Idioma original: inglés
Título original: The Birthday Party
Año de estreno: 1958
Valoración: recomendable
Las únicas obras de Harold Pinter que he visto representadas son Celebración, que es una de las últimas que escribió, y La fiesta de cumpleaños, que es una de las primeras, y lo cierto es que se notan diferencias (estilísticas, temáticas, escenográficas) que evidencian la evolución del Premio Nobel de Literatura de 2005. Celebración era más crítica socialmente (ridiculizando la hipocresía y las falsas pretensiones de la alta burguesía), y el lenguaje de Pinter, lleno de ironía y de silencios, se notaba más perfeccionado, más personal; La fiesta de cumpleaños es más cruda, más violenta, está mucho más cerca de Beckett que de Ionesco.
La fiesta de cumpleaños, como otras obras de Pinter, ha sido clasificada como "comedia de amenaza"; efectivamente, toda la pieza está atravesada por la sensación de peligro inminente, especialmente acentuada con la llegada de los personajes de Goldberg y McCann, matones al servicio de quién sabe qué agencia o empresa pública o privada. El triángulo de personajes "inocentes" (Stanley, un pianista frustrado, y el matrimonio Boles, que lo alojan en su casa en un desconocido pueblo de Inglaterra) serán manejados como títeres por la violencia de los otros, sin que se sepa muy bien a qué se debe esta violencia ni cuál es su objetivo. Lulú, una joven muchacha que parece atraída por Stanley, será también absorbida por este vértigo de violencia absurda. Solo hacia el final de la obra el señor Boles, hasta entonces un personaje muy desdibujado, pronunciará una frase que resume probablemente el sentido de la obra: "¡Stanley, no deje que le digan lo que tiene que hacer!".
Como muchas obras del denominado "teatro del absurdo", La fiesta de cumpleaños deja abiertos numerosos interrogantes que el espectador intenta, sin éxito, despejar: ¿Por qué Goldberg y McCann acosan a Stanley de esa forma? ¿Por qué a la señora Bole le aterroriza que llegue alguien con un carrito? ¿Cuál es la verdadera historia de Stanley, para pasar de ser un pianista de cierto reconocimiento al estado depresivo y decadente en que está ahora? ¿Es, o no, el día del cumpleaños de Stanley? Las incertezas se extienden incluso a la identidad de los personajes, que incluso cambian de nombre en diversos motivos de la obra (Goldberg dice llamarse Nat, pero también "Simey" y "Benny").
El día de su estreno, La fiesta de cumpleaños fue un fracaso: las críticas fueron terribles, y parecía que la carrera de Pinter como dramaturgo estaba condenada. Actualmente, es una pieza canónica del teatro occidental del siglo XX, y una de las más representadas de su autor. Personalmente, me gustó más Celebración, que es más ácida, más divertida, más "pinteriana" también; pero en cualquier caso estamos ante una de las obras fundamentales de uno de los autores fundamentales del teatro europeo contemporáneo.
También de Harold Pinter en ULAD: Celebración
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