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lunes, 30 de septiembre de 2013

Colaboración: Articuentos completos de Juan José Millás

Idioma original: castellano
Año de publicación: 2011
Valoración: Pesado

Esta reseña la escribo desde el otro lado. Aquí la verdad es relativa. Todo el mundo tiene la razón hasta que no la tiene. Mesura, lo llaman. En el mundo real la cosa se complica. Entra en juego el capital. De pronto, la verdad no es más que una mentira emocionante. Como el Indicador Público de Renta de Efectos Múltiples. O la Formación Bruta de Capital Fijo. Aquí no hay. Aquí uno puede tener una cosa con la tranquilidad de que siempre podrá tener otra. Sin más.

Llegué ayer. Me mantuve un rato en Babia y con cierto asombro traspasé el umbral. Aquí somos todos idénticos. La misma persona. Yo soy yo, mi suegra y Manuel Mistral, el músico. Entre todos. Así que ando aún bastante perdido. No acabo de comprender del todo el procedimiento. Si miro fijamente a los ojos, me derrumbo. En especial con mi suegra. Nunca me gustó mi suegra. Ya me libré una vez de mi suegra. Pero ahora soy, entre todos, mi suegra, y el nuestro es un nosotros muy difícil de asumir.

Por lo demás, el otro lado es un lugar agradable. A nadie le da por publicar un libro de novecientas cuarenta páginas y mil doscientos veintinueve gramos en un catálogo de biblioteca breve. Por ejemplo. En la mundo real, sí. Allí se levanta un día un mandamás de Seix Barral con ganas de marcha y te perpetra los Articuentos completos de Juan José Millás en una mañana. Lo planta ahí, en tu vida, como un pino. Los Articuentos son breves, piensa. Gustarán.

Y así, desde 2011, se han documentado todo tipo de lesiones musculoesqueléticas relacionadas con el libro. Son lesiones recurrentes, que afectan a músculos, tendones, huesos, ligamentos, discos intervertebrales y nervios de espalda, cuello, hombros y extremidades superiores. Porque los Articuentos son breves pero muchos, muchísimos, nunca nadie se atrevió a contarlos, tal vez por miedo, o por paralización, juntos son demasiados, no hay persona humana que los pueda soportar.

Luego queda lo de dentro. La miga. Los culos más amables de la prensa matinal. La biblia de Millás. Con prologo de Juan José Millás. Algunos de los textos de ficción periodística más destacados de la narrativa española en un soporte fallido. F-a-l-l-i-d-o. Que levante la mano el mandamás. Usted: Hasta Millás pide disculpas en el prólogo. Por favor.

Claro que también puedo estar exagerando. Quizá no haya nada más allá de los sucesos lánguidos de lo cotidiano. Quizá un libro así sea normal y la linea recta que traza el capital continua tras cada torcedura. Si es así, les pido disculpas. En mi nombre, en el de mi suegra y en el de Manuel Mistral, el músico. Entre todos.
Firmado: Álex Azkona


viernes, 14 de enero de 2011

Juan José Millás: Dos mujeres en Praga

Idioma original: español
Fecha de publicación: 2002
Valoración: Se deja leer

Con Dos mujeres en Praga, Juan José Millás ganó el VI Premio Primavera de Novela aunque las críticas que recibió el libro fueron, en general, poco benignas. Y pese a que quien firma esta reseña admira profundamente al Millás periodista/analista social y el peculiar mundo literario que le envuelve, en este caso no puedo por menos de etiquetar a esta obra suya con un simple "Se deja leer".

El libro narra la historia, o, más bien, las historias de cuatro personajes cuanto menos peculiares: Luz Acaso, una misteriosa dama solitaria que acude a un taller literario para que un escritor profesional le escriba una biografía; Álvaro Abril, escritor obsesionado con que es adoptado y encargado de escribir la vida de Luz; María José, una creativa chica que decide fingir ser tuerta del ojo derecho para verlo todo desde su lado "siniestro", y el propio narrador de la historia, el encargado de instalar los pilares maestros de una intrigante, surrealista y algo mareante trama más Millás que nunca.

Los defensores de esta novela acusan a sus detractores de no saber apreciar la magia sui generis de su escritor, uno de los más peculiares de este país, pero no creo que sea este el problema que hace que Dos mujeres en Praga no pueda considerarse una novela redonda. Sus personajes, pese a ser gente fuera de lo común, en mi opinión deberían haber sido armados con más cuidado para que el lector se los crea, algo que en esta ocasión no sucede. En cambio, en otras deliciosas paranoias de Millás, sí, como puede ser en El orden alfabético, que a mí, personalmente, me fascinó.

Dos mujeres en Praga me resultó una novela un tanto fría, demasiado enrevesada y poco creíble, como he dicho, y para que un libro sea considerado bueno, debe lograr coherencia y credibilidad para sus seres y para sus historias pese a que todos ellos sean poco menos que alienígenas.

También de Juan José Millás en ULAD: Hay algo que no es como me dicen. El caso de Nevenka Fernández contra la realidadArticuentos completosLa mujer locaLaura y Julio

sábado, 16 de marzo de 2013

Juan José Millás: Hay algo que no es como me dicen. El caso de Nevenka Fernández contra la realidad

Idioma original: español
Fecha de publicación: 2004
Valoración: Está bien

No voy a mentir. Busqué este libro en la biblioteca al poco de enterarme del nuevo cisco político (y cutrefacto, todo hay que decirlo) que nos ofrece nuestro querido país. Me refiero a toda la historia del nuevo alcalde de Ponferrada (León), del PSOE y que, al parecer, ha logrado su alcaldía gracias al apoyo del PPero Ismael Álvarez, (penosamente) muy conocido en toda Spain por culpa de la condena por acoso sexual a una concejala de su partido que le cayó hace unos añitos. La concejala se llamaba Nevenka Fernández y era muy joven y guapa. Seguro que se acuerdan...

No voy a entrar en detalles sobre esta noticia, ni dar mi opinión sobre la espinosa pregunta que preside todo el marrón (¿Merece seguir en política un tipo que fue condenado por acoso sexual y que pagó la pena que por ello le pusieron?). Sólo voy a contarles qué me parece el libro que Juan José Millás escribió sobre el acoso que sufrió Nevanka Fernández, que actualmente vive y trabaja fuera de España junto a su novio. Un libro que el reconocido (y de peculiar estilo) escritor tejió basándose en las entrevistas, más bien informales, que mantuvo con Fernández.

Hay algo que no es como me dicen me ha agradado y sorprendido, sobre todo, por su frescura.
Millás abandona en esta ocasión sus habituales vericuetos metaliterarios, fantásticos y enrevesados, para contar con un lenguaje claro y libre de todo lirismo, sin "efectos especiales", se puede decir, una historia basada en el testimonio de una víctima, y sus propias conclusiones y reflexiones.

Así, si lo que el lector busca aquí es morbo, se sentirá decepcionado. Y eso que en manos de otro escritor, el sensacionalismo habría estado bien servido gracias a los ingredientes básicos del llamado "caso Nevenka": chica guapa y de buena familia, con apenas 24 años, se convierte en concejala de su pueblo y se lía con su jefe, el alcalde, un cacique cincuentón que pasa de halagarla babosamente a hacerle la vida imposible cuando ésta decide dejarle.

Pero Millás, gracias a lo que sea, va más allá e intenta entender él y hacer entender al lector, por qué pasó lo que pasó: por qué Nevenka se vio prácticamente abandonada por familiares y amigos cuando decidió denunciar a Ismael Álvarez (no voy a enumerar y describir las faenas y bribonadas que el hombre le hizo a su ex-amante, pero creánme que saberlas le deja a uno con muy mal cuerpo...); qué pudo provocar que una chica así (joven, preparada, atractiva y de buena familia) se emparejara con un hombre de la edad de su padre; qué les llevó a los escasos apoyos que recibió Nevenka a actuar así; qué les pasa a muchas mujeres cuando una de su género es maltratada delante de ellas pero resulta que la víctima es joven y hermosa; cómo las personas somos capaces de autoengañarnos para no enfrentarnos a una realidad que echa por tierra valores e ideas que considerábamos inquebrantables, etc...

En fin: el libro que hoy reseño, más que la crónica de un escándalo político-sexual reciente, es la narración de la desagradable experiencia de una joven que vio cómo su cartesiana vida se convertía en un mal sueño, sus nervios la traicionaban, y era acusada de chiflada y exagerada por casi todos.
En su obra, Millás convierte a Nevenka en héroe de un género muy peculial del cine de suspense. Me refiero a esas películas cuyos protagonistas descubren un buen día que el mundo que les rodea se asienta sobre vilezas y falacias, y cuando hacen públicas sus opiniones y deciden actuar, son tratados como dementes excepto por algunos aliados.

Lo que sí que echo en falta en este ¿ensayo? es más puntos de vista, quizás de gente que conoció a los implicados en otros contextos, personas del pueblo, etc... Pero, sin duda, se trata de una lectura honesta e interesante. Luego, por supuesto, están las conclusiones que uno pueda sacar...

Si lo leen, atentos al símil de los peces negros en peceras repletas de pececillos de colores. Me encantó. Como la vida misma...

También de Juan José Millás en ULAD: Dos mujeres en PragaArticuentos completosLa mujer locaLaura y Julio


miércoles, 12 de julio de 2017

Juan José Millás: Laura y Julio

Idioma original: castellano
Año de publicación: 2006
Valoración: Recomendable

A estas alturas, creo que Juan José Millás no necesita mucha presentación, es un tipo conocido por sus excelentes artículos en prensa y creo que también interviene en algún programa de radio. En este sentido podría decirse que es un escritor ‘moderno’, a quien no disgusta cierta presencia mediática, aunque en su caso entiendo que mantenida siempre en un nivel más digno que algunos de sus colegas. En cuanto a su producción literaria, bastante extensa y diversificada, parece que no concita unanimidad: hay a quien le encanta su estilo, y hay también lectores a los que deja indiferentes, o poco menos. Veremos de qué lado inclinamos la balanza.

La pequeña historia que se relata en ‘Laura y Julio’ se sitúa en un escenario urbano y actual, con una pareja joven y más o menos convencional, con lo que tanto el entorno como los personajes resultan bastante habituales en la narrativa española más reciente. Laura y Julio establecen una estrecha relación con un vecino y, cuando éste sufre un grave accidente, parece surgir de pronto un vacío que antes nadie parecía capaz de ver. Algo extraño, ajeno, había estado distorsionando las vidas de los protagonistas y, al ser retirado del primer plano, deja una imagen insólita, inesperada, sin que sepamos cuál de las dos perspectivas  –con vecino o sin él- es la real.

Millás disfruta explorando el equívoco, el engaño, la imagen especular. Esa inquietante simetría entre las dos viviendas gemelas, la de la pareja y la del vecino, enfrentadas y aparentemente iguales, domina el relato hasta convertirse en una obsesión y socavar la propia personalidad de Julio. Ya no sabe en cuál de los dos lados se encuentra, si es él mismo o es su antiguo amigo, si lo fue antes o lo quiere ser ahora. Mirando desde fuera, podemos pensar en si esa sombra de la portada es la de Julio o es la del vecino. A su vez, Laura cree haberse descubierto en un momento del pasado, pero también más tarde se conoce nuevos perfiles e igualmente navega entre dos realidades. Lo realmente interesante es que nuestros personajes no se atormentan ni parecen a punto de naufragar, sino que asumen sin preguntas las situaciones que se les presentan y, aunque no sepan bien dónde están, aceptan lo que les llega con la naturalidad del superviviente. Podría ser una hermosa metáfora.

El tono frío, algo misterioso, se mantiene durante la mayor parte del relato, aunque hay un momento, unas pocas páginas, en que todo parece echarse a perder. A cuenta de la lectura de unos correos electrónicos, el discurso se altera y el propio devenir de la narración –ritmo pausado y acción tenue- se quiebra. Todo cobra una intensidad que no tenía y nos tememos lo peor. No lo veo claro, puede que se trate de un recurso para poner de manifiesto la ruptura emocional que supone la situación, pero en todo caso no tardamos en recuperar la atmósfera anterior.

Tampoco esperemos muchas más sorpresas, ni buenas ni malas. La novela se desliza suavemente hacia un final más o menos bien construido, no muy llamativo aunque tampoco decepcionante, es decir, que sintetiza bien las sensaciones que el libro transmite prácticamente en su totalidad: parece una narración inteligente, de alguien que escribe con soltura y nivel, y que ha encontrado materia con la que jugar y manera de hacerlo con solvencia. Pero queda también la percepción de que falta brío, un poco de audacia para haber seguido explorando esos interesantes caminos de las dobles realidades, ambición para dar mucho más juego a personajes que se nos quedan en amagos. Echamos de menos la chispa que hubiera hecho algo grande de esta historia.

Otras obras de Juan José Millás en ULAD: Dos mujeres en PragaLa mujer locaHay algo que no es como me dicenArticuentos completos

martes, 4 de agosto de 2015

Colaboración: La mujer loca de Juan José Millás

Idioma original: español
Año de publicación: 2014
Valoración: Imprescindible

Antes de que me roben los derechos de autor o la patente quiero  adelantar aquí que, dentro de unos años, se hablará de  la cotidianeidad desconcertante  como la aportación impagable de Millás a la Literatura. Seguramente el valenciano deba ese enfoque  a Cortázar pero nadie como el autor de El mundo contempla los hechos más triviales desde perspectivas tan insólitas. Esa es la estrategia que sigue el escritor, incluso cuando su trabajo se acerca al reportaje, a la realidad más inmediata: recordemos Hay algo que no es como me dicen, en torno al caso de Nevenka Fernández.  Para que le -nos- entendamos, se trata de contemplar, de mirar, de observar, con unas décimas de fiebre.

Y éste vuelve a ser el modus operandi en La mujer loca. En ese sentido –valga la paradoja- no hay mayores sorpresas. Si este volumen resulta imprescindible es por su fascinante reflexión sobre el lenguaje: la protagonista, Julia, trabaja en una pescadería aunque dedica la mayor parte de su tiempo y de sus neuronas a estudiar gramática porque está enamorada de su jefe, un filólogo. Sí, por supuesto que éste es un tópico más de Millás (en sus relatos y hasta en sus columnas aparecen personajes que extravían un adjetivo o a los que se les cae un adverbio) pero en estas páginas está llevado al extremo. Asistimos a alucinaciones y espejismos verbales.

El continuo desdoblamiento al que somete al texto, a los personajes y a él mismo; su aparición (en este caso como narrador testigo) con continuas interferencias de su día a día que se cuelan en la ficción; incluso la historia paralela de Emérita, la enferma terminal que le sirve de bisagra, de enlace… son recursos a los que ya nos tiene acostumbrados o -a mí personalmente- enganchados. Tampoco falta su secundario de lujo, la psicoanalista…

Y lo peor –quizás lo mejor- es que las cábalas sobre la palabra, lejos de alcanzar un objetivo, dejan al lector desorientado, desamparado, y con la íntima sospecha, con la certidumbre, de que es el lenguaje quien se sirve de nosotros y no al revés.

Por lo demás, La mujer loca es Millás en estado puro. Parte de una idea, la Idea, que en esta ocasión formula explícitamente y lleva aún más allá: la ficción es la metadona de la realidad. El volumen es, como siempre, una encendida defensa de esa tesis, de la que cada día estoy más convencido. 

jueves, 20 de enero de 2011

VV.AA.: Wikinovela

Idioma original: Español, euskera, inglés
Año de publicación: 2006
Valoración: Doctores tiene la iglesia...
Dirección: http://wikinovela.org/

Bueno, sí, esta entrada es hasta cierto punto ombliguismo, porque trata de un proyecto que desarrollamos una compañera de la Universidad de Deusto, Patricia Fernández Carrelo, y yo mismo, en 2006, y por eso no le he puesto valoración, porque creo que no quedaría elegante que valorase algo en lo que estuve tan implicado... Y al mismo tiempo, me parece que el proyecto, en su momento, fue innovador, y los resultados quedaron bastante interesantes, así que cedo a la tentación de recomendar, por lo menos, echarle un vistazo...

La idea era relativamente sencilla: crear una novela de escritura verdaderamente colectiva, sin filtros ni moderaciones, utilizando el formato wiki, y en tres lenguas: español, euskera e inglés. Para el desarrollo informático contamos con Alianzo, que nos hizo una instalación personalizada de MediaWiki; el dinero (no fue mucho, que conste) lo puso el Banco Santander a través de Universia, y la difusión del proyecto se hizo fundamentalmente a través del periódico El Correo. Para que el proyecto tuviera más "gancho", conseguimos que tres escritores consagrados nos escribieran tres principios, uno para cada lengua: Juan José Millás, para el español; Espido Freire para el inglés; Jon Arretxe para el euskera. El proyecto se abrió a la participación el 24 de abril de 2006, y se cerró tres meses después. (Aunque todavía está accesible, ya no se puede modificar).

La verdad es que no teníamos ni idea de cómo podía resultar el experimento, y en cuanto a su funcionamiento, resultó muy bien. La gente colaboró de manera positiva (hubo muchos menos trolls de lo esperado) y, sobre todo gracias a la colaboración de dos o tres usuarios muy activos y muy creativos, la novela pronto empezó a multiplicar sus personajes, sus ramificaciones, sus juegos metaficcionales. La mayor parte de las contribuciones (como ya esperábamos, en realidad) fueron en español, hasta el punto de que el texto inicial de Juan José Millás quedó casi irreconocible debajo del aluvión de enlaces y continuaciones. Curiosamente, la única queja que recibimos (que yo recuerde) fue que a la gente no le gustó que algunos enlaces llevasen a páginas en lenguas distintas: una página en español a una en inglés o en euskera, o viceversa.

Y en cuanto al resultado literario: bueno, está claro que no creamos un nuevo Quijote, pero creo que quedó una cosa bastante digna: bien escrita (claro que los administradores del sitio estuvimos atentos a que así fuera, pero tampoco tuvimos excesivo trabajo), con mucho sentido del humor y mucha, mucha metaliteratura. Y es verdad que después han salido varios proyectos más de este tipo (A million penguins, por ejemplo, que ya no está accesible, o más recientemente "To be continued"), pero nosotros fuimos antes; y en tres lenguas. En fin, creo que lo mejor sería que los lectores de ULAD os dierais un paseíto por la Wikinovela, y pusierais vosotros la valoración que os parezca...

miércoles, 25 de mayo de 2011

El papel del escritor y de la literatura en la sociedad

Aunque esto es un pensamiento que ya me rondaba la cabeza desde antes de esta semana, creo que esta última semana ha terminado de confirmarse, viendo cómo en el timeline de la lista de "tuiteros literarios" (editores, blogueros, algunos pocos escritores) apenas se hacía mención a los acontecimientosde la Acampada de Sol, Democracia Real Ya o como quiera llamarse. Y este pensamiento, ahora confirmado, es el de que la literatura, o mejor dicho los escritores, han perdido (inevitablemente) o renunciado (voluntariamente) al papel de referentes culturales y sociales de que disfrutaron en otros momentos históricos, en España y fuera de España. O dicho de otra manera: los escritores han dejado de ser intelectuales, en el sentido amplio del término, para convertirse en productores de libros, profesionales de la redacción de novelas, cuentos y poemas.

No creo que sea necesario irse muy lejos para ver que no siempre ha sido así. En Francia, Sartre, Camus o Simone de Beauvoir fueron referentes intelectuales insoslayables; en España, antes y durante la Guerra Civil los escritores estuvieron al frente y en el frente, poniendo voz a los que no la tenían y creando himnos de combate para las trincheras. Yéndonos algo más atrás, durante el siglo XIX la literatura era considerada como una de las herramientas fundamentales de la tarea nacionalizadora (y civilizadora), y los poetas eran muy conscientes de ello. Incluso hoy, tengo la impresión de que en otros países tienen una mayor consideración, y su opinión se busca y se escucha ante cualquier acontecimiento o noticia significativa.

Ahora, miremos a España en el siglo XXI, y pensemos en las grandes movilizaciones sociales recientes: el "No a la guerra", el "Nunca Mais", la lucha contra el terrorismo, el 15-M que todavía tiene a miles de jóvenes en las plazas. Salvo en el último caso, en el que José Luis Sampedro, prologuista del libro de Hessel ¡Indignaos! ha actuado como voz de la conciencia del movimiento, en los demás resulta casi imposible encontrar un referente intelectual, un escritor o un filósofo que sirva como cabeza visible. En cambio, a quienes vemos es a la gente del cine: a Almodóvar, a los Bardem, a Willy Toledo. Ahora, salvo determinados escritores-opinadores, como Juan José Millás, Maruja Torres o Juan Manuel de Prada, la gran mayoría (o eso me parece a mí) se dedican a escribir como si el mundo no existiera.

Planteo por lo tanto dos preguntas: ¿es esto bueno, malo o inevitable?; y ¿es esto culpa (si puede hablarse de culpa) de los escritores, que prefieren no meterse en política para no perder lectores, o de la sociedad, a la que ya no interesa lo que los escritores tienen que decir? Yo tengo mi opinión al respecto, pero prefiero dejar las preguntas abiertas, por si alguno de nuestros lectores quiere dar su versión de los hechos.

lunes, 22 de diciembre de 2014

Colaboración: Open de André Agassi

Idioma original: inglés
Título original: Open
Año de publicación: 2009
Valoración: se deja leer

Vibrante como pocos. Inconmesurable. Hipnotizante. Maravillosamente escrito. Con estas aseveraciones de, entre otros, Rosa Montero, Juan José Millás o Alberto Espinosa deberíamos encontrarnos ante el libro del año como mínimo, cuando no del lustro o del siglo. Pues, lo siento, pero no. Open no es el libro del año. Un libro entretenido y a ratos incluso conmovedor, pero no mucho más. Porque conmovedor resulta que un ser humano que ha alcanzado el cielo con la práctica de un deporte tan exigente como el tenis confiese que lo odia con todas sus fuerzas, y que lo ha odiado desde el momento en que su padre, autoritario y egoísta, le obliga a practicarlo contra su voluntad. Despúes de ocho grand slams, mas de mil partidos jugados y veinte años como profesional, maltrecho física y emocionalmente, Agassi nos confiesa que sería feliz en cualquier sitio excepto en una pista de tenis. Y lo más patético es que para dejar el mundo del tenis atrás se casa con una tenista, Steffi Graf. Menos mal que por lo que parece no han querido que sus hijos se dedicarán también a la raqueta.

Dicho esto, Open no es una obra maestra de la literatura en inglés. El estilo es ágil y desprovisto de artificios, pero narrativamente no ofrece mucho más. No es un libro maravillosamente escrito como figura en la solapa. Como mucho es una lectura amena, pero lo es justo en la medida en que Agassi nos presenta su historia más íntima. Conocemos a su familia y le vemos crecer pegado a una raqueta de tenis. Contemplamos sus conflictos internos, el delicado equilibrio emocional de un adolescente navegando en un mundo de adultos para el que no está preparado. Más tarde asistimos a la lenta deriva de su primer matrimonio con la actriz Brooke Shields y la torpe aproximación posterior a Steffi Graf, pero la idea que sobrevuela el libro es la búsqueda desesperada de identidad de un deportista desorientado que busca refugio en una segunda familia: entrenadores, preparadores físicos, consejeros, que sustituya a la que nunca tuvo.

Agassi es, o al menos parece, sincero. Nos habla de sus triunfos y de sus fracasos y no intenta disculparlos. A veces puede resultar un poco frívolo, pero casi siempre se nos muestra como una persona insegura y vulnerable. Y es esa faceta humana del tenista la que sostiene buena parte del libro. El resto, que no es poco, son épicas descripciones de enfrentamientos con tenistas coetáneos como Sampras, Becker, Chang o Courier, por nombrar los más conocidos, que pueden interesar al aficionado al tenis, pero que son demasiado prolijas para el lector convencional. Confieso que he saltado páginas y páginas esperando que acabara de detallar como remontó o finalmente perdió tal o cual partido, dónde come sus hamburguesas preferidas o cómo se entrena subiendo y bajando cuestas alrededor de la casa de su amigo y preparador Gil en el desierto de Las Vegas. Porque Agassi creció y vive en Las Vegas, está casado con Steffi Graf y tiene dos hijos. Por si a alguien le interesa saberlo.

Firmado: José Miguel Martínez Camino

También de J.R. Moehringer en ULADEl bar de las grandes esperanzasEl campeón ha vuelto

jueves, 18 de noviembre de 2021

Re-reseña: Hay algo que no es como me dicen de Juan José Millás

Idioma original: castellano
Año de publicación: 2004
Valoración: Muy recomendable






La historia de Nevenka Fernández, la joven concejala de Hacienda por el PP en el Ayuntamiento de Ponferrada que en el año 2000 demandó al alcalde por acoso sexual, ha sido erigida recientemente como el primer #MeToo de nuestro país y como todo un hito en la historia de nuestra lucha feminista. Muestra de ello es el documental Nevenka estrenado este mismo año por la plataforma Netflix. 

Y de ahí esta re-reseña; este libro no es nuevo en el blog pero las circunstancias obligan a que sea revisado bajo la óptica de todos los acontecimientos de los últimos años en lo que a lucha por la igualdad y la perspectiva de género se refiere. Y también, aunque sea más secundario, porque desde un punto de vista literario me parece bastante mejor de lo que se consideró en esa primera reseña.

Y ahora, una pequeña confesión: nunca había leído a Millás. Eso me invalida a la hora de situar este libro en el marco de su producción literaria, pero también me libera a la hora de leerlo sin prejuicios ni expectativas. Y me avala el hecho de que, según tengo entendido, esta obra de no ficción poco tiene que ver con su producción novelística, signifique eso lo que signifique. A mí personalmente me ha sorprendido sobremanera.

Hay algo que no es como dicen se publicó en 2004, cuando ya había salido la sentencia a favor de Nevenka y el alcalde, Ismael Álvarez, ya había dimitido. Cuando ella ya había recibido los 12.000€ de la indemnización (irrisorios, teniendo en cuenta TODO lo que esta mujer dejó en el camino por llevar a cabo su denuncia) y ya se había exiliado a otro país porque en el nuestro, aunque la justicia le había dado la razón y ella era una profesional sobradamente preparada, no le daba trabajo ni el tato. Cuando el —ya no presunto si no sentenciado— acosador seguía viviendo ricamente en su Ponferrada natal, leyendo el pregón de las fiestas de su pueblo, arropado por sus vecinos y con sus negocios de hostelería y ocio nocturno viento en popa. En resumen: el suflé mediático ya se había desinflado y la justicia ya había hablado. Por lo que quizá ese no era el mejor momento, comercialmente hablando, para sacar este libro al mercado. Sin embargo, qué bien que este libro haya sido escrito y podamos leerlo HOY.

Ya conocemos los highlights de la historia que el libro también recoge: la desafortunada y vergonzosa actuación del primer fiscal del caso, José Luís García Ancos, las deplorables declaraciones de Ana Botella, algunos detalles truculentos aunque determinantes del acoso, etc. Tales elementos están para definir el marco social y político del momento pero no conforman la esencia de la narración; narración que fluye divinamente, con un estilo ágil y desenvuelto en el que los datos o los saltos temporales no suponen ningún obstáculo a una lectura que atrapa y apela a la reflexión. También podemos haber tenido ocasión de contemplar las pruebas concluyentes y de escuchar el relato en primera persona de una Nevenka superviviente a través del reciente documental. Pero ni los highlights ni el testimonio directo ni las pruebas integran la cuestión relevante. Millás fue el único que se dio cuenta, en medio de todo el salseo, de la tremenda complejidad vital y psicológica a la que se enfrentaba Nevenka, a la que consideró desde el primer momento una heroína literaria casi en el sentido clásico, con unos conflictos dignos de ser diseccionados. Y por lo que, al acabar el juicio, no pudo contener el impulso de contactar con ella y mantener una serie de entrevistas sin saber muy bien hacia dónde le llevarían.
«Cabe, pues, preguntarse dónde hirió Ismael Álvarez a Nevenka Fernández para que ésta, en contra de la opinión de todo el mundo, en contra de sus intereses inmediatos, en contra también de sus afectos, decidiera poner aquella denuncia de la que todavía no se ha repuesto, pese a haberla ganado.»
Esta es la pregunta por la que el propio autor del libro no puede abandonar la idea de indagar cada vez más en los orígenes de Nevenka (la educación que ha recibido, los afectos, el tipo de entorno social o los valores inculcados…). Y a medida que va desgranando, encuentra más y más elementos que, gracias a su afilada intuición y pericia logra hilar hasta rehacer el complejo tránsito que ha tenido que recorrer la Nevenka inicial para llegar a la Nevenka «deconstruida». Porque eso es lo que sucede con la protagonista de esta historia en la que un hecho traumático inesperado pone en jaque todo su sistema de valores y creencias, y tras mucho sufrimiento descubre que ella no pertenece a ese sistema.
«Nevenka Fernández empieza a modificar su relación con la realidad cuando comienza a modificar su relación con las palabras, que se ordenan ahora de una manera novedosa, formando en su conciencia constelaciones que alumbrarán un universo nuevo.»
Me ha gustado muchísimo el retrato tan humano y verosímil que el autor hace de su protagonista y también de su familia y entorno próximo, con todas sus luces y sus sombras. Retrato que ayuda a comprender todo lo acontecido en este caso y que muchos y muchas o bien no entendieron o bien emplearon como excusa para deslegitimar a la que ya era, según sentencia —y muy a su pesar—, una víctima de acoso sexual. Para mí, toda una muestra de talento literario porque tan escritor es el que inventa la historia como el que la encuentra. Y en este caso, tal como declaró el propio psicoanalista de Nevenka (J. A. Bustos) en el juicio:
«No hay manera de sostener una fábula tan extraordinaria.»
Uno de los detalles que más ha trascendido de esta crónica es la metáfora del pez de colores. Funciona muy bien y es muy visual, tanto que ha servido como motivo de las cubiertas con las que se ha editado el libro e incluso se ha trasladado al documental. No obstante, y después de leer el libro, es quizá el recurso más facilón. Sin embargo, detrás de un título tan enrevesado y poco pegadizo, como Hay algo que no es como me dicen y el no menos aparatoso subtítulo El caso de Nevenka Fernández contra la realidad, se encuentra el germen y el discurso que explica los conflictos y motivaciones de la protagonista. Muy recomendable, muy revelador y muy necesario.

Leedlo, jolín.

martes, 11 de agosto de 2015

Jordi Soler: Restos humanos

Idioma: español
Año de publicación: 2013
Valoración: se deja leer

El mexicano Jordi Soler compuso esta novela corta, de un tono humorístico característica y casi tópicamente español (no obstante la nacionalidad del autor): ese humor negro, esa raigambre costumbrista, esa querencia por el absurdo... y sobre todo, la tendencia hacia el esperpento, que tanta fortuna y cultivadores han tenido en las letras -y otras artes-hispanas. 

En este caso, la extravagancia aparece ya desde la primera página de la novela; de hecho, el narrador es un periodista especializado en hacer semblanzas de personajes "rarunos" cuando no abiertamente frikis. Uno de éstos acaba deviene como protagonista de la novela: un tipo que ejerce de "santo", con barba larga, túnica y sandalias, predicando el bien por las calles de su barrio, en el mercado o en el burdel... Pero este "santo varón", que pese a su aparente chifladura sólo aspira a llevar el amor, la templanza y la concordia a sus semejantes, se verá metido un buen día en un asunto misterioso, primero, y luego cada vez más turbio, que le abocará a un torbellino de complicidades y sinsentidos de donde las pasará canutas para escapar.

Esta idea de hacer protagonizar la historia a unos sujetos -no sólo el santo- tan excéntricos y hasta esperpénticos, el recurso de utilizar un lenguaje algo ampuloso en medio de un cutrerío ambiental, o incluso los nombre rimbombantes  y campanudos de los personajes (Empédocles, Childeberto, Garamoña o Sinforosa... más conocida por Madame Erotikón), recuerdan de forma inevitable al Eduardo Mendoza más humorístico... lo que pienso que juega en contra de Jordi Soler, pues los seguidores del escritor barcelonés se sentirán decepcionados-pues la comicidad de Restos humanos resulta más forzada que en las novelas de Mendoza- y sus detractores, mosqueados ante la emulación de un epígono de aquel al que desdeñan. He de decir que esta novela también recuerda, en su búsqueda del absurdo en medio de lo cotidiano, a los libros de otro escritor español, Juan José Millás (aunque a éste lo he frecuentado menos). En todo caso, hay que señalar que, en mi opinión, lo más interesante de la historia es precisamente colocar a un personaje destinado a la marginalidad y la locura como centro y único elemento cuerdo de toda la trama. Por comparación, los que están como regaderas parecen ser los demás. 

Restos humanos resulta ser una novela simpática, entretenida, pero no memorable, desde luego. Una novela corta cuya mayor virtud (y no lo digo con segundas) acaba siendo la brevedad. Para pasar el rato, sin más.

viernes, 5 de abril de 2019

Sergio del Molino: Lugares fuera de sitio

Idioma: español
Año de publicación: 2018
Valoración: recomendable

He leído en algún sitio que este ensayo de Sergio del Molino es una especie de spin-off de su anterior y exitoso La España vacía. Como lo que no he leído este libro, me fío de esta observación y supongo que al menos en cierto modo así es, puesto que el anterior se refería a un movimiento centrípeto que ha dejado casi desiertas amplias zonas de la Península Ibérica, mientras que éste trata sobre aquellas fronteras que en su formación como estado ha ido trazando España, dejando en más de un caso "flecos" o, como dice el autor "dobleces del mapa", y en los cuales, con sus peculiaridades y contradicciones, el propio país-nación-Estado -el autor utiliza indistintamente estos términos, como es habitual en España- se explica mejor que en su centro (creo que le leí a Juan José Millás que los procesos más interesantes siempre ocurrían en los bordes de las cosas, o algo así). O quizás el centrípeto sea este movimiento y centrífugo el otro, según se mire...

Dobleces de los mapas cuya pertenencia a la patria española es, si no ya discutible, sí bastante aleatoria y, en algún caso, de pura chiripa; tras una introducción sobre la naturaleza de las fronteras y cómo han cambiado desde tiempos pretéritos -es decir pre-Zweig, que es a quien sigue- hasta los tiempos actuales, con el punto de inflexión en la época de entreguerras, el autor se dedica a analizar algunos lugares donde la Historia dejó sus grumitos, cual Cola-Cao old fashioned. en ambos lados del Estrecho, Gibraltar, Melilla y Ceuta. En la raya con Portugal, Olivenza y Rihonor de Castilla/Rio de Onor (el capítulo que me ha parecido más conmovedor, por cierto); en el Pirineo, Llívia y Andorra y como bonus-track, lo que él llama "fronteras fósiles", es decir, enclaves de una provincia dentro de otra, que sobrevivieron a la reforma de Javier de Burgos de 1833; los más significativos, por su tamaño o peculiaridades históricas son el condado de Treviño, Villaverde de Trucíos, el rincón de Ademuz y Petilla de Aragón.

En general, el autor del libro se muestra como un observador curioso, abierto y tolerante, de lo más dispuesto a corregir sus prejuicios cuando haga falta. Echando mano de una bibliografía escogida y de charlas -no muchas- con personajes interesantes y buenos conocedores de sus terruños, va urdiendo en cada caso un entramado de explicaciones históricas, sociológicas, periodísticas y literarias que, junto a su apreciación subjetiva, resulta cuando menos convincente y, desde luego, didáctica y entretenida. porque además hay que contar con la excelente prosa de este escritor, con su humanidad y bonhomía, que convierten la lectura de gran parte de este libro en una verdadera delicia; yo, al menos, me lo he pasado pipa, vaya...

Bueno, hasta aquí los parabienes, que no todo va a ser almíbar. La lectura de Lugares fuera de sitio . Viaje por las fronteras insólitas de España-(así reza el título completo, antes de que se me olvide mencionarlo- también me ha deparado algún momento más estupefaciente; por lo menos, la sensación de que uno  comienza leyendo un libro y acaba leyendo otro, hasta cierto punto, diferente. Me permito reproducir un fragmento del comienzo y de la conclusión, para que se entienda (y perdón si alguien lo considera un spoiler... pero, vaya, esto es un ensayo, no una novela de Agatha Christie):

"Sorprende que quienes han dedicado tanto tiempo y esfuerzo a pensar sobre las singularidades de estos territorios-frontera ignoren un aspecto elemental: que en ellos vive gente. Las cuestiones jurídicas y jurisdiccionales, así como las sutilezas de la diplomacia y la política exterior no deberían imponerse nunca ni a la voluntad ni a las condiciones de vida de los ciudadanos afectados (...)".

Qué ecuménico, ¿verdad? Pero más bonico aún es el final del libro:

"Quienes creemos que a los nacionalismos disgregadores y etnicistas como el vasco y el catalán se puede oponer una idea de nación abierta y fuerte fundada en el principio liberal de igualdad, debemos esforzarnos por eliminar cualquier forma de marginalidad y cualquier sentimiento de exclusión. Sólo así lograremos convencer de que una España dentro de Europa es la mejor forma de reconciliarnos con una historia ingrata y cruel -como la de todas las naciones- y enfrentar un futuro libre y democrático".

¿Coño, dónde se han quedado "la voluntad y las condiciones de vida de los ciudadanos afectados"? Pues quizás en el capítulo dedicado a Llívia, enclave español en Francia (por más que el 96'12% de sus habitantes lo vean más bien como catalán en Cataluña. O, para ser precisos, de la Cerdanya... en la propia Cerdanya). Aquí la mirada comprensiva y casi cómplice hacia, por ejemplo, los llanitos gibraltareños que viven de montar sociedades-pantalla, los andorranos que se lucran gracias a la discreción de su sistema bancario o los musulmanes ceutíes que reivindican su españolidad por ser descendiente de los regulares marroquíes que lucharon en el bando faccioso durante la Guerra Civil (éstos, en cambio, son pobres, hay que señalar... bueno, menos los narcotraficantes); esta mirada amable que digo se torna en displicencia, cuando no abierto desdén, hacia esos arteros catalanes mimados por el franquismo y que ahora, sin embargo, han devenido ingratos indepes... Bueno, y ni tan mal, que el capítulo dedicado al condado de Treviño -perteneciente a Burgos, pero situado en el corazón de Álava- adquiere por momentos un tono tan dramático que el lector ya cree oír el ominoso y sempiterno golpeteo de la txalaparta, imprescindible fondo sonoro de cualquier reportaje sobre "La Cosa" vasca, que diría Iban Zaldua... (ya no sé si mencionar la asimilación que hace entre los mapas del tiempo de "la Gran Cataluña" y "la Gran Euskadi" con el anhelo de la Gran Alemania de Hitler. A punto he estado de gritar: "¡Chupito!").

Espero que se me entienda, antes de que petéis la reseña de comentarios indignados: ni soy ni lo pretendo un defensor de los "nacionalismos periféricos" (significativo este adjetivo, de todos modos), pero tampoco del "patriotismo constitucional" habermasiano del que hace gala el autor del ensayo. Es más, unos y otro me la traen al fresco, si se me permite tan simpática expresión. Pero además de percibir en el libro una curiosa, por selectiva, falta de empatía, no acabo de entender cómo se puede empezar éste contando cómo al pobre Goethe casi le empuran por dibujar unas ruinas que marcaban la frontera entre la República de Venecia y el Imperio Austríaco y acabar reivindicando el estado-nación y su integridad territorial como garante de los derechos y libertades de los ciudadanos (al margen de lo que opinen estos ciudadanos que viven en él y sobre todo en sus fronteras, además). Será que yo soy muy suspicaz o don Sergio muy confiado, no lo sé...


Otros títulos de este autor reseñados en Un Libro Al Día: La hora violetaLo que a nadie le importaLa España vacía

miércoles, 8 de enero de 2025

Irene Cuevas: Un momento de ternura y de piedad

Idioma: español 

Año de publicación: 2024

Valoración: entre recomendable, está bien y se deja leer

Esta novela parte de una premisa de lo más sugestiva: la protagonista -no conocemos su nombre- se dedica a asesinar ancianas, por encargo de sus herederos, para poder así mantener a su madre ingresada en una clínica psiquiátrica debido a sus continuos intentos de suicidio (es obvia la lectura psicoanalítica del argumento, más aún cuando la novela va acompañada, al menos en su primera edición, por un opúsculo titulado Matar a las madres). En principio, parece un plan sin fisuras que, dentro de su dinámica macabra, transcurre según lo esperado por la protagonista. Hasta que un día acepta el encargo de finiquitar a una víctima que no encaja exactamente con su target habitual...

Aquí he de mencionar un punto que, aunque pueda parecerlo, no resulta en absoluto baladí: varios de los personajes femeninos que aparecen, entre ellas estas víctimas de nuestra asesina -a las que, cierta mente, mata con toda ternura y piedad, como describe el título de la novela- están inspiradas en escritoras a las que admira la autora de la novela (no es que yo sea muy listo, es que lo explica ella en el epílogo); así, encontramos a Sylvia Plath, Diane di Prima, Patricia Highsmith... y, sobre todo, a Lucia Berlin, que no tiene tan sólo una presencia anecdótica, sino que se convierte en un personaje central de la novela. La inclusión de esta escritora -o del personaje inspirado en ella- va, por tanto, más allá del simple guiño (incluso del guiño-guiño-codazo-codazo); de hecho, podría interpretarse como una metáfora de la influencia que ha tenido su obra literaria en la de Irene Cuevas o incluso en su vida, en general, aunque yo diría que llega más allá, hasta caer en cierta fantasía mitómana... En fin, eso tanto da, pero el caso es que esta aparición puede provocar en un eventual lector o lectora lo mismo una sonrisa cómplice que un cierto rubor debido a lo que en inglés se conoce por spanish shame... En todo caso, que cada cual decida o se deje llevar por sus propias reacciones.

Por ir avanzando: ¿a qué viene, os preguntaréis (supongo yo, aunque puede que no) la indecisión que muestro en la valoración de este libro? Pues me explico: por determinados aspectos, tanto el  humor negro pero suave y con un punto de absurdez (que podríamos entroncar con cierta tradición española, desde Jardiel Poncela o Miguel Mihura a, por ejemplo, Juan José Millás), así como los deliciosos diálogos de la protagonista con su madre suicida frustrada, la novela me parece, sin duda, recomendable. Por otro lado, está bien en cuanto a las referencias que prodríamos calificar de "metaliterarias" (las comillas no sobran) que incluye, pues, aunque sean muy explícitas, tampoco tienen por qué condicionar la lectura de quien no las conozca o no las pille. Ahora bien, como ya he comentado, también pueden producir un creciente rubor que no beneficia a la impresión final que deja la novela.

Por último, la novela contienne también algún momento propio de "novela romántica para jóvenes adultos" (momentos Heartstopper, por decirlo así, con personajes que se diría fueran a aparecer en First dates). Seguro que a más de un lector o lectora le resultarán de lo más satisfactorio estos momentos y diálogos -y no me refiero a las escenas eróticas, bastante logradas, por lo demás-, pero a mí, que ya soy todo un señoro que perfectamente podría tomarse un brandy Soberano en cordial sobremesa con Pérez-Reverte, me han parecido morralla que le sobra a una novela que muestra otras virtudes interesantes. Por ejemplo, el estilo ágil, fresco y con una pátina poética, el humor y, por qué no aplaudirlo, la ternura y la piedad que muestra Irene Cuevas, y que nos indican que podemos esperar  de ella cosas muy interesantes en el futuro.

lunes, 28 de septiembre de 2015

Colaboración: La novela de la no-ideología de David Becerra Mayor

Idioma original: español
Año de publicación: 2013
Valoración: decepcionante

“Tierradenadie ediciones publica libros que no son mercancías”, me informa la contratapa de La novela de la no-ideología. Introducción a la producción literaria del capitalismo avanzado en España. La compré hace unos días en Amazon y publiqué el respectivo unboxing en una red social.

La novela de la no-ideología tiene tantas buenas intenciones, al menos, como para empedrar el camino al Infierno. Y es impiadoso, va a saco. De Anatomía de un instante, por ejemplo, dice que es “un ensayo de escasa calidad literaria que no hace más que repetir las lecturas realizadas por el autor sobre la Transición, sin aportar nada nuevo al conocimiento científico del tema”. De las novelas “españolas actuales”, las posmodernas, dice que son un “operador privilegiado de transmisión y legitimación ideológica [del capitalismo avanzado]”. A mí, personalmente, me cuesta creer que Juan José Millás o Lucía Etxebarria publican “operadores privilegiados” de transmisión ideológica, la verdad.

El autor no pretende ser original en el sustento teórico de su ensayo. En este sentido, un lector interesado en el tema no puede sorprenderse por la bibliografía y descripciones del estado de cosas actual que ocupan las primeras páginas: capitalismo avanzado; Hegemonía; cosificación; “fin” de la Historia; invisibilización/privatización del conflicto; muerte de los grandes relatos. El mundo en el que vivimos. La no-ideología es imposible, porque todo es ideología, todo es política. El que dice que es apolítico siempre es el conservador. Así funciona la Hegemonía. Y hasta acá, todo bien, ninguna queja.

Pero el problema es cuando uno se pregunta qué le aporta este ensayo al lector que no está interesado en el tema. O que no está convencido. No me cuesta trabajo imaginar al típico posmo leyendo este libro, sonriendo de costado, demasiado de vuelta de todo para tomarse la molestia de sentirse incrédulo, y musitando “qué pelotudez”.

No sé si tendrá motivos, pero sí argumentos.

Y uno muy poderoso será que, a pesar de que el autor denuncia aquí y allá cosas como las “lecturas unívocas” de la realidad de las novelas analizadas, él no hace otra cosa que ofrecer su propia lectura unívoca de esos mismos textos. Así pues, los privilegiados operadores que analiza, siempre de los siempres, narran “[una] literatura sin conflictos”, “explicaciones psicologistas” de personajes que cometen la osadía de solucionar sus problemas personales sin solucionar los del mundo mientras tanto, “[excluyendo] toda forma de [la] política y [lo] social”, etcétera. Pero… ¿el lector no pintaba nada? ¿No habían dicho algunas cosas sobre ello, muy a cuento, tipos como Eco o Sartre?

Que les den a Sartre, a Eco y a los lectores. Los operadores privilegiados no son cirujanos, son carniceros. Como Jack el Destripador. Y es que de eso se trata editar libros que “son herramientas para la transformación social”, que hay que hacer crítica a martillazos. Y, por supuesto, que le pregunten a otro qué efectividad pueda tener publicar una “herramienta para la transformación social” que sólo puede convencer a los convencidos.

En este ensayo la novela posmoderna no es más que un “operador privilegiado de transmisión y legitimación ideológica”. En La novela de la no-ideología no hay lugar para el claroscuro, pero sí para la sombra. Para la que oscurece cualquier resquicio al debate o a la duda. ¿Qué puede pensar mi posmo de un libro sobre la posmodernidad en la que no hay lugar para la duda, sólo para la arenga?

Si mi posmo vuelve a murmurar “qué pelotudez”, no hará más que ser casi tan despiadado con David Becerra como él lo ha sido con los autores y textos objetos de su estudio.

Firmado: Fernando Daniel Bruno

viernes, 4 de febrero de 2011

Escritores en Twitter

Como en otros ámbitos, también en las "relaciones públicas" internet está contribuyendo a disminuir los intermediarios. El contacto entre escritores y público, hasta hace poco, estaba limitado a firmas de libros, ferias y otros eventos sociales o culturales organizados por editoriales, agentes o instituciones. Ahora, gracias a Twitter o (en menor medida) a facebook, los autores (como los cantantes, los directores de cine, los chefs, los futbolistas) tiene una ocasión única para entrar en contacto directo con su público, recibir sus opiniones, sus comentarios, sus elogios y sus críticas, y responder a ellas, si quieren.

Y sin embargo, da la impresión de que no son muchos los escritores consagrados que se han lanzado a aprovechar esta oportunidad. No desde luego en España, donde el escritor-twittero más destacado y activo es Arturo Pérez-Reverte (fue famosa la polémica provocada por sus tuits sobre la despedida del ministro Moratinos). En cambio, otros escritores que sí han utilizado internet como medio de promoción y contacto, como Espido Freire, Juan José Millás o Lucía Echebarría, se mantienen alejados del mundillo twitter, al menos por ahora.

Pero tampoco en el panorama internacional son mayoría los escritores twitteros: por ahora, hemos conseguido localizar a Margaret Atwood, Paulo Coelho, Anne Rice, Neil Gaiman, Alejandro Jodorowsky, Chuck Palahniuk o Bret Easton Ellis. J. K. Rowling, la autora de Harry Potter, tiene cuenta en twitter, pero desde hace año y medio solo la utiliza para confirmar que realmente se trata de ella, pero que ahora mismo no tiene tiempo de tuitear nada. Aquí hay otra lista más extensa de escritores en twitter, pero yo, sinceramente, no conozco casi a ninguno.

Entonces, ¿a qué se debe esta ausencia de escritores en twitter? Porque en otras áreas (humoristas, cantantes, actores) tengo la impresión de que está bastante más extendido. ¿Es que el mundo de las letras es especialmente refractario a las innovaciones tecnológicas? ¿Influye la edad de la mayoría de los escritores consagrados, ya talluditos? ¿Son los agentes quienes les desaconsejan este tipo de contacto directo? ¿Tienen los escritores miedo a la pérdida de tiempo que conlleva mantener una cuenta de twitter verdaderamente activa? ¿O es que los escritores se consideran demasiado importantes para mezclarse directamente con su público directamente y sin filtros?

¿Conocéis vosotros algún otro escritor, español o extranjero, que esté en Twitter?

jueves, 17 de noviembre de 2022

Juan Benet: Otoño en Madrid hacia 1950

Idioma original: castellano

Año de publicación: 1987

Valoración: Muy recomendable


Mi modestísimo e incompleto viaje por la obra de Juan Benet empezó en su día por su parte más oscura, justamente la menos desconocida (y aun así, casi completamente desconocida): aquellos libros que tenían como escenario una remota e imaginaria comarca leonesa, con abundantes ecos de la Guerra civil, personajes herméticos que no sabemos si son reales o solo recuerdos o sueños (a veces todo ello), atmósfera insana y gélida y, sobre todo, esa peculiarísima forma de narrar, rigurosa pero libre de toda atadura, un torrente desmedido que provoca angustia, estupor y admiración a partes iguales, al menos en mi caso. Mucho más tarde, de forma completamente fortuita, he ido conociendo otros textos que me han acercado a un autor que se me ha ido revelando menos denso, diríamos más asequible, con registros bastante diferentes, alguna novela más ligera, obritas de juventud, cosas así. Se puede decir que poco a poco he ido encontrando luz en este autor, y el proceso culmina de alguna forma con el libro que comentamos hoy.

Otoño en Madrid hacia 1950 se compone de cuatro crónicas en torno al momento y lugar que lucen en el título. Benet está integrado de pleno en el mundillo literario, que naturalmente se manifiesta en diversas tertulias compuestas por tipos como él mismo, intelectuales de ingenio afilado, gentes ávidas de charlas en torno a la literatura y la creatividad, en las que no faltan la anécdota y alguna extravagancia, lugares donde compartir quizá cierto elitismo cultural, cafés donde a veces corre el alcohol o burdeles que luego aparecerán en sus novelas. Y tal vez, en alguna medida, el deseo de sobresalir o epatar entre los iguales (o parecidos). Benet es entonces un jovenzuelo, parece que de momento escucha y aprende más que destaca, y todavía no es el centro de atención de futuras reuniones que compartiría más adelante con Marías, Azúa, Millás o García Hortelano, si no recuerdo mal.

Son desde luego tiempos oscuros. Se ha salido de la época más negra de la postguerra, pero en esos círculos intelectuales reina el desencanto, una pesadumbre sorda, poco ruidosa, ante la sociedad mojigata que se construye desde el franquismo, ante la censura y el aislamiento, años grises en los que esos cafés o esas reuniones en casa de alguien eran un refugio donde absorber oxígeno para seguir explorando caminos diferentes a los de la cutrez oficial. En esa especie de reducto de gentes de letras y amistades diversas encontramos la tertulia en casa de Pío Baroja, al pintor Juan Manuel Díaz-Caneja y, naturalmente, a Luis Martín Santos, amigo pero también rival intelectual de Benet. 

El relato de las tardes en casa de Baroja es el que reúne más información. Don Pío es ya un referente en el mundo de las letras, pero es un anciano sencillo, que recibe sin preguntar a quien quiera pasarse, y solo rompe su silencio para alguna intervención breve y concluyente, recluido en su sillón y dejando la iniciativa a quien desee hablar. Benet deja fluir anécdotas que sorprendían o hacían desternillarse a los presentes (las ocurrencias de José Gallego-Díaz, la historia de los monos mecánicos), entrelazadas con reflexiones sobre el arte y, más tangencialmente, sobre política, que dejan ver la sensación de postración que se deriva del momento. La semblanza de Baroja es brillante, pesando más el lado humano que el literario aunque sin rehuir este último, y a Benet parece fascinarle el carácter inamovible del autor vasco, alguien que mantiene su personalidad, su estilo, su carácter e ideas intactos por mucho que el mundo se haya movido en las últimas décadas. No llego a saber si en el fondo de la admiración que muestra ante esa integridad (y que se repite en el caso del ‘rojo’ Caneja) hay un pequeño rastro de desdén, por cuanto esa ausencia de evolución podría entenderse también como una limitación, y Benet no se pronuncia sobre si es o no voluntaria.

Porque, siendo sinceros, yo creo que el autor madrileño tiene unas dotes intelectuales incontestables pero me da la sensación de que, a la menor oportunidad, aflora también la soberbia de quien es muy consciente de ello. Algo de ello se deja ver también en el apartado dedicado a Martín Santos. Parece Benet un tipo incapaz de empatizar con nadie, al menos al poner las palabras sobre el papel, y no hay en el texto ni una sola prueba de afecto, ni un ápice de emotividad al referirse al que se supone que fue su amigo, como tampoco lo hay hacia el viejo y hospitalario Baroja. Se diría que puede más la pugna literaria (diríamos Faulkner vs. Joyce) que la relación humana, como parece demostrar la yo creo que poco inocente reiteración de lugares y situaciones vividos por ambos que Benet insiste en identificar como material originario que aparecería en Tiempo de silencio. Quizá es lo que tiene la amistad de dos cerebritos que además comparten vocación literaria.

Por lo demás, la crónica de las andanzas de Benet y Martín Santos está llena de momentos curiosos y es un retrato perfecto de la vida de estos personajes en aquella España plomiza. Como lo es en general el libro al completo, por el que circulan todo tipo de cosas, desde reflexiones sobre temas cualquiera (la figura del héroe momentáneo, que pronto cae en el olvido frente a quien más adelante quedará para la Historia), la aparición de un capitán Medina que muy bien pudiera ser el protagonista de El aire de un crimen (o al menos haber prestado su nombre a ello), pequeñas historias sobre la vida en Paris de los pocos que por entonces pudieron viajar al extranjero y, cómo no, algunas idas de olla con las que Benet  parece disfrutar de vez en cuando.

Pero, al margen del mismo contenido del texto, ya de por sí interesante, es una delicia leer a este autor en su versión digamos más luminosa. Con un estilo fluido y elegante, de frase algo sinuosa, describe con precisión y, sin necesidad de calificativos, capta el alma de los lugares y las situaciones, es al mismo tiempo instructivo y entretenido. Y hasta ese puntito petulante y (quizá buscadamente) arcaico le da gracia a la vez que pone el nivel muy alto. Olvídense si quieren del autor, este no es el Benet novelista difícil y propenso a atragantarse, ni este es el libro por el que llegar a conocerle, al menos desde el punto de vista literario. Con Otoño en Madrid hacia 1950 podremos quizá conocer algo de su lado humano y disfrutar de un texto espléndido sobre un momento histórico y un cierto ámbito cultural. Nada más, pero mucho más que suficiente.

martes, 17 de marzo de 2020

Reseña + Entrevista: Los besos secos, de Rosario López

Idioma original: Español
Año de publicación: 2020
Valoración: Recomendable

Hay que ser muy valiente (o muy loca) para escribir tu primera novela en segunda persona y con un lenguaje que acerca al texto al poema en prosa. Por tanto, mérito de la autora el asumir un alto riesgo en cuanto a la forma o el estilo y el conseguir que el texto no descarrile. Eso sí, hay que tener paciencia. Confieso que me ha costado entrar en el texto, en sus sentencias breves que en ocasiones parecen buscar siempre la frase perfecta, la palabra precisa.

Pasada esa impresión inicial, uno se adapta al peculiar ritmo de la novela, a los vaivenes de los pensamientos de Lucía, chica siempre tanto de soñar, siempre tan poco de dormir, al tiempo que la novela crece y se bifurca. Lo que en un primer momento era el diálogo con un novio ausente, un monólogo en el que el recuerdo es pus y escuece, un memorial del final (sobre todo) de la relación Lucía - Alberto, se abre y se convierte en un texto sobre diferentes ausencias y sobre la (im)posibilidad de llenarlas, sobre la diferencia entre pasado y recuerdo, sobre el querer (verbo irregular, por supuestísimo) y el pensar (siempre un diálogo contradictorio, o eso debería ser)...

Pero también "Los besos secos" puede ser leído, en ciertos aspectos, como un texto generacional. Digo en ciertos aspectos porque aunque la historia de la madre de Lucía guarda ciertos paralelismos con la de esta, Lucía sí que representa a una mujer joven que vive de alquiler en una gran ciudad, con un empleo precario para nada acorde a su formación, con sueños que parecen casi inalcanzables, dudas, miedos... O como dice "Flora y Fauno", canción de Santi Campos que os recomiendo buscar por la red (y que parece hecha casi a propósito como banda sonora del libro):

Mira esa chica rebosando drama,
con el peso del mundo sobre sus espaldas,
tiene treinta años y es bastante guapa,
se crió en un pueblo y vive en Malasaña.
Se acuesta con muchos, no duerme con nadie,
no sabe qué hacer para que su vida vaya bien



Así que, resumiendo, interesante y arriesgado debut de Rosario López con un poético texto de regusto agridulce que refleja perfectamente un tiempo, un lugar y una forma de ver las cosas que a muchos resultará familiar.

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Aprovechamos la amabilidad de Rosario López (muchísimas gracias, de nuevo) para hacerle unas preguntas acerca de la novela. Ojo que sus respuestas no tienen desperdicio. Aquí están:

¿Cuál ha sido tu principal miedo a la hora de escribir y ver publicada tu primera novela?

Bueno, esta no es mi primera novela, así que el miedo era menor a la hora de publicar, me refiero al miedo a publicar lo primero que una escribe. Creo que he aprendido a esperar. “Esperar es un verbo importante”, como se dice casi al final de Los besos secos. Luego también esta novela tuvo mucha suerte en dos concursos, en los que quedó finalista, por lo que ese miedo, esa inseguridad de autora novel, se redujo. Sobre mi miedo más íntimo a la hora de escribir no ha cambiado mucho: es el mismo con el que afronto cada proyecto. Soy muy disciplinada y no hay día de mi vida que no escriba, pero no puedo seguir un mapa, aunque lo trace. Nunca sé si donde estoy cavando terminará construyéndose un edificio que se sostenga para otros ojos. El vértigo es nuevo a diario.

Narración en segunda persona y lenguaje muy muy poético. Desde luego que no se te puede achacar haber ido por el camino fácil, ¿no?

¿Tan poético? ¿Sí? Puede que mi sueño verdadero sea ser poeta un día. No lo sé. También es un lenguaje muy de la calle. Hay mucha poesía en la calle, yo creo. Y en la familia. No me propuse esa segunda persona, pero empecé a usarla para ver quién era Alberto (y Lucía en sus reproches), y fue cuando descubrí todas las demás personas que ese Tú podría esconder. La ausencia, que pesa, como las flores, que no hay, en invierno, en el Retiro. Lara Moreno lo cuenta muy bien en su prólogo, que es un poema bellísimo que recomiendo leer (antes o después) por puro disfrute. También es una primera persona (devastada, dice ella) muchas veces, y así puede leerse, como un monólogo, porque al final ella no deja de estar sola, como no deja de estarlo nadie. "A mis soledades voy/ de mis soledades vengo" dijo Lope de Vega, y es la cita que abre el libro. No sé si hay camino fácil en literatura. Sí sé que cada historia merece ser contada de un modo, y hay que encontrarlo. A mí es lo que más me importa, y creo que aquí lo logré. Me ayudó mucho la lectura de La vida perra de Juanita Narboni, de Ángel Vázquez. 

Lucía, sevillana que viene a Madrid, con "aspiraciones artísticas"... ¿Cuánto hay de Rosario en Lucía? Y lo que es más importante, ¿cuánto queda de Lucía en Rosario?

Todo y nada. Es decir, las cosas que me pasan las aprovecho para escribir, las destrozo o les pongo un lazo, según la propuesta, también a las cosas que no pasaron y podrían haber pasado. Esas tienen mucha enjundia. Ojo, las cosas que me pasan no tienen por qué pasarme directamente a mí, a veces me llegan, me tocan. No sé quién dijo que había cosas que tocábamos antes de ver. Yo vengo del periodismo, y eso te curte mucho, hablar con mucha gente, ser testigo, la calle, más calle, más gente, caminar, escuchar, insistir. Lucía tiene mucha calle. Hace muchos años que dejé Sevilla y el pueblo donde crecí, como ella también, pero yo he vivido en otros sitios y ella no, y vine con pocas aspiraciones. Creo que ella sueña más y se lo permite, es más idealista, probablemente, y tiene la ilusión de que la palabra comprometa, yo empiezo a comprender que no. La reflexión sobre las palabras que usamos es algo que también compartimos, claro, y las clases de español. El amor por el lenguaje. Los escenarios, que en su mayoría son reales, pero yo uso a mi manera, como Malasaña, que ha sido mi casa cuatro años. Sí que procuro usar mis cosas (o las cosas que me llegan) para ayudar en la propuesta, no al revés. Procuro ponerme al servicio de la historia. Por eso es ficción, pero una ficción, a mi parecer, verdadera. Quien escribe no puede ser un lastre para los personajes y sus voces. Hay que desaparecer. No sé cuánto queda de Lucía en mí. Me gustaría pensar que todo, por lo aprendido. Escribir una novela siempre es un aprendizaje inmenso, sobre una misma y el mundo. El mundo ya nunca es igual. Quizá, tendría que verlo otra persona, lo que queda de ella en mí. A mí hoy, por ejemplo, me gustaría quedarme con un poco de su ternura y su reconocerse también en la ternura. Su vulnerabilidad. No ver eso como una sombra, que es como a veces se ve. Yo creo que es una tipa honesta.

"Marisa dice que lo bueno de escribir es que una puede herirse y curarse sola". ¿La escritura de "Los besos secos" abre, cierra o reabre heridas?

Ambas cosas dice Marisa, sí. Exacto. Visto así parece puro entretenimiento masoquista, del que también se da mucho en el “amor”, en las relaciones de pareja, o como queramos llamarlas, en esas pasiones que nos desbordan, y nos destrozan, como ocurre a veces con la escritura (en la que ponemos el cuerpo a lo bonzo). Decía Juan José Millás que la escritura era como el bisturí, que abría y cauterizaba las heridas al mismo tiempo. Creo que esta historia cierra muchas historias. Y abre la posibilidad de inventar un mundo, con ese capítulo final y ese telón. De inventarse una misma, si es necesario. La comunicación tiene mucho peso. Y hay más necesidad de creer que creencia en sí. En cualquier caso, será un mundo donde seguirá habiendo heridas, siempre. Señal de que hay contacto, vida.

El recuerdo tiene un peso enorme a lo largo de la novela, pero a mi me parece una novela mucho más "amplia" de lo que inicialmente parece. En la reseña llego a decir que puede ser leída como un texto "generacional". ¿Había esa intención de proyectar de lo particular a lo general, es algo que ha salido "solo" o es una impresión equivocada sin más?
Qué bueno eso. Y qué bello. Gracias. No había intención de representar a una generación, sería un peso grandísimo para comenzar a escribir una historia desde lo más íntimo, pero me alegra que pueda reconocerse alguien más. Es para lo que se escribe y se publica, supongo. Sí que es cierto que quería hacer algo desde una posición cómoda, es decir, elegir a una protagonista con unos orígenes parecidos a los míos, para que las palabras no fueran un lastre, sino al contrario, que marcaran un carácter y una manera de mirar el mundo.
Es verdad que somos muchos (andaluces o no) los que hemos venido a buscarnos la vida a Madrid (y a mil sitios). Somos muchas las personas que llevamos mucho tiempo dando bandazos, muchos los de mi generación, que terminamos la carrera con la crisis (y esa palabra ya nunca se fue), los que escuchamos ESO por primera vez y mileurista (que ahora es ser casi rico a veces, tristemente).
También, claro, soy una de todas esas personas que nos fuimos de casa hace tiempo, y hemos perdido algo que ya nunca vamos a recuperar. A mí me gusta mucho ver, escuchar las palabras de mi familia como la vez primera, como extranjera, saborearlas, cada vez que regreso. Y eso me pasa ahora. Me miran raro, eso sí. Hay una frase de Miguel Torga que dice: "Lo universal es lo local sin paredes".

Siguiendo con el tema de la memoria, ¿pesa más el recuerdo o el pasado?

Procuro que pese el recuerdo, que lo que nos contemos construya. Pero no me miento. Conozco mi pasado y me gusta mirarlo y comprenderlo, si puedo, o respetarlo, sin más, si no. Lo que ocurre es que a veces lo que pasó solo lo recuerda una. Y no tiene con quién hablarlo. Puede que esto sea lo que le pase a Lucía..., y a don Quijote.

Sabemos que #escribimostodoelrato. Pero, también impartes clases de escritura creativa, etc ¿Cuándo duermes? ¿O eres más de soñar que de dormir?
Duermo poco, siempre fue así, aunque el otro día escuché el despertador. Lo mismo estoy cambiando… Lo de #escribimostodoelrato no solo es porque yo esté maquinando en mi cabeza todo el rato, que también, sino porque creo que todos estamos construyendo algo con cada cosa que hacemos, todo el rato estamos construyendo el mundo que nos espera, ahora, aquí, por ejemplo. También. Gracias.

Por último, ¿te atreves a recomendarnos alguna lectura de los últimos tiempos que te haya dejado con "algo" atravesado en la garganta?
Me pesan aún todas las lecturas sobre los Balcanes (y sus guerras y nuestras guerras) que hice para una novela. Os recomiendo una lectura dura y bellísima: Las aguas tranquilas del Una. Es una novela muy poética de Faruk Šehić, el autor acaba de publicar ahora en España un libro de cuentos, con La huerta grande, traducido por Miguel Roan. Merece la pena seguirle la pista. Su mirada es diferente.