Año de publicación: 2014
Valoración: muy recomendable
Kapuscinski: antes de leer una sola página de Oceáno África ya sabemos que Aldekoa es consciente de que el genial cronista polaco es a la vez amigo, por influencia, y teórico rival, por lo que se dice de las comparaciones. Aldekoa zanja el asunto mencionándole en contraportada y en algún relato, y un extracto de Ébano hace las veces de introducción. Peaje pagado, homenaje rendido, pero, más importante, testigo tomado. Porque, hecha esta importante aclaración, hay que dejar a los relatos de Océano África que se desarrollen por sus propios méritos. Que son muchos. Más que suficientes.
Testigo tomado porque, a pesar del tiempo transcurrido, algunas situaciones son las mismas, y deben seguir siendo denunciadas. Por mucho que estos relatos disfruten de un fuerte atractivo visual, que nos parezcan casi una especie de novela de aventuras por entregas donde cada país es un episodio diferente, donde el enemigo común, el antagonista que separa a las personas del bienestar y las sume en la miseria y la crispación es la codicia en sus formas más puras: la de dinero y la de poder. Nada ha cambiado en el fondo, entonces.
Uno a uno, caen una veintena de países en los que Aldekoa ha estado en ejercicio del periodismo. No faltan las clásicas situaciones de riesgo ni los encuentros con las corruptelas de alta y baja estofa. Tampoco los episodios de efecto conmovedor: el hambre, el sida, la crueldad extrema. Aldekoa actualiza el continente africano a fecha de hoy, el hoy de Boko Haram, Al Shabah y la primavera de Egipto, y viajamos desde nuestros relativamente cómodos asientos occidentales por esas carreteras llenas de agujeros, nos aventuramos por esos parajes y conocemos a un variopinto grupo de personas (que no personajes: todo es desgraciadamente cierto y real), casi siempre víctimas de situaciones en las que normalmente tienen poco que ver. No siempre: algún político y algún empresario se nos cuelan, pero Aldekoa logra situar los elementos necesarios para que tomemos, por nosotros mismos, plena conciencia del conjunto. Ameno, con un estilo refrescante, claro, sin recargo superfluo, aqui lo importante es que llegue el mensaje, que se transmita eso tan vilipendiado hoy en día que es la información.
Aldekoa suele dejar que el lector llegue a sus conclusiones, no se deja llevar por concesiones a la emotividad (salvo aislados momentos finales en alguno de los relatos), y consigue una colección brillante, dinámica y sin tacha, despojada de matices ideológicos que la sesguen, que puedan poner en duda la validez del testimonio. Su misión es esa, explicar lo que ve y lo que le pasa, ser fiel a la realidad sin necesidad de aderezarla. Le faltará a la realidad aderezo alguno. No hay corrupción, no hay crueldad, torturas, asesinatos gratuitos, civiles que sufren, injusticia.
Claro que la referencia citada es lógica, pero ya quisieran muchos ser comparados a tan alto nivel de forma merecida, y tener tanto tiempo y tan buen punto de partida como Océano África para depurar y consolidar un estilo propio. Como si muchos lo hicieran a la primera. Frente a la futilidad imperante (baste leer cierta prensa o ver ciertos canales de TV), un fascinante ejercicio de compromiso con la profesión y con esa esperpéntica sociedad global en la que quieren convencernos que estamos metidos. Desde las cloacas, con un laptop y dos cojones.
Aldekoa suele dejar que el lector llegue a sus conclusiones, no se deja llevar por concesiones a la emotividad (salvo aislados momentos finales en alguno de los relatos), y consigue una colección brillante, dinámica y sin tacha, despojada de matices ideológicos que la sesguen, que puedan poner en duda la validez del testimonio. Su misión es esa, explicar lo que ve y lo que le pasa, ser fiel a la realidad sin necesidad de aderezarla. Le faltará a la realidad aderezo alguno. No hay corrupción, no hay crueldad, torturas, asesinatos gratuitos, civiles que sufren, injusticia.
Claro que la referencia citada es lógica, pero ya quisieran muchos ser comparados a tan alto nivel de forma merecida, y tener tanto tiempo y tan buen punto de partida como Océano África para depurar y consolidar un estilo propio. Como si muchos lo hicieran a la primera. Frente a la futilidad imperante (baste leer cierta prensa o ver ciertos canales de TV), un fascinante ejercicio de compromiso con la profesión y con esa esperpéntica sociedad global en la que quieren convencernos que estamos metidos. Desde las cloacas, con un laptop y dos cojones.
3 comentarios:
Genial reseña!!
Como diría Santi, muchas gracias.
"Antes de ir a dormir, mi padre solía contarnos cuentos a mis hermanos y a mí. Nos repartíamos por el colchón y esperábamos impacientes sus historias. No eran los cuentos habituales. Narraba libros com El lazarillo de Tormes, El viejo y el mar, La isla del tesoro o fragmentos de Don Quijote de la Mancha.Recuerdo uno que me fascinaba: Un capitán de quince años, de Julio Verne. Después de un sabotaje en las brújulas del barco, el pequeño capitán no se deja engañar cuando, al tomar tierra, le dicen que está en América. Se adentra en la selva y descubre que está en Africa porque ve jirafas e hipopótamos y escucha el rugido de un león."
"El mar parece uniforme e inabarcable cuando lo observamos desde la superficie. Sólo si nos sumergimos en su interior descubrimos un mundo lleno de vida y diversidad.
África es un océano."
p.13 OCÉANO ÁFRICA
Imma
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