viernes, 1 de junio de 2018

Joanna Hellgren: Frances

Idioma original: sueco
Título original: Frances
Año de publicación: 2013
Traducción: Raúl Martínez
Valoración: Recomendable

Lo dije en la meta entrada de final del año pasado que uno de mis retos para el 2018 era leer novela gráfica; a lo que no me comprometí fue a reseñar novela gráfica y mucho menos a estrenarme con semejante tocho de 372 páginas.

Para hacer honor a la verdad, Frances es una historia en tres partes que se publicaron como volúmenes independientes y que posteriormente se reunieron en un solo tomo. Me la recomendó un amigo que sabe mucho de tebeos —que se mosquea cuando digo tebeos— y que conoce el pie que calzo en lo que a lecturas se refiere, así que le pareció muy pertinente que mi primer contacto serio con la novela gráfica fuera a través de esta bella guía telefónica. 

Resumen resumido: Tras la inesperada muerte de su padre, Frances, de ocho años, se va a vivir con su hasta el momento desconocida familia paterna: un abuelo con alzheimer y una tía soltera —Ada— que cuida de él, lleva la casa y tiene una vida sentimental no convencional. Frances irá creciendo emparedada entre un pasado de pérdidas plagado de preguntas sin respuesta y un presente ajeno en el que tendrá que desarrollar todos los recursos para adaptarse y hacérselo suyo.


Se trata de una bildungsroman o novela de aprendizaje cuyo eje principal (relatarnos la vida de Frances) se ramifica en varias subtramas del pasado y del presente que en su desarrollo aportan nueva información que retroalimenta a la trama principal. Y es que la trama es uno de los puntos fuertes de esta obra ya que alcanza bastante complejidad y está muy bien hilada, con muchos detallitos que entran en diálogo a lo largo de las páginas. Los saltos temporales se producen sin compasión para el lector lo cual obliga a no confiarse pero no por ello resulta difícil de seguir. 

Por el contexto se diría que la historia se sitúa a principios del siglo XX pero podría situarse en la actualidad de no ser por algunos detalles muy concretos. 

En cuanto al estilo, permitid que os hable como la novata desacomplejada que soy (¡sí!) en cuestión de novela gráfica: me ha gustado mucho descubrir cómo los recursos compositivos y gráficos se convierten en las herramientas narrativas que en las novelas convencionales conocemos como «voz», «estilo» o «estructura». Lo más destacable, el dibujo, ese trazo ligeramente nervioso y poco enérgico que configura unos escenarios y personajes con un toque naïf que tan bien transmite la vulnerabilidad de las cuestiones vitales y emocionales que están en juego. Otros recursos que contribuyen muy bien a la construcción de la atmósfera triste y poética que envuelve la historia son:

  • Todos los momentos en los que las imágenes transcurren desnudas de texto y lo que se omite transmite más que lo que se dice.
  • El contraste entre secuencias rápidas y con poco detalle frente a planos estáticos recargados de tramas y definición que sugieren una inmovilidad artificiosa.
  • Encuadres y perspectivas forzados que exigen la atención del lector y le obligan a ponerse en el punto de vista del personaje.
  • Momentos en los que predomina el minucioso detalle del entorno sobre unos personajes que se perciben casi por omisión de color y tratamiento.
  • La atmósfera emocional de los personajes en cada momento, tanto por los sutiles expresiones esbozadas en sus rostros como por el tratamiento del entorno que los rodea.

En cuanto a los personajes, la tía Ada es el más interesante y el que más crece ante los ojos del lector, el más complejo junto con la propia Frances, una niña con bastante personalidad cuyo retrato enternece y sorprende a partes iguales. Me ha parecido también remarcable el personaje de la madre de Frances, cómo transmite su conflicto interior desde la omisión y la negación. 

Le doy un recomendable porque visualmente es muy magnética y la trama me ha gustado, está bien construida; los secretos y las incógnitas se van desgranando poco a poco y de forma inesperada, la información se cruza y el lector acaba teniendo una visión bastante completa de las dinámicas familiares y humanas. Pero tal vez lo que está mejor de todo, como en las buenas historias, no es tanto lo que se explica como el poso que queda tras la lectura; en Frances quedan preguntas abiertas de calado general como, por ejemplo: ¿qué significa familia? o ¿llegamos a conocer realmente a aquellos con los que convivimos?

4 comentarios:

Diego dijo...

Creo que no. Creo que no llegamos nunca a conocerlos realmente. Cito a Juan Villoro citando a Ribeyro:

"Nada más difícil que descubrir lo que un ser querido puede ser al margen de nosotros. En un fragmento de su diario, Julio Ramón Ribeyro cuenta cómo espió a su madre:

“Oculto entre la multitud, estuve observando ese rostro, sin atreverme a acercarme, porque estaba seguro de que si me divisaba, caería sobre él toda la sombra que era capaz de contagiarle mi presencia. Y por eso me fui, avergonzado, remordido, porque tal vez ése, y solamente ése, era el verdadero rostro de mi madre”.

He creído vislumbrar ese rostro cuando mi madre lee, o cuando piensa las cosas como si pudiera escribirlas. Sólo entonces veo el gesto que brinda a los desconocidos; su rostro despejado, sin sombra de testigos demasiado próximos."

No me atrae la novela gráfica pero tu reseña ha dejado esta en buen lugar.
Gracias.

Unknown dijo...
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Beatriz Garza dijo...

Diego, las buenas historias son las que nos llevan a indagar en lo que hay más allá de lo que parece puramente cotidiano.

Un saludo

Beatriz Garza dijo...

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