jueves, 1 de diciembre de 2016

James Carr & Archana Kumar: Hipster Hitler

Idioma: inglés
Título original: Hipster Hitler
Año de publicación: 2012
Valoración: divertido (e inquietante)


Como ya ha escrito alguien antes que yo (soy un cutre, lo sé, pero la idea es demasiado buena para no aprovecharla), Adolf Hitler, Führer del III Reich, fue un hipster avant-la-lettre... ¿Que no? Veamos: de joven, tras una etapa Ni-Ni, quiso ser artista y llevó un estilo de vida bohemio -por no decir clochard- en la capital del aún Imperio Austro-Húngaro, mientras la academia de Bellas Artes le rechazaba una y otra vez (algo muy hipster, también). adema´s, era vegetariano y cuidaba con esmero su vestimenta y corte de pelo, salvo en sus últimos días, que ya no estaba para nada... Y no le hacía ascos -más bien lo contrario- a las drogas de diseño y otros estimulantes. No sçesi le gustaba pasear en bici de piñón fijo, pero sí que he visto, para mi desdicha, alguna foto suya en pantalón corto, con unas bermudas estilo vintage. le gustaba el diseño gráfico y los eslóganes molones, aunque esa tarea se la dejase sobre todo a Goebbels, y se pasaba horas departiendo sobre arquitectura con su amigo Albert Speer... No sé si hacen falta más pruebas...

Algo así debieron de pensar los autores de estas historietas cuando pensaron en convertir al Führer en un hipster de nuestro tiempo (conservando el bigotillo, eso sí; no creo que le hubiese quedado bien la barborra lumberjack); ataviado con gafas de pasta y camisetas con lemas irónicos -Eva 4 Eva; I Love Juice; Back to the Führer...-, nuestro Hitl... uy, perdón por el plural: este particular Hitler bebe ceveza orgánica, juega con videojuegos vintage (es decir, pre-vintage), elige los uniformes para las SS o toma decisiones militares como si jugase al ajedrez chino para ser más multicultural. El Hitler hipster no invade Suiza porque en un país tan montañoso no puede circular en su fixie, propone una estrella de David invertida (sic) como símbolo anti-judío y en Navidad recibe la dickensiana visita de los dictadores del pasado, el presente y el futuro (éste resulta ser el viejo Kim Song Il o Song Il Kim o como sea). ¿Suena todo demasiado extravagante... quiero decir: bizarre? Quizás, pero pensemos que sí existen los llamados nipsters, neonazis tan preocupados de la exclusividad de su estética como de la pureza de la raza aria a la que creen pertenecer. Hay gente pa tó, que diría el clásico...

Hay que reconocer que estas historietas, dibujadas con un austero estilo infográfico, mueven más a la sonrisa irónica que a la carcajada -aunque haya momentos brillantes, como cuando Hitler zanja una discusión con Goering apelando a la Ley de Godwin-. Ello se debe, supongo , a las limitaciones creativas de sus autores, pero también, en gran medida, a la necesidad de dominar varios códigos de humor para entender los chistes: además de los juegos de palabras entre el  inglés y el alemán,se basan sobre todo en la confrontación de elementos de la subcultura hipster y los acontecimientos o circunstancias sucedidos durante el II Reich y la II Guerra Mundial. Incluso es necesario conocer un mínimo de la Historia de esa época para identificar a los personajes secundarios: Rommel, Goebbels, Goering, Eva Braun, Leni Riefenstahl...

Quizá ésta sea la mayor dificultad para disfrutar de las historietas; otra, no menos, pero de otro orden, consiste en saber hasta qué punto tenemos derecho a reírnos de una caricatura amable, después de todo, de un personaje real tan inequívocamente siniestro. Como es lógico, este escrúpulo no se me ha ocurrido sólo a mí: hubo asociaciones judías e incluso algún diputado británico que protestaron cuando salió este cómic, y tampoco es la primera vez que se plantean: recordemos que el propio Chaplin afirmó que no hubiera hecho El gran dictador de haber sabido cuáles serían los horrendos crímenes del III Reich. O, más recientemente, las polémicas acerca de la película La vida es bella o la novela alemana Ha vuelto. Las dudas, en cualquier caso, pueden multiplicaarse hasta la extenuación. ¿somos de alguna forma cómplices del nazismo por reírnos con estas historietas' ¿Seremos cómplices del terrorismo si nos hemos reído también con los sketches sobre ETA de Vaya semanita o con la divertida peli Cuatro leones? ¿Si nos mofamos de Hitler estamos también obligados a hacerlo de otros dictadores no menos sanguinarios, como Stalin, para no ser acusados de tendenciosos? Bien, yo no tengo respuesta a estas preguntas, excepto para la última: en Hipster Hitler también aparece un campechano y borrachín Broseph Stalin, así como hay apariciones estelares de Napoleón, Lenin, Mussolini y hasta Robert Mugabe.

Por otra parte, también se puede reflexionar sobre la actual banalización de estas figuras ominosas de la Historia, incluso sobre su conversión en iconos de la cultura pop dentro de la sociedad de consumo en que vivimos; al fin y al cabo, creo que es de eso de lo que trata este libro. Se llegue a la conclusión a la que se llegue, no está de más una reflexión sobre el tema ahora que parece que los nietos de los seguidores de Hitler vuelven a las andadas en buena parte de Europa. Pero, por desgracia, no de este Hitler hipster, sino del otro, del verdadero cabronazi.






10 comentarios:

Cities: Moving dijo...

He dejado de leer al llegar al punto en que dice que Hitler fue vegetariano. Ni el primer párrafo he podido terminar.

Juan G. B. dijo...

¿Pero por estar mal redactado, porque eres vegetariano... o porque piensas que los hipsters se merecen más respeto?

Anónimo dijo...

Estupenda reseña Juan. Mucho criterio y rigor.

Anónimo dijo...

No entiendo el comentario de dasbucherregal...

Juan G. B. dijo...

Anónimo 1: gracias por el comentario. En caso de que vaya en plan irónico, te lo agradezco el doble, pues también me vale ; )
Anónimo 2 (a no ser que seáis el mismo anónimo, claro): yo tampoco lo entiendo, pero si así se lo ha parecido a él, por mí no hay problema. Aprovecho para recomendar su blog, que es estupendo:

http://dasbuecherregal.blogspot.com.es/

Anónimo dijo...

Soy el mismo anónimo y el comentario no iba en tono irónico jajaj

Saludos y felicidades por el blog

Juan G. B. dijo...

Gracias, anónimo 1/2/3
Reconozco que igual la gracieta de poner a Hitler como un hipster no es para tanto , después de todo, pero ruego a nuestros lectores que se lo tomen a bien, que estamos ya cerca de la Navidad que es tiempo de paz y fraternidad...

http://www.misgafasdepasta.com/hipster-nativity-portal-belen/

Anónimo dijo...

Juan, han pasado del Ulises a Hitler hipster! jajaja

Francesc Bon dijo...

Buenas: este tipo de libros me desconciertan. Por una parte no me resulta cómodo eso de "banalizar" este tipo de personajes y el desastre en que metió al planeta (porque parece que justifiquemos que al menos sirvieron para echarnos unas risas) y por la otra porque también tengo la convicción de que la literatura es el ámbito en el que debemos permitirlo todo. En este caso concreto, y aparte del juego de palabras facilón, creo que la provocación puede ser un poco excesiva, y que no estoy muy seguro de si esas mezclas "funcionan". Pero en todo caso reconozco un mérito intrínseco: evitar, a priori, la indiferencia.

Juan G. B. dijo...

Hola, anónimo lector:
Sí, vamos subiendo el nivel ; )
Hola, Francesc:
Pues comparto bastante de tu opinión o de tu desconcierto. En todo caso, sólo puedo decir que la banalización en este caso es más evidente porque se hace a través del humor, pero también existe, creo yo, cuando Hitler, en este caso, aparece como personaje de la "cultura popular" en películas o reportajes más o menos espectaculares sobre diferentes aspectos del III Reich (no sé si has visto el canal Historia alguna vez...).
Por otra parte, si alguna función positiva tiene esta banalización, puede que sea dejar en evidencia la ridiculez de los planteamientos del nazismo, en este caso (no estoy hablando de sus consecuencias), ahora que sus nostálgicos están empezando a cobrar fuerza de nuevo.
Un saludo a ambos.