Idioma original: español
Año de representación: 2011
Valoración: Extraña, pero muy recomendable
El fin de semana pasado una amiga me reprochaba (es un decir) que reseñásemos tan poco teatro; y es verdad: en los casi seis años que llevamos con esto, solo hemos escrito 46 reseñas sobre teatro. Poquísimas. Esto se debe obviamente a que leemos sobre todo novela; pero no termina de explicarlo del todo, porque yo mismo, y sé que otros miembros del blog también, somos consumidores habituales de teatro, e incluso hay algún dramaturgo en ciernes entre nosotros. Quizás esta escasez del teatro se deba, pienso, a que es muy difícil al reseñar un espectáculo separar lo que es de la obra, y lo que es de esa representación en concreto: un buen montaje, un buen director, unos buenos actores pueden salvar una mala pieza, y viceversa.
Sea como sea, hoy me decido a escribir una reseña sobre una obra de teatro, quizás porque no la he visto sino que la he leído, en la edición de Artezblai. Se trata de En la luna de Alfredo Sanzol, una obra de la que oí hablar por primera vez en un congreso, en una mesa de comunicaciones que trataba sobre la representación de la Transición.
Es complicado analizar En la luna, porque es un objeto teatral extraño y sorprendente: compuesto por pequeños sketches muy variados, algunos de los cuales tienen una estética más realista que otros (hay uno, por ejemplo, protagonizado por el lobo y los cuatro cabritillos), la acción se sitúa -como el título indica- en una luna con vistas a la Tierra, y en un momento indeterminado entre 1975 y 1983, por lo menos. Se construye así una memoria, fragmentaria, subjetiva, ilusoria e irónica, como vista a través de los ojos de un niño (y esa es, al menos parcialmente, la intención de Sanzol).
La obra se abre con una escena que permite situar el contexto histórico del conjunto: al señor Garrido le anuncian, para su sorpresa, que Franco ha dejado escrito en su testamento que quiere que él sea una de las personas que carguen con su féretro; pero lo que al señor Garrido (y a la señora Garrido) les preocupa no es solo que les vean asociados al dictador muerto, sino también cobrar el dinero que les deben por un planisferio celeste que construyeron para él y que nunca les pagaron.
Otras escenas tiene un aire más surrealista, como esa en la que un hombre intenta vender un carrito de bebé, u otra en la que una niña ve por un telescopio cómo follan los padres de su amiguito. En algunas (pocas) se hace referencia explícita a la ubicación lunar de la obra; en otras (pocas) se hace referencia a otros acontecimientos históricos, como el golpe de Estado del 23F... Y hay otras, como la protagonizada por "La señora del plátano" y "La señora que está ahí", en las que ni una cosa ni otra: son escenas cómicas independientes, que solo se unen al resto por una continuidad en el tono y en el estilo.
En fin, En la luna es una obra extraña. Parece ser un catálogo de escenas, algunas más brillantes que otras pero en general inteligentes y divertidas, con un muy leve hilo que las une (si es que este hilo existe): la memoria fragmentada y onírica de los años de la Transición, vistos desde la perspectiva de los hombres y mujeres (y niños) que la vivieron sin terminar de comprenderla muy bien.
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