Año de publicación: 2015
Valoración: recomendable
Mi primer contacto con Gabriela Wiener fue hace unos años, a través de la desaparecida revista Orsai. Me gustó la personalidad de su escritura y tampoco negaré que, pues entonces la escritora residía en Barcelona, albergué ciertas esperanzas de que fuera a formar parte de una especie de nuevo boom de la literatura latinoamericana en compañía de Neuman, de Halfon, Zúñiga, Gamboa, Zambra, y otras decenas de escritores. Pero ese movimiento imaginario no llegó a concretarse más que en mi imaginación. De momento no hay un García Márquez o un Carlos Fuentes que dé el tirón (dejemos correr las últimas andanzas de Vargas Llosa), y ni la Barcelona de hoy es la del tardofranquismo ni el París de hoy el del post-mayo'68.
Desde entonces, le perdí la pista hasta Llamada perdida, compendio de textos de tipo personal que abarca diferentes períodos de su vida y que se sitúa en coordenadas parecidas a alguno de esos escritores mencionados: Zambra, o Halfon. Primero por el tono confesional y desinhibido. Luego, por un acusado sentido de la contemporaneidad. Wiener escribe hoy y acerca del hoy, y las menciones a la situación social, a los elementos culturales de la actualidad no se sitúan para epatar o para aportar un falso sentido de lo moderno. Me gusta mucho su naturalidad escribiendo tanto de aspectos blancos como su condición de madre de una niña pequeña, como de algunos temas más peliagudos, como el sexo en grupo, el contacto con las drogas, los cambios de domicilio originados por diversas situaciones, las condiciones laborales. Puede que encontremos el lógico incentivo del morbo, pero ninguno de los episodios más personales chapotea en el lodo del sentimentalismo o en la trascendencia épica de, por ejemplo, Knausgård, y eso se agradece ya que consigue una cercanía con la autora y su obra que no siempre se da. En este sentido Wiener no intenta ir más allá de aportar el sentido común de mujer, de inmigrante, de escritora, tres condiciones, digamos sin mala intención, que no otorgan ventaja alguna en este cruel mundo actual.
El libro se cierra con dos curiosos y valiosos reportajes. Wiener visita y se entrevista con dos escritoras que no pueden ser más antagonistas de la autora. Corín Tellado, sempiterna autora de novela romántica, e Isabel Allende, que no necesita gran presentación. Sin mostrarse reverente ni apelar al sentido crítico, las conversaciones mantenidas con ambas resultan ser un valioso broche para el libro. Sin artimañas, sin sesgo alguno orientado a reivindicar más que una visión justa y objetiva. Y, cuando Wiener menciona en varios momentos a Roberto Bolaño, reverso y ácido crítico de la escritora chilena, y recrea situaciones de Los detectives salvajes, (y lo hace bien pronto al principio de Llamada perdida), resulta curiosamente coherente ese brillante modo de cerrar el libro, y acaba, incluso de forma más clara, revelando una autora valiente y decidida.
1 comentario:
Enhorabuena por el blog. ¡Menudos trabajo y persistencia los tuyos!
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