miércoles, 17 de febrero de 2016

Gabriela Ybarra: El comensal

Idioma original: español
Año de publicación: 2015
Valoración: recomendable

La autoficción, o las ficciones del yo, como se les quiera llamar, comenzaron siendo una innovación interesante; después se convirtieron en un género con derecho propio, y ahora llevan camino de convertirse en una moda, compitiendo, en España, con las novelas sobre la Guerra Civil y las novelas sobre la Transición. Naturalmente, entre tanta novela sobre escritores que escriben las hay buenas, muy buenas, malas y excelentes. Las hay que son una expresión honesta de una historia que exige ser contada, y las hay que son un bucle egocéntrico de narcisismo. El comensal de Gabriela Ybarra, aclaro ya, pertenece al primer grupo: es una novela cruda, directa, que a su autora le debe haber dolido escribir, por el tema y por su cercanía.

El comensal habla de dos muertes en la familia de Gabriela Ybarra: la primera, la de su abuelo, el empresario Javier de Ybarra, secuestrado y asesinado por ETA en 1977. La segunda, la de su madre, afectada por un cáncer en apariencia fácilmente superable, pero que se complicó y le provocó una muerte rápida y angustiosa para las personas de su entorno. Gabriela Ybarra fue testigo directo de todo el proceso de esta segunda muerte; la primera solo la conoció por rumores y versiones contradictorias, hasta que decidió investigar sobre el asunto.

Esto explica la diferencia entre ambas partes de la novela: la primera, más corta, reconstruye a través de los testimonios de los periódicos y los testigos (con añadidos ficcionales, como la propia autora advierte) el tiempo que pasó desde que un comando de ETA entró en la casa de la familia Ybarra para llevarse al empresario, hasta que su cuerpo fue encontrado en una pista forestal del parque del Gorbea. Esta primera parte, que podía haber sido quizás más extensa profundizando más en determinados aspectos, está escrita con un tono periodístico, distanciado, que contribuye a la crudeza de la historia.

En la segunda parte, en la que se narra la enfermedad de la madre de la escritora, el tono se vuelve más emotivo y confesional, con escenas gráficamente descritas en las que se aprecia la fragilidad del cuerpo humano cuando es derrotado por la enfermedad, y también la ternura, el miedo, la soledad, la culpa, la aceptación de la muerte. En esta segunda parte, la presencia de la voz de la escritora domina clarmente el texto y lo empuja hacia algunos de los clichés de la autoficción: la escritora que escribe y cuenta cómo escribe el libro que ahora estamos leyendo, las dudas sobre el proceso creativo... En ocasiones, la verdad, algunas divagaciones y reflexiones literarias de la autora, que no aparecían en la primera parte, parecen estar incluidas solo para conseguir que la novela pase de las cien páginas.

Es curiosa la recepción que ha tenido esta novela, que siendo una buena novela, aunque algo desequilibrada, como digo, no se puede decir que sea una novela sobre ETA, como han escrito muchos medios (a lo mejor porque no se han molestado en leerse el texto). Sus primeras treinta páginas tratan sobre ETA, y el tema vuelve a aparecer nuevamente en algunas de las páginas finales, pero el núcleo de la obra lo ocupa la enfermedad y la muerte de la madre, que es también, o así me lo parece, el acicate que ha llevado a Gabriela Ybarra a comenzar a escribir. La escritura es un exorcismo contra la muerte, sea esta una muerte violenta provocada por el terrorismo, o una muerte natural provocada por una enfermedad terrible.

La escritura es una forma de intentar dar sentido al sinsentido; ese creo que es el mensaje y el tema de la novela. Y en ese caso, el uso de la autoficción está plenamente justificado.

8 comentarios:

Juan G. B. dijo...

Hola, Santi:
Permíteme disentir en una cosa: en España ya hay más novelas de "autoficción" que libros sobre la Guerra Civil y la Transición juntos... estoy seguro.

Anónimo dijo...

Y menos mal Juan, que con los 25 últimos años de cine y literatura (subvencionados en gran parte) sobre la guerra civil ya nos ha quedado a todos más que claro que la guerra civil fue una contienda entre unos señores muy buenos y garantes de nuestra libertad y justicia social contra otros señores malos malísimos que, mire usted por donde, cometieron las máximas tropelías y encima ganaron. Para que luego digan que la cultura no cala.

Juan G. B. dijo...

Hola otra vez. Contando con la benevolencia de Santi, me gustaría responder al anterior comentario, ya que se me menciona:
Amigo anónimo, sospecho que usted y yo tendríamos opiniones divergentes sobre la interpretación de ese hecho histórico concreto (con todos los matices del mundo, por supuesto); no obstante, yo no voy a ahondar más en la cuestión, puesto que si hay algo que me da pereza en este mundo es discutir sobre la guerra Civil española (y lo digo muy en serio).
Sin embargo, me gustaría retomar mi primer comentario, puesto que yo pretendía darle un matiz irónico que sin duda ha pasado desapercibido... No sólo pienso que hay demasiados libros de "autoficción" sino que además creo que, al menos por lo que se refiere a obras de ficción, hay menos sobre la Guerra Civil y la Transición de lo que tenemos la impresión, en general (he caído en la cuenta, de todos modos, que este año es el 80 aniversario del comienzo de la guerra, así que tal vez me tenga que tragar mis palabras dentro de pocos meses).
Un saludo a usted y a todo el mundo.

Anónimo dijo...

No avanzo la novela negra.Para autoficciones estamos.Ni comparacion con el interes que suscita para los españoles y extranjeros, tambien, la novela sobre nuestra guerra incivil.

Il Gatopando dijo...

Humildemente pienso que el autor de la reseña no está muy afortunado al establecer una comparación entre un elemento que corresponde a la forma, el enfoque de una novela -la autoficción- con otro que corresponde al fondo -el tema, sea la guerra civil o la transición-. De ahí a caer en el malentendido sólo hay un paso.

Dicho lo cual, agradezco la reseña. Ha sido una novela muy bien valorada por la crítica pero el autor de la reseña rebaja un tanto las expectativas, lo cual intuyo que agradeceré si un día decido leerla.

Saludos

Anónimo dijo...
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Santi dijo...

¡Hola a todos! Muchas gracias por los comentarios.

Sobre la novela, solo quería añadir que ni me parece la obra maestra que han dicho algunos críticos (el mayor problema que le veo es el desequilibrio entre las dos partes, y algunos pasajes que me parecen prescindibles) pero sí me parece una buena novela en la que el uso de la autoficción tiene un sentido. (Sobre esto se ha creado todo un debate en nuestro Twitter, para quien quiera ir a verlo).

Respecto al comentariod e Il Gatopando, entiendo lo que quieres decir, de hecho son elementos completamente diferentes (por ejemplo, Soldados de Salamina es al mismo tiempo "autoficción" y "novela sobre la Guerra Civil". A lo que me refería es que a veces se crean "nichos" literarios o editoriales que se ponen de moda (por ejemplo, la novela de conspiraciones post-Dan Brown, la novela eróticoa post-50 sombras, etc.), y entonces hay escritores que se suben al carro, porque vende, y no porque realmente quieran escribir en ese nicho.

No digo que ese sea el caso de Gabriela Ybarra; de hecho, lo que digo es precisamente que no es su caso. Pero que haberlos, haylos.

Paula dijo...

Hace poco acabé "El comensal" y he de decir que no me gustó nada, de hecho me decepcionó mucho, me pareció un libro sin alma y, sobre todo, muy mal escrito... Me temo que la popularidad que ha alcanzado se debe más al tema que trata (el del terrorismo etarra, que sigue vendiendo mucho en este país) que a sus verdaderas dotes literarias, prácticamente inexistentes (ya que se asemeja más a una crónica periodística que a un relato literario)... Hay una novela que trata el mismo tema del duelo y que es, a mi juicio, todo lo contrario: "La pertenencia" (la autora se llama Gema Nieto y también es una chica muy joven). Me pareció brillante. Lírica, honesta, valiente y conmovedora. Trata infinidad de motivos con un manejo sobresaliente del estilo: el dolor de una familia rota, el descubrimiento del amor... todo contado de manera bellísima. Impresionante, de verdad, de lo mejor que he leído últimamente, me ha marcado. Viene avalada además por Belén Gopegui y Alberto Olmos. Desde que la devoré la recomiendo encarecidamente a todo el que puedo, así que aquí dejo mi apunte, que espero que no caiga en saco roto porque de verdad es un libro que vale la pena. Un saludo.