viernes, 9 de junio de 2017

Boris Vian: Escupiré sobre vuestra tumba

Idioma original: francés
Título original: J'irai cracher sur vos tombes
Año de publicación: 1946
Traducción: Juan Alcover
Valoración: recomendable

Vamos a ver. Creo que, a pesar de todo lo mucho que hay de criticable en este mundo de hoy tan global y tan patatín patatán en algo hemos avanzado. Se discuta el sentido de ese avance o no ya es a gusto de cada cual. Pero en 1946 Boris Vian tuvo que publicar este y otros libros bajo pseudónimo (Vernon Sullivan) y parece (como a Joyce unas décadas antes) que el motivo eran los problemas que podía acarrearle ser acusado de obscenidad por unas cuantas escenitas subidas de tono y por el par de visitas a Anna que el protagonista hace acompañado de Dex. 
Yo no digo que sea mejor este mundo donde Internet es un campo al que no se le pueden poner puertas y cualquier pre-adolescente espabilado se las apaña para esquivar el control paterno de su smartphone y curiosear a sus anchas en PornHub. Pero desde luego el poner trabas a la publicación de buenas obras literarias por unos cuantos detalles cándidamente explícitos, no llegará a cinco páginas, de encuentros sexuales, pues creo que es bueno que eso haya pasado al olvido o al entrañable (por lo iluso) mundo de las limitaciones por edad y los consejos sobre contenido explícito.

La historia de Vian, por eso, tocaba asuntos delicados en la época: setenta años atrás nos sorprende que el tabú absoluto traspasado, el nudo de la cuestión, véase la sugerente portada de esta atroz traducción del clásico del enfant terrible de las letras francesas de la época, sea el de las relaciones sexuales entre razas diferentes. Esto hoy nos resulta enternecedor, o a mí me lo resulta, o creo que debería, en ciudades europeas que son, y a ver si nos metemos en la cabeza que esto nos enriquece, crisoles de razas, culturas, idiomas y credos que deberíamos aceptar hace ya mucho y velar por que se integren de la mejor manera.
Entonces Lee Anderson acude a su trabajo de librero, carta de recomendación en ristre, con un plan. Un plan cruel y siniestro y perverso que parte de su deseo de venganza y de su condición ventajosa. Es Negro (Vian lo pone en mayúscula) pero su aspecto exterior no lo manifiesta. Y desde la librería empieza a relacionarse con la gente del barrio. El alcohol corre a raudales, la vida disoluta y los cuerpos jóvenes (demasiado jóvenes) empiezan sus retozos y de repente, página 110 o así, el libro es corto y directo y parco en florituras, la cosa se ennegrece, pero no de raza, aquí ya hablo de estilo literario, aviso, y el lector se incomoda, antes ya ha estado incómodo con tanta procacidad, pero ahora empieza a sentirse mal, qué mal le han hecho, qué resuelto hacia la ejecución de su plan, no puede ser, no puede ser tan injusto, tan cruel, no puede ser todo tan gratuito y no, seguro que no va a pasar, seguro que Lee, que es un tío listo, decidido, que habrá leído alguno de los libros que vende, no puede ser. No.

También de Boris Vian en ULAD: El lobo-hombreEl arrancacorazonesLa espuma de los díasLa hierba roja, Otoño en Pekín, Que se mueran los feos

7 comentarios:

Unknown dijo...

Excelente novela de Vian. Durisima y no el aspecto sexual, sino en la violencia que se esconde detras de un personaje aparentemente pacifico.

Anónimo dijo...

Cuando lo leí siendo joven me pareció bruto e increíble. No lo leeré otra vez por mantener ese buen recuerdo del libro. Muy recomendable.

Francesc Bon dijo...

Buenas: me salió una reseña extraña, veo. Pero la novela incomoda, conforme avanza y ve el lector lo que se acerca, esa sensación se apodera.
E insisto en el desastre de traducción, por cierto.

Pecas y compañía dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Pecas y compañía dijo...

"The Polla Man".
La picha asesina y vengadora.

Lo más parecido a “Escupiré sobre vuestra tumba” que recuerdo haber leído antes de empezar la novela, es “La Familia de Pascual Duarte” de Camilo José Cela, y “A sangre fría” de Truman Capote.
La novela de Cela me dejó una impresión de salvajismo y de impulso primario con una escena imborrable: Aquella en que alguien le arranca a otro un pezón a mordiscos.
De la otra novela sólo puedo decir que la abandoné en la página nosecuantos porque no soportaba la violencia que rezumaba y la ambigüedad ética del autor.
Y mira tú por dónde, llega a mis manos un librito delgado, aparentemente inofensivo, fácil de leer, y con letra grande. Pensé que sería una buena opción entre novela larga y novela larga. Pero qué va.
Vaya por delante que no es mi intención hablar de asuntos morales o éticos, ni hacer valoraciones que corresponden a cada cual.
Simplemente plasmaré las impresiones personales de un lector sorprendido. Nada más.

Hay que estar muy enfermo para planear de forma tan fría el asesinato de dos niñas adolescentes e inocentes.

Hay que ser un cerdo vicioso para pasarse nosecuantos meses follando con chicas de diez, doce, y quince años con la vista puesta en el crimen que vas a cometer.

Hay que ser un cabrón para cebar con bebidas alcohólicas a una cuadrilla de chicos y chicas jóvenes sólo porque eso es un paso previo al resultado repugnante que piensas obtener.

Hay que ser muy hijo de puta para utilizar tu atractivo físico y tu cuerpo musculoso para camelar y enganchar a dos jóvenes desgraciadas a las que piensas torturar y matar con ensañamiento.

Hay que ser un monstruo para asesinar a una joven que espera un hijo tuyo sólo por desquite.

Y todo eso, bajo la excusa de una venganza. Bajo el manto de la lucha contra el racismo en Norteamérica.
Al igual que en el libro de Capote, en este caso el autor tampoco toma partido, pero en determinados pasajes se trasluce un intento de justificar lo injustificable.
Por lo demás, el libro está muy bien escrito y, aunque es extremadamente violento, es muy realista y mantiene el interés hasta el final. Es casi cinematográfico, en todo momento "ves" lo que ocurre en la historia.
Es imposible destacar un parte, pasaje o escena. De principio a fin es trepidante y repulsivo.
Digamos que es una pesadilla de la que afortunadamente despertamos cuando cerramos la novela.
Una aclaración: Diga lo que diga el autor, a Lee Anderson no lo cuelgan por negro. Lo cuelgan por criminal.

Francesc Bon dijo...

Pues "Pecas", la dureza del texto y sus implicaciones deben considerarse una licencia de Vian, una especie de revulsivo que no debe impedir su disfrute. Mérito tendrá cuando ha provocado una contundente repugna tuya, razonada paso a paso. Gracias por el comentario.

TOMÁS RUIZ dijo...

Lo acabo de leer en la traducción de Jordi Martí Garcés para Edhasa, Barcelona, 1992 y puedo decir que el trabajo de Garcés es excelente. La novela nos transmite el ritmo y el in crescendo de la acción de forma estupenda. Muy buena lectura, dejando cuestiones morales a parte. Solamente es una novela no es la realidad. A algunos lectores les cuesta diferenciar realidad de ficción. Saludos.