdo con Sandra. Y es que las guerras, todas, son así y peores.

Estoy totalmente en desacuerdo en andar removiendo, por unos y por otros, lo que sucedió hace más de 70 años, a los únicos efectos políticos ... porque para entender lo que sucedió hay que hacer un tremendo esfuerzo para situarse en el contexto temporal en que ocurrió.

Por otro lado, disfruté mucho con el libro "El día de mañana" del autor, único que he leído, y seguro que este se merece la valoración dada.

ToniLV.

Juan G. B. dijo...

Hola...con permiso, meto baza:
Yo estoy de acuerdo con las opiniones sobre las barbaridades cometidas por unos y por otros durante la guerra civil y por algunos después de la guerra. No entraré a dilucidar si hubiera sido peor sufrir cuarenta años de un régimen autoritario filo-soviético que cuarenta años de régimen autoritario filo-fascista (o fascista, directamente). En todo caso, con lo que disiento es con la suposición, que ya he oído en más de una ocasión, de que si no hubiese ganado franco, en España inevitablemente hubiese habido un régimen filo-soviético de este tipo.... Y si lo hubiese habido al acabar la guerra, éste no hubiese durado mucho. Sé que es un ejercicio de política-ficción, pero se pueden deducir ciertas líneas de lo que hubiera pasado, por pura lógica y siguiendo los ejemplos de lo que ocurrió realmente:
Primero, porque sin duda España habría sido invadida por las fuerzas del Eje en la inmediata Segunda Guerra Mundial.
Y en segundo lugar porque de ganar los aliados, como sucedió en la realidad, no creo que los nortemericanos y británicos hubiesen estado dispuestos a que en España se estableciese un gobierno socialista pro-soviético, como sí ocurrió en el Este de Europa, pero no dejaron que ocurriese ni en Italia ni en Grecia, precisamente debido al miedo a perder el control sobre el Mediteráneo...¿con cuanta más razón no hubiese ocurrido lo mismo aquí, dada la posición aún más estratégica de la península Ibérica? De eso, además, pudieron darse cuenta ya en su momento los republicanos españoles que combatieron al nazismo en Francia, tanto en la Resistencia como en cuerpos del Ejército regular, cuando sus esperanzas de que también España fuera liberada del régimen fascista se quedó en agua de borrajas por la falta de ayuda por parte de los aliados y en un brindis al sol por la suya (recordemos la frustrada "invasión" del valle de Arán).
Perdón por el rollo y la batallita...

Carlos Andia dijo...

Hombre, si nos metemos en harina... pues nos metemos. No sé lo que hubiera pasado justo después de la guerra. Pero desde luego lo que dice Juan es incuestionable: de ninguna manera se hubiese consentido por los aliados que España quedase en la órbita soviética, y efectivamente pusieron toda la carne en el asador para que tal cosa no ocurriese en Italia o Grecia, incluso en Francia se bloqueó cualquier atisbo de que el país cambiase de amistades. El dibujo estaba muy claro y era innegociable. Lo mismo ocurrió en el otro lado, en Rumania y, mucho más tarde, en Hungría y Checoslovaquia. Cada potencia tenía su patio trasero y nadie podía tocarlo.

Saludos.

ToniLV dijo...

Que hubiera pasado si ... Imposible saberlo, imposible. Conjeturas, infinitas.

Anónimo dijo...

En los comentarios he leído dos cosas que me parecen horribles: la primera de ellas es que de haber ganado los republicanos la guerra se hubiera instalado un régimen pro sovietico......quien puede saberlo? Y por otra parte hubiese sido peor que la dictadura de Franco? La segunda cosa que me parece fea es que no hay que remover lo sucedido hace 70 años. Por qué no? Por qué no hacer justicia con tanto crimen cometido?

Gabriel

Juan G. B. dijo...

Yo pienso que no hay que olvidar las salvajadas de nadie, aunque quizás cabría distinguir entre lo que pasó durante la guerra, pese a que hubo multitud de episodios despreciables contra la población civil, como lo que ocurrió en Gernika o la masacre de la carretera de Málaga a Almería, etc... y lo que ocurrió durante los muchos años de Dictadura, en la que la represión fue exclusivamente contra los adversarios y disidentes políticos por parte del bando vencedor. Con la falta del posible eximente (eso ya sería opinable) que es una guerra y el agravante de que no ocurrió "sólo" durante tres años, sino treinta y tantos.
Sobre lo que habría ocurrido o no, es evidente que es pura especulación. Quizás los nazis hubiesen gando la guera mundial y ahora estaríamos todos haciendo el saludo romano, aprendiendo alemán en vez de inglés y tiñéndonos el pelo de rubio para parecer "arios". Pero lo que tampocoes seguro es que si no hubiese estado la dictadura franquista, la única alternativa hubiera sido una dictadura comunista.
Por ciero, hay una ucronía que ganó el premio Planeta (se dice que por encargo del propio Lara) quer parte precisamente de esa hipótesis, que la República gana la guerrra civil: "En el día de hoy", de Jesús Torbado.

Anónimo dijo...

Casi totalmente de acuerdo Juan,con una salvedad: en una guerra tampoco hay carta blanca para cualquier aberración.

Gabriel

Juan G. B. dijo...

Por supuesto que no, Gabriel; lo he explicado así, sobre todo, para distinguir entre la responsabilidad que pudieron tener ambos bandos, al amparo o aprovechando que estaban en guerra y la que después tuvo uno de los bandos en exclusiva durantes largos años (cierto que existieron los maquis en muchas zonas durante años, pero, obviamente, no se puede ni comparar su acción y los posibles excesos que pudieron cometer,y de los que tampoco tengo constancia, con la acción represora de un estado dictatorial).
¡Y ya no intervengo más, lo prometo!

luciano tanto dijo...

¿"potencias" y "patios traseros"? Razonables dudas -ante el escenario de las colonias rusas del este de Europa- sobre qué realidad "elegir". Resultados a la vista.

Anónimo dijo...

Era el dia de Nicanor Parra..

DaniPovedano dijo...

En España se llegó a la democracia en 1976. En los países de la órbita soviética hubo dictadura hasta los 90, con la caída del muro y demás. Una diferencia temporal significativa. La comparación del nivel de vida tampoco es desdeñable. Y la URSS de Stalin, la RDA (Alemania del este) o la Rumanía de Ceaucescu..., comparadas con lo que hubo en España..., no sé yo/no sé yo... (No son opiniones sino datos.)