Idioma original: Inglés
Traductor: Fernando González Corugedo
Año de publicación: 2008
Valoración: Recomendable
Y los hipopótamos se cocieron en sus tanques. Menudo título. Parece salido de un cadáver exquisito surrealista.
Nueva York. La segunda guerra mundial agoniza. Dos narradores (voces de dos escritores distintos: Burroughs, que encarna a Will Dennison, y Kerouac, que plasma a Mike Ryko) se alternan, capítulo tras capítulo. Este lúcido tándem hace de cronista. Habla de bares atestados de marineros, de la música y la universidad, de las chicas, de los puertos y del metro y de los apartamentos y sus caseros... Habla de jóvenes que se pasan el día sumergidos en actividades ociosas o en estériles tanteos de buscar trabajo (tanteos que siempre acaban, paradójicamente, en más actividades ociosas); de jóvenes que gonorrean a todo el mundo algo de dinero, que beben cerveza, se acuestan con chicas, discuten sobre arte sin implicarse demasiado en el mismo...
Nueva York. La segunda guerra mundial agoniza. Dos narradores (voces de dos escritores distintos: Burroughs, que encarna a Will Dennison, y Kerouac, que plasma a Mike Ryko) se alternan, capítulo tras capítulo. Este lúcido tándem hace de cronista. Habla de bares atestados de marineros, de la música y la universidad, de las chicas, de los puertos y del metro y de los apartamentos y sus caseros... Habla de jóvenes que se pasan el día sumergidos en actividades ociosas o en estériles tanteos de buscar trabajo (tanteos que siempre acaban, paradójicamente, en más actividades ociosas); de jóvenes que gonorrean a todo el mundo algo de dinero, que beben cerveza, se acuestan con chicas, discuten sobre arte sin implicarse demasiado en el mismo...
De modo que estamos ante una historia que parece, a bote pronto, algo superficial. Hay un hilo conductor en esta deriva tan dispersa, basado en hechos reales, por cierto, pero no quiero entrar en él, ya que podría hacer algún spoiler importante (si quieres leer este libro, no curiosees la contraportada, la cual exhibe el conflicto del desenlace impúdicamente). Y es que aún cuando esta trama es la encargada de suscitar nuestra curiosidad, de mantenernos aferrados a la historia, no es, ni de lejos, la enjundia del libro. Creo yo, vamos. Lo que es atractivo de esta obra, además de su historia, es su cualidad de paseo. Paseo sin objeto, abstraído, como los que realizan constantemente sus protagonistas. Este paseo no es, en ningún caso, una pérdida de tiempo. Para los protagonistas sirve como excusa para que su entrenada percepción absorba todo lo que les envuelve, el contexto que después narrarán con absoluta lucidez. Para nosotros, los lectores, este paseo es para que percibamos la atmósfera de la capital norteamericana en esos años.
También de Burroughs en ULAD: El almuerzo desnudo
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