Año de publicación: 2016
Valoración: entre recomendable y está bien
Mesmerismo, curanderismo, magia, sacrilegio, fraude, crimen, atavismo, lucha social, drama shakesperiano... en fin, todo una variedad de ingredientes con los que se podría cocinar un best-seller a lo Javier Sierra o Dan Brown (qué más quisieran...). Tranquis todos, nada que ver; esta novela es más bien una sagaz recreación histórica de uan época en la que ciencia y supersticción ya habían tomado caminos divergentes, pero aún se miraban de reojo de vez en cuando...
La historia se desarrolla en 1870, último año del Segundo Imperio (antes de, ya saben: la guerra franco-prusiana, la Comuna de París y todo lo que vino luego), cuando Victor Blum, periodista del diario Le Siècle especializado en desenmascarar supercherías, acude al pueblo de Saint-Boffon, en la Francia más profunda, como se suele decir, para dar cuenta de la reunión de adeptos al curanderismo, las medicinas alternativas y otras maguferías varias (como también se suele decir), que con motivo de un eclipse de Luna, se han dado cita en el vecino bosque de Samiel, famoso desde tiempos druídicos por sus cualidades magnéticas sin parangón -algo que las autoridades y comerciantes locales promueven para tratar de hacer caja-; y, sobre todo, dispuestos a asistir a la aparición estelar de la figura magufa del momento, el misterioso Locusto. Blum, que ha sido discípulo, en cierto modo, del no menos afamado mago y azote de charlatanes Robert-Houdin (ya sé que hoy no es muy conocido, pero pensemos que Harry Houdini adoptó ese apellido artístico en su honor) trata a su vez de encontrar a Locusto mientras desarrolla su labor periodística, captando la atmósfera del momento y el lugar. Algo que se verá trastocado a partir de la irrupción en la historia de ciertos sucesos que no desvelaré aquí.
Vale: la novela está bastante bien, y hasta, por momentos, muy bien... Vico escribe con un estilo sencillo y agradable -que no simplón, en absoluto- y sabe como mantener la atención del lector y trazar una hilazón narrativa sin distraerse por los muchos vericuetos que van surgiendo según se desarrolla la trama. Pero quizás ahí está el problema o, mejor dicho la lástima de esta novela: apetecía que el autor se perdiera un poquito más por esos senderos, que dejara respirar algo más a la mnarración, que incluso nos aburriera un poco con detalles innecesarios... Se diría a veces que esta novela es más bien un último borrador, muy bien corregido, antes de la redacción final. O un guión de cine, incluso, puesto que el narrador no puierde casi el tiempo con descripciones, por ejemplo y buena parte de los datos que se le proporcionan al lector sobre cada situación y sus antecedentes se dan a través de diaálogos entre los personajes, algo que no digo que esté mal, al contrario, pero que parece propio, sobre todo, del guión audiovisual . Lo que contrasta, por otro lado (y no quiero estropearle lalectura a nadie, así que: ¡ATENCIÓN, SPOILER!) con un capítulo final en el que se desvelan todos los intríngulis misteriosos de la novela, en la mejor tradición a lo Agatha Christie o, qué narices, Se ha escrito un crimen.
Pero, vamos, que bien...
Pero, vamos, que bien...
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