martes, 28 de noviembre de 2017

Alejandro Morellón: El estado natural de las cosas

Idioma original: español
Año de publicación: 2016
Valoración: Muy recomendable

A veces creo que hace falta una defensa de la imaginación: de la imaginación desbocada, capaz de inventar que un hombre amanece colgado del techo, o que un pueblo entero idolatra al huracán que lo destroza, o que una risa es capaz de ser revolucionaria. Cuando hablo con amigos, y sobre todo con colegas académicos, a veces noto un cierto desdén (un poco snob) de cualquier género que no se sitúe en un mundo realista, mimético, próximo: "Yo no leo ciencia ficción / fantasía / terror", dicen, y aunque a veces puede ser cuestión de gusto (como a mí no me gusta la novela histórica, y en cambio me encanta la policiaca), también puede ser una cuestión de prestigio, de la famosa y antigua (y anticuada) división entre alta y baja literatura.

Por eso me encanta encontrar este tipo de imaginación libre, juguetona, rupturista y divertida pero también cruel en este libro de Alejandro Morellón, y me encanta también que el libro haya sido tan bien recibido por la crítica, en particular con la concesión del Premio Hispanoamericano de cuento García Márquez. (Quizás no sea casualidad, sin embargo, que el premio sea hispanoamericano y no español: lo fantástico siempre ha tenido mejor acogida al otro lado del Atlántico, por lo menos en las últimas décadas).

Algunos ejemplos de la maravillosa inventiva de Morellón ya los he adelantado al principio: en "Elogio del huracán", todo un pueblo espera impaciente la vuelta de Amalia, el huracán al que dejan ofrendas (una oveja, un coche, un hijo enfermo) para que se los lleve a un sitio mejor; en "Reprimir el gesto exterminador", los vecinos de un edificio oyen indignados una risa que impide que oigan muchos otros ruidos, los de la revolución que se abate sobre la ciudad; en "Intervención n.º 3 sobre mano izquierda de sujeto anónimo", el relato más duro del libro, una fila de personas desesperadas hace fila para vender su mano a un artista a cambio de una importante suma de dinero...

La imaginación y la creatividad son fundamentales en El estado natural de las cosas, pero eso no es lo único: una vez inventada la historia, hay que saber contarla. Esa capacidad de narrar, y de ir más allá de la simple ocurrencia, se nota sobre todo en el relato central del libro, también titulado "El estado natural de las cosas": a partir de la anécdota inicial (un hombre despierta pegado al techo, de donde no puede bajar, y debe rehacer su vida en esa nueva situación), Morellón consigue desarrollar el relato más allá de sus límites, introducir giros inesperados, profundizar y sugerir sin explicar ni caer en lo obvio, y acabar por construir un relato que no por fantasioso deja de ser conmovedor.

Pero El estado natural de las cosas también es un libro cuidado en otros aspectos, más allá de la invención y la técnica: tanto la estructura (3 + 1 + 3) como los títulos y los epígrafes, como el misterioso nombre de "Ehio", que aparece en todos los relatos para designar cosas absolutamente dispares, contribuyen a que el libro se lea como una unidad y no como una simple acumulación. Curiosamente, los tres últimos relatos son sin embargo los que menos me han cautivado: "La sombra de una imagen que se ahoga" parte de la idea de una sombra que muta, enferma, se transforma en algo aún más oscuro; "Fucksímil" insinúa un acercamiento a la ciencia ficción y a la creación de humanos artificiales, mientras que "Cuidado con el huevo" es una historia de tono más humorístico ("erótico-festivo", podríamos decir) sobre un hombre con un testículo desproporcionado que no para de crecer.

Quizás haya, como decía al principio, personas que por gusto, por snobismo o por costumbre descarten leer El estado natural de las cosas, por ser relato (sí, hay quien se niega a leer libros de relatos, "género menor") y por ser relato fantástico. Allá ellos, porque se perderán un gran libro, una lectura de la que se disfruta con placer, aunque a veces sea un placer oscuro e incómodo. Y sobre todo un libro que, aunque sea de forma obilcua o metafórica, dice muchas cosas sobre este mundo nuestro, el que existe, el que retratan las obras realistas, miméticas, serias.

12 comentarios:

Gabriel Diz dijo...

Como bien dices Santi la división entre alta y baja literatura es una idea bastante rancia. Que el género de relatos sea considerado menor me parece una locura: pienso en Borges, Kafka, Hemingway y tantos otros que han escrito obras maestras del cuento. También da para el debate si es más sencilla la escritura del relato o la de la novela....

Saludos

Lupita dijo...

Coincido con Gabriel. Tanto en el relato como en la ciencia ficción hay literatura de gran calidad e incluso calado filosófico. Algunos cuentos de Cortázar constituyen en sí mismos casi un subgénero. Para mí entre los grandes maestros estarían él y Monterroso. Aquí en España siento delirio por Manuel Rivas y Quim Monzó.
En cuanto a la ciencia ficción, pues mucho desconocimiento y prejuicios. Yo me llevé la gran sorpresa de descubrir que Rau Bradbury era un enorme poeta.Ahora le leo asiduamente. ¿Poesía y ciencia ficción juntas? Pues Sí, hasta eso sucede.
Saludos

Marc Peig dijo...

Coincido con vosotros. En mi caso, no tengo costumbre de leer relatos; no tiendo a leerlos porque los considere literatura "menor" o "baja", sino porque se me queda corta, me deja con ganas de más. Aún así, realmente hay libros de relatos que, superada esa barrera psicológica personal, son realmente buenos. En mi caso, me soprendió gratamente Adam Haslett y su "Aquí no eres un estraño" (que reseñé en ULAD). Y reconozco la calidad literaria de Quim Monzó, como apunta Lupita.
Saludos, y felicidades por la reseña, Santi.
Marc

Koldo CF dijo...

Creo haberle leído a Iban Zaldua (igual me lo estoy inventando, no sé) que de pequeños nos contaban cuentos para dormir y ahora los leemos quizá para pensar o para no dormir (algo así). Desde luego, es un género marginado y menospreciado de forma más que injusta (al menos para mí, fan total del relato).
En cuanto al libro, tiene una pinta tremenda. Caerá seguro, aunque yo voy aún por el libro premiado en la edición 2015.
En fin, gran reseña del "cuentista" del blog!
Abrazo

Anónimo dijo...

A mi me pasa como a ti, estoy ya un poco cansado de la literatura realista y academicista, y me encanta explorar otro terrenos:Bonomini, Levrero, Cartarescu, Kafka, Borges, Arlt, Bioy Casares y alguno mas

Lupita dijo...

Hola Marc. Me gusta especialmente la habilidad de Monzó para hacer un relato apasionante sobre..nada!!Hay un cuento suyo de un hombre que mira por la ventana y nada más.Os lo recomiendo.
A mí sí me gusta el relato y mucho, quizás por esa voracidad lectora que me hace leer varios libros a la vez y saltar de una a otra cosa. Aunque también soy de tochos..
Saludos

Gabriel Diz dijo...

Marc,
Por favor lee a Borges, Cortázar o Bioy Casares! Te aseguro que estás perdiéndote de maravillosa literatura.
Saludos

Marc Peig dijo...

Gracias, Gabriel, por la recomendación. Te haré caso. ;-)
Saludos
Marc

Lupita dijo...

Hola a todos: no os olvidéis de Roald Dahl, que tiene magníficos relatos y fue guionista de los Gremlins, entre otras cosas. Y de los clásicos, me quedo con el Decamerón, maravilloso.
Y de los relatos fantásticos, creo que las Crónicas Marcianas son los que más me han gustado.
Ah, y los cuentos por teléfono de Gianni Rodari , que he leído a mis hijas hasta romper el libro.
Saludos

Gabriel Diz dijo...

Me parece que Dahl está por debajo de Borges o Cortázar como cuentista, aunque no lo descartaría.

Anónimo dijo...

En los últimos años me he hecho un fan adicto de los relatos de cualquier género, y en lo referente a lo fantástico encontrar autores que incluso no se relacionaba con dicho género (maupassant). Autores que me encantan y de distintos género son(algunos ya nombrados): Bioy casares, buzzati (que grande es), ligotti, maupassant, cartarescu, stevenson, bierce, machen, poe, shirley jackson, flannery o´connor, ann porter, eudora welty, nabokov, arreola, onetti...

Lupita dijo...

Hola, Gabriel: lo he mencionado como curiosidad, porque se conoce, sobre todo, al Dahl de obras infantiles y juveniles. No creo que esté a la altura de pongamos, por ejemplo, "continuidad de los parques",o relatos semejantes, pero es un maestro en el humor macabro y en crear imágenes muy visuales. Saludos