Título original: Zeitoun
Año de publicación: 2010
Valoración: recomendable
Tantos escritores americanos, de tantas generaciones, pugnando por ese título que retienen los clásicos Pynchon, Roth, DeLillo, Ford, Auster, McCarthy. Leo que entre ellos despuntan, al lado de Franzen o del fallecido Foster Wallace, nombres como el de Dave Eggers. Y me entero de la temática del libro, el desastre del Katrina. Para los que hayáis seguido la excelente serie Treme del canal HBO, un atractivo adicional. Que actuaría como un mero complemento, pues esta novela, o mejor dicho, esta crónica novelizada, es suficiente por sí sola.
Abdulrahman Zeitoun es el nombre real de un contratista de obras de New Orleans. De origen sirio, casado con una ciudadadana norteamericana ya convertida al islam, su vida transcurre ajetreada por su trabajo y su familia: tiene cuatro hijos. Entonces, aparece el huracán Katrina. Envía a los suyos tierra adentro, a casa de familiares y se queda al mando de la suya y al cuidado de sus propiedades y al servicio de los clientes que puedan requerirle. Piensa que no va a ser para tanto, pero se equivoca.
Y Zeitoun se queda atrapado en la ciudad. Pero se siente un miembro de la comunidad y decide ayudar. Toma su canoa, una canoa que compró por una miseria, y ayuda a quien lo necesita, en la medida en que le es posible. Da de comer a animales que han sido abandonados, ayuda a ancianos que han quedado aislados, recorre las aguas que han inundado la zona en que vive, dispuesto a echar una mano, mientras espera el momento de decirle a su familia que ya es para ellos seguro que vuelvan. En medio del caos generado por las inundaciones, Zeitoun es detenido por una patrulla, junto a otros tres hombres. Como conserva su acento árabe y la zona está llena de asaltadores, es detenido y confinado en una especie de prisión provisional donde, sin permitírsele contactar en su familia, se le acusa de pertenecer a Al Qaeda. Así permanecerá unas tres semanas.
Zeitoun es una crónica precisa de este período: desde el momento cotidiano en que las emisoras empiezan a advertir de la proximidad del huracán hasta que es liberado. Escrita en un tono amable y esquivando la crítica corrosiva. Hay algo que convierte a este libro en memorable, pero lo aleja de la condición de obra maestra. Eggers describe todo con una fidelidad y una efectividad encomiables, pero se queda algo lejos de la denuncia abierta, de la búsqueda del escándalo. Muestra los agujeros del sistema, de un sistema de emergencias capaz de montar una cárcel en cinco días mientras los afectados permanecen esperando ayuda, esperando comida y mantas.
La historia es interesante, con el grado justo de emotividad para sentirse indignado por la travesía por la desgracia que esas tres semanas representan para un hombre justo e inocente. La progresión, su separación en capítulos, parece un indicador de que vamos a llegar a un final desbocado, a una especie de fanfarria final del hombre contra el sistema que lo ha humillado sin motivo ni compensación alguna. Pero eso no acaba de suceder. Eggers parece evitar mostrarse demasiado crítico, parece amagar el golpe, y la sensación final es la de encontrarnos más ante una entretenida y correcta crónica con final feliz que ante una puesta en duda del sistema. Buen libro, pero una ocasión desperdiciada.
Más de Dave Eggers en ULAD: Un holograma para el rey, El círculo
Y Zeitoun se queda atrapado en la ciudad. Pero se siente un miembro de la comunidad y decide ayudar. Toma su canoa, una canoa que compró por una miseria, y ayuda a quien lo necesita, en la medida en que le es posible. Da de comer a animales que han sido abandonados, ayuda a ancianos que han quedado aislados, recorre las aguas que han inundado la zona en que vive, dispuesto a echar una mano, mientras espera el momento de decirle a su familia que ya es para ellos seguro que vuelvan. En medio del caos generado por las inundaciones, Zeitoun es detenido por una patrulla, junto a otros tres hombres. Como conserva su acento árabe y la zona está llena de asaltadores, es detenido y confinado en una especie de prisión provisional donde, sin permitírsele contactar en su familia, se le acusa de pertenecer a Al Qaeda. Así permanecerá unas tres semanas.
Zeitoun es una crónica precisa de este período: desde el momento cotidiano en que las emisoras empiezan a advertir de la proximidad del huracán hasta que es liberado. Escrita en un tono amable y esquivando la crítica corrosiva. Hay algo que convierte a este libro en memorable, pero lo aleja de la condición de obra maestra. Eggers describe todo con una fidelidad y una efectividad encomiables, pero se queda algo lejos de la denuncia abierta, de la búsqueda del escándalo. Muestra los agujeros del sistema, de un sistema de emergencias capaz de montar una cárcel en cinco días mientras los afectados permanecen esperando ayuda, esperando comida y mantas.
La historia es interesante, con el grado justo de emotividad para sentirse indignado por la travesía por la desgracia que esas tres semanas representan para un hombre justo e inocente. La progresión, su separación en capítulos, parece un indicador de que vamos a llegar a un final desbocado, a una especie de fanfarria final del hombre contra el sistema que lo ha humillado sin motivo ni compensación alguna. Pero eso no acaba de suceder. Eggers parece evitar mostrarse demasiado crítico, parece amagar el golpe, y la sensación final es la de encontrarnos más ante una entretenida y correcta crónica con final feliz que ante una puesta en duda del sistema. Buen libro, pero una ocasión desperdiciada.
Más de Dave Eggers en ULAD: Un holograma para el rey, El círculo
2 comentarios:
Una preguntita, estimado maestro, ¿cuál es ese "grado justo de emotividad"? ¡No vaya ser que me esté comportando como un exaltado y no lo sepa!
Gracias, Jean, por el comentario. Pues yo diría que es justo lo que te hace comprender y empatizar con la historia pero que no juega sucio apelando a la sensiblería y a la pornografía sentimental. A mí personalmente no me afecta la exaltación lo más mínimo. Sin traspasar esa barrera, por eso, Eggers podría haberse mojado algo más. Parece una historia de resignación más que una historia de denuncia.
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