Traducción: Adan Kovascis (al castellano), Unai Elorriaga (al euskera)
Año de publicación: 1999
Valoración: recomendable
Gabriel Ventuza llega a Bogdanski Dolina, una localidad imaginaria situada en los Cárpatos, a recoger los restos de su padre, pero tiene la mala suerte de ser atracado por el camino. Como le roban hasta la ropa, le prestan una sotana y le recomiendan hacerse pasar por párroco. Así que, convertido en clérigo, visita varios días a la semana Izolda, un hospital que también es utilizado como prisión encubierta para los que no comulgan con el régimen eclesiástico imperante en la zona, y se dedica a confesar a los que allí se encuentran y a conocer cómo vive la gente del lugar, a quien sólo parecen importar los preparativos de la visita del arzobispo, que nunca llega.
Así comienza La visita del arzobispo, una novela que le sirve a Bodor para criticar con dureza el régimen comunista rumano en particular y cualquier régimen totalitario en general. El autor sabe muy bien de lo que habla. Perteneciente a la minoría húngara habitante de la Transilvania rumana, fue encarcelado cuando sólo tenía 17 años por realizar actividades anticomunistas. Aunque en 1982 se mudó a Hungría huyendo del régimen de Ceaucescu, allí no lo pasaría mejor, pues ese país todavía tardaría varios años en liberarse del control del gobierto soviético.
El ambiente opresivo que debió de vivir el autor está, por tanto, también presente en la novela, lo que hace que su lectura no sea del todo fácil. Estamos ante un libro gris, angustioso, que nos produce un nudo en el estómago cada dos por tres y que no nos da un sólo respiro. Y no es para menos: además del terrible hospital y de la situación opresiva e inhumana en la que viven los lugareños, Bodor nos presenta Bogdanski Dolina como una ciudad rodeada por vertederos, por lo que las gaviotas sobrevuelan continuamente el lugar y los animales salvajes acuden al caer la noche, atraídos por el olor de la basura. Por eso no es recomendable salir mucho de casa ni mostrar signos de debilidad.
Es un sitio en el que nadie está nunca a salvo ni puede fiarse de sus vecinos, en el que el tiempo transcurre en círculos, donde nada parece cambiar ni mejorar nunca, y donde todo aparece fragmentado, roto, sin arraigar. Así también ha escrito Bodor esta obra, que avanza a base de flaschbacks, cerrando historias abiertas en diferentes puntos de la narración y elaborando un exquisito puzzle que el lector debe montar a medida que avanza la trama. Tan angustioso como fascinante. Si a alguien no le importa sufrir con una lectura, éste es sin duda su libro.
Nota final: La versión de este libro que he leído yo ha sido la traducida al euskera (Artzapezpikuaren bisita). Quien sepa euskera, que lea esta versión, pues merece mucho la pena. Unai Elorriaga ha hecho un excelente trabajo.
También de Bodor en ULAD: Los pájaros de Verhovina
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1 comentario:
Suena muy interesante!! Me lo anoto para que sea de mis próximas lecturas!!
Gracias por subirlo, muy buena reseña!!
Nos leemos!!
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