Idioma original: inglés
Título original: American rust
Título original: American rust
Año de publicación: 2009
Valoración: recomendable
En esta primera novela de Philipp Meyer, ganadora de "Los Ángeles Times Book Prize" en el año de su publicación, el autor nos sitúa en Buell (norte de Pensilvania), localidad poco atractiva a causa del declive económico en plena era postindustrial. Sus habitantes, acostumbrados a la riqueza proveniente de las perforaciones petrolíferas en sus tierras, se ven afectados por la crisis que ha llegado al territorio provocando una pérdida de su capacidad económica. La situación les ha obligado a abandonar la ciudad. Quedarse significa perder.
Así, el escenario queda claro en un inicio: hablamos de perdedores, de seres fracasados, de personas que su falta de valentía (o de recursos) les ancla a una tierra sin potencial donde el futuro no respeta a aquellos que deciden quedarse, donde la salvación está en la huida. En este contexto nos encontramos con Isaac English y Billy Poe, dos jóvenes en edad adolescente, con una aparente y prometedora carrera profesional (el primero por su inteligencia y el segundo por su talento en el deporte) que, por causas diferentes, se han quedado en el pueblo viendo como un futuro próspero empieza a quedar bastante lejos. Dispuesto a ponerle remedio, Isaac se propone realizar un cambio en su vida pero su torpeza y mala suerte confluyen en un suceso que cambiará sus planes de forma drástica. No os contaré más detalle de la historia (que por otra parte ya está expuesta en la solapa del libro).
Visto el argumento, es indudable que empezamos a vislumbrar rasgos característicos en las novelas de Philipp Meyer: un inicio potente, trepidante, con un hecho que marca el inicio del libro y sirve de punto de partida de la historia. Esto ocurre en las dos obras publicadas hasta la fecha y, a tenor del resultado conseguido, duda que esto vaya a cambiar y, es más, deseo que no lo haga. Así, nos encontramos al principio con el factor desencadenante del relato mientras, en paralelo, el autor nos va incluyendo pinceladas del pasado de los personajes. Y es que en las novelas de Meyer, y especialmente en ésta, el peso del libro recae en ellos; el pasado se va reconstruyendo a lo largo de la novela pero la potencia está en el presente, en las acciones que protagonizan sus personajes y en cómo evolucionan a partir de ellas. Ayuda, en cuanto a carga de profundidad emocional, la utilización de reflexiones internas de los personajes que explotan el conflicto interno que tienen en la toma de las decisiones clave y nos ayudan a aproximarnos a ellos, a conocerlos, a entrar en su estado de ánimo y humanizarlos. Aquí la trama no es lo más importante sino que es la base sobre la que se nos ofrece una visión de aquellos seres que abandonan sus caminos, quedando anclados en una zona sin futuro, sin expectativas, sin potencial de crecimiento ni esperanzas de mejorar sus paupérrimas vidas.
En estructura, capítulos alternados entre los diferentes personajes hacen amena la lectura de una historia no muy compleja pero sí potente. Y es que en este caso, la historia se agranda profundizando en familiares de los dos protagonistas, y crece en horizontal hacia personas vinculadas con ellos. De esta manera, y para mi es el punto débil de la novela, el desarrollo de la historia en relación al hecho que la desencadena pasa en un segundo plano a medida que avanzamos en la lectura de forma que sigue la acción trazada pero el peso pasa a recaer en los personajes, en sus vidas, y como los hechos los marcan. Se echa de menos algo más de profundidad en el desarrollo de la trama que, además, cae de forma demasiado prematura cuando el autor decide que ya va siendo hora de ponerle un final.
Sensaciones encontradas al terminar la lectura ya que positivamente vemos detalles de lo que el autor nos ofrece (y ofrecerá, más aún, en «El hijo») que es mucho: Meyer es bueno en la construcción de los personajes, llenándolos de matices y complejidad; es bueno en ritmo narrativo y en construcción de la historia. Probablemente, la parte menos buena en este libro está en un final algo abrupto, consecuencia de tener que finalizar una historia donde el foco se ha puesto excesivamente en las vidas de los personajes, quitando peso a la evolución del caso en sí. Algo más de dedicación a la investigación hubiera dotado de mayor redondez a una novela que, siendo la primera del autor, es un gran inicio en la vida literaria de Meyer.
También de Philipp Meyer en ULAD: El hijo
Así, el escenario queda claro en un inicio: hablamos de perdedores, de seres fracasados, de personas que su falta de valentía (o de recursos) les ancla a una tierra sin potencial donde el futuro no respeta a aquellos que deciden quedarse, donde la salvación está en la huida. En este contexto nos encontramos con Isaac English y Billy Poe, dos jóvenes en edad adolescente, con una aparente y prometedora carrera profesional (el primero por su inteligencia y el segundo por su talento en el deporte) que, por causas diferentes, se han quedado en el pueblo viendo como un futuro próspero empieza a quedar bastante lejos. Dispuesto a ponerle remedio, Isaac se propone realizar un cambio en su vida pero su torpeza y mala suerte confluyen en un suceso que cambiará sus planes de forma drástica. No os contaré más detalle de la historia (que por otra parte ya está expuesta en la solapa del libro).
Visto el argumento, es indudable que empezamos a vislumbrar rasgos característicos en las novelas de Philipp Meyer: un inicio potente, trepidante, con un hecho que marca el inicio del libro y sirve de punto de partida de la historia. Esto ocurre en las dos obras publicadas hasta la fecha y, a tenor del resultado conseguido, duda que esto vaya a cambiar y, es más, deseo que no lo haga. Así, nos encontramos al principio con el factor desencadenante del relato mientras, en paralelo, el autor nos va incluyendo pinceladas del pasado de los personajes. Y es que en las novelas de Meyer, y especialmente en ésta, el peso del libro recae en ellos; el pasado se va reconstruyendo a lo largo de la novela pero la potencia está en el presente, en las acciones que protagonizan sus personajes y en cómo evolucionan a partir de ellas. Ayuda, en cuanto a carga de profundidad emocional, la utilización de reflexiones internas de los personajes que explotan el conflicto interno que tienen en la toma de las decisiones clave y nos ayudan a aproximarnos a ellos, a conocerlos, a entrar en su estado de ánimo y humanizarlos. Aquí la trama no es lo más importante sino que es la base sobre la que se nos ofrece una visión de aquellos seres que abandonan sus caminos, quedando anclados en una zona sin futuro, sin expectativas, sin potencial de crecimiento ni esperanzas de mejorar sus paupérrimas vidas.
En estructura, capítulos alternados entre los diferentes personajes hacen amena la lectura de una historia no muy compleja pero sí potente. Y es que en este caso, la historia se agranda profundizando en familiares de los dos protagonistas, y crece en horizontal hacia personas vinculadas con ellos. De esta manera, y para mi es el punto débil de la novela, el desarrollo de la historia en relación al hecho que la desencadena pasa en un segundo plano a medida que avanzamos en la lectura de forma que sigue la acción trazada pero el peso pasa a recaer en los personajes, en sus vidas, y como los hechos los marcan. Se echa de menos algo más de profundidad en el desarrollo de la trama que, además, cae de forma demasiado prematura cuando el autor decide que ya va siendo hora de ponerle un final.
Sensaciones encontradas al terminar la lectura ya que positivamente vemos detalles de lo que el autor nos ofrece (y ofrecerá, más aún, en «El hijo») que es mucho: Meyer es bueno en la construcción de los personajes, llenándolos de matices y complejidad; es bueno en ritmo narrativo y en construcción de la historia. Probablemente, la parte menos buena en este libro está en un final algo abrupto, consecuencia de tener que finalizar una historia donde el foco se ha puesto excesivamente en las vidas de los personajes, quitando peso a la evolución del caso en sí. Algo más de dedicación a la investigación hubiera dotado de mayor redondez a una novela que, siendo la primera del autor, es un gran inicio en la vida literaria de Meyer.
También de Philipp Meyer en ULAD: El hijo
2 comentarios:
Un libro que me atrae desde que lo vi. Las reseña que he leído van en tu misma línea, así que me lo pensaré.
Un beso ;)
Gracias Natàlia por leernos y comentar. Si al final te decides leerlo, ya nos contarás si coincidimos en la valoración ;-)
Saludos
Marc
Publicar un comentario