Título original: Stranger than We Can Imagine: Making Sense of the Twentieth Century
Año de publicación: 2015
Traducción: Mariano Peyrou
Valoración: bastante recomendable
Bueno. Pues resulta que sin ese título levemente sensacionalista y con regusto a clickbait (esas galerías que ofrecen ciertas webs para que vayas avanzando y viendo anuncios en interminables series de cosas fascinantes que acaban decepcionándote y te hacen decidir "no perder más el tiempo en las redes sociales" hasta que vuelves a caer), pues, eso, sin ese anzuelo tramposillo, este libro se apreciaría un poquito mejor. Porque, claro, lo de historia alternativa de un siglo como ése, pues suena como a revisionismo, como a cierta voluntad de transgresión que realmente aquí existe, formalmente, pero no del todo en el fondo.
Lógico. Muy alternativa tendría que ser para eludir dos guerras mundiales, el nazismo, la era hippy, la guerra fría, el viaje a la Luna, el feminismo, el individualismo, el existencialismo, la explosión de la cultura pop, la bomba atómica.
Nada de eso falta aquí, ya lo aviso, porque excluir cualquiera de esos iconos del siglo pasado sería no una historia alternativa sino simplemente una historia amputada. Y Higgs, del que ya disfruté en su libro sobre los KLF, puede ser un escritor de elecciones poco obvias, pero no es tan suicida como para desballestar un siglo de todos los hechos que le aportan esa trascendencia que, a medida que el siglo XXI avance, corremos el peligro de relativizar (en sus episodios más tristes) o contamos con la oportunidad de superar. Veamos la botella como queramos verla. Hecha esta explicación, aclarado que estamos ante un texto más rompedor en su intención que en su ejecución, he de decir que se trata de una lectura perfecta para toda esa gente perezosa que suele no pasar de los titulares de las noticias. Porque en vez de alternativa yo definiría esta historia como compresiva. Higgs lanza pronto el primer concepto que volverá en muchos capítulos, como un estribillo: el ónfalo. Esa referencia de ejes tridimensionales que la teoría de la relatividad pulveriza y a partir de ahí todo cambia. A eso, a la relatividad, dedica un primer capítulo que marca el tempo (vaya, me doy cuenta de que he usado dos conceptos musicales en pocas líneas) y que establece algunas ideas que irán regresando y que configurarán un poco ese todo que irá avanzando hacia un último capítulo donde se aventura con el paradigma que cierra el siglo y que, previsiblemente, abrirá el siguiente: el poder de las redes.
Nada de eso falta aquí, ya lo aviso, porque excluir cualquiera de esos iconos del siglo pasado sería no una historia alternativa sino simplemente una historia amputada. Y Higgs, del que ya disfruté en su libro sobre los KLF, puede ser un escritor de elecciones poco obvias, pero no es tan suicida como para desballestar un siglo de todos los hechos que le aportan esa trascendencia que, a medida que el siglo XXI avance, corremos el peligro de relativizar (en sus episodios más tristes) o contamos con la oportunidad de superar. Veamos la botella como queramos verla. Hecha esta explicación, aclarado que estamos ante un texto más rompedor en su intención que en su ejecución, he de decir que se trata de una lectura perfecta para toda esa gente perezosa que suele no pasar de los titulares de las noticias. Porque en vez de alternativa yo definiría esta historia como compresiva. Higgs lanza pronto el primer concepto que volverá en muchos capítulos, como un estribillo: el ónfalo. Esa referencia de ejes tridimensionales que la teoría de la relatividad pulveriza y a partir de ahí todo cambia. A eso, a la relatividad, dedica un primer capítulo que marca el tempo (vaya, me doy cuenta de que he usado dos conceptos musicales en pocas líneas) y que establece algunas ideas que irán regresando y que configurarán un poco ese todo que irá avanzando hacia un último capítulo donde se aventura con el paradigma que cierra el siglo y que, previsiblemente, abrirá el siguiente: el poder de las redes.
Pero no he de dejarme todo lo que hay en medio, en especial ese estilo asequible e irónico que Higgs emplea, entreverado con pequeños apuntes filosóficos, pero siempre alejado de esa erudición exhibicionista que suele malbaratar proyectos de este tipo. No se trata de que el escritor de turno deslumbre con análisis o con puntos de vista que nos dejen babeando ante su brillantez. Se trata de intentar adoptar una posición algo menos tensa de lo habitual, evitando la frivolidad, bordeando esas repugnantes ediciones tipo historia para Dummies pero, a la vez, consiguiendo atraer algo de interés (supongo que titularlo así manifiesta esa intención) como si quisiera que toda esa generación que, a base de alejarse en el tiempo, pueda sentirse ajena, tenga algún motivo para curiosear. Muchachos, millenials, de algunas de esas barbaridades no hacen ni ochenta años.
El repaso no puede ser exhaustivo, claro, pero es lo suficientemente amplio en su alcance como para recomendar esta lectura, pues algún detalle siempre se nos ha perdido. Y aquí está Camus y está Dalí y Werner Von Braun y figuras anónimas que contribuyeron a ese magma que fue el siglo pasado. No es un libro de historia: es una introducción a los hechos para que cada uno tome sus conclusiones y, comprendiendo esa función, su lectura es un placer nada desdeñable.
El repaso no puede ser exhaustivo, claro, pero es lo suficientemente amplio en su alcance como para recomendar esta lectura, pues algún detalle siempre se nos ha perdido. Y aquí está Camus y está Dalí y Werner Von Braun y figuras anónimas que contribuyeron a ese magma que fue el siglo pasado. No es un libro de historia: es una introducción a los hechos para que cada uno tome sus conclusiones y, comprendiendo esa función, su lectura es un placer nada desdeñable.
No hay comentarios:
Publicar un comentario