Fecha de publicación: 1962 (en español, por Alpha Decay en 2012, con traducción de Rubén Martín Giráldez)
Valoración: Interesante
Qué poco me apetece reseñar este libro en el que su autor analiza y pone a caldo las reseñas que un buen puñado de críticos literarios con cierta fama le hacen a una novela que él considera la bomba.
No sé si la culpa la tendrá el inclemente calor maltés, el atontamiento del que soy presa cuando me sumerjo en las anestesiantes vacaciones estivales, o mi reciente afición a leer blogs dedicados a criticar libros que la mayoría de las veces resultan a sus reseñistas bastante malos, pero lo cierto es que tengo una desagradable sensación de "empacho" de análisis literario, análisis literario ácido, je veux dire.
Y ojo, que ello no me impide hacer un ejercicio de autocrítica... Vamos, que soy consciente de que el tono indignado, jocoso y malévolo con el que algunos criticamos con mayor o menos frecuencia libros que nos intentan vender como obras loables y que nosotros consideramos de baja calidad o, incluso, auténticas tomaduras de pelo, puede llegar a cansar o saturar. Más aún si uno se empecina, además, en criticar la vida personal de los escritores, las acciones mafiosas de las editoriales, la falsedad de algunos premios literarios, etc, etc...
Pero a lo que iba...
Resulta que en esta etapa de lectura de reseñas avinagradas (más allá de ULAD, matizo) que estoy pasando, no se me ha ocurrido otra cosa que deglutir en apenas un par de tardes un libro en el que se critica a críticos literarios, y este rizo demencial ha hecho que mi cabeza conectara rápidamente con la engolada preguntita "¿Quién vigila a los vigilantes?" del comic/filme Watchmen.
Resulta que en esta etapa de lectura de reseñas avinagradas (más allá de ULAD, matizo) que estoy pasando, no se me ha ocurrido otra cosa que deglutir en apenas un par de tardes un libro en el que se critica a críticos literarios, y este rizo demencial ha hecho que mi cabeza conectara rápidamente con la engolada preguntita "¿Quién vigila a los vigilantes?" del comic/filme Watchmen.
Porque, ¿quién critica a los críticos? Pues miren, aparte de internautas en desacuerdo, trolls caverneros and company, tipos como Jack Green, el autor de ¡Despidan a esos desgraciados! (título muy utilizable en pancartas de la Spanish Revolution, por cierto).
Jack Green es un tipo misterioso del que apenas circulan un par de fotos y que sacó su propio fanzine para publicar sus cosas y despotriques en los 60. Algunos dicen que Jack Green no existe (la foto que sacan los de Alpha Decay en su edición me hace pensar en un una suerte de Algarrobo, sí, sí, el de Curro Jiménez, intelectual); otros, que es el mismísimo y también presunto-inexistente Pynchon; otros, que en realidad se llama Christopher Carlisle Reid; otros, que es, fíjate tú, William Gaddis, y algunas teorías más.
La cosa es que, fuera quien fuera, sea quien sea, Jack Green, al individuo le sentó muy mal que casi todos los críticos de la época pusieran a bajar de un burro la novela Los reconocimientos, la primera obra de un hombre de 32 primaveras llamado William Gaddis que por lo que cuentan (no, no la he leído), irrumpió en el mundo literario con la misma fuerza y capacidad desconcertante que el amado/odiado Ulises de James Joyce.
Al parecer, a Green este libro le pareció magistral y se indignó cuando leyó y leyó críticas y más críticas negativas al mismo, críticas que, según él, no estaban bien fundamentadas, eran injustas o, sencillamente, habían sido escritas por personas que ni siquiera se habían leído la obra. Y en ¡Despidan a esos desgraciados!, Green se desahogó analizando minuciosamente estas críticas y denunciando mediante elaboradas explicaciones y análisis por qué sus autores, según él, merecían acabar de patitas en la calle.
En fin. Este ensayo de Green es un libro interesante, sobre todo para los que, de una forma u otra, están familiarizados con el mundillo de la crítica literaria. Y es que pone en duda la profesionalidad de los que en teoría son los más autorizados en la materia. E incluso se atreve a darles también un coscorrón figurado a los que alabaron las virtudes de Los reconocimientos de forma poco creíble o con endebles argumentos.
Pero una cosa es cierta: yo, por mi parte, ya he tenido bastante. De blogs de crítica biliosa y libros criticones. Será el calor maltés, pero creo que en los próximos días me voy a poner con alguna cosita más light. Paso de que comience a salir humo de mis paneles auditivos.
La cosa es que, fuera quien fuera, sea quien sea, Jack Green, al individuo le sentó muy mal que casi todos los críticos de la época pusieran a bajar de un burro la novela Los reconocimientos, la primera obra de un hombre de 32 primaveras llamado William Gaddis que por lo que cuentan (no, no la he leído), irrumpió en el mundo literario con la misma fuerza y capacidad desconcertante que el amado/odiado Ulises de James Joyce.
Al parecer, a Green este libro le pareció magistral y se indignó cuando leyó y leyó críticas y más críticas negativas al mismo, críticas que, según él, no estaban bien fundamentadas, eran injustas o, sencillamente, habían sido escritas por personas que ni siquiera se habían leído la obra. Y en ¡Despidan a esos desgraciados!, Green se desahogó analizando minuciosamente estas críticas y denunciando mediante elaboradas explicaciones y análisis por qué sus autores, según él, merecían acabar de patitas en la calle.
En fin. Este ensayo de Green es un libro interesante, sobre todo para los que, de una forma u otra, están familiarizados con el mundillo de la crítica literaria. Y es que pone en duda la profesionalidad de los que en teoría son los más autorizados en la materia. E incluso se atreve a darles también un coscorrón figurado a los que alabaron las virtudes de Los reconocimientos de forma poco creíble o con endebles argumentos.
Pero una cosa es cierta: yo, por mi parte, ya he tenido bastante. De blogs de crítica biliosa y libros criticones. Será el calor maltés, pero creo que en los próximos días me voy a poner con alguna cosita más light. Paso de que comience a salir humo de mis paneles auditivos.
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