Título original: Birchwood
Traducción: Damià Alou
Año de publicación: 2017 en castellano (en inglés, 1973)
Valoración: Está bien
En noviembre pasado se publicó por primera vez en castellano ‘Regreso a Birchwood’, que es sin embargo la primera novela de Banville –parece que escribió otra anterior, pero abominó de ella de tal forma que hay consenso en no contabilizarla. Hay mucho Banville en ULAD, no hay más que mirar en los enlaces de ahí abajo, así que, como parece que todo el mundo lo conoce bien y yo no, expondré mi opinión sobre el libro y luego la contrastaré con lo que de este autor se ha dicho, a ver qué pasa.
Ya sé que siempre me fijo en el título. Puede parecer infantil pero, oiga, es lo primero que uno ve de un libro y por tanto tiene su importancia, puede actuar como reclamo o abrir expectativas que luego se cumplen o no. Y no me dirán que este título –en su versión española- no evoca inmediatamente el célebre 'Retorno a Brideshead'. Tampoco es solo coincidencia porque, tal y como sospechamos, la primera parte del libro muestra un cuadro bastante similar al de la novela de Evelyn Waugh: mansión en la campiña, en este caso irlandesa, familia de clase alta en decadencia, secretos y enfrentamientos antiguos pero siempre vigentes. Es la historia del derrumbe material y moral de los Godkin, algo previsible por ya conocido, pero que nos deja sobre todo algunos personajes notables. Desde luego la abuela, matriarca implacable que parece que nunca fuese a morir. El padre, que encarna el proceso mismo de descomposición familiar y ruina económica sin caer en el estereotipo, un personaje poliédrico muy bien construido. La tía Martha, rebelde y un poco histérica, con su misterioso hijo pelirrojo. Y naturalmente Gabriel, el unigénito y narrador que cuenta la historia años después, viendo por los ojos del niño que presenció el declive. Al margen del interés de estas figuras, el relato está llevado con la destreza y el trazo fino de un autor que maneja admirablemente el lenguaje –aunque abuse un tanto de las descripciones florales y meteorológicas, seguramente un pecadillo de juventud.
Mediante un corte bastante radical nos adentramos en una segunda parte. Gabriel Godkin, todavía un jovenzuelo, aparece enrolado en un circo ambulante (no desvelo nada, aparece en la contraportada). Hombre, el giro resulta bastante insólito, pero nos lo creemos. Esta nueva etapa del relato le sirve a Banville para dos cosas. Por una parte, para presentar una nueva galería de personajes que, como en el anterior álbum familiar, son complejos e interesantes, con personalidades que siempre albergan algo oblicuo que impiden catalogarlos con ligereza. Gabriel intuye en esa caravana la presencia de un algo tenuemente malévolo que es incapaz de definir, y ello mantiene al lector alerta. La artística singladura es también el vehículo para conocer, aunque sea un poco de pasada, el episodio histórico de la hambruna de la patata, que a mediados del XIX provocó en Irlanda millones de muertos y emigrados, hasta reducir la población en un tercio o más, y a su vez agitó ciertos movimientos nacionalistas de los que tendremos también algunas noticias puntuales. Está bien conseguido el ambiente oscuro del momento, aunque tenemos la sensación de que, como le ocurre al propio circo, al relato no se le ve un rumbo ni medianamente claro.
Tras un extraño episodio intermedio, volvemos al punto en el que el protagonista desempolva sus recuerdos, de nuevo en la casa familiar, y en una tercera parte muy breve, Banville despacha el desenlace de forma un tanto efectista y no muy convincente, atando unos cuantos cabos, y dejando otros tantos sueltos.
Es un poco la constante que encontramos en el libro: talento en el manejo del lenguaje y en la definición de personajes de considerable calado, pero a la hora de construir la historia los elementos parecen poco ensamblados, algunos resultan gratuitos y las situaciones se resuelven a veces tirando de algo parecido al realismo mágico, y otras de manera forzada y no muy creíble. Cabía estructurar un relato troncal único y más sólido, o bien optar por una narración atomizada y trenzada de forma sutil. Pero finalmente lo que tenemos son bandazos entre una y otra opción, tal vez el deseo de contar demasiadas cosas, y bastante lagunas.
No diré que es una mala novela, me quedo con esa serie de personajes potentes y bien dibujados y con la indudable capacidad técnica de Banville para modelar el lenguaje y crear determinadas atmósferas.
Y ahora sí, ¿Qué vieron en este autor quienes le reseñaron antes?
Estilista – personajes – elegancia – análisis psicológico – bajos fondos – técnica – inconsistencia narrativa – descripciones impecables – relación pasado/presente – fantasmas del pasado – pedante
Bien, vaya una de prolepsis: admito que tiene algo de ventajista sintetizar opiniones ajenas, una vez elaborada la mía. Pero no me negarán que algunas, bastantes, muchas de las cosas de este Banville primerizo parecen haber seguido brotando en su obra posterior.
P.S. ¿A que nadie se ha fijado que el traductor es el mismo de la reseña de ayer? Coincidencias.
P.S. ¿A que nadie se ha fijado que el traductor es el mismo de la reseña de ayer? Coincidencias.
También de John Banville en ULAD: aquí
5 comentarios:
Hola Carlos,
He leído de Banville Eclipse y Antigua Luz que son parte de su trilogía sobre Alexander Cleave. La segunda me gustó más que la primera pero a pesar de que Banville escribe bien y las tramas están bien construidas no logra emocionarme.
Gabriel
Pues coincido bastante con esa última parte de tu comentario, a mi tampoco me ha llegado mucho la novela, aunque reconozco que está bien escrita. En todo caso, aquí tenemos reseñistas y lectores que pueden dar una opinión mucho más autorizada que la mía en torno a Banville.
Muchas gracias por tu comentario, Gabriel.
Hola a todos. En mi caso, de Banville, he leído «La guitarra azul» y me pasa lo que a Carlos: está muy bien escrita pero la historia que cuenta no me terminó de convencer.
Saludos
Marc
Buenas tardes. Creo haber intercambiado ideas sobre Banville con Juan, hace ya algún tiempo. Y me parece que nuestra ponderación sobre este autor era algo más positiva.
Leí primero Antigua luz. A mi juicio, una magnífica novela sobre el fin de la infancia y los primeros escarceos amorosos del protagonista.
Luego leí Infinitos, y debo reconocer que la originalidad de su trama no terminó de atraparme.
Sin embargo, sigo pensando que es un escritor de gran mérito cuya obra continuaré explorando, en la medida que me sea posible.
Saludos desde Buenos Aires!
Conocéis al autor mucho más que yo, pero veo que las sensaciones que os quedan son más o menos parecidas, como si nos quedásemos con ganas de un libro más que nos confirmase las virtudes que hemos encontrado, sin las carencias que las acompañan.
Gracias por los comentarios.
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