jueves, 6 de agosto de 2009

William Golding: El señor de las moscas

Idioma original: inglés
Título original: Lord of the flies
Fecha de publicación: 1954
Valoración: Muy recomendable

Esta vez fue primero la película que el libro. Vamos, en mi caso, quiero decir: con unos diez años de edad vi de forma accidental la segunda mitad de la película y luego, algo después, aún impactado por aquel derroche de brutalidad perfectamente creíble y coherente con lo que iba viendo del ser humano, decidí leer el libro. El señor de las moscas, era su nombre. Y con diez años aún no sabía que dicho título de dudoso gusto era una de las formas con las que se conoce a Satanás, uno de los tipos con más nombres de la Historia.

El señor de las moscas es uno de los libros más leídos y requeteleídos y mandados leer en los colegios de Inglaterra, por la impactante carga ético-existencialista-salvaje que contiene (si alguien ha leído Wilt se acordará, entre risas, de cómo lo dejan ahí claro desde un punto de vista harto cómico). Narra la historia de un grupo de chavales británicos transportados en un avión que acaba siendo derrumbado en un bombardeo (la trama tiene lugar en pleno período bélico), dando a parar a una isla desierta.

Los críos serán los únicos en sobrevivir al accidente, y en la isla crearán su propia y peculiar sociedad, siendo los más pequeños la masa manipulable (en la que muchos intérpretes del libro han querido ver al pueblo, débil y vulnerable ante los líderes y los sátrapas), y dividiéndose el grupo de los mayores entre los más salvajes (y mejores cazadores del cerdos, su principal fuente alimenticia), capitaneados por el rebelde Jack, y los más dialogantes, liderados por el sensato Ralph y su mano derecha, Piggy, un chaval gordito y con gafas, símbolo claro del (denostado) sentido común.

El señor de las moscas no será otro que una cabeza de cerdo cortada a la que los críos rendirán una pleitesía no libre de temores, teniendo así en su nueva vida la porción de irracionalidad y religiosidad imprescindibles en cualquier comunidad humana.

Pero la vida en la isla será del todo menos civilizada. Los chicos se comportarán como auténticos animales casi todas las veces, movidos por sus instintos más primarios y su egoísmo; pero dichas actitudes tan poco pulidas y controladas no serán sino el reflejo de las almas de sus mayores, esos que se lanzan bombas antes que encontrar una solución en el diálogo.

El final de esta historia me impactó cuando era un niño de diez años, en aquella película en blanco y negro (apuntar que existe otra versión en color menos lograda) que me fascinó.

Ahora, más de quince años después, creo que dicho final era la única salida lógica con la que Golding puso el broche de honor a su obra.

9 comentarios:

Jaime dijo...

Un gran libro, sin duda. ¿Qué tendrán las islas que han sido siempre un escenario privilegiado de la ficción? Ahora mismo, y aparte de la isla de Lost, recuerdo La tempestad, Robinson Crusoe, La isla misteriosa de Verne, La isla del tesoro, Peter Pan. ¿Se os ocurren más islas literarias?

Santi dijo...

No había leído El Señor de las moscas hasta hace bien poco, porque me daba pereza, pero cuando lo leí me encantó, sobre todo porque se lee muy rápido y muy fácil, y porque la transición de "campamento veraniego para niños" a "infierno (meta)físico con niños" se hace de manera lógica y progresiva.

Por cierto que, en plan friki, no podía dejar de pensar en si los guionistas de Lost no tendrían bastante presente esta novela al desarrollar algunas de las tramas de la serie: el personaje de John Locke, por ejemplo, se parece bastante al de Jack en la novela, y en cambio el Jack de la serie podría ser el Ralph de la novela, empeñado en escapar de la isla y mantener la civilización...

Santi dijo...

Ah, sobre lo que comenta Jaime, otras islas literarias que se me ocurren:

-La isla del doctor Moreau
-La isla de Stuparich (que hice una reseña en el blog hace un mes o así)
-"La isla a mediodía", un cuento de Cortázar
-Y una que me extraña mucho que no se le haya ocurrido a Jaime: La invención de Morel de Bioy Casares.

Creo que una de las posibles razones por las que las islas son lugares propicios para la ficción, es que por su aislamiento natural son buenos lugares para los experimentos (literarios, científicos, psicológicos...): permiten plantear premisas que en tierra firme, en medio de la civilización, serían imposibles.

Jaime dijo...

¡Cierto, La invención de Morel! Algún día tendré que reseñarla.. El prólogo es una de esas ocasiones en las que Borges se dejaba llevar por la amistad más allá de lo razonable. Dice que no le parece una hipérbole calificar la novela de perfecta. Pues sí que es una hipérbole.

Más islas: La isla del día después, de Eco. En este caso, la hipérbole es calificarla de legible.

Deprisa dijo...

Lo leí hace más o menos un año, y en efecto es un libro que no puede dejar a nadie indiferente, por su brutalidad tan realista.

En cuanto al por qué de las islas, coincido con Santi, son lugares aislados para crear la trama que el autor prefiera y además se puede situar la acción allí en cualquier época con bastante credibilidad.

Sonia dijo...

Yo también lo leí hace poco y me sorprendió. Cruel, y realista. Un camino que se tuerce y que contamina a todos.
Hay un autor asiático, y ahora no me acuerdo ni de qué zona, creo que coreano, que también ambienta su novela en una isla-lo buscaré porque quiero reseñarlo;-); en Los viajes de Gulliver de Swift el protagonista visita una isla-y este también es de esos clásicos para niños que no son tan para niños. A ver si se nos ocuuren más;-)

Ian Grecco dijo...

Acabo de volver de viaje y he leído vuestros comentarios. Muchas gracias, ¡os contesto cuando pueda, con más calma, que ahora he de volver a irme! Lo de las islas a mí también me fascina...La que más, la Ínsula Barataria...

Ian Grecco dijo...

Un poquito tarde, aporto una opinión más.

Yo creo que la obsesión de los escritores por las islas se debe, efectivamente, a que son lugares idóneos para ubicar toda clase de desvaríos humanos, ecológicos o fantasiosos. Si os fijáis, nuestro planeta no es más que una isla rodeada de materia oscura y cuerpos celestes, de misterio y desconocimiento, algo que si se piensa con detenimiento, puede llegar a provocar graves crisis metafísicas...

Y sobre "Perdidos" (serie que espero ver algún día con calma) me gusta esa teoría que mantiene que sus naúfragos están realmente en el Purgatorio, ¿os imagináis?

Y a ver cuándo agarro "La invención de Morel", que tengo ganas...

Fer Nando dijo...

Yo también leí esta novela. Para mí, es una alegoría perfecta del totalitarismo. Saludos cordiales.