jueves, 15 de enero de 2015

Colaboración: El libro sin nombre, anónimo

Idioma original: inglés
Título original: The Book with no name
Año de publicación: 2000
Valoración: Recomendable (si te gustan las escenas de acción estilo “Tarantino”)


El libro sin nombre es el primer tomo de una trilogía inicial (actualmente elevada a cuatro libros ya) de novelas cortas que nos presenta los sucesos ocurridos en una ficticia ciudad llamada Santa Mondega que podríamos localizar en algún lugar fronterizo entre México y Estados Unidos.

En él vamos a conocer a un antihéroe llamado Kid Bourbon, un ¿adolescente? que tiene la capacidad de sacar a su Mr Hyde particular cuando se excede ingiriendo alcohol convirtiéndose en un asesino despiadado, una verdadera leyenda viva dentro y fuera de Santa Mondega. Bourbon se encontrará inmerso en la búsqueda de un artefacto mágico denominado "El ojo de la luna" y alrededor de él irá conociendo a los diferentes actores de la historia, cada cual más irreverente: dos monjes budistas pardillos pero letales, la atractiva Jessica y sus problemas de amnesia, el grotesco barman Sánchez y un largo etcétera. ¡Hasta tenemos a un obeso imitador de Elvis!

En primer lugar lo que más nos llama la atención de la fachada de la publicación es el aviso que aparece en contraportada. "¡Hagas lo que hagas no leas este libro!", todo un aviso de intenciones de lo que vamos a presenciar a continuación: Personajes estereotipados, humor zafio, sexo y violencia gratuita, etc.
Un aviso similar encontramos en la primera hoja del texto, por si el gancho anterior no hubiera realizado el efecto deseado. Se nos cuenta la historia de un libro cuyos lectores acaban irremediablemente muertos, y se nos añade también (de agradecer el detalle) que justo es ese libro que tenemos en nuestras manos el maldito ejemplar. Pero ¿Qué podemos encontrarnos en su interior?

La obra se identifica claramente con algunas de las técnicas narrativas y visuales que han encumbrado a dos grandes directores de la gran pantalla. Podríamos asegurar sin equivocarnos lo más mínimo que la primera referencia que hace cualquier lector de esta novela es su cercanía a las películas de Quentin Tarantino y Robert Rodriguez. Es complicado dar por aquí ejemplos claros de lo que queremos expresar sin desvelar todo el libro pero bastaría con mencionar que la mayoría de los diálogos, la apariencia física de los protagonistas, la forma de actuar de los mismos... podrían encontrar similitudes con los que podemos encontrar en películas como Kill Bill o Machete.

Pese a todo parece que estamos intentando criminalizar la saga y tampoco es la intención. Si nos concienciamos de lo que nos vamos a encontrar hay que reconocer que la trama, pese a lo sencilla que pueda parecer, es adictiva y divertida. Además está desarrollada de una manera muy superficial, con una escritura ágil y muy sencilla haciendo que las páginas vayan fluyendo sin remedio. Es fácil empezar a leer y complicado dejar la lectura ya que es una novela que literalmente puede ser devorada por el lector.

Como se ha mencionado la narración es ágil, con un léxico muy vulgar, sin fastuosas descripciones ni vueltas de tuerca, va directa al grano con diálogos sencillos (llenos de expresiones malsonantes, todo hay que decirlo). La acción es constante y apenas quedan minutos para respirar. La elección del autor de distribuir la trama en capítulos cortos centrados en los diferentes personajes, una técnica muy utilizada en los best sellers, hace que avanzar en la lectura sea tan sencillo como atractivo.

Por todo ello, no parece que el libro tenga otra intención que no sea la del mero entretenimiento y que no va a aportar absolutamente nada al mundo de la literatura es algo que casi podríamos asegurar.
Que haya sido escrito por un autor que prefiere permanecer en el anonimato (aunque paradójicamente sea un asiduo a aparecer en ferias de libros siempre con una máscara negra para ocultar el rostro) y que ya en la primera página nos esté avisando de los “peligros” de leer la novela parece ser, a todas luces, una forma muy poco honorable de vender un producto de dudosa calidad literaria llevado a la cúspide del éxito gracias a una política de merchandising que, como poco, parece estar teniendo gran resultado.

Firmado: Rbn

4 comentarios:

Al-liber dijo...

Sigo el blog con alguna asiduidad con el fin de encontrar alguna lectura apetecible, dando por supuesta cierta calidad de las propuestas. No sé si ésta, la calidad, es uno de los objetivos de difusión del blog, pero con recomendaciones como la de hoy, que nada aportan a la literatura (aunque para algunos lectores supongan un rato agradable, para eso la lectura es libre, faltaría más), cada día me encuentro algo más alejado, aunque de vez en vez se incluyan excepciones que son de agradecer.

Unknown dijo...

Personalmente creo que la literatura está abierta a todo tipo de público y que nunca vamos a ser capaces de poner límites a los gustos de los demás. Lo que para algunos es una delicia para otros muchos puede ser algo bochornoso o inaguantable, pero ello no hace que un libro deba o no deba ser "recomendado" como si tuviéramos la verdad única en nuestras manos. Toda creación literaria aporta al mundo, por zafia y pobre que pueda parecernos, siempre que a alguien le guste y esté esperando su aparición.

Este libro tiene un target muy exclusivo y así se explica en la propia entrada. Si no entra dentro de nuestros gustos... ¿No sería más sencillo ignorarlo que rasgarnos las vestiduras y echarnos las manos a la cabeza?

Juan Cantillán dijo...

¡Ah la divinidad de vuestro espacio exclusivo de cuya dicha os regocijais! sois unos torpes si continuais creyendo en la desfachatez de vuestras inzulsas apreciaciones... debeis al menos, amigos míos, disculpad al bienhechor que muestra en zus bandas todo aquello que os apetece a los sesos, al menos para distraeros de vuestras aburridísimas horas de ocio...

Santi dijo...

Querido Juan, creo que has ganado el premio al comentario surrealista del mes. De hecho todavía no he conseguido entenderlo. Pero ese "inzulsas" lo guardaré siempre en mi corazón como una pequeña joya. Perdón, jolla.