martes, 10 de noviembre de 2009

Marian Keyes: Lucy Sullivan se casa

Idioma original: inglés
Título original: Lucy Sullivan is getting married
Año de publicación: 2000
Valoración: Repugnante


Llegué a este libro por recomendación de una amiga mía. Ante mi reticencia a leerlo –creía que se trataba de otra novela de “tengo 30 años y no tengo novio. Mi vida es un fracaso”–, me aseguró que me equivocaba. Me dijo que rebosaba sentido del humor, que era una “historia moderna sobre una mujer moderna” y que no me iba a arrepentir de leerlo. Una vez leído, he llegado a dos conclusiones: a) tengo que dejar de hacer caso a mis amigas, en lo que a libros se refiere, y b) mi instinto me engañaba: este libro es todavía peor de lo que había pensado.

Pero centrémonos en la historia: la protagonista es Lucy, una mujer de 26 años, bajita, con pechos pequeños e incipiente celulitis que pasa la vida entre el trabajo (donde apenas hace nada) y su piso, que comparte con Karen (una devorahombres guapísima y antipática) y Charlotte (una estúpida rubia con cara de niña y pechos enormes). Por si estos estereotipos no fueran suficientes, Lucy tiene un hermano gay de lo más típico, otro hermano que pasa de la familia, una madre con la que se lleva fatal y un padre alcohólico que se gasta todo el dinero que entra en la casa, además de un amigo al que contar sus penas, Daniel, que es simpático, guapo, comprensivo, está forrado y se acuesta con todo lo que tiene dos piernas y ha cumplido la mayoría de edad (y, a pesar de todo lo anterior, son sólo amigos y no siente nada por él. Ejem).

La historia arranca cuando Lucy acude con sus compañeras de trabajo a una echadora de cartas y ésta le dice que se va a casar en breve. A partir de ahí, os podéis imaginar lo que sigue: tengo 26 años y no tengo novio, los hombres sólo me quieren para echar un polvo, sólo salgo con hombres que no me convienen, mi trabajo es una mierda, nunca voy a encontrar al hombre de mi vida... y bla, bla, bla. Y todo esto bañado en una prosa que intenta ser ingeniosa y divertida, y lamentablemente se queda en eso, en el intento, porque a lo largo de 600 páginas a mí no me arrancó ni media sonrisa.

En resumen (y evitando encontrar el final, que seguro os imaginaréis), éste es un libro absolutamente prescindible, que no aporta nada y le hace perder al lector un tiempo precioso que podría ocupar en leer cosas más interesantes. O en dormir. Hasta pasar una tarde mirando el techo sería más productivo.

5 comentarios:

Jaime dijo...

Jajaja, qué bien se queda uno tras soltar un "repugnante", ¿eh? Sí, definitivamente, lo de tus amigas empieza a ser preocupante. Háblanos alguna vez de un libro que te hayan recomendado y te gustara, por favor. ¡Hazlo por ellas! Que seguro que lo hacen con la mejor intención, jejej..
Creo que deberíamos empezar a proponer usos para los libros "repugnantes". Calzar una mesa, alimentar la chimenea... ¡hay tanto papel desaprovechado!

Santi dijo...

Yo sigo diciendo que la principal función de los libros repugnantes es enseñarnos a apreciar los buenos libros, o incluso los libros mediocres (esos a los que les ponemos un "está bien" o "se deja leer"). Uno lee a Marian Keyes (por cierto, confieso que he leído a Marian Keyes) y luego lee cualquier otra cosa, y es como encontrar el Paraíso...

izas dijo...

yo creo que tendríamos que hacer como los antiguos copistas: utilizar las páginas de esos libros para escribir otros encima :)
como dice santi, leer a marian keyes o a jorge bucay (os juro y perjuro que me han recomendado también a este señor, aunque en este caso me conformé con leer un cuentito para mandarlo a paseo) te abre los ojos ante la literatura de verdad
es como comer un sandwich de máquina y al día siguiente un chuletón

escalerasytoboganes@gmail.com dijo...

Bien, veo que Marian Keyes es el anticristo en este blog. Aún así, creo que romperé una lanza en su favor.
Me he leído unos cuantos libros suyos y puedo decir que no solo tratan de temas superficiales como el tamaño de las tetas y 'estoy desesperada porque no tengo novio'. Toca temas como el alcoholismo o los malos tratos solo por nombrar dos ejemplos.
Reconozco que su estilo no es cuidado y que nunca va a ser Nobel de literatura pero sus libros me entretienen y me divierten. Especialmente me gusta leerlos después de haber leído un tostón infumable y árido.

galgata dijo...

Sé que la intención de la crítica es dar una opinión negativa, pero quedó tan chistosa que me dieron ganas de leerla, jaja. Sería el tercero, ya, admítolo. "Por los pelos", me gustó muchísimo y lo leí después de algo muy bueno pero muy pesado. Algo con la palabra sushi, era el segundo que leí. Nah. Ese no valió la pena. Pero el primero sí.