Año de publicación: 2021
Valoración: recomendable
Nunca (o casi nunca, va) leemos un libro del que no sabemos absolutamente nada. Si ha llegado a nuestras manos y hemos decidido dedicar una parte de nuestro tiempo a leerlo, debemos de tener alguna razón: o conocemos a su autor, o nos interesa el tema, o hemos oído o leído opiniones de otros lectores, o nos ha seducido el argumento, o simplemente nos ha gustado la portada (que nos ha sugerido alguna idea sobre el contenido). En muchos casos, cuando comenzamos a leer un libro sabemos a qué género o subgénero pertenece, y lo hemos elegido precisamente por ello. Con todos estos datos previos (a los que frecuentemente se suma la lectura de los paratextos: contraportada, solapas, prólogos, prefacios...) nos creamos unas expectativas, que luego el texto cumplirá o defraudará.
En el caso de Arde Torrevieja, la web de la editorial y la contraportada la describen como "una novela de terror hecha de los miedos que todos conocemos, esos que duermen detrás de los tabiques de nuestras casas". Se habla de sótanos, de sectas, de aquello que "se esconde debajo de los adoquines" y de que "nada permanece enterrado demasiado tiempo". Toda una constelación de imágenes y ecos de libros y películas se conecta con esas palabras, cuidadosamente escogidas para sugerir sin contar demasiado. Fueron esas las expectativas con las que me compré Arde Torrevieja, de J. M. Sala, un autor del que no sabía nada, aunque publicado por una editorial en la que confío (Antipersona).
Y esa fue solo la primera vez que Arde Torrevieja me engañó.
Porque vamos a ver, ¿es Arde Torrevieja una novela de terror? Pues no, no propiamente. O sí, depende cómo se defina el género. Es evidente que es una novela que en ciertos momentos provoca inquietud, desasosiego, tensión: momentos en que se insinúa que va a pasar algo terrible o sobrecogedor, como en esas escenas de las películas en las que suena una música tenebrosa (en los subtítulos dice: ominous music) mientras un personaje avanza por un pasillo oscuro y sabemos que se aproxima un susto. Solo que en este caso no sabemos es si eso terrible que va a pasar es el fin del mundo, una explosión, la mano de un zombie saliendo de detrás de una puerta o un violador armado con "burundanga". Arde Torrevieja es, creo, una especie de meta-novela de terror, escrita por alguien que conoce el género (o los géneros), y que juega a combinarlos: el género de muertos vivientes o fantasmas, el género de invasiones alienígenas, el género postapocalíptico... Y también otros terrores más realistas y humanos: el terrorismo, la violencia contra las mujeres, los conspiranoicos... Todo ello en un contexto ya de por sí distópico: la Torrevieja de inicios de los años 2000, la del boom turístico y urbanístico, aquella época "dorada" en la que en la construcción se ganaba dinero a espuertas...
Así, Arde Torrevieja es una novela muy inteligente, aunque también algo cabrona con el lector, al que constantemente pide que complete los huecos sugeridos por el texto, para unas veces confirmar sus expectativas y otras llevarle en una dirección completamente diferente. (Son muchos los capítulos que terminan con un cliffhanger, que viene a ser el equivalente literario del "lo que pasa a continuación te sorprenderá" periodístico). ¿Es legítimo "engañar" así al lector, jugando con sus expectativas, tanto dentro como fuera de la novela? Pues por supuesto, nos han merengao, como decía un personaje de La colmena. Sobre todo si se hace con inteligencia, consciencia de lo que se está haciendo y, también, creo, un cierto grado de autoparodia que nace precisamente de la insistencia en el recurso, y de lo obvio que llega a ser en algunos momentos que al lector se le ha escamoteado información durante un tiempo para sorprenderlo después. Es verdad que a ciertos lectores que esperen una novela de terror más clásica y menos "meta" les puede cabrear o decepcionar, pero para quien busque algo diferente es un viaje muy divertido, casi como aquellos libros de "Elige tu propia aventura" que leíamos cuando éramos más jóvenes.
Y a esto se añade que Arde Torrevieja se lee muy bien, de forma ágil y atractiva (después de un principio, creo, algo menos conseguido), quizás porque es una novela inteligente también en su construcción: a partir de tres personajes centrales (el Rojo, Juan y Sonia, hermana de Juan) los capítulos se van alternando, creando subtramas que se complementa y con frecuencia confluyen en un mismo espacio o en un mismo tema, con paralelismos constantes (aunque necesariamente algo artificiales) que contribuyen generar ciertas expectativas en el lector, y acaban por derivar en un desenlace que funciona sorprendentemente bien. (Me ha recordado, por eso, a Una comedia canalla de Iván Repila, que empleaba una estructura semejante con magníficos resultados).
Claro que se le pueden poner algunas pegas a la novela (si no, la clasificación habría sido más alta que "recomendable"): el estilo, por ejemplo, podría ser más cuidado y personal, y evitar caer en algunos clichés, sobre todo en descripciones y adjetivaciones. Y también se le puede reprochar que el texto es algo machacón con la descripción pormenorizada de los desastres urbanísticos de Torrevieja en los años de hiperurbanización acelerada de la costa espanola: obras defectuosas o inacabadas, explotación de los recursos naturales y humanos, corrupción y chanchullos... Aunque también es posible que esta insistencia, más concentrada en los primeros capítulos pero constante a lo largo de toda la obra, tenga que ver con el objetivo de la propia novela: recordarnos que aunque podamos imaginar todo tipo de horrores (aliens, zombies o fantasmas) lo realmente terrorífico es lo que los seres humanos somos capaces de hacernos los unos a los otros (y al planeta) por un puñado de billetes.
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