domingo, 15 de abril de 2018

Zoom: Snowhite de Ana Juan

Idioma original: español
Año de publicación: 2001
Valoración: recomendable

Hace ya tiempo, al menos una década, que en España ha proliferado la aparición de libros cuidadosamente encuadernados y, sobre todo, magníficamente ilustrados; se trata tanto de reediciones de clásicos como de obras nuevas cuyo texto puede debe ese incluso a la misma mano ilustradora (caso de Vida de las paredes, por ejemplo). Esta tendencia, que espero se haya convertido ya en algo permanente, se debe en gran medida a la labor de editoriales independientes, como Nørdica o El reino de Cordelia, aunque también se han sumado otras encuadradas en grandes grupos, como la histórica Lumen. Ahora bien, esto ocurre hoy en día , en el año 2018 (me permito un aparte: asusta pensar que estamos sólo a un año de aquél en el que se desarrolla Blade Runner... me refiero a la peli original, la buena), pero allá por el año 2001 no constituía aún una "tendencia editorial". De ahí el interés, además de por su valor intrínseco, claro está. que tiene este relato escrito e ilustrado por la archireconocida Ana Juan.

Más aún porque el relato, más propiamente esta vez, el cuento que ocupa este libro, es una reelaboración del celebérrimo Blancanieves, uno de los pilares de la tradición literaria occidental, junto con otros cuentos supuestamente infantiles, la Biblia y alguna que otra cosilla más...); reelaboraciones que al comenzar este siglo tampoco se estilaban tanto como ahora, tras la estupenda película (hoy toca cine...) El secreto de los hermanos Grimm y otras que le han ido a la zaga: Hansel y Gretel, cazadores de brujas, Maléfica o, precisamente, Blancanieves y la leyenda del cazador... Claro que la interpretación que hace Ana Juan del cuento dista bastante de la mera sofisticación escénica e indumentaria  y no digamos del steampunk que podemos encontrar en  las películas citadas; en este caso, la autora ha situado a sus personajes en una mansión de algún lugar de Inglaterra, en el período de entreguerras: Snowhite es la hija de Lord Hawthorn -el nombre tampoco parece casual-, que tras las consecutivas muertes de madre y padre, se ve a merced de la consabida y vanidosa madrastra, con su espejito, etc... Quien ordena que la joven sea abandonada en el bosque y todo lo demás... (ahora que lo pienso, supongo que no le estoy haciendo spoiler a nadie... ¿O SÍ?). 

Pero resulta que el bosque aquí no es tal, sino una metáfora para definir el mundo exterior a la mansión, a la burbuja -aunque tampoco en el mejor sentido del término- en el que hasta ese momento había vivido la joven, perdida ahora en una sociedad dura, cruel e incluso depravada, en la que Snowhite debe ganarse el pan trabajando en la taberna" Lilly & Putt", de los hermanos Dimes. Va quedando claro que esto no es una versión para niños de la historia: Ana Juan aprieta un poco más las tuercas a sus personajes y no les ahorra ni violencia -empezando por la sexual-, ni conocer la droga o las perversiones... Tampoco una sutil ironía, que se refleja en las alusiones a otras obras literariaas (el evidente Gulliver, pero también el aire dickensiano de toda la historia) o pictóricas (para empezar, el expresionismo en blanco y negro de las ilustraciones, pero también algún momento "bosquiano" a costa de los enanos Dimes).

Y aquí llegamos, por fin (ya acabo), a la parte gráfica del libro... He de decir que a mí, en principio, no me entusiasma el estilo de Ana Juan, mórbido y redondeado, aunque es cierto que sus ilustraciones suelen encerrar más contenido del que se ve a simple vista y merecen una contemplación detenida. En este caso, además, las láminas en blanco, negro y grises se ven  complementadas con pequeñas figurillas silueteadas en negro. Ilustraciones todas muy a tener en cuenta, además, porque en este libro no son un mero reflejo de lo escrito, sino que  forman parte de la narración. Ilustraciones que van desde lo humorístico a lo terrorífico, de lo costumbrista a lo irónica y morbosamente erótico... En fin, un libro que, pese a su brevedad, merece sumergirse en él y explorar algunos aspectos turbios, pero fascinantes, de los cuentos que les contamos a nuestros hijos... y sobre todo a nuestras hijas. Quizás deberíamos contarles la versión de Ana Juan, para que vayan prevenidas, no sé.






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