miércoles, 27 de marzo de 2019

VV.AA.: Valores familiares


Idioma original de los relatos: Español e inglés 
Traductor del inglés al español: Hugo Camacho 
Año de publicación: 2019
Valoración: Está bien 

Orciny Press es una editorial que ha conseguido labrarse una identidad propia gracias a un catálogo diferente y una estética peculiar. Me suelen gustar sus publicaciones, y valoro el mimo que pone en cada uno de sus títulos. También aprecio esa iniciativa que dinamiza, llamada “Inner Circle”; creo que muchas editoriales independientes acabarán copiándole esta idea tan atractiva. 

¿Qué es el “Inner Circle”? Una comunidad por suscripción formada por seguidores de la editorial, a los que se granjea acceso a material exclusivo. Precisamente, los relatos compilados en Valores familiares son aquéllos que pudieron disfrutar en primicia los miembros del “Inner Circle” durante el año y pico de existencia del mismo. 

Trece relatos, todos relacionados de un modo u otro con la ficción fantástica y sus más pintorescas ramificaciones, escritos por un total de diez autores. Llegados a este punto, quiero señalar que esta antología es bastante irregular. Si bien es cierto que Valores familiares contiene propuestas genuinamente interesantes, como “¡Gas! ¡Gas! ¡Carnivore!”, de Sergi G. Oset, también aúna historias meramente disfrutables dentro de los estándares pulp, como “Esther, nuestra inmaculada genocida”, de Takeshi García-Ashirogi.

A estas últimas les falta, a mi juicio, mayor corrección formal, osadía iconoclasta y mala leche. Por ejemplo: “Toonland”, de Alfredo Álamo, recuerda a la transgresión de Chuck Palahniuk, pero naufraga al limitarse a repetir cansinamente su premisa. En cuanto a “Abraxas al vapor”, de Sergi Álvarez, uno se queda con la impresión de que este cúmulo de bizarradas hubiera llegado a mejor puerto de ser conducidas por los delirios de Yasutaka Tsutsui. En otras palabras: la afinidad temática y estilística de estas narraciones con obras que las superan no les hace ningún bien. 

De todas formas, recomiendo Valores familiares a aquellas personas que busquen ficción distinta plagada de ideas y conceptos creativos. Además, el humor, presente en casi todos los relatos del volumen de forma más o menos explícita, funciona prácticamente todo el tiempo. Respecto a la edición, debo decir que la cubierta me encanta. Asimismo, remarcaría que he encontrado algunos errores tipográficos en este libro: palabras sin tilde, repetidas, etc... Vamos, nada que no se le pueda perdonar al bueno de Hugo Camacho, editor de Orciny Press que ha ejercido todavía como editor, prologuista y traductor de esta antología.  

3 comentarios:

Montuenga dijo...

¿Y eso qué es, una decapitación o un maniquí? Porque la iconografía con violencia de género se multiplica a marchas forzadas?

Oriol dijo...

Saludos, Montuenga.

La imagen de la cubierta no me parece iconografía que haga alusión a la violencia de género (y, dicho sea de paso, aunque lo fuera, mientras no fuera apología y estuviera justificado en relación al libro que ilustra, por mí estaría bien): es sólo una mujer con un trozo de cristal en la mano, cristal que refleja un rostro femenino que probablemente sea el suyo.

Montuenga dijo...

Hola Oriol. Supongo que a ti no te hace falta, pero aclaro a quien lea esto que el reseñista se ha limitado a colgar la portada del libro que tocaba y mis palabras no iban con él en absoluto, de hecho ni siquiera lo nombro.
Dicho esto, te comento que estoy especialmente sensible con este asunto (que. como sabes, forma parte de otro mucho más amplio que se puede nombrar de muchas formas). Ya está bastante estudiado: se han dado conferencias, perfomances, acciones contra empresas concretas, artículos... Es algo que, en principio y si nadie nos lo hace ver, pasa desapercibido, de hecho yo hace dos años ni hubiera reparado en ello. Se trata de esa tendencia de la publicidad, arte, cine etc. de exhibir imágenes femeninas moribundas, debilitadas, tiradas por el suelo, delgadísimas, con aspecto de no tener ni fuerza para moverse... Desde luego, el hecho no es inocente para nada, pero no todos los que usan estas imágenes (me refiero a publicistas, editoriales etc.) lo hacen con mala intención. A muchos les parecerá una simple moda sin consecuencias. Pero las tiene, porque las imágenes se graban y crean opinión.
No puedo saber si esta en concreto es bonita o no, porque no sé si se presenta tal cual o forma parte de algo más amplio, además la veo algo borrosa, y sobre todo que cuando algo impacta tanto como lo ha hecho conmigo no hay objetividad que valga.
O sea, lo malo no es esta imagen, ni quienes la han realizado y promovido tienen nada que ver, en principio, el problema es la proliferación y el mensaje que encierra esta sobreabundancia.
Perdón por el ladrilo, gracias por leerme y un saludo, compañero.