domingo, 3 de mayo de 2015

Penelope Mortimer: El devorador de calabazas

Idioma original: inglés
Título original: The Pumpkin Eater
Año de publicación: 1962
Traductora: Magdalena Palmer
Valoración: Ni idea...

Exactamente: no tengo ni idea de cómo valorar esta novela. De hecho,  me encuentro tan "ojiplático" como el dibujo que ilustra la portada... bueno, casi; reconozco que ante de ponerme a leerlo, ya sabía un poco lo que me esperaba, tras leer la solapa del libro, que abunda en información sobre éste y su autora. Aún así, sigo estando bastante despistado sobre lo que pienso de él... y no sé si se debe a mi propia incapacidad como lector o a la de la propia novela para implicarme en su lectura.

Vayamos por partes; primero, el argumento: a principios de los años 60, en Londres, una mujer inglesa de treinta y tantos años se somete al tratamiento de un psiquiatra, debido a la aparente depresión que sufre. No se nos dice su nombre, pero vamos conociendo sus características y circunstancias de su vida: ama de casa, atractiva; en principio, inteligente; casada con un exitoso guionista de cine y televisión que en los últimos tiempos ha tenido gran éxito profesional y económico, que les permite vivir sin estrecheces. no hay nada en su vida que parezca causa o muestra de un desequilibrio...excepto, quizá que para comienzos de su treintena, la mujer ya se había casado cuatro veces y alumbrado un número indeterminado de hijos (no se nos concreta el número con claridad, pero parecen ser unos siete u ocho)... Aparte de que su marido, además de llevar una mayor vida social, a causa de su trabajo y beber quizá en demasía, tiene cierta tendencia a serle infiel cuando tiene ocasión de ello. La solución que encuentra la protagonista para sus problemas conyugales y para llenar el vacío existencial -y pongo lo de "vacío" sin intención irónica alguna- resulta ser, adivínenlo... pues volverse a quedar embarazada. Con las desastrosas consecuencias que cabe adivinar (empezando para ella misma)

Que conste que no soy tan merluzo como para no ver que en esta historia hay un trasfondo mayor que el de un simple drama de clase media sobre una mujer más o menos desequilibrada que concibe hijos sin parar con el objeto de tener bien atado a un maridito picaflor. De hecho, la novela resulta más interesante cuando se expone la indefinición del papel de la mujer en la cambiante sociedad occidental de hace 50 años (en algunos aspectos, tampoco es que hayamos mejorado mucho, añado). O, más aún, la curiosa reacción que provoca llevar las convenciones sociales hasta sus últimas consecuencias: se esperaba que las mujeres fueran buenas esposas y madres... pero hasta cierto punto, sin convertir esa maternidad en una obsesión o en una respuesta para todo. O en un arma arrojadiza contra el mundo que la obliga a adoptar ese papel... Aunque tampoco, en realidad, es que la protagonista parezca tan absorbida por su papel de madre; al final lo que más le importa es la pugna de amor y odio que mantiene con su marido (de ahí el título del libro, que hace alusión a una cancioncilla infantil). La verdad, creo ser -lo intento- una persona abierta, tolerante y comprensiva con las circunstancias y actitudes de todo el mundo; más aún cuando se trata de personajes de ficción, pero mientras he leído el libro he deseado poder entrar en la historia y darles de gorrazos a esta pareja de cabezahuecas, hasta que les entrase algo de sentido común.

Peor es saber que esta historia es una suerte de roman à clef, pero con las claves bien a la vista de todos: en efecto, cuando la escribió la autora -que en su vida tuvo seis hijos de cuatro padres diferentes- estaba casada con el abogado, dramaturgo y guionista John Mortimer -que tampoco le fue a la zaga, pues a los dos hijos con esta Penelope, tuvo otros dos con su segunda esposa, también llamada Penelope y otro más fuera del matrimonio, con una actriz-, con el que mantenía un tormentosa relación. Más tormentosa aún, supongo, después de publicarse la novela y de que ésta fuera además llevada al cine (con la magnífica Ann Bancroft de protagonista), en cuyo éxito cabe suponer también tuviera algo que ver el hecho de tratar sobre personas conocidas en el mundo del espectáculo en Inglaterra... No quiero pecar de insensible: entiendo que la autora escribió la novela en un momento especialmente tenso y delicado de su vida. Pero eso no impide que haya un aire de revancha atraviese toda la historia,  lo que resulta un tanto incómodo...

Por lo que respecta al estilo de la novela, se alternan momentos de una calidad literaria más que notable, como los ágiles diálogos con el médico o los recuerdos de adolescencia de la protagonista, con otros que bordean una insufrible mezcla de melodrama radiofónico, confesiones autoinculpatorias y prólogo de una búsqueda de la serenidad interior; unos años más tarde, la protagonista se hubiera ido a la India a comer, rezar y amar, dejando a sus ocho hijos al cuidado de la niñera. En 1962, puede que conformara con que su marido no la pusiera más los cuernos. Y él, con seguir poniéndoselos sin que se enterase su esposa.

Lo dicho: no sé cómo valorar esta novela. Y casi que tampoco me apetece hacerlo. Habrá a quién le pueda parecer interesante e incluso recomendable. A otrxs lectorxs, tal vez irritante... y creo que todxs tendrían razón.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola. En 1964, Jack Clayton, con columna sonora de Georges Delerue, adaptó esta novela a la gran pantalla, protagonizada por Ann Bancroft y James Mason. Un ejemplo más de la interrelación entre las artes. Muchas gracias por la sugerencia.

En cierta forma la protagonista se siente recluida por el propio concepto y tesitura de la feminidad. ¿Es el sino de la mujer ser madre y esposa o ése es el mero formulismo o grillete social alusivo al binomio madre-esposa?

Sería en extremo interesante conocer la opinión de las lectoras, especialmente hoy que celebramos del Día de la Madre.

Juan G. B. dijo...

Hola, amigo/a anónimo/a:
Creo recordar haber visto esta película en la tele, pero no la recuerdo con mucha claridad...
En cuanto a lo de programar esta reseña el día de la Madre...me acabo de dar cuenta: os prometo que ha sido casualidad, aunque quizás sí que sea una reseña pertinente...
Gracias por el comentario y un saludo

Jan Arimany dijo...

Tengo debilidad por las ediciones de esta editorial, pero esta vez tu reseña me ha dejado un tanto confundido... Creo que voy a esperar.
Gracias,

Juan G. B. dijo...

Hola, jan:
Yo también soy muy fan de los libros de esta editorial. En realidad,he de decir que éste encaja perfectamente en su línea editorial (de hecho,es contemporáneo y comparte escenario londinense con "Los solteros" de Muriel Spark, por ejemplo). Pero en este caso, también me encuentro bastante confundido con respecto a su calidad y su argumento de la novela: hay momentos muy buenos junto a otros...digamos que discutibles. Aunque resulta evidente que en estos altibajos de la novela influyó decisivamente la situación personal de la autora.
Un saludo y gracias por pasarte por aquí

Enrique Hormigos dijo...

Veo que no soy el único que desea entrar de vez en cuando a correr a gorrazos o tomarme unas cervezas con algún personaje, afición que llega al paroxismo cuando grito al futuro fiambre de una película de miedo lo de "¡¡Pero no bajes al sótano, capullo!!

En fin, un alivio, la verdad...

Juan G. B. dijo...

Hola, Enrique:
Pues lo cierto es que yo suelo ser bastante comprensivo con los personajes y aun con sus creadores (que nadie es perfecto y yo menos todavía)...pero en este caso no he podido evitar el hartazgo ante una estupidez bastante pertinaz...bueno, mejor dicho, ante la alternancia de momentos de lúcido autoanálisis son otros de insoportable ceporrismo.
Un saludo y gracias por el comentario.

Talibán dijo...

A mí también me desconcierta la novela, pero me ha gustado más. Entre otras cosas me ha parecido original y levemente lunática. Creo que el mismo año publicó Doris Lessing su Cuaderno Dorado, que es una novela tan poco lunática y tan poco divertida que desde luego merece un Premio Nobel.

Mucha de la Literatura femenina llamada confesional -entro en terreno peligroso- consiste en crucificar al macho y hallar la la "liberación en el interior", es verdad; simplemente yo pienso que esta no responde exactamente a ese esquema y que desconcierta tanto porque la propia narradora no sabe adónde va y yo diría que no sabe adónde llega. El final me recuerda mucho a la escena última de la película "Ocho y medio" de Fellini: Todos danzando y esto es mi vida.

Enhorabuena por el comentario y por (¿no?) recomendar un libro tan singular. Y las calificaciones son un asco, coincido plenamente.

Juan G. B. dijo...

Hola, Talibán:
Sí, lo de "lunática" quizá sea un adjetivo que se adecua bastante bien a esta novela. También coincido en que la protagonista no sabe adónde va ni adónde llega... en realidad, lo que me descoloca a mí no es tanto la falta de criterio de la protagonista (y de la propia autora, pues ya digo que la narración tiene un fuerte cariz autobiográfico), sino que oscile de una manera tan acentuada entre la crítica acerada de su propio pasado y del papel de la mujer en la sociedad en la que vivía (por ejemplo, cuando recibe la carta de una mujer también bastante desorientada) y el sexismo subyacente, creo yo, a pensar que todos sus problemas se reduzcan a cómo sea la relación con su marido y a si éste la engaña o no (¡por Dios, si es tu cuarto marido y ya tenías 6 hijos cuando te casaste con él!).
En fin, sigo pensando que es una novela interesante, hasta cierto punto, pero que hay que leer con una ceja levantada, como mínimo..
Un saludo y gracias por comentar.