Yo sé que hay mucha gente a la que no le interesa que se hable de ciertos fenómenos literarios. Sobre todo si están asociados a modas caprichosas y efímeras. Sin embargo, pienso que esta gente ignora que todo deja marca, por más que ésta no tarde en desaparecer. Y todo lo que deja marca es susceptible de ser analizado. De hecho, a mi parecer, debe ser analizado. Esta creencia es la que me ha impulsado a hablar hoy sobre el género zombi.
Quiero aclarar que no tiene nada de malo que alguien disfrute de este tipo de literatura. A mi me fidelizó en su momento. Además, me parece que su éxito respondió a una realidad social que no debe ser despreciada, y mucho menos ignorada. Pero es innegable que está en las últimas. Dio todo lo que pudo de sí: algunas cosas buenas y muchas malas (pura ley de Sturgeon). El caso es que ya estaba desapareciendo del panorama. Bueno, o eso es lo que yo pensaba. Porque parece que el género todavía persiste, pese a su evidente decadencia.
La reedición de Lazarillo Z lo confirma. Me ha sorprendido encontrármela. No me imaginaba que aún quedaran zombis que conservasen las piernas. En cualquier caso, los veía a todos obligados a arrastrarse por el fango, junto a sus intestinos colgantes, serpentinas de una fiesta que se había alargado más de la cuenta.
II
Dejad que primero os ponga en contexto. No hace mucho me hice con un ejemplar de Lazarillo Z (edición ilustrada). Lo leí y acto seguido me puse a pergreñar una reseña para el blog, como buen becario que soy. Ocurre que, cuando ya iba por la mitad del texto, pensé: “Oye, Oriol, ¿y si ya se te ha adelantado alguien?” Sigo este blog desde hace tiempo, y no me sonaba que nadie hubiera escrito sobre esta novela, pero oye, podría ser, ¿no? Cosas más raras se han visto. Una novela que aúne al Lazarillo de Tormes con los zombis, por ejemplo.
Tras una rápida búsqueda me di cuenta de que Santi ya había escrito sobre Lazarillo Z. “Mierda, ¿y ahora qué? Con lo bonita que estaba quedando mi reseña”. Mi opinión sobre el libro era bastante similar a la de Santi, así que decidí que hacer una contrareseña no era factible. Entonces se hizo la luz: ¿y si escribía una especie de artículo sobre el género zombi en la literatura sin por ello desaprovechar mi lectura y las ideas sobre Lazarillo Z que ya había estado anotando? Sería un artículo modesto, nada exhaustivo; algo sencillito, acorde con mi limitado conocimiento sobre la materia.
Pues nada, que aquí lo tenéis.
III
Ha habido dos épocas doradas para el género zombi. La primera vino de la mano de la película Night of the living dead, de George A. Romero. Pasado el efecto inicial que causó la cinta, los zombis comenzaron a desplomarse. Pero volvieron. Y con más fuerza que nunca. Esta resurrección del género se debió a la aclamada novela gráfica The walking dead. Bueno, a la serie, para el público más mainstream.
Ahora mismo nos encontramos en la resaca de esta segunda era dorada del género zombi. Empleo el término resaca porque la popularidad del género ha empezado a decaer de nuevo, aunque los productos relacionados con el mismo siguen teniendo un círculo de fieles consumidores.
Pero volvamos al auge ocasionado por The walking dead.
Esta serie reubicó al zombie motif en el punto de mira, igual que lo había estado previamente gracias al cine de Romero. La cultura popular empezó a absorberlo hasta asimilarlo en todo tipo de disciplinas. Se vigorizaron los foros de aficionados que hablaban al respecto. Académicamente se empezó a debatir sobre el tema con mayor rigor y seriedad.
Está claro que la fascinación contemporánea por el zombi nos habla de nosotros mismos. Hay estudios que apuntan a que las hordas infinitas de devoradores de cerebros no son otra cosa que la sublimación de los miedos latentes del hombre de a pie. Algunos investigadores dicen que los no-muertos son metáforas para referirse al terror que sentimos ante la sobrepoblación del planeta; otros, señalan que emulan a las migraciones masivas. También cuestiones relativas a estos seres, como el virus que suele crearlos, pueden ser entendidas como el horror ante el deterioro ecológico del planeta, o ante una ciencia y tecnología que van deshumanizando al hombre a medida que "progresan".
Está claro que la fascinación contemporánea por el zombi nos habla de nosotros mismos. Hay estudios que apuntan a que las hordas infinitas de devoradores de cerebros no son otra cosa que la sublimación de los miedos latentes del hombre de a pie. Algunos investigadores dicen que los no-muertos son metáforas para referirse al terror que sentimos ante la sobrepoblación del planeta; otros, señalan que emulan a las migraciones masivas. También cuestiones relativas a estos seres, como el virus que suele crearlos, pueden ser entendidas como el horror ante el deterioro ecológico del planeta, o ante una ciencia y tecnología que van deshumanizando al hombre a medida que "progresan".
El género había experimentado tal fama que se volvió una forma fácil de hacer dinero. Infinidad de productos desalmadamente mercantilistas nacieron entonces. Se podían encontrar en todos los formatos posibles: películas, series, juegos de mesa, videojuegos, cómics, música... Y novelas.
Recuerdo algunos libros buenos de esa época. Me vienen a la cabeza dos del mismo autor, Max Brooks: Guerra mundial Z (que no tiene nada que ver con la infame película) o el simpático Zombi: Guía de supervivencia (matriz de una fórmula repetida hasta el hartazgo).
Recuerdo algunos libros buenos de esa época. Me vienen a la cabeza dos del mismo autor, Max Brooks: Guerra mundial Z (que no tiene nada que ver con la infame película) o el simpático Zombi: Guía de supervivencia (matriz de una fórmula repetida hasta el hartazgo).
Las novelas de muertos vivientes saturaron rápidamente los escaparates de las librerías. Oleada tras oleada, pronto se agotaron todas las posibilidades narrativas concebibles relacionadas con estas criaturas. Existen novelas de zombis en todos los contextos geográficos posibles, en todos los escenarios imaginables, en gran variedad de períodos históricos, protagonizados por toda clase de gente. Las hay que tienden al terror, al drama, a la crítica social o a la comedia. Las hay que infectan a los iconos de la cultura popular. Otras, contagian a los de la historia de la literatura. Como ejemplo de esto último pienso en Orgullo y prejuicio y zombies, o en el libro que hoy nos reúne a todos nosotros, supervivientes de esta plaga, titulado Lazarillo Z.
La historia de esta novela presenta todos los síntomas de agotamiento que he ido mencionando, propios de un género sobreexplotado: un tufo que proviene de la originalidad escasa, los lugares comunes y una clara tendencia comercial. Es bastante entretenida, que nadie me malinterprete, aunque jamás diría que posee una calidad literaria palpable.
Pero todos sabemos que la descomposición no detiene el agónico avance de un devorador de cerebros. Tampoco el ser enterrado, por más clavos que sellen el ataúd. Un zombi siempre emergerá de nuevo de las entrañas de la tierra, en una incansable travesía para saciar su hambre. La única forma de matarlo: volarle la cabeza.
Y eso es lo que parece querer decir la reedición de Lazarillo Z, novela del 2009 que revive ahora con tapa dura, ilustraciones y una nada desdeñable campaña de marketing a sus espaldas. Todavía no hemos acabado con los zombis. De hecho, están dando sus últimos coletazos con toda la energía que les queda. Que no es poca.
No puedo negar que hay un interés real por parte del ilustrador por conseguir que el libro funcione. Los dibujos de Óscar Sanmartin Vargas elevan, de hecho, a una entretenida pero vacía historia inicial, la dotan de una mayor complejidad. El artista tiene un estilo figurativamente realista, aunque no exento de un toque onírico; un estilo pulcro y hasta elegante, en el que predomina la línea y donde los volúmenes se generan a base de entramados. El nivel de detalle de cada dibujo es elevado. Eso, junto a la apuesta por la figuración realista, dotan al conjunto de una explicitez que le queda que ni pintado a un género que vive del gore y los cadáveres putrefactos.
En resumen: esta elaborada reedición de Lazarillo Z me hizo pensar sobre el género. Un monstruo tozudo, que se empeña en no morir, o más bien dicho, en vivir después de muerto. La novela parece confesar que todavía hay una voluntad editorial por mantener a los zombis golpeando contra las ventanas tapiadas de nuestras casas. Y delatar que todavía hay gente, fans de esta clase de productos, dispuesta a dejarse contagiar.
Bien por ellos, mientras no se pongan en el camino de mi bate de béisbol repleto de puntiagudos clavos. Ya no me interesan estos productos. Aunque su razón de ser... Esto ya es otra cosa.
PD: Aquí dejo una entrada de Santi en la que se tocan, entre otros temas, el interés que la ficción del siglo XXI tiene en pandemias globales y apocalipsis zombis: Libros para el fin del mundo
4 comentarios:
Hola, Oriol: reconozco que no entiendo la fascinación por los zombies, y no porque yo sea escrupulosa, porque tengo una cena infantil de humor escatológico tonto bastante acusada. Un día por casualidad vi un trozo de "The walking dead" y no podía dar crédito a su éxito. Quizás sea debido a que yo sea bastante sensible a las imágenes y me sugestione, no lo sé.
Sin embargo, como todo lo que me proporcione unas risas es bienvenido, pues no descarto leer ese Lazarillo Z.
Además, como bien dices, todo fenómeno literario tiene su interés, aunque sólo fuera desde el punto de vista sociológico. Ahí está la saga de las"50 sombras", que es una mierda, pero se consume al igual que la comida basura.
Un amigo me habló de "Una, grande y zombi", de Hernán Migoya , y me reí un buen rato, la verdad.
Y pensando en qué personaje literario hacer zombi, he llegado a esta idea. ¿Os imagináis al patriarca José Arcadio Buendia que se convierte en zombie y por esa razón o atan al árbol del patio? Y por pura compasión el muerto Prudencio Aguilar le lleva cabezas de gallo para alimentarse.
Por animar la cosa, ¿ a quien de la literatura zombizariais? ¿Zipi y Zape, la Regenta, Ignatius Reilly, el detective de Mendoza?...
Saludos
Hola, Lupita, gracias por comentar esta entrada.
Sin duda, si Zipi y Zape se vuelven zombies, la Humanidad tiene las de perder... En fin, si al final lees el libro, ya dirás qué te parece. Como digo, a mí me hizo pasar un buen rato, aunque no lo pueda considerar literatura de calidad.
Saludos.
Sólo un inciso, compañero: la primera "edad de oro" o por lo menos edad clasica del génro, vino con películas de serie B como "Yo anduve con un zombie", del gran Jacques Tourneur... vale que eran otro tipo de zombies, sino los originales, que no comian cerebros y eso, pero para ser justos, hay que recordarlos...; )
Gracias por esta reseña para mí muy informativa. Realmente de pelis y libros sobre zombies no se absolutamente nada. Sobre zombies sólo he tenido mi repelillo y mi asombro ante la acogida que tienen. Tu arrojas luz sobre mi interrogantes.
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