Año de publicación: 2013
Valoración: muy recomendable
Si hay justicia en el mundo, L'endemà será traducido a unos cuantos idiomas. No sé el título que le pondrán, si le llamarán Mañana, o El día después o como sea, pero sería una lástima que quienes no leen en catalán se pierdan una magnífica novela, más novela de rock que, por ejemplo, Stone Arabia de Dana Spiotta, última que he leído que respondería a ese perfil.
Esta, aclaro, es una novela de rock (pero no se queda en eso, ni mucho menos) sin querer serlo declaradamente; pero claro que Tuli Márquez, como muchos escritores, escribe de entorno conocido, ya no por comodidad sino porque sabe que en ese discurso es capaz de llegar más hondo que muchísimos otros. Con un perfil que le relaciona con prácticamente todas las modalidades audiovisuales, Márquez construye una efectiva trama basada en un día clave en la vida de un grupo de enorme éxito: el de un megaconcierto de regreso. Ya sabéis; esos grupos que se pasan la vida retirándose definitivamente y dando conciertos de despedida. Les roques (Las rocas, doble guiño stoniano) organizan un enorme show, y a sus cuarenta y muchos años sus componentes ya retienen poca cosa (algún vicio, a lo sumo) de lo que eran los veinteañeros que arrasaron en los ochenta. Pero la maquinaria tampoco está tan engrasada como entonces: los padres de los músicos, a la par explotadores del negocio del talento, son ya unos sesentones más ocupados de administrar su decadencia que de otra cosa. El día del concierto deviene un nudo gordiano de situaciones que parecen confluir hacia un caos. Pero el oficio de Márquez (parece mentira que esta sea su primera novela) interviene para convertir L'endemà en un valioso retrato de clase media, ubicado en una Barcelona de barrio acomodado (pero no tanto) con una impecable técnica descriptiva y una recreación de ambiente que eleva a la novela por encima de las expectativas. No, no es una novela temática.
La sensación aquí es física, sudamos y nos refrescamos junto a sus personajes y andamos a su lado por las calles: nos sentamos junto a ellos en la mesa de la comida familiar donde los padres de los músicos, (adaptados a ese mágico momento en que el niño pasa de ser un peludo que toca la guitarra junto a unos amiguetes a convertirse en un ídolo de masas que -valga la redundancia- amasa millones gracias a su éxito) pasan a ser sus mánagers, los administradores de sus carreras. Como si ese fuera el momento definitorio en la vida, todo el mundo en L'endemà parece ser un adolescente de familia de clase media. Los componentes del grupo, bendecidos por el éxito que tolera el más caprichoso de los comportamientos, que casi convierte sus adicciones en componentes necesarios de un diseño de producto. Los padres, bendecidos por el destino que les permite vivir a costa del talento de los hijos (con esfuerzo y con dedicación, pero beneficiándose de esa gracia del destino), pero entregados, en sus sesentenas, a amoríos, escarceos, fines de semana de golf. Una figura muy propia: el talento de un componente convertido en el eje de la subsistencia de un clan familiar: música, fabrica de hilados en Sabadell, explotación porcina en Vic: qué diferencia hay.
Una rotunda irrupción, una novela fresca, dinámica, trabajada a fondo en estilo (rico, visual) y estructura (madura, pero dinámica), y mucho más profunda de lo que puede parecer.
Esta, aclaro, es una novela de rock (pero no se queda en eso, ni mucho menos) sin querer serlo declaradamente; pero claro que Tuli Márquez, como muchos escritores, escribe de entorno conocido, ya no por comodidad sino porque sabe que en ese discurso es capaz de llegar más hondo que muchísimos otros. Con un perfil que le relaciona con prácticamente todas las modalidades audiovisuales, Márquez construye una efectiva trama basada en un día clave en la vida de un grupo de enorme éxito: el de un megaconcierto de regreso. Ya sabéis; esos grupos que se pasan la vida retirándose definitivamente y dando conciertos de despedida. Les roques (Las rocas, doble guiño stoniano) organizan un enorme show, y a sus cuarenta y muchos años sus componentes ya retienen poca cosa (algún vicio, a lo sumo) de lo que eran los veinteañeros que arrasaron en los ochenta. Pero la maquinaria tampoco está tan engrasada como entonces: los padres de los músicos, a la par explotadores del negocio del talento, son ya unos sesentones más ocupados de administrar su decadencia que de otra cosa. El día del concierto deviene un nudo gordiano de situaciones que parecen confluir hacia un caos. Pero el oficio de Márquez (parece mentira que esta sea su primera novela) interviene para convertir L'endemà en un valioso retrato de clase media, ubicado en una Barcelona de barrio acomodado (pero no tanto) con una impecable técnica descriptiva y una recreación de ambiente que eleva a la novela por encima de las expectativas. No, no es una novela temática.
La sensación aquí es física, sudamos y nos refrescamos junto a sus personajes y andamos a su lado por las calles: nos sentamos junto a ellos en la mesa de la comida familiar donde los padres de los músicos, (adaptados a ese mágico momento en que el niño pasa de ser un peludo que toca la guitarra junto a unos amiguetes a convertirse en un ídolo de masas que -valga la redundancia- amasa millones gracias a su éxito) pasan a ser sus mánagers, los administradores de sus carreras. Como si ese fuera el momento definitorio en la vida, todo el mundo en L'endemà parece ser un adolescente de familia de clase media. Los componentes del grupo, bendecidos por el éxito que tolera el más caprichoso de los comportamientos, que casi convierte sus adicciones en componentes necesarios de un diseño de producto. Los padres, bendecidos por el destino que les permite vivir a costa del talento de los hijos (con esfuerzo y con dedicación, pero beneficiándose de esa gracia del destino), pero entregados, en sus sesentenas, a amoríos, escarceos, fines de semana de golf. Una figura muy propia: el talento de un componente convertido en el eje de la subsistencia de un clan familiar: música, fabrica de hilados en Sabadell, explotación porcina en Vic: qué diferencia hay.
Una rotunda irrupción, una novela fresca, dinámica, trabajada a fondo en estilo (rico, visual) y estructura (madura, pero dinámica), y mucho más profunda de lo que puede parecer.
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