Año de publicación: 1972
Traducción: Inga Pellisa
Valoración: se deja leer
Pues voy a tener que reconocer que, desde el concepto que emana este libro (una reivindicación basada en la puesta de contexto de la cultura afroamericana en su primera fase de eclosión) hasta la decidida apuesta de una de esas pequeñas editoriales independientes, me hubiera encantado que este libro me hubiera gustado bastante más. Pero la literatura tiene estas cosas y el momento en que uno se encuentra con el libro y el tránsito que lleva de su lectura a sentarse ante el ordenador requieren ser honesto a pesar de que uno pueda no sentirse del todo bien reconociéndolo. No me ha gustado Mumbo Jumbo. He alcanzado a entender su planteamiento y a adaptarme a su jerga y a su sentido libre, pero todo ello no ha sido suficiente para eso tan idílico de impregnarse del sentido de un libro. Todo lo contrario: me he pasado las últimas cien páginas mirando cuánto faltaba y apresurándome a acabar con él, llegando incluso a plantearme si no era más práctico abandonarlo y dejar en blanco, tampoco sería la primera vez, el teórico espacio que me reserva la red para opinar sobre el libro.
Y no se trata de amortizar el tiempo empleado. Más bien que el aluvión de referencias al libro que se ha producido desde su publicación, por distintos cauces y de voces bien diversas, merecía una correspondencia en forma de una lectura atenta. Me lo han aconsejado libreros de referencia, críticas diversas, periodistas fiables como Xavi Ayén, espiritus libres como Pynchon y, como colofón, era reiteradamente mencionado en Ilustres Raperos, tanto en el texto original como en los artículos que lo completaban. Vergüenza y escarnio, entonces, el que aquí escribe, la que siente por no haber sabido sintonizar,
El jazz. Primera influencia notable en la prosa de Reed. Sentido de la improvisación, estructura anárquica, cambio de situación (de instrumento), y todo ello, embebido de una especie de "alto" sentido de la libertad, del desprendimiento de barreras. Quizás el primer error a la hora de afrontar esta lectura sea pensar en ella en términos de ficción tal como se concibe en las corrientes literarias dominantes: con su desarrollo y su final, con sus protagonistas y su trama. En eso Reed deja a las cartas bien claro lo que quiere: elevarse en un helicóptero y lanzar una mirada de alcance sobre esas ciudades americanas donde, en la primera mitad del siglo XX, la población afroamericana/de color/negra (llamémosle como sea más respetuoso), sacudiéndose solo a medias el yugo aún fresco de la esclavitud, empieza a revelarse y a mostrar sus manifestaciones culturales, su oposición al ámbito dominante en lo económico y en lo cultural, suelta sus ataduras y planta el pie firmemente: eso debe ser el Jes Grew, ese fenómeno al que Reed refiere constantemente sus párrafos, esa ansia liberadora y reivindicativa que surge como respuesta decidida a toda la situación actual. Lanzada desde la calle o desde los bares o desde los clubes a los que están siendo confinados (los lugares a los que los blancos curiosos empiezan a echar miradas de curiosidad y temor), la corriente empieza a afectar a los centros de poder de la comunidad afroamericana. Que son extraños: se mezclan todo tipo de personajes y se combinan en los ámbitos más variopintos: el primero que parece despuntar es PaPaLaBas, especie de gurú cuya consulta es frecuentada por extraños tipos, iniciándose una serie de vaivenes de personajes, escenarios, menciones más o menos directas a personajes públicos de la época, alegorías a una Orden del Cardo que debe representar a la gran mayoría WASP, a los gerifaltes que tanto miedo tienen de una pujanza o una revelación de la minoría oprimida. Haití, las corrientes vanguardistas de la música, todo se entremezcla incluyendo una extraña y pynchoniana inserción de una especie de drama ubicado en el Antiguo Egipto como alusión al origen de todas las civilizaciones, trasladados sus herederos a la fuerza en los tiempos de la esclavitud.
Lo extraño, como lector, es haber sido tan incapaz de capturar esta esencia en su conjunto como consciente de que una segunda lectura del libro, asumidas todas las circunstancias que complican su comprensión resultaría reveladora de posibles ganchos que me ha sido imposible descodificar a la primera. Pero, amigos lectores, esto deberá quedar para el futuro. Bastante tenemos con leer una vez los libros para aguantar nuestro ritmo. Que eso sí lo hacemos.
El jazz. Primera influencia notable en la prosa de Reed. Sentido de la improvisación, estructura anárquica, cambio de situación (de instrumento), y todo ello, embebido de una especie de "alto" sentido de la libertad, del desprendimiento de barreras. Quizás el primer error a la hora de afrontar esta lectura sea pensar en ella en términos de ficción tal como se concibe en las corrientes literarias dominantes: con su desarrollo y su final, con sus protagonistas y su trama. En eso Reed deja a las cartas bien claro lo que quiere: elevarse en un helicóptero y lanzar una mirada de alcance sobre esas ciudades americanas donde, en la primera mitad del siglo XX, la población afroamericana/de color/negra (llamémosle como sea más respetuoso), sacudiéndose solo a medias el yugo aún fresco de la esclavitud, empieza a revelarse y a mostrar sus manifestaciones culturales, su oposición al ámbito dominante en lo económico y en lo cultural, suelta sus ataduras y planta el pie firmemente: eso debe ser el Jes Grew, ese fenómeno al que Reed refiere constantemente sus párrafos, esa ansia liberadora y reivindicativa que surge como respuesta decidida a toda la situación actual. Lanzada desde la calle o desde los bares o desde los clubes a los que están siendo confinados (los lugares a los que los blancos curiosos empiezan a echar miradas de curiosidad y temor), la corriente empieza a afectar a los centros de poder de la comunidad afroamericana. Que son extraños: se mezclan todo tipo de personajes y se combinan en los ámbitos más variopintos: el primero que parece despuntar es PaPaLaBas, especie de gurú cuya consulta es frecuentada por extraños tipos, iniciándose una serie de vaivenes de personajes, escenarios, menciones más o menos directas a personajes públicos de la época, alegorías a una Orden del Cardo que debe representar a la gran mayoría WASP, a los gerifaltes que tanto miedo tienen de una pujanza o una revelación de la minoría oprimida. Haití, las corrientes vanguardistas de la música, todo se entremezcla incluyendo una extraña y pynchoniana inserción de una especie de drama ubicado en el Antiguo Egipto como alusión al origen de todas las civilizaciones, trasladados sus herederos a la fuerza en los tiempos de la esclavitud.
Lo extraño, como lector, es haber sido tan incapaz de capturar esta esencia en su conjunto como consciente de que una segunda lectura del libro, asumidas todas las circunstancias que complican su comprensión resultaría reveladora de posibles ganchos que me ha sido imposible descodificar a la primera. Pero, amigos lectores, esto deberá quedar para el futuro. Bastante tenemos con leer una vez los libros para aguantar nuestro ritmo. Que eso sí lo hacemos.
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