Año de publicación: 2008
Valoración: se deja leer
Si Jorge Carrión no nos regalara sus insanamente largas listas de referencias, yo hubiera dejado este libro algunos meses más en la estantería de casa, donde estaba desde cuando me hice con él, por un par de euros en un cajón de un puesto de segunda mano. Cosa nada significativa: he encontrado maravillas en esas condiciones, y, en el fondo, uno se pregunta de dónde salió el libro y quien decidió deshacerse de él. Y por qué.
La estela de Hunter S. Thompson irrumpe casi de inmediato al hacer acto de presencia algunos detalles: el arsenal de drogas, el encargo profesional, esa etiqueta adaptable del punk-journalism. Y puede que el estilo de Juan-Cantavella obedezca a esa necesidad de mostrar caos y aceleración, pero me acude cierta duda sobre si ello es necesario, más cuando el tramo inicial de la novela no pone las cosas fáciles. Miedo me da (no miedo y asco) enfrentarme a esas intrincadas composiciones que me recuerdan un poco a los desorientados libros de la trilogía Nocilla. A la vez, me planteaba si la presencia de Marina D'Or (trasunto de Las Vegas, megalomaníaco complejo vacacional situado en la costa de Castellón), como paradigma de la especulación inmobiliaria que devastó la Comunidad Valenciana, era un guiño a convertir esta novela, en algún modo, en una versión espídica y algo más irónica de Crematorio de Chirbes.
Pero no.
Varias veces he corroborado en diversas fuentes que esta no es la primera novela del autor. Pues ello explicaría (o disculparía) un poco una sensación que me inunda (mejor, en que me sumerjo, o que me cala) a cada página. Que es como si Juan-Cantavella quisiera mostrar todas sus cualidades, como con miedo a no volver a publicar nunca más en un gigante como Mondadori. Esa tensión no beneficia nada esta lectura. Vamos, se trata de plantearse una trayectoria, no de incluir todos los registros en una relación atropellada, como si, muy punk, no hubiera futuro. Sí. He dicho atropellada. Estructurar esta novela en tres partes: así, Primera, Segunda, Tercera. Construir esos títulos para abrumar al lector, mostrar esa amalgama de extraños personajes, trasladar la trama y complicarla por el gusto de hacerlo. David Lynch con una camiseta de la Anti-Nowhere League.
Trebor Escargot es el periodista cargado de drogas que recibe el encargo de hospedarse durante una semana en el complejo vacacional. Conforme va tirando del menú-degustación narcótico del que se ha provisto, sus andanzas químicas transcurren paralelas a la realidad. Luego aparecerá cierta cuestión medio policíaca y tendremos un fin de fiesta con presencia papal incluida. Todo ello con mucha fanfarria modernizante y con mucho énfasis subliminal en lo urbano, pero con un, lo siento en el alma (juro que siempre empiezo un libro esperando que me guste) escaso sentido de la voluntad narrativa.
A veces gustarse a uno mismo no es suficiente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario