Año publicación: 2006
Valoración: Bastante recomendable
Si tecleas Alberto Olmos en el ordenador, el primer enlace,
¡cómo no!, es el de su entrada en la Wikipedia. Ahí podemos leer:
“Durante
tres años residió en Japón en la prefectura de Tochigi.
Allí dio clases de español y de inglés, hizo crítica cinematográfica y
literaria, y se inició en el mundo de los blogs”.
Por lo que, una vez leída “Trenes hacia Tokio”, comprobamos
que se trata de una especie de ¿novela autobiográfica?. En ella, Alberto Olmos
se transforma en David, treintañero profesor de inglés en una escuela infantil
y profesor de español para mujeres niponas.
Afortunadamente, sobre todo tratándose de un libro ambientado
en Japón, no nos encontramos con una idealización del país o de sus costumbres
y cultura (no está mal un poco de desmitificación).
No es un libro “sobre Japón”. No. Aunque pueda no parecerlo,
es un libro sobre el desarraigo, la soledad y el absurdo (¡Toma ya!). En él, asistimos
al día a día de Olmos – David en Japón.
Es Olmos-David un observador lúcido, honesto, con buenas dosis
de humor, cinismo e ironía (no solo en su mirada hacia el exterior, sino hacia
su propia situación) y con un lenguaje ágil, directo, sin concesiones, sin
florituras, con frases cortas que parecen más bien apuntes tomados a
vuelapluma.
En los primeros capítulos, Olmos – David actúa más como un
observador del exterior y se centra, fundamentalmente, en su relación con
Kokoro (destaca, para mí, el capítulo “Ríete tú de Raymond Carver”) y sus
problemas de adaptación y su desubicación (en “Malibú”).
En la segunda parte del libro, tras su ruptura con Kokoro,
Olmos – David aparece como una persona liberada de la carga que la relación le
suponía. Se convierte en un narrador mucho más ácido (valgan como ejemplo “Dignidad”
o “El momento culminante de mi fracaso”), no exento de humor (impagable esa
imaginada violación por parte de un grupo de bibliotecarias sobre una mesa con
todos los libros de William Faulkner abiertos por la página 33 de “Balada de
las bibliotecarias dominatrices”), con sus filias, fobias y perversiones.
Olmos nos cuenta, por tanto, su experiencia a partir de
pequeñas escenas cotidianas (sus viajes en tren, cenas familiares, visitas a la
biblioteca, etc.), que forman los diferentes capítulos de libro, y que
permanecen unidas entre sí por un tenue hilo narrativo. Es tan tenue este hilo que no sabría si
clasificar el libro como novela o conjunto de relatos.
Pero, ¿qué más da? Es, a fin de cuentas, un libro
interesante, de ritmo frenético, divertido, pero que quizá esté muy dirigido a
un “público” de 30 a 50 años, tanto por su forma como por su fondo. Al menos
yo, situado en esa franja de edad, la identificación que he podido sentir con
el personaje en ciertos momentos ha sido muy alta. Cuestión generacional, supongo.
4 comentarios:
Me gustó "A bordo del naufragio", pero no he leído nada más de este autor. En ese libro mi yo veintañero también se vio parcialmente identificado, debe ser virtud de Olmos lograr esa empatía generacional con el lector. Como ahora estoy en la franja de edad que comentas y viajar a Japón es uno de mis muchos deseos frustrados, anotaré este título.
Saludos.
Hola Gerardo!
No te puedo decir nada de otros libros de Olmos. Este es el primero suyo q leí. Me parece un libro muy "generacional", la verdad. Pero no esperes nada parecido a una guía de Japón.
Gracias por el comentario
Es uno de los mejores libros de Alberto Olmos, para mí. Se nota que es un prosista genial, con muy buenas ocurrencias y capacidad de encontrar la comparación idónea y de darle la vuelta a una situación determinada. Quizás flaquee más como narrador, aunque algunas de sus obras lo desmienten. Supongo que esa sensación de "novela generacional" viene de que escribe sobre la vida contemporánea: el desarraigo, la vida de pareja, la globalización, etc.
Me parece curioso que, sin ponernos de acuerdo (aunque nadie nos vaya a creer), hayamos reseñado al mismo tiempo dos libros protagonizados por personajes españoles en Japón y obra de escritores que residen o han residido en ese país, pero, sin embargo, muy diferentes, según parece. Muy interesante...
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