domingo, 27 de noviembre de 2016

Julio Cortázar: Todos los fuegos el fuego

Idioma original: español
Año de publicación: 1966
Valoración: imprescindible

Cuando busco en internet para completar la reseña veo que este libro tiene ya 50 años. Y aunque no debería extrañarme, me quedo pasmado con, salvaguardando los debidos avances de la ciencia, lo actual que resulta y los pocos escritores que han alcanzado tal nivel en lengua española.
Todos los fuegos el fuego está compuesto por de ocho relatos entre la decena y la cuarentena de páginas y sus temáticas no pueden ser más variadas. Hasta gladiadores vamos a encontrarnos.
"Nada podía andar peor, pero al menos ya no estábamos en la maldita lancha, entre vómitos y golpes de mar y pedazos de galleta mojada, entre ametralladoras y babas, hechos un asco, consolándonos cuando podíamos con el poco tabaco que se conservaba seco porque Luis (que no se llamaba Luis, pero habíamos jurado no acordarnos de nuestros nombres hasta que llegara el día) había tenido la buena idea de meterlo en una caja de lata que abríamos con más cuidado que si estuviera llena de escorpiones. Pero qué tabaco ni tragos de ron en esa condenada lancha, bamboleándose cinco días como una tortuga borracha, haciéndole frente a un norte que la cacheteaba sin lástima, y ola va y ola viene, los baldes despellejándonos las manos, yo con un asma del demonio y medio mundo enfermo, doblándose para vomitar como si fueran a partirse por la mitad."
 Y los escenarios pueden estar separados por siglos, pero hay cierta condición difícil de describir que emparenta estos ocho relatos. Y es que, aunque puedan parecernos fantásticos, solo están a un paso de ser reales, de ser posibles. A veces un paso absurdo, una mera vuelta de tuerca virtual.
Cortázar empezó con el que, a priori, puede parecer más imposible: La autopista del Sur reúne a cientos de automovilistas parados en el clásico atasco monumental al regreso a una gran ciudad tras el fin de semana. No sabemos acerca de sus protagonistas: los nombran las marcas y modelos de sus coches, en un primer guiño brutal que habla bien claro acerca de la agudeza del autor: la persona definida a través del vehículo que conduce. Después se añadirán más. El agrupamiento en función de la cercanía geográfica, la distribución de tareas y funciones, la difícil integración con el nuevo entorno forzado. Simbolismos a destajo en un relato modélico en su desarrollo.
Le siguen otros siete, y permitidme que no me comporte conforme a los cánones glosando sus sinopsis y sus cualidades, que todos las tienen. Reunión, el que se inicia con el párrafo que he incluido, nos sitúa en una eventual isla en medio de un desembarco armado. La señorita Cora, extraordinario en su sutileza, desarrollo y corrientes subterráneas, nos muestra la relación entre una enfermera y un adolescente hospitalizado. La salud de los enfermos se pliega sobre sí mismo en ese nudo (también presente en sentido inverso) de sobre-protección que justifica engaños viles y mentiras piadosas. Instrucciones para John Howell le daría a Paul Auster para media docena de novelas y La isla al mediodía retrata al hombre moderno, al asalariado que consume su jornada de trabajo ensimismado, mejor que muchas novelas modernas. Pues vaya: si apenas me he dejado dos, quizás más difíciles por su desdoblamiento de personajes, pero en cualquier caso extremadamente bien escritos.
Por todo lo cual, y considerando que, cincuenta años tras su publicación, ya ha habido tiempo para que otros muchos hablen más y mejor de este libro, ya os dejo en paz: lo sencillo que es hacerse con este libro y las maravillas que encontraréis en él no vais a verlos en muchos sitios.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

No entiendo la fascinación que despierta Cortázar. Un país que ha tenido a figuras como Macedonio, Borges, Arlt y Sábato. Creo que se debe a lo fácil de su lectura, es mucho mas accesible que los anteriormente citados. Saludos

Gabriel Diz dijo...

Coincido Francesc, Cortázar es imprescindible como cuentista. Es muy discutible que Cortázar sea más accesible que Sábato, un gran novelista pero que en mi opinión no es un innovador de técnicas narrativas como sí lo fue Cortázar. Agrego un escritor argentino olvidado o infravalorado que alguna vez podrían reseñar: Leopoldo Marechal.

Saludos

zUmO dE pOeSíA (emilia, aitor y cía.) dijo...

"La señorita Cora" lo leí siendo adolescente y me impactó muchísimo. La narración (más bien el flujo de pensamiento que procesa e interpreta los hechos) se hace, sin separación ni transición, por el muchacho, sus padres y la enfermera. Los narradores-habladores van alternándose y el lector, por la forma de expresarse y la perspectiva desde la que se manifiesta, descubre sin dificultad quién habla en cada momento. En cierto modo este cuento me hizo sentir por primera vez la maravillosa magia de la literatura.

Francesc Bon dijo...

La señorita Cora es una maravilla. Un cuento que merece la pena por sí solo por todo el libro. Pero es que hay unos cuantos más.

Marta Campo dijo...

En concreto, “Reunión", es un relato escrito en primera persona en el que el Che Guevara cuenta los primeros días tras el desembarco del Granma en Cuba.