martes, 6 de noviembre de 2012

Javier Cercas: Las leyes de la frontera

Idioma original: español
Año de publicación: 2012
Valoración: muy recomendable

Hace unos meses leí un algo espeso libro de ensayos titulado CT o la cultura de la transición, en uno de cuyos artículos, firmado por Belén Gopegui (ejem, por lo que respecta a mi experiencia con esta escritora, diré que quién fue a hablar) se tildaba a Soldados de Salamina de libro sentimentalizador de una reconciliación entre bandos. Lo cual implicaba, en mi opinión, considerar a Cercas como escritor afín a un determinado tipo de cultura manipulada, sesgada ideológicamente en aras de una evitación de la confrontación, la de bandos respectivamente herederos de ganadores y perdedores, ya no de la Guerra Civil, sino de todo el período de la dictadura, viniendo a sugerirse que Cercas era un elemento más, estelar en su caso, de esa especie de statu quo cultural controlado, poco beligerante, y críticamente tibio. Atado y bien atado.

Entre las treinta primeras líneas de Las leyes de la frontera me encuentro este párrafo, en boca de un personaje:

"- Cuénteme cuándo conoció al Zarco.
- A principios de verano del 78. Aquella era una época extraña. O yo la recuerdo así. Hacía tres años que Franco había muerto, pero el país continuaba gobernándose por leyes franquistas y oliendo exactamente lo mismo que olía el franquismo: a mierda"

Lo cual no sé si fue una reacción casual de Cercas o toda una contestación, una declaración de principios en toda regla. En todo caso, a mí me queda muy claro, y no sólo por esta frase, que Cercas no es un elemento controlado escribiendo al servicio de un fin concreto. Me queda claro a través del conjunto de su obra, que con este Las leyes de la frontera regresa a la ficción pura (ficción pura a la Cercas, acotará alguno) tras su exitoso paso por el ensayo político en Anatomía de un instante. Ensayo con el que esta magnífica novela comparte cierto espacio temporal, el del período de transición más reciente tras la muerte del dictador. Últimos 70, primeros 80.

Para empezar, ésta es una novela brillante, dinámica, que uno no puede parar de leer, con el estilo directo, confidente, rico, propio de Cercas. Cada capítulo es parte de una entrevista del narrador, que va cambiando de interlocutor, en la que los hechos iniciales se suceden, curiosamente, con una cierta sensación de novela juvenil de aventuras. Estamos en la época de los quinquis, de las pandillas de delincuentes casi adolescentes de los extrarradios más duros de las ciudades, donde una juventud desorientada, presa de la miseria y la marginalidad, no encuentra otra salida que la delincuencia de poca monta. Para subsistir o para mantener hábitos o casi como mera diversión. Época en que esas pandillas pasan a ser el objeto de fascinación de muchos completamente ajenos a ellas, a la par que la máxima preocupación de las fuerzas de seguridad.  La frontera a que se refiere el título, concepto extraído de una serie televisiva de la época, es justo el límite físico que, entonces, se franqueaba entre los barrios normales de las ciudades y aquellos que hospedaban estas bolsas de delincuencia, delincuencia metida en una espiral de destrucción cuyos postreros colofones fueron las toxicomanías, y la devastación del SIDA. Ese límite es traspasado, por corto lapso, por Ignacio Cañas, hijo de familia de clase media, que se aventura ocasionalmente en una de esas bandas, por una serie de hechos casuales, y que logra salir indemne del paso. O eso es lo que él cree.
Las leyes de la frontera no es una novela de Cercas solamente por su estilo. Al tono confidencial que he mencionado, el autor aporta algunos de los rasgos presentes en sus novelas desde Soldados de Salamina. Cierto guiño meta-literario en el que, si uno conoce aunque sea levemente las circunstancias personales de Cercas, la historia toma leves matices autobiográficos. Recurso con el que se afianza en complicidad y en credibilidad de la historia. También, cierta inclusión de circunstancias y opiniones propias de diverso calado, sobre las instituciones, sobre la influencia política, sobre la política penitenciaria, sobre el papel de los medios de comunicación en la generación de mitos y sus satélites. El entrevistador del libro, ese personaje que no llega a revelarse pues siempre está haciendo las preguntas, parece otro alter ego, como si en esta novela el Cercas falso protagonista mutase hacia el Cercas falso narrador.
En el fondo, Las leyes de la frontera podría resumirse como una historia triste y discontinua de amor adolescente, una especie de triángulo escaleno donde ninguno de los protagonistas acaba de sentirse, en su existencia posterior, más cómodo, o más feliz,  o más seguro de sí mismo, que en esa conflictiva etapa, en esos hechos remotos, que parecen puros juegos de adolescentes, pero son el potente imán que mantiene a los protagonistas atrapados e hipnotizados, siempre pendientes, en su transitar por la vida, de poder regresar a ese momento culminante que, para ellos, fue demasiado pronto.


También de Javier Cercas en Un libro al día: Aquí

11 comentarios:

Anónimo dijo...

No he leído nada de Cercas y, mientras haya escritores interesantes sobre la faz de la tierra que nos echen un cable, no tengo pensado gastar ni un solo céntimo en este sujeto. Simplemente estoy hasta el gorro de que se haga el pobrecito de mí en cada artículo que escribe y en toda su extensión. ¡Ay, pobre de mí, con lo viejo que soy y lo que me exige la vida! Aburre a las piedras. Además, es de los que va por la vida creyéndose un intelectual...

El día que coincida contigo, Francesc, me lo haré mirar por el gerontólogo.

Francesc Bon dijo...

Gracias por el comentario.
Perdón, pero interpreto que si sabes que se lamenta en sus artículos, algo sí habrás leído. Yo no leo sus artículos, ves, podría decirte que incluso tiene opiniones distantes de las mías en ciertos temas políticos, que aquí no tocaré, pero todos sus libros me han gustado mucho. No sé lo que se cree: sí he leído entrevistas (el dominical de La Vanguardia publicó una a raíz de la publicación de este libro) y me ha parecido bastante razonable y nada divo.
¿Puedo recomendarte a mi gerontólogo?

Francesc Bon dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Silver dijo...

A mi me gustó mucho Las leyes de la frontera. Considero que es una buena crónica de los 80 y del fenomeno quinqui. Es el primer libro que leo de él, y no será el último pues me atraen tanto Anatomia de un instante como Soldados de Salamina.
Me da igual el carácter de Cercas, considero que lo importante es su obra y que me lo pase bien con su literatura. De lo contrario no leería a ciertos autores

Francesc Bon dijo...

Silver: espero que se reconozca a Cercas su valor sin que ningún hecho triste lo precipite. Y yo no obviaría La velocidad de la luz, otra gran novela. Gracias por comentarnos y leernos.

elvirar dijo...

Acabo de leer "Las leyes de la frontera" y me ha gustado más a medida que lo iba leyendo. Al principio la peripecia de los quinquis adolescentes no me seducía mucho, una vez los protagonistas toman caminos divergentes se hace más amena. El final es muy abierto: quien se chivó a la policía, la relación Tere-Zarco. Cercas hace un recorrido sentimental pro su ciudad tal como la vivió en su adolescencia.

Y de Cercas solo puedo decir que es un señor encantador, al que conocí en una Feria del Libro de Madrid, es muy humilde y está comprometido con la literatura de una manera muy honesta.

Francesc Bon dijo...

Gracias por el comentario, y mi recuerdo del libro es exacto como lo leí. Una gran novela con unos personajes bien definidos.

Santi dijo...

Acabo de terminarme esta novela, leída en un par de días aprovechando unas cuantas horas de viaje en tren. Y me ha gustado (si no, no me la habría leído tan rápido), aunque le pongo algunos peros.

Para empezar, la técnica de la entrevista transcrita es más falsa que una moneda de cuatro euros. Todos los personajes (el entrevistador y los entrevistados) hablan igual, y ninguno de ellos hablan como hablan las personas, sino como escribe Cercas. Hay un léxico demasiado cuidado, una coherencia expresiva propia del lenguaje escrito y no hablado, explicaciones que están obviamente dirigidas al lector... En fin, que es imposible creerse que realmente estemos ante lo que unas personas están diciendo en un diálogo. Probablemente Cercas no ha querido repetir la técnica de Soldados de Salamina o La velocidad de la luz y por eso ha huido del narrador-investigador en tercera persona; pero la solución que ha adoptado no me convence.

Y por otro lado, me parece que la acción se alarga demasiado, más de lo necesario en muchos casos, y que Cercas se guarda para el final algunas revelaciones (alguna de ellas rozando el melodrama) que, en un contexto de una entrevista real, habrían aparecido mucho antes; y sin embargo así la novela habría tenido menos intriga, claro...

En fin, me ha parecido una buena novela (yo le habría dado un "recomendable") porque construye buenos personajes -aunque me sigue pareciendo que están algo idealizados, en contra de lo que el propio texto parece querer lograr- y porque consigue atrapar al lector; pero técnicamente me parece muy discutible.

Francesc Bon dijo...

Hola Santi: cuando leí el libro me dejé llevar por la lectura, un poco como tú. Sí puede ser que las voces sean un poco uniformes, pero lo veo un signo distintivo de Cercas, que da siempre un primer paso como narrador.
Gracias por comentar.

Anónimo dijo...

He acabat de llegir el llibre i m'ha semblat correcte, lo millor la tècnica narrativa de diàleg seguit que està molt ben construït. La història se centra en la ambigüitat sobre el que es bó o dolent, segons la situació personal de cada individu, la qual cosa m'ha agradat en la seva exposició. La història dels "quinquis" s'ha mitificat massa, però és totalment real (va succeir), encara que a la novel·la s'han limitat els seus efectes més durs (delictes de sang, marginalitat extrema, etc). Continuaré llegint Cercas!!!!

Francesc Bon dijo...

De fet, estic llegint ja el seu nou llibre, El impostor.
De hecho, estoy leyendo su nuevo libro, El impostor.
Salut!