Año de publicación: 1986
Valoración: Muy recomendable
Tuve la oportunidad de dar una pequeña charla sobre esta autora bilbaína en la Universidad San Carlos de Guatemala y me sorprendió comprobar la cercanía de su poesía a cierto sentir de los jóvenes que estaban reunidos allá.
Hay quien dice que ésa es una de las cosas que hacen grande a un autor; la universalidad de aquello que comunica.
Sea como sea, lo cierto es que al leer los poemas de Ángela, muchos no podemos evitar sentirnos próximos a su sentido de la justicia (quizá podría decirse mejor, su "dolor ante la injusticia"); conmovidos por su extrema sensibilidad; alentados por su compromiso con la vida; esperanzados ante su empeño en la belleza y el amor, a pesar de todo...
Como muestra de la brillantez de esta autora, uno de sus poemas más lúcidos y conmovedores, que además da título a uno de sus libros:
Belleza cruelPese a no ser una autora muy conocida, Ángela Figuera fue (junto a Blas de Otero y Gabriel Celaya) parte del llamado Triunvirato Vasco de la poesía de posguerra.
Dadme un espeso corazón de barro,
dadme unos ojos de diamante enjuto,
boca de amianto, congeladas venas,
duras espaldas que acaricie el aire.
Quiero dormir a gusto cada noche.
Quiero cantar a estilo de jilguero.
Quiero vivir y amar sin que me pese
este saber y oír y darme cuenta;
este mirar a diario de hito en hito
todo el revés atroz de la medalla.
Quiero reír al sol sin que me asombre
que este existir de balde, sobreviva,
con tanta muerte suelta por las calles.
Quiero cruzar alegre entre la gente
sin que me cause miedo la mirada
de los que labran tierra golpe a golpe,
de los que roen tiempo palmo a palmo,
de los que llenan pozos gota a gota.
Porque es lo cierto que me da vergüenza,
que se me para el pulso y la sonrisa
cuando contemplo el rostro y el vestido
de tantos hombres con el miedo al hombro,
de tantos hombres con el hambre a cuestas,
de tantas frentes con la piel quemada
por la escondida rabia de la sangre.
Porque es lo cierto que me asusta verme
las manos limpias persiguiendo a tontas
mis mariposas de papel o versos.
Porque es lo cierto que empecé cantando
para poner a salvo mis juguetes,
pero ahora estoy aquí mordiendo el polvo,
y me confieso y pido a los que pasan
que me perdonen pronto tantas cosas.
Que me perdonen esta miel tan dulce
sobre los labios, y el silencio noble
de mis almohadas, y mi Dios tan fácil
y este llorar con arte y preceptiva
penas de quita y pon prefabricadas.
Que me perdonen todos este lujo,
este tremendo lujo de ir hallando
tanta belleza en tierra, mar y cielo,
tanta belleza devorada a solas,
tanta belleza cruel, tanta belleza.
Su papel como mediadora, determinante en la actitud de Neruda hacia los escritores del interior, también es poco conocido. Pero el caso es que ella logró que se reiniciara un diálogo interrumpido tras la guerra civil, y que el chileno escribiera su "Carta a los poetas españoles". También consiguió convencer a León Felipe para que recuperara la consideración hacia los poetas del interior.
En definitiva, por muchos motivos, creo que merece la pena conocer a esta autora y que esta antología es una buena forma de acercarse al conjunto de su obra.
2 comentarios:
no conocía a ángela figueroa, pero gracias por la reseña, esti
parece que tengo otro libro pendiente :)
de verdad merece la pena, izas.
creo que te gustará :)
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