miércoles, 3 de enero de 2018

Miguel Ángel Asturias: Leyendas de Guatemala

Idioma original: castellano
Año de publicación: 1930
Valoración: Recomendable

Miguel Ángel Asturias es conocido por obras como ‘El señor presidente’, novela centrada en la figura de un dictador –asunto sobre el que en Latinoamérica tienen un filón, aunque aquí también sabemos algo- y caracterizada desde el punto de vista estilístico por un cierto grado de experimentación, lo que hace de ella una obra sumamente interesante, aunque de lectura algo fatigosa (al menos es la impresión que tengo, después de transcurridos muchos años).  ‘Leyendas de Guatemala’ fue la primera obra publicada por Asturias y, aunque el parentesco con la anterior resulta muy lejano, presenta también alguna dificultad para disfrutarla sin un cierto esfuerzo.

Se trata de una colección de relatos que entroncan absolutamente con tradiciones orales de aquel país centroamericano, sin duda bajo la influencia de los estudios que el autor desarrolló sobre la cultura maya y las civilizaciones precolombinas. El primer texto, titulado precisamente ‘Guatemala’, es una especie de presentación del escenario que enmarca el resto del libro. Ahí están, en forma casi siempre simbólica, algunas claves de lo que se nos presenta más adelante. Resulta significativa la descripción que Asturias hace de la capital guatemalteca como una ciudad construida sobre otra: la superposición de culturas es uno de los elementos fundamentales de la obra, que continuamente abunda en el mestizaje cultural, la confluencia de la colonización con la civilización indígena, de cuyo sincretismo nace la identidad misma del país. En este sentido el libro tiene un cierto aspecto ensayístico, lejano pero perceptible.

El primer cuerpo de relatos es una reinterpretación de media docena de leyendas, casi todas situadas en la primera época colonial. Al hilo de esas viejas historias se nos presentan dioses, demonios y guerreros, personajes animales que a veces evocan el tono de la fábula; pero también otros tan sugerentes como ‘maestros-magos que enseñan la fabricación de las telas y el valor del cero’ o ‘montañas que movían los párpados’, el hombre-volcán y el hombre-adormidera. Todo un repertorio de seres misteriosos, formidables, que habitan un país exuberante en el que la naturaleza es igualmente protagonista y nada se entiende sin ella. Un entorno abrumador de selvas, volcanes, ríos, flores, animales y montañas, que a veces adoptan cualidades humanas, y señalan el entronque esencial, inevitable, del hombre con la tierra, algo que por cierto es una constante en el imaginario cultural en todo el mundo.

Asturias no hace concesiones, no parece tener ninguna intención de facilitar el trabajo al lector que podríamos denominar occidental acomodado, de ‘traducir’ las leyendas a formas literarias amables. Al contrario, su estilo resulta atronador, rítmico hasta adentrarse en lo poético, y siempre cargado (hasta saturado) de imágenes y sensaciones poderosas. Esa intensidad de los colores, los aromas y los sonidos alimenta la densidad del texto y a veces, si se me permite la osadía, toda esa sensualidad me hace pensar en su casi vecino Rubén Darío.

La segunda parte del libro es en realidad una obra de teatro incluida en ediciones posteriores. Dedicada al dios maya Cuculcán, y con una escenografía que recuerda un poco al kabuki japonés (máscaras, de nuevo colores intensos, la necesidad de una lectura más allá de lo que declaman los personajes), se cuentan las maniobras del pájaro Guacamayo para cuestionar al dios-rey, valiéndose de uno de sus guerreros. La obra se desarrolla en una clave simbólica que no es nada fácil desentrañar, y admite diferentes perspectivas. Ya que estamos en plan atrevido, diría que tiene momentos en que el ambiente hace recordar tragedias griegas en torno a héroes semidioses, y desde luego resulta muy potente visualmente.

De manera que tenemos una buena colección de relatos que, en formatos diferentes, transmiten con gran intensidad esas viejas tradiciones ('leyendas-sueños-poemas', como lo describía Valéry), entre las que creemos ver desde la distancia el alma de aquel pequeño país.

Otras obras de Miguel Ángel Asturias en ULAD: El señor presidente

10 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Para cuándo algún libro del británico Peter Ackroyd?

Carlos Andia dijo...

Paso la pregunta a los demás reseñistas.

Gracias por tu amable comentario.

Interlunio dijo...

Supongo que el interés cultural que tiene la obra es suficiente para no pretender encontrar en ella mayor entretenimiento.
Sin desmerecer ni criticar los libros universales o, en mayor o menor medida, de interés para un público más amplio, yo encuentro mucho valor en escritores que, como Asturias, dejan para la historia esta especie de "documentos" sobre la tradición y raíz de una parte del mundo. Son necesarios.

Entendí en tu reseña, aunque con otras palabras, que tú también supiste valorar el libro en ese aspecto.

Buena reseña. Gracias Carlos.

Carlos Andia dijo...

Desde luego, hace falta mucho bagaje cultural, referido además a un entorno bastante concreto -bagaje que yo desde luego no tengo- para encontrar entretenimiento en una obra como esta. Lo que consigue Asturias es reinterpretar esas tradiciones que él sí conocía muy bien en clave literaria en la que se incorporan elementos interesantes, a veces el ritmo poético, otras algún matiz surrealista o la puesta en escena del último relato. A los no iniciados nos debería bastar esa inmersión en un mundo de leyendas ancestrales que resulta muy sugestivo.

Muchas gracias por tu aportación, Interlunio.

El Puma dijo...

Hacía muchos años que no escuchaba nada de Miguel Angel Asturias, cuya obra desconozco casi por completo. Algún relato leí en el colegio secundario, nada más.
No recordaba que había recibido el Nobel de literatura, que era considerado un precursor del realismo mágico y mucho menos que había residido muchos años en la Argentina, donde se casó en segundas nupcias con una señora de por aquí.
Pues entonces, muchísimas gracias Carlos por recuperar a este destacado exponente de la mejor literatura latinoamericana, y permitirme incorporarlo a la lista de autores por leer antes de que sea tarde.

Carlos Andia dijo...

Pues perfectamente se puede considerar que estos relatos tienen elementos que encajarían en el realismo mágico, lo que ocurre es que tampoco sabemos hasta dónde llega la leyenda y dónde empieza la ficción propiamente dicha, por lo que estaríamos ahí, en un límite difuso con el tipo de creaciones que identificamos con aquella famosa etiqueta. Pero por cronología y por vecindad cultural sí cabría pensar que pudo influir en esa maravillosa nómina de autores.

Gracias a ti, Puma, por seguir participando del blog.

César dijo...

Reivindicaciones como esta ayudan a poner de nuevo en el candelero a Miguel Ángel Asturias. Siempre pensé que ciertos estratos del boom trataron de deslegitimarlo.

Carlos Andia dijo...

Pues podría ser. Al margen de episodios aparatosos, sobre todo desde este lado del océano vemos el fenómeno del boom como algo que surge por generación espontánea, natural, estable, homogéneo. Pero sin duda tendrá también su historia interna y sus tensiones.
Gracias por tu aportación, César

Anónimo dijo...

Si les parece interesante este libro les recomiendo que lean hombres de maíz, también de Asturias y en la misma temática. No se bien porqué pero este autor me hace recordar a la escritura de Rulfo.

Saludos.

Carlos Andia dijo...

Muchas gracias por tu recomendación, Anónimo. Un saludo.