miércoles, 11 de noviembre de 2009

Alejandro Dumas: El Conde de Montecristo

Idioma original: francés
Título original: Le Comte de Monte-Cristo
Fecha de publicación: 1844-1845
Valoración: Muy recomendable

Qué mala es la envidia, ¿verdad? La envidia es un veneno verdoso y apestoso que contamina las almas de casi todos los hombres, incluso de los donatarios de una loable benevolencia, porque también las personas más bondadosas y sencillas pueden llegar a estropearse por culpa de tan deleznable pecado.

La envidia es, sin duda, uno de los mayores males que asolan las relaciones humanas.

La envidia (apunte: hablo de la envidia "mala", aunque para mí la llamada envidia "buena" no es verdadera envidia, sino admiración) consiste en querer ser lo que otro es o tener lo que otro tiene, y por ello, se desea que el sujeto envidiado sufra algún daño, disgusto o percance, como puede ser el convertirle en diana de críticas y rumores insidiosos o, yendo más allá, dedicarle oralmente mensajes hirientes, o poner a otras personas en su contra, o conspirar para producirle alguna otra clase de disgusto...Vamos: que el envidioso, la mayoría de las veces, no se queda ni con la boca cerrada ni con los brazos cruzados. El envidioso actúa porque quiere que el envidiado sufra, y así, convencerse a sí mismo de que su vida no es tan magnífica como pudiera parecer.

No sé qué clase de calaña envidiosa tuvo que sufrir el señor Dumas, pero escribió muy bien sobre el tema en la gran novela que hoy nos ocupa, El Conde de Montecristo, una historia en la que los envidiosos llevan a la perdición al héroe, un guapo, joven, bondadoso, ingenuo, cariñoso, enamorado y heroico marino.

Dicen que Dumas sacó la trama de una historia real que le contaron, a saber..., pero que sea inventada no la hace menos atractiva: Edmond Dantés, un marino con un futuro prometedor y a punto de casarse con la bella catalana Mercedes, es acusado injustamente de conspirador pro-Napoleón por culpa de una conjura de envidiosos que hasta entonces parecían ser sus amigos; entre estos pájaros destaca su maligno "mejor amigo", Fernando, que envidia tanto a Edmond que parece supurar bilis en vez de sudor, y que está enamorado hasta las trancas de su prima Mercedes.

Tras un breve e injusto proceso, el pobre Edmond será condenado y enviado por tiempo indefinido a las mazmorras del desasosegante Castillo de If, situado en mitad del mar, para que se pudra en una oscura celda de piedra en completa soledad hasta que le llegue la muerte. Pero sus enemigos no cuentan con que allá, en su horrible destino, Edmond conocerá al buen abate Faria, un sabio, sereno e ilustrado anciano, también encarcelado y aislado, que no sólo le hará compañía, le educará y le cultivará, sino que le revelará dónde se encuentra escondido un suculento tesoro.

Y además (como no podía ser de otro modo en semejante tesitura), los dos cautivos también compartirán un futuro y atrevido plan de fuga para salir de If que llenará de esperanza sus corazones; pero la muerte inesperada del buen Faria, hará que Dantés huya del tétrico lugar de otro modo tras nada más ni nada menos que catorce años de cautiverio. Una vez libre, el ya maduro y astuto marino se hará con el legendario tesoro escondido, y tras ello y reconvertido en un misterioso hombre que se hace llamar el Conde de Montecristo, iniciará su larga y elaborada venganza.

Me es harto difícil hacer siquiera un breve esquema de todos los personajes que nutren esta monumental novela (Dumas la concedió al público en dos años, en forma de folletín dividido en dieciocho capítulos), pero créanme que son muchos y muy diferentes.
Les recomiendo que no se acobarden ante la gran extensión de la obra; vulgarmente hablando: se lee bien. Yo la tengo en dos libros, y así es más sencillo.

Y bueno, lo tengo que decir: se cuenta que Dumas tuvo algunos "negros" ayudándole, y lo creo; hay tantas historias entrecruzadas y páginas que considero superfluas, que es fácil imaginarse a algún que otro "oscuro" poniendo su pizquita de azúcar en el pastel...

El Conde de Montecristo es una de mis novelas preferidas porque adoro su argumento: narra cómo una inocente víctima de la envidia y la maldad, tras ser empujada al Hades, vuelve al mundo que la traicionó convertida en un ser aún más envidiable y se venga de sus verdugos, pero eso sí, sin perder su dignidad y sus valores, dejando claro que es moralmente superior a sus enemigos.

Y también encuentro apasionante cómo este libro deja claro que en los peores momentos de soledad y aridez existencial la compañía de otro ser humano puede salvarnos del infierno: casi todos, en algún momento de nuestras vidas, hemos tenido un abate Faria que ha corrido, sin pedir nada a cambio, a socorrernos.

¿Películas? Bien sûr...La mejor: la de 2002, de Kevin Reynolds, con un reparto insuperable en el que destaca Jim "Jesucristo" Caviezel como Edmond; Guy "Memento" Pierce como Fernando, y el gran Richard Harris como Faria: desde que le vi con las barbas blancas y la túnica de saco, para mí el buen abate tendrá para siempre el rostro del malogrado actor birtánico.

Mi frase preferida del libro: "el cautiverio en compañía es menos cautiverio".


1 comentario:

Anónimo dijo...

Maravilloso novelón... Cometí el error de empezar a leerlo en plena temporada de exámenes de junio, allá en mi primer año de carrera... Si los examenes hubieran tratado del libro... otro gallo me hubiera cantado