Título original: A woman looking at men looking at women
Traducción: Aurora Echevarría (edición en castellano), Ferran Ràfols (edición en catalán)
Año de publicación: 2016
Valoración: muy recomendable
Confieso albergar cierto temor a la hora de escribir esta reseña, pues Siri Hustvedt es una autora inmensa, no únicamente por la calidad de su prosa, sino también por la variedad temática de sus obras y por ser una autora por quien siento absoluta devoción. Podría intentar (sí, intentar) contar qué explica la autora en los veinte capítulos que conforman este ensayo. Pero sería una tarea ardua, complicada, probablemente indigerible y costosa para mí como reseñista y para vosotros como lectores. Porque la riqueza, profundidad y amplitud temática que Hustvedt cubre en este conjunto de ensayos es descomunal. No estamos hablando de un ensayo ligero y ágil, estamos hablando de un libro que es casi como una tesis porque, haciendo gala de sus grandes conocimientos en campos tan variados como el arte, la neurología, el feminismo, etc., la autora nutre el libro de infinitud de referencias bibliográficas, detalles, análisis y reflexiones. Pero no os asustéis, porque la capacidad narrativa de la autora hace perfectamente digerible su relato. Y pido ya disculpas de entrada por la extensión de la reseña, hay mucho a comentar.
Estructuralmente, el libro está claramente dividido en dos partes: en la primera expone el papel de la mujer en el arte, tanto ejerciendo de modelo como siendo la artista y la analiza en contraposición con el papel desempeñado por los hombres en esa misma esfera. En su segunda parte, y que queda fuera de esta reseña por extensión y por tratarse de una temática diferente al arte, habla sobre la condición humana, centrándose especialmente en la psique.
De esta manera, en la primera parte del libro, la autora se centra en el arte, como concepto, como campo de creación, pero también como representación de los sentimientos, como elemento de expresión, como vehículo para cuestionar, explorar, provocar y expandir el universo de uno mismo. Así, hay muchas referencias a pintores y artistas en este libro, pues habla de Picasso y su obra, de Elaine de Kooning y de Louise Bourgeois (en quien se basa la protagonista de su última novela «El mundo deslumbrante»), entre muchos otros. De esta manera, analiza no únicamente su obra sino también aquello que los autores pretendían representar, cuáles eran sus motivaciones y qué intentaban plasmar en sus cuadros. Haciendo un recorrido sobre algunos artistas representativos de la historia, Hustvedt habla sobre algunos cuadros de estos pintores, sobre qué les impulsaban a pintar de la manera en que lo hacían; igualmente la autora pone en valor artistas menos reconocidas por el solo hecho de ser mujeres, pues su obra tardó años en ser conocida pues los hombres tapaban sus méritos y la calidad de sus cuadros. Así comenta la irrupción de Pollock, que por su talento, pero también por ser un hombre, tapó una artista como Bourgeois, considerada una de las artistas más transformadoras del siglo XX y primera mujer artista a la que el MoMa dedicó una exposición en solitario, en el 1982 (sí, no fue hasta el 1982, habiendo abierto las puertas en 1929). Un Jackson Pollock, creador del action painting junto con su mujer Lee Krasner (quien, a diferencia de él, pasó bastante más desapercibida posiblemente por el mismo motivo). Con estos ejemplos, la autora denuncia que las artistas femeninas hayan pasado a un segundo plano en la historia del arte, pues es un mundo dirigido y dominado por hombres.
Hustvedt también habla sobre cómo interaccionamos con el arte, pues observando las mujeres que aparecen en los cuadros (en referencia a «Mujer que llora» de Picasso, o «Columbine» de Beckmann), al contemplarlas, «les doy vida. Sin un espectador, un lector, un oyente, el arte está muerto». Así, y hablando de Picasso, a ojos de la autora su costumbre de pintar un artista delante de un caballete con un pincel en la mano y una modelo desnuda es un ejemplo del vínculo del pintor con el deseo sexual.
La autora también habla de escultura, y denuncia el mercado del arte utilizando como ejemplo el desorbitante precio pagado por «Perro Globo» de Jeff Koons. Así, la autora afirma que «la experiencia del arte siempre es una relación dinámica entre el espectador y el objeto contemplado» y habla del precio de las obras como consecuencia de la percepción de las mismas en el contexto de un mundo determinado por el comprador. Y es por ello que un cuadro firmado por Rembrandt tiene un valor muy superior a si el mismo cuadro fuera firmado por un discípulo suyo, a pesar que el objeto continúa siendo el mismo (aquí no puedo dejar de pensar en la magnífica obra de teatro «Arte», de Yasmina Reeza, que versa precisamente sobre este tema).
La autora habla de lo que significa el arte, de lo que nos aporta, y afirma, de manera muy acertada, que «La experiencia del arte solo se produce en el encuentro entre el espectador y el objeto artístico. La experiencia perceptiva del arte literalmente se encarna en el espectador. No somos receptores pasivos de una realidad factual externa, sino que creamos activamente lo que vemos a través de unos patrones establecidos en el pasado, aprendidos de manera tan automática que han acabado siendo inconscientes». «Sin memoria no hay percepción», por lo que la valoración de una obra tiene un componente objetivo (técnica, material, etc.), pero siempre viene acompañada de un componente subjetivo, propio de cada uno. Y así el arte forma parte de la transferencia de uno mismo, de la necesidad de ser visto y reconocido por el otro. En este aspecto, la autora enlaza la tercera componente de la obra, del libro, donde analiza la ciencia, la condición humana, la psique, y el psicoanálisis. De esta manera, la autora en su visión holística sobre la condición humana, habla sobre psicología y las tesis de Freud y el psicoanálisis, y disgrega también en qué consiste la escritura desde el punto de vista del autor y como siente a través de sus personajes, estableciendo una relación entre ellos, el lector y el escritor. La autora abunda en este tema hablando de la ciencia de la memoria y el Denkraum de Warburg, pues la concepción e interpretación de las artes va ligada a nuestra memoria, a nuestros recuerdos, pues la obra nos evoca sensaciones ligadas a nuestras experiencias pasadas. De ahí también el interés de la autora en hablar de la parte científica del arte, de cómo funciona nuestro cerebro al contemplar las obras, de cómo reacciona ante ellas. Y así, como ejemplo de la relación y el impacto del arte en el espectador, habla de la exposición «Ocupaciones» del artista Anselm Kiefer sobre el nazismo, que tuvo una gran polémica por la repulsa que provocaba a mucha gente que iba a verla. Y es que, como indica la autora «El mejor arte no es nunca inocuo: altera las predicciones perceptivas del espectador», «lo que hace el arte es desafiar la polaridad cómoda entre blanco y negro, un modo de expresión capaz de contener contradicciones dolorosas o ambigüedades agónicas».
De esta manera, y habiendo centrado la reseña especialmente en la parte dedicada al arte, podemos constatar que lo que sería un ensayo que a manos de otra escritora echaría para atrás, asustaría e intimidaría a un lector no habituado a las materias tratadas, Hustvedt nos lo transmite como si fuera algo natural, con las palabras fluyendo de manera espontánea, compartiendo con nosotros su conocimiento. Y en este aspecto reside la gran calidad del libro, porque no es solo por lo que cuenta, ni por lo que sabe, sino por cómo la hace accesible al lector. No quiero tampoco que esta reseña lleve a engaño: no es un libro para todo el mundo, pero sí es un ensayo para quién esté interesado en los distintos temas que trata, que pueden ser leídos de manera aislada por su profundidad. Porque el libro se puede, y creo que se debe, leer de manera pausada, pues hay mucha información y profundidad como para asimilarla de golpe. Mi consejo es leer los capítulos de manera individual y dejando cierto tiempo entre ellos. Porque más que un ensayo, lo que Siri nos ofrece aquí es una muestra de sus amplios conocimientos sobre una gran diversidad de materias y conviene dejar que los absorbamos en pequeñas dosis. Para mí, sin duda alguna, es un libro de referencia, el libro de cabecera donde reposa aquello que afecta a la humanidad: el arte, la ciencia, la psicología y el feminismo. Es una guía imprescindible para adentrarse en el mundo del arte y del análisis de la condición humana de la mano de una de las mejores y más completas escritoras que hay en la actualidad.
También de Siri Hustvedt en ULAD: El hechizo de Lily Dahl, Recuerdos del futuro, El verano sin hombres, La mujer temblorosa o la historia de mis nervios, Los espejismos de la certeza, Madres, padres y demás
De esta manera, en la primera parte del libro, la autora se centra en el arte, como concepto, como campo de creación, pero también como representación de los sentimientos, como elemento de expresión, como vehículo para cuestionar, explorar, provocar y expandir el universo de uno mismo. Así, hay muchas referencias a pintores y artistas en este libro, pues habla de Picasso y su obra, de Elaine de Kooning y de Louise Bourgeois (en quien se basa la protagonista de su última novela «El mundo deslumbrante»), entre muchos otros. De esta manera, analiza no únicamente su obra sino también aquello que los autores pretendían representar, cuáles eran sus motivaciones y qué intentaban plasmar en sus cuadros. Haciendo un recorrido sobre algunos artistas representativos de la historia, Hustvedt habla sobre algunos cuadros de estos pintores, sobre qué les impulsaban a pintar de la manera en que lo hacían; igualmente la autora pone en valor artistas menos reconocidas por el solo hecho de ser mujeres, pues su obra tardó años en ser conocida pues los hombres tapaban sus méritos y la calidad de sus cuadros. Así comenta la irrupción de Pollock, que por su talento, pero también por ser un hombre, tapó una artista como Bourgeois, considerada una de las artistas más transformadoras del siglo XX y primera mujer artista a la que el MoMa dedicó una exposición en solitario, en el 1982 (sí, no fue hasta el 1982, habiendo abierto las puertas en 1929). Un Jackson Pollock, creador del action painting junto con su mujer Lee Krasner (quien, a diferencia de él, pasó bastante más desapercibida posiblemente por el mismo motivo). Con estos ejemplos, la autora denuncia que las artistas femeninas hayan pasado a un segundo plano en la historia del arte, pues es un mundo dirigido y dominado por hombres.
Hustvedt también habla sobre cómo interaccionamos con el arte, pues observando las mujeres que aparecen en los cuadros (en referencia a «Mujer que llora» de Picasso, o «Columbine» de Beckmann), al contemplarlas, «les doy vida. Sin un espectador, un lector, un oyente, el arte está muerto». Así, y hablando de Picasso, a ojos de la autora su costumbre de pintar un artista delante de un caballete con un pincel en la mano y una modelo desnuda es un ejemplo del vínculo del pintor con el deseo sexual.
La autora también habla de escultura, y denuncia el mercado del arte utilizando como ejemplo el desorbitante precio pagado por «Perro Globo» de Jeff Koons. Así, la autora afirma que «la experiencia del arte siempre es una relación dinámica entre el espectador y el objeto contemplado» y habla del precio de las obras como consecuencia de la percepción de las mismas en el contexto de un mundo determinado por el comprador. Y es por ello que un cuadro firmado por Rembrandt tiene un valor muy superior a si el mismo cuadro fuera firmado por un discípulo suyo, a pesar que el objeto continúa siendo el mismo (aquí no puedo dejar de pensar en la magnífica obra de teatro «Arte», de Yasmina Reeza, que versa precisamente sobre este tema).
La autora habla de lo que significa el arte, de lo que nos aporta, y afirma, de manera muy acertada, que «La experiencia del arte solo se produce en el encuentro entre el espectador y el objeto artístico. La experiencia perceptiva del arte literalmente se encarna en el espectador. No somos receptores pasivos de una realidad factual externa, sino que creamos activamente lo que vemos a través de unos patrones establecidos en el pasado, aprendidos de manera tan automática que han acabado siendo inconscientes». «Sin memoria no hay percepción», por lo que la valoración de una obra tiene un componente objetivo (técnica, material, etc.), pero siempre viene acompañada de un componente subjetivo, propio de cada uno. Y así el arte forma parte de la transferencia de uno mismo, de la necesidad de ser visto y reconocido por el otro. En este aspecto, la autora enlaza la tercera componente de la obra, del libro, donde analiza la ciencia, la condición humana, la psique, y el psicoanálisis. De esta manera, la autora en su visión holística sobre la condición humana, habla sobre psicología y las tesis de Freud y el psicoanálisis, y disgrega también en qué consiste la escritura desde el punto de vista del autor y como siente a través de sus personajes, estableciendo una relación entre ellos, el lector y el escritor. La autora abunda en este tema hablando de la ciencia de la memoria y el Denkraum de Warburg, pues la concepción e interpretación de las artes va ligada a nuestra memoria, a nuestros recuerdos, pues la obra nos evoca sensaciones ligadas a nuestras experiencias pasadas. De ahí también el interés de la autora en hablar de la parte científica del arte, de cómo funciona nuestro cerebro al contemplar las obras, de cómo reacciona ante ellas. Y así, como ejemplo de la relación y el impacto del arte en el espectador, habla de la exposición «Ocupaciones» del artista Anselm Kiefer sobre el nazismo, que tuvo una gran polémica por la repulsa que provocaba a mucha gente que iba a verla. Y es que, como indica la autora «El mejor arte no es nunca inocuo: altera las predicciones perceptivas del espectador», «lo que hace el arte es desafiar la polaridad cómoda entre blanco y negro, un modo de expresión capaz de contener contradicciones dolorosas o ambigüedades agónicas».
A pesar de estar de su estructura en dos grandes bloques, los diferentes ensayos son totalmente independientes unos de otros por lo que su lectura puede ser realizada de forma individual o sin tener en cuenta el orden en el que están publicados. Así, se trata más de un libro para consultar los diferentes temas en función del interés que de un libro que se lea de principio a fin. Hay mucho trabajo de documentación en este libro de Hustvedt y la muestra está en las más de veinticinco páginas de referencias bibliográficas, con referencias a libros de diversa índole: arte, psicología, feminismo. La autora habla también en el libro sobre otros aspectos artísticos como la danza, el cine, y lo rubrica también con pinceladas sobre feminismo, pornografía, escritura, psicología... siempre desde un enfoque académico y conceptual pero próximo al lector, que convierte este ensayo en una obra más que interesante para aquellos que estén interesados, no únicamente en el arte, sino en la condición humana.
De esta manera, y habiendo centrado la reseña especialmente en la parte dedicada al arte, podemos constatar que lo que sería un ensayo que a manos de otra escritora echaría para atrás, asustaría e intimidaría a un lector no habituado a las materias tratadas, Hustvedt nos lo transmite como si fuera algo natural, con las palabras fluyendo de manera espontánea, compartiendo con nosotros su conocimiento. Y en este aspecto reside la gran calidad del libro, porque no es solo por lo que cuenta, ni por lo que sabe, sino por cómo la hace accesible al lector. No quiero tampoco que esta reseña lleve a engaño: no es un libro para todo el mundo, pero sí es un ensayo para quién esté interesado en los distintos temas que trata, que pueden ser leídos de manera aislada por su profundidad. Porque el libro se puede, y creo que se debe, leer de manera pausada, pues hay mucha información y profundidad como para asimilarla de golpe. Mi consejo es leer los capítulos de manera individual y dejando cierto tiempo entre ellos. Porque más que un ensayo, lo que Siri nos ofrece aquí es una muestra de sus amplios conocimientos sobre una gran diversidad de materias y conviene dejar que los absorbamos en pequeñas dosis. Para mí, sin duda alguna, es un libro de referencia, el libro de cabecera donde reposa aquello que afecta a la humanidad: el arte, la ciencia, la psicología y el feminismo. Es una guía imprescindible para adentrarse en el mundo del arte y del análisis de la condición humana de la mano de una de las mejores y más completas escritoras que hay en la actualidad.
También de Siri Hustvedt en ULAD: El hechizo de Lily Dahl, Recuerdos del futuro, El verano sin hombres, La mujer temblorosa o la historia de mis nervios, Los espejismos de la certeza, Madres, padres y demás
14 comentarios:
Hola, Marc:
No he leído nada de esta mujer, pero me han entrado unas ganas tremendas de leerla. Menuda reseña has hecho. Dejo para el fin de semana el volver a leerla varias veces porque tocas muchos temas.
Por cierto, a raíz de la gilip.. del youtuber y su bocadillo, hemos teñido unos debates muy animados en casa, sobre lo que es arte y no. Hemos llegado a la conclusion de que no tenemos ni idea, pero ha sido interesante..
Saludos y espero darte mis impresiones de esta autora
Hola, Lupita. Gracias por los elogios. Sí, soy consciente de la cantidad de información que he puesto, pues me ha costado sintetizarlo y también sirve como ejemplo de que es un ensayo que contiene mucho.
La verdad es que me encanta esta autora, no únicamente por sus novelas (te recomiendo mucho «Todo cuanto amé»), sino también por sus ensayos. Es una escritora preparadísima y muy culta (piensa que, entre otras cosas, ha dado conferencias sobre neurología en universidades) y una gran aficionada al arte. Soy realmente un gran admirador suyo.
Si te decides a leerla, este libro u otro, ¡ya nos contarás!
Saludos y gracias como siempre por comentar.
Marc
Madre mía, Lupita, entre manga y youtubers, al final me convenceré de que sabes más de cultura millenial que un servidor, quien supuestamente es uno de ellos. Sobre lo del bocadillo, yo diré que no es arte, a mi entender. Ni siquiera ee 4 33 de John Cage, espectáculo, happening, como quieras llamarlo, que tuvo una recepción similar por parte de la auduencia, es arte para mí. Y eso que el bagaje de quien lo penso, así como su intención, avala una obra de arte. Cosa que, por supuesto, no se puede decir de Wismichu.
Sólo para pelear a Marc (y ser políticamente incorrecto) Siri Hustvedt es la mujer de Paul Auster :p
Jajaja Lo sé, Gabriel ;-) Menudo tándem hacen, un par de cracks.
Saludos
Marc
Olvide decirte que la reseña está muy buena!
Saludos
Muchas gracias, Gabriel. ¡Se agradece! :-)
Marc
¡Gabriel, la mejor pareja de Auster es y será siempre Sophie Calle (aunque ambos se inspiraron mutuamente para hacer un proyecto artístico bastante flojo)!
Jaja, Oriol;la verdad es que se unen el que tengo la mente muy abierta a una gran curiosidad. Como dice mi madre: “hasta que no me muera, estos de ahora son mis tiempos” He aprovechado esa tonteria de la actualidad para poner una nota de humor. Por supuesto que no es arte lo de Wismichu, porque ni siquiera es significativo, primera premisa de cualquier manifestación artística. Pero eso nos ha dado pie a otras propuestas
Hola Oriol. Tu comentario me hizo investigar quien era Sophie Calle y su relación con Auster. Gracias por enriquecerme.
Saludos
¿Paul Auster el marido de Sidi? Menuda pareja de ases ;)
De Sidi "El mundo deslumbrante" es si se me permite: deslumbrante. De los mejores libros que he leído, tan sorprendente y tan bien urdido que tuve que mirar los paratextos varias veces para asegurarme que era una ficción. De la reseña que decir, menos breve y concisa;) Excelente. El libro lo tengo a medias, un poco aparcado, he de retomarlo... Y lo del bocadillo, ay, el bocadillo: me enteré por la columna de Joaquín Reyes este sábado en El País, que risa con la columna (la primera parte). En fin como, al parecer no dijo el hidalgo: cosas veredes. Cualquier cosa es susceptible de llamarse arte, al menos por el artista. Saludos.
Sin duda, Sir Robin. Ya me imagino el nivel de las charlas que deben tener en casa.... y su hija, otra que tal. Menudo talento hay en esa familia.
Si te gustó «El mundo deslumbrante» (gran libro, casi tanto como «Todo lo que amé»), puedes arriesgar a probar con «Los ojos vendados», con un registro muy diferente pero muy bueno también.
Gracias por el elogio de la reseña; y gracias por comentar.
Saludos
Marc
Gracias a ti y a Sir Robin he comenzado El mundo deslumbrante: estupenda novela. Debo a Ulad muchísimos buenos momentos de lectura!
Saludos
Hola, Gabriel. Me alegra muchísimo que, junto con Sir Robin, te hayamos ayudado a descubrir esa novela. Aunque ya lo he dicho en la reseña, Hustvedt es para mí una escritora con mucho talento y con unas aptitudes intelectuales y artísticas inmensas. Es una lástima que haya tanta gente que aún no conozca su obra.
Me alegro haber podido darla a conocer y que alguien tan aficionado a la lectura como tú la encuentre interesante. Gracias también por el reconocimiento de ULAD, estos comentarios nos animan a seguir reseñando cada día.
Saludos
Marc
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