domingo, 4 de diciembre de 2011

El libro de mi infancia: Dioses y faraones de la mitología egipcia, de Geraldine Harris

Idioma original: inglés
Título original: Gods and Pharaohs from Egyptian Mythology
Fecha de publicación: 1982
Valoración: brutalparaniñosfrikis

La verdad es que al principio había pensado hablar de Los Hollister. Recuerdo ir devorando uno tras otro los volúmenes de la serie que había en la minúscula biblioteca de clase (un armario, vaya), incluso pedirlos prestado a algún compañero. Durante un tiempo me atraparon, desde luego, pero hoy en día no recuerdo nada de aquellos libros. Quizá que abusaban sin vergüenza de expresiones como "el pequeño travesuelo" o "la pecosa niña rubia", pero poco más. Así que me he decidido por la sinceridad y he pensado hablar de un libro que sí fue determinante. Sobre mitología egipcia, sí: ¿acaso no habéis pensado siempre que los autores de este blog eran una panda de niños frikis que leía cosas raras y se libraba por poco de las collejas en el patio? Pues aquí estamos Montuenga y yo para confirmar vuestras sospechas. Y a los demás... ¡no les creáis!

Con esta reseña estoy infringiendo varias de las leyes inmutables de Ulad. Además de unirme a las irresponsables burlas contra nuestro Sistema Unificado de Etiquetas (¡ay!), resulta que escribo sobre un libro que no tengo delante y cuyo recuerdo tengo más bien borroso. De todas maneras, la huella que me dejó no tiene que ver tanto con su contenido preciso -un compendio remasterizado de mitos egipcios- como con la puerta que me abrió para siempre. Será una exageración, pero a menudo pienso que si dedico mi vida a las Humanidades es por culpa de este libro. Yo debía de tener unos 7 u 8 años cuando este libro, si no recuerdo mal, me cayó unos Reyes en casa de mis tíos. Inmediatamente me fascinaron sus ilustraciones, que plasmaban con impecable realismo toda la extraña fauna divina del antiguo Egipto. Los textos también debían de estar escritos de forma amena, porque ni sé cuántas veces los releí. Enseguida fui capaz de recitar de memoria una sarta de ininteligibles nombres de dioses y faraones... para orgullo (y quizá inquietud) de padres y demás familia.

Es curioso, para escribir la reseña he tenido que buscar algunos datos del libro en Internet, ya que no recordaba ni siquiera el título exacto (eso sí, la portada podría dibujarla con los ojos cerrados). Parece una tontería, pero me ha sorprendido darme cuenta de que en efecto tenía una autora, una fecha de publicación, unos ilustradores... que era, en fin, un libro como los demás. Evidentemente, el libro en cuestión muestra una visión determinada de la mitología egipcia, que será susceptible de crítica, que elegirá una fuentes frente a otras, que suavizará los elementos más escabrosos, etc. Pero de niño uno nunca es consciente de eso. Ese libro era, para mí, Egipto mismo. Lo que decía no era una versión de nada, sino la verdad, pura y simple. Y una verdad, además, de lo más entretenida, porque las andanzas de los dioses tienen mucho que ver con los cuentos que yo acababa de dejar atrás. Después de este libro vinieron otros muchos, de la misma serie de Anaya, sobre mitología griega, romana, ibera, mesoamericana... Todos los devoré y los releí muchas veces, pero ninguno lo recuerdo como este primero.

Padres lectores del blog: tened presente que ningún contenido es "demasiado adulto" a los ojos de un niño. Pueden ser demasiado adultas las formas, claro: el lenguaje que se use o el estilo de las ilustraciones, si las hay. Pero una vez superada esa barrera, todo niño es una fuente inagotable de curiosidad. No digo que un libro de mitología sea una lectura más recomendable para niños que cualquier novela infantil o juvenil, pero no tiene por qué ser, desde luego, una lectura menos placentera. Eso sí, cuando luego vuestro retoño quiera contaros de principio a fin el mito de Osiris, no me vengáis a mí con las quejas...

7 comentarios:

Santi dijo...

Sí, todo muy bonito y muy bien, Jaime, pero no te perdono que te hayas escaqueado de reseñar "Los Hollister", con toda su cursilería moralizante y su idealización del "sueño americano" (que entonces nos encantaba, claro). Y esos malos malosos que luego se convertían en buenos gracias al cariño y a la generosidad de los Hollister... Ooooooooh...

Jaime dijo...

Jajaja, sí, tienes toda la razón, Santi! El problema es que de verdad no me acordaba de nada, y no los tenía a mano para hojearlos... Pero lo de los Hollister era de traca. En realidad, si lo piensas, pura propaganda de la Guerra fría... ¿habría un equivalente soviético que leyeran los niños kazajos? ¿Los Jolistovich, o algo así? Estoy convencido de que debe de haber numerosos seminarios de cultural studies analizando cosas como la normatividad whasp/straight o la subyacente homosexualidad reprimida en los Hollister...

izas dijo...

Qué fuerte, yo también leí Los Hollister. Bueno, de hecho, se los regalaban a mi hermana, ella los leía y luego se los quitaba yo.

Aunque no me acuerdo de sus aventuras, sí recuerdo que los devoraba.

Ay, qué tiempos...

Santi dijo...

"Los Hollister" eran para niños que todavía no se enteraban de nada. "Los tres investigadores"... eso ya era otra historia.

(Por cierto, ¿habéis notado qué sutilmente le he boicoteado la entrada a Jaime, que todos los comentarios son sobre "Los Hollister"? Muahahaha)

Jaime dijo...

Santi y sus sucios trucos de avezado bloguero, grrr...;)

Yemila dijo...

¡Buena reseña! A mí me pasó algo parecido con "Dioses, monstruos y hombres de la mitología griega", ¡se convirtió en mi Biblia! Y todo por culpa de "Los Caballeros del Zodíaco", jejeje...Y luego vinieron los mitos españoles, árabes y nórdicos...Qué recuerdos :)

Jaime dijo...

Yo también tenía ese!! Qué buenas las ilustraciones de la Hidra, la Gorgona, Cronos devorando a sus hijos... :))