martes, 12 de marzo de 2019

Daniel Bernabé: La trampa de la diversidad

Idioma: español
Año de publicación: 2018
Valoración: interesante, pero discutible

No sé si el hecho habrá trascendido fronteras, pero el caso es que este libro, desde su aparición hace cosa de un año, ha causado cierto revuelo dentro de la izquierda española (o al menos de cierta izquierda, más habitual y sensible a las redes sociales); digamos que a las sempiternas y casi entrañables divisiones que se dan en esta izquierda (marxistas, anarquistas, socialdemócratas, troskistas, maoístas, eurocomunistas y cualquier otro -istas que se tercie), debemos añadir, en este siglo XXI tan vintage que nos está quedando, la que hay entre la "izquierda diversa" o "posmo" y la "izquierda materialista u obrerista" (1). Sin embargo, en esta suerte de Antiguo Testamento revisitado, con sus luchas cainitas, su  filisteos y fariseos, sus travesías por el desierto... Pero, en fin, en este erial rojizo asediado por víboras, buitres y alacranes, de vez en cuando aparece un profeta que nos revela la palabra de Yahvé... digo, de Lenin. Preparaos, hermanos, para recibir el Libro de Daniel... Bernabé.

Las profecías de este Daniel se pueden concretar en unos puntos que van formando una hilazón, a modo de caminito de perdición, hasta el desastre final (me permito resumirlas a mi modo, pero añado  citas literales del libro, para que no se me pueda acusar de tergiversación alguna):

1- El neoliberalismo y su caballo de Troya intelectual, el posmodernismo, avanzan triunfantes por el mundo desde los años 70, cual Sauron y Saruman por la Tierra Media: "El neoliberalismo utilizó al posmodernismo para desmanterlar a la izquierda, para extender su amoralidad y cinismo con valores aceptables para crear un estado de cosas donde un proyecto no es que fuera el más apropiado, sino el único posible".
2- A la clase trabajadora se la dan con queso y se convierte (o cree hacerlo) en clase media aspiracional que se pone a competir en el mercado de la diversidad: "Si en un contexto neoliberal carente de conciencia de clase los individuos llenan su identidad media de clase media con el consumo de diversidad simbólica, tarde o temprano esas identidades simbólicas tienden a competir cuando ocupan un mismo espacio".
3- El debate político pasa a centrarse en la representación y el reconocimiento de la diversidad, en vez de en la redistribución. "(...) en el debate sobre la redistribución y el reconocimiento no se tiene en cuenta que el reconocimiento de la diversidad opera como un producto aspiracional bajo las condiciones neoliberales".
4- La izquierda cae en esta trampa para topos renunciando a plantear una lucha conjunta basada en las reivindicaciones comunes -materiales y no meramente simbólicas-de toda la clase trabajadora: "La izquierda, presa de este mercado, cosificada también como mercancía, presenta su seducción a través de las políticas de la diversidad. una vez que se ha visto incapaz de alterar el sistema, de cambiar las reglas del juego, las acepta y, creyendo aún desempeñar un papel transformador, su única función es resaltar lo minoritario, lo específico, exagerar las diferencias, proporcionar una representación no sólo a las mujeres, homosexuales o minorías raciales, sino a toda la clase media aspiracional".
5- En consecuencia, los agentes de la izquierda se dedican a perder el tiempo con pijadas que sólo les sirven para enfrentarse entre sí y debilitar sus vínculos con la sociedad real: "Deconstruir identidades hasta atomizarlas es dar anfetaminas al posmodernismo".
6- A la extrema derecha, en cambio, le viene de perlas esta competición en el mercado de la diversidad, que contribuye a afianzar su creciente presencia social y política: "Mientras que la izquierda juega siempre de inicio fuera del sentido común dominante, a los ultras tan sólo les hace falta exagerarlo".
7- La izquierda debe volver a presentar un frente común y dejarse de reivindicaciones parciales y, en ocasiones excluyentes entre sí, en el terreno de la representación simbólica: "¡DEJAOS YA DE BOBADAS, CONCHO!" (Vale, esto lo he inventado, pero es que no me apetecía seguir buscando citas...).

¿Tiene razón don Bernabé con sus tesis o no? Pues esa no es la cuestión, me parece a mí... o, en todo caso, eso dependerá de lo que considere cada lector y argumente a favor o en contra (por mi parte, yo estoy de acuerdo en algunas cosas y en muchas no). Pero lo que merece una mayor crítica en este libro son, en mi opinión, ciertos errores de apreciación y, sobre todo, que  en algunos aspectos su autor ha sido un poco -bastante- tramposillo (2). A saber:

I- Lo principal es que ha utilizado un truco muy pillín -no sé si se trata de una falacia del hombre de paja o simplemente de falta de término medio... Doctores tiene la iglesia de las falacias que sabrán más que yo-, consistente en reforzar sus propios argumentos recurriendo a la autoridad de sesudos/as intelectuales de prestigio (historiadores, filósofas, críticos...), como Eric Hobsbawn, Terry Eagleton, Celia Amorós, Nancy Fraser, Seyla Benhabib...; mientras que para hablar de las posiciones que cuestiona apela a ejemplos sacados de... dibujos animados, telecomedias, noticias "chorras" que habrá encontrado en twitter... Incluso cuando alguno de estos ejemplos parece guardar un mayor rigor histórico, en realidad su relación con el tema central del libro resulta bastante tangencial.
II- Cae continuamente en una suerte de arcadismo obrerista, añorando una feliz época pre-neoliberal, cuando al izquierda europea conseguía sus logros político-sociales gracias a una acción sindical mayoritaria y a la tutela benévola de la URSS (eso sí, Bernabé toma también la precaución de desmarcarse de los nostálgicos entusiastas del vintage soviético)... Bueno, creo que tiene razón en que gran parte del llamado "estado del bienestar" se consiguió en Europa gracias al miedito que a los gobiernos les causaba la presencia del vecino soviético; pero en cuanto a la clase obrera... ni la occidental parece que estuviera tan concienciada ni la de los países socialistas tan satisfecha de vivir bajo ese sistema.
III- Si bien de forma repetida a lo largo de todo el libro su autor expresa muestras de respeto hacia las justificadas luchas feministas, de los homosexuales y de las minorías étnicas o raciales, lo cierto, es que las minimiza ya desde la primera anécdota que cuenta en el primer capítulo -sobre las "Antorchas de la Libertad" y la utilización de la lucha feminista por parte de la publicidad-, y la sensación que deja es que se trata de luchas a parciales o sectoriales que deben estar supeditadas a la lucha general de toda la izquierda, Y NO AL REVÉS. He escrito estas últimas palabras en mayúsculas para resaltar el sinsentido de considerar como una lucha minoritaria la de las reivindicaciones de las mujeres, que constituyen más del 50% de la población. Aparte de que no veo por qué la lucha feminista debe de ser identificada exclusivamente con las ideas y objetivos de la izquierda  Y NO AL REVÉS (y aquí ya me callo pues es obvio que tampoco soy la persona más adecuada para dilucidar esta cuestión) (3).
IV- El fallo más excusable, quizás -y eso que es algo que le preocupa mucho a nuestro pensador: "Si el objetivo de este libro es desenmascarar el mercado de la diversidad y la trampa que plantea para la política, uno de los motivos que lo impulsan es el auge de la ultraderecha"- sea atribuir el éxito de la extrema derecha a las mismas estrategias que, sin embargo, resultan tan desastrosas para la izquierda. ¿Acaso a los fachas del mundo les importa más la representación simbólica que a la izquierda desnortada? ¿En serio? ¿No será que saben que éstas son ahora las reglas del juego y se adaptan para conseguir sus objetivos, que no son otros que obtener el poder?

Yo, por supuesto, no tengo las respuestas, ni a estas preguntas ni a la cuestión principal que plantea el libro. Lo que tampoco sé es si las tiene Daniel Bernabé o si al menos a planteado las preguntas adecuadas. Cada cual, que juzgue...


(1) Aclaro, no obstante, que la mencionada dicotomía no ha surgido a partir de este libro; en realidad lo que hace La trampa de la diversidad es recoger, aun posicionándose en uno de los bandos, un debate previo, que sin duda personas más preclaras que yo sabrán rastrear en el pasado reciente.
(2) Que conste que a alguno de los capítulos, más que nada descriptivos, como el que dedica a explicar la historia de avance del neoliberalismo, no se les pude poner casi ningún pero.
(3) En descargo del señor Bernabé, hay que recordar que el libro fue escrito, en prncipio, antes del 8 de marzo del año pasado.
(4) Arcimboldo no tiene la culpa de nada.

23 comentarios:

Koldo CF dijo...

Joder qué pedazo de reseña! Esto te da autoridad como para fundar un nuevo partido, Juan: el Partido de los Procastinadores del Pueblo (marxista-dovlatovista), por ejemplo!

Juan G. B. dijo...

Humm...es una idea, aunque quizá la procrastinación sea un elemento demasiado transversal para ser encuadrado en un solo sector del espectro político. Estoy seguro de que Santiago Abascal, por ejemplo, es un procrastinador nivel MasterChef...

Gabriel Diz dijo...

“....o sí al menos ha planteado las preguntas adecuadas “

Saludos

Sandra Suárez dijo...

Bien, Marx dijo "Proletarios de todos los países, uníos", y lo dijo por algo.

La guerra francoprusiana de 1870 pudo evitarse. Los movimientos y sindicatos de izquierdas de Francia y Alemania (que entonces se llamaba Prusia) plantearon oponerse a las respectivas movilizaciones o reclutas de sus gobiernos. Sin embargo, al final pudo más el nacionalismo de cada país. Y hubo guerra. Cualquier historiador sabe que esa guerra estuvo en el germen de la I "Gran Guerra" de 1914-8, y ésta a su vez provocó dos décadas más tarde la II Guerra Mundial.

Así que todo ese sufrimiento para millones de personas podría haberse evitado.

También la guerra civil española de 1936-9 estuvo muy influida por el nacionalismo (Companys había declarado poco antes el Estat Català y jefes militares como Franco Bahamonde -que luego ejerció de dictador durante cuatro décadas- no habrían apoyado el levantamiento de 1936 de no ser por el separatismo que amenazaba la integridad territorial).

En España hemos tenido siempre una terrible desgracia, y es la complicidad o compadreo (valga la expresión) que la izquierda ha mostrado históricamente con el nacionalismo. Incluso ahora mismo lo estamos viendo. Piénsese también en la defensa que Podemos hace del pseudoderecho de autodeterminación.

Todo ello es completamente absurdo, porque si algo debe caracterizar a la izquierda es la lucha por la igualdad. Por tanto, una persona de izquierdas debe rechazar con la misma fuerza la desigualdad social (o de género, o de nacimiento, etc) que la desigualdad territorial.

Mientras la izquierda y los movimientos populares no rompan radicalmente con el nacionalismo será imposible que nada importante pueda cambiar en España (ni en el mundo).

Juan G. B. dijo...

Hola, Sandra:
No tengo intención de discutir contigo sobre política, peo permíteme puntualizar que no creo que el bueno de Franco se hubiese quedado tranquilito en Canarias, aunque el nacionalismo catalán hubiese renunciado a su ideario y aspiraciones... Creo que la victoria de la izquierda en las elecciones del 36 tuvo bastante más que ver con la sublevación militar facciosa, de hecho.
Por lo demás, quiero aclarar que la diversidad a la que se refiere este libro no es la ncaionalista, que creo recordar no se nombra excepto por una alusión bastante chusca en el prólogo, que ni siquiera es de Daniel Bernabé, sino de un tal Pascual Serrano.
Un saludo y gracias por el comentario.

Pepe M. dijo...

Me ha gustado mucho la reseña. La ideología de la izquierda se basaría entonces en la redistribución y el respeto de las minorías (que no es poco) más que en una búsqueda de otro tipo de sociedad, de una economía menos consumista, de la búsqueda de una felicidad menos neurótica. Un tema muy interesante. Gracias como siempre.

Juan G. B. dijo...

Hola, Pepe:
Sí, el libro tiene el mérito de abordar el debate, aunque ya digo que de forma algo fullera, sobre cómo debe ser la izquierda y su posicionamiento frente al neoliberalismo imperante. Y, sobre todo, no lo hace desde la complacencia sino desde la crítica a la propia izquierda lo que resulta aún más interesante. Otra cosa es que estemos o no de acuerdo con lo que dice, claro...
Un saludo.

Sandra Suárez dijo...

No es así. Franco fue leal a la república, e incluso fue ascendido por ésta.

" Stanley G. Payne: "Antes de la guerra, Franco fue más leal a la República que Azaña"

Visita

http://www.elcultural.es/noticias/letras/Stanley-G-Payne-Antes-de-la-guerra-Franco-fue-mas-leal-a-la-Republica-que-Azana/9079

A los militares en la República les daba igual que gobernase la derecha o la izquierda. Pero no les daba igual la desmembración del Estado. (Por defender la integridad del norte de África español habían visto morir a muchos de sus subordinados).

Es como si dices que el intento de golpe de Estado de 23 febrero 1981 se debió al derechismo de los guardias civiles. No. Se debió al millar de asesinatos de la banda Eta (que no tiene nada que ver con derechas e izquierdas).

Mucha gente sabe que esto es así, pero su sectarismo les impide reconocerlo.

Juan G. B. dijo...

Perdona Sandra, pero decir que Franco era leal a la República hasta que se sublevó es como decir que Jack el Destripador no era un asesino hasta que mató a su primera víctima...
En cuanto a los militares españoles en 1936, supongo que algunos sí que eran un poco de derechas y otros un poco de izquierdas, puesto que unos se sublevaron y otros se mantuvieron fieles a la República. Si todos hubiesen pensado lo mismo, el golpe militar hubiese triunfado y no habría estallado la Guerra Civil.
Sobre el 23-F, mi opinión es que aquella pantomima tuvo menos que ver con ETA que con los coqueteos protogolpistas (vamos a decirlo así) del Jefe del Estado de entonces, las veleidades de alguno de sus allegados y los tejemanejes de los servicios de inteligencia españoles. Otra cosa es lo que les dijeran a los infelices guardias de tráfico a los que engañaron para tomar el Congreso (y no me refiero al fanático Tejero, obviamente).
Un saludo,de nuevo.

Diego dijo...

Temo que llegue el día en que me siente a la mesa de un restaurante y, antes de mirar la carta o decir nada, el camarero me aparezca ante los ojos con mi botella de Muga y mi pata de cordero lechal, diciendo: "política de cookies". Ese día cambiaré mi plato favorito.
Algo así me pasó con este libro que me llevan ofreciendo las publicidades que aparecen en el móvil desde hace tiempo, lo cual me genera rechazo más que interés.
Ahora, leyéndote veo por dónde van los trastos.

Hace un par de meses yo le recriminaba al alcalde socialista de mi pueblo el plan de urbanismo que habían promovido y sacado adelante, diciéndole si creía que la gente lo había sentado ahí para que él le adelantara trabajo a la derecha. El tío me respondió que la causa era simple: o invitábamos a las empresas a que se instalen cómodamente en nuestro municipio o no tendremos trabajo ni fiestas tan bonitas como teníamos.
A lo cual respondí que si ahora daban el carnet de socialista solo con declararse feminista.

Por este lado el libro parece interesante, aunque supongo que la división de la izquierda es un tema más que tratado, yo tampoco tengo leído mucho sobre eso.

A veces, en noches estrelladas, pienso en este mundo globalizado y trato de darle contenido a un partido de izquierdas en el primer mundo y tengo que apretar los párpados y sacudir la cabeza para no sentir pena ante semejante oxímoron.

Hablando en serio y, desde mi ignorancia, se me ocurre que el problema de la izquierda se parece al de un oso polar caminando por el Sáhara. Uno puede pensar: es que la clase política es más patética que nunca. Pero acá en España está demostrado que la derecha se supera a si misma eligiendo cada vez candidato más patético y payaso.
No, yo creo que la izquierda que tenemos es de derecha porque sus votantes lo somos. Que tenemos lo que merecemos y derrotados luchamos por esos grupos minoritarios porque es posible ganar sin dejar que la derecha pierda.
En fin, verborrea de la mía para entretenerme antes de fregar los platos.
La cuestión es que creo que lo interesante del libro ya me lo has contado y con eso me alcanza. Trabajo bien hecho por tu parte. Gracias.

Diego dijo...

Y al final resulta que mi alcalde es un camello.

Carlos Andia dijo...

Pues sí, estupenda reseña, que además invita realmente a leer el libro. Por lo que apuntas, me parece que plantea temas de fondo muy interesantes sobre la identidad real de la izquierda, y lo hace de forma valiente y lo que llamaríamos políticamente (muy) incorrecta, lo cual es más que saludable. Si lo que la izquierda se plantease fuesen cuestiones que de verdad enganchasen con su propia esencia, el debate seguiría por derroteros muy diferentes. El problema es que ese distanciamiento de los postulados originales del socialismo lleva ya décadas de progresión (o regresión), y ahora, en pleno siglo XXI, el asunto parece muy difícil de reconducir.

Pero vuelvo a decir que, por lo que planteas en la reseña, me parece un punto de partida muy interesante para ver si de una vez se ve claro que las derivas populistas sólo benefician a algunos que todos conocemos. He dicho!

Juan G. B. dijo...

Hola, Diego y Carlod:
Antes que nada, quiero agradecer vuestros elogios a la reseña, pero también he de decir que no los comparto, porque yo no estoy demasiado satisfecho de cómo ha quedado. Hace ya un tiempo que leí el libro y tomé un montón de notas (sin duda, es la reseña para la que he tomado más) y llevo semanas tratando de darle una forma aceptable, hasta que he llegado a la que habéis leído, por hastío, másque otra cosa.
El tema, en todo caso, es sin duda sugestivo e interesante y el señor Bernabé fue incisivo al plantearlo (quizásya sepáis que el libro levantó ciertas ampollas entre los dirigentes de Unidos Podemos), pero insisto en que degiende sus ideas de una forma bastante ventajista, por no decir otra cosa; quizás si hubiese empleado el mismo rigor en analizar las ideas que critica, las conclusiones a las que uno puede llegar tras leerlo serían harto diferentes.
En fin, que gracias a ambos por los comentarios ; )

Diego dijo...

Carlos, tal cual.

Juan, supongo que el defecto que marcas es fácilmente atribuible a que el autor es trabajador social y periodista. No tiene ni necesita el rigor científico del que SE SUPONE los sociólogos o politólogos no pueden prescindir. Así cualquier análisis no pasa de ser ideario; al que comparte la idea le encanta, al que no, la detesta. Y el que lee mucho se jode.
Creo que Francesc ya habló de esto en otra entrada.

Marcela dijo...

Hola Juan! Lo único que quiero es aplaudir tu reseña...
Los puntos del 1 al 7 que mencionas, me han dejado de” a cuatro” como decimos aquí en Mèxico...
Los 7 puntos son exactamente lo que nuestro nuevo Presidente de izquierda lleva ya proclamando en sus 100 días de gobierno...

Te felicito, la forma de resumir éstos puntos, que claro son sobre el libro, pero tú ahí llevas los halagos...

Nota: al leer los diálogos entre Sandra y Juan, me recordaron un libro que les recomiendo ampliamente..
Esperando a Robert Capa de Susana Fortes..
Saludos!,

Pablo GP dijo...

Excelente reseña y muy currada.
Creo que a la izquierda le sobran debates, ideas y corrientes ideológicas.
Falta unidad y objetivos comunes, que sí posee la derecha.
En su defensa está la dificultad de nadar contracorriente, luchar por ideales en un mundo cada vez más injusto, insolidario e individualista, dominado por el neoliberalismo.
La derecha lo tiene más fácil, generalmente menos proclive a traicionarse a sí misma.
Ser de izquierdas tiene en cambio muchísimo más mérito que ser de derechas, pero lleva más fácilmente a la frustración personal y colectiva.

Juan G. B. dijo...

Buenos días a todos:
Diego, es cierto lo que comentas, y de hecho, el propio autor se cubre las espaldas al escribir (cito textualmente, ya que lo tengo a mano). "Este no es un ensayo académico, a lo sumo, un libro donde la narrativa y lo periodístico pretende acercar y desentrañar la naturaleza de estos debates que, pese a que parezcan claros en la teoría, no lo están tanto en la práctica". Bien, estupendo...Pero tampoco se le pide rigor académico, sólo que tomar como referencia a Hobsbawn, por un lado y a unos dibujos animados de un caballo que habla, por el otro, me parece un tanto desigual.
Marcela, me temo que no estoy muy al tanto de la política mexicana (un cariñoso saludo a México, desde aquí), excepto que López obrador parece estar más a la izquierda que os gobernantes que le precedieron. Quizás haya leído este libro, quién sabe. Que lea la reseña ya lo veo más difícil, pero sería un puntazo...; )
Pablo, tienes razón, creo, en que la diferencia general entre la izquierda y la derecha es que a la derecha le basta con vencer y obtener el poder político, mientras que la izquierda quiere además convencer. Es más, a menudo prefiere no tocar poder pero sí la razón, lo que es un problema para quienes lo que quieren es que se apliquen algunas de sus propuestas en la práctica....
Por otro lado, se da por hecho, aunque sea de forma tácita (también en este libro) que el auge actual de la ultraderecha se debe a la crisis de la izquierda, cuando yo pienso que en realidad se debe a una crisis de la derecha moderada. de ahí que en España, por ejemplo, esté dividida actualmente en tres partidos, en vez de unida en uno sólo , como hace unos años.
No me enrollo más: un saludo a los tres y gracias por vuestros comentarios.

lupita dijo...

Hola a todos:

De nuevo una reseña que trasciende lo literario, qué bien. Apuntado eso, comienzo diciendo que, después de leer la reseña de Juan y vuestros comentarios, se me agolpan las ideas y, para aclararme, las enumero:

1. Vaya trabajo se ha pegado Juan. Me lleva a pensar qué diantres hago yo cuando leo, que parece que no me entero de nada. Creo que es la reseña más argumentada y trabajada de él que he leído en ULAD. ¡Bravo, Juan!

2. No he oído hablar nunca de este libro, lo que me lleva a preguntarme cuán desconectada estoy de la actualidad.

3. En cuanto al tema político, y resumiendo. Soy una persona muy política, y, curiosamente, apolítica al mismo tiempo. Considero que el ejercicio de la política, que debería ser trabajar para el ciudadano, es uno de los trabajos más loables a los que se puede dedicar una persona. Pero el nombre de la política lo ensucian los mismos políticos. Me da igual la izquierda que la derecha, si al final todos están corrompidos y manejados por los intereses económicos que tan bien conocemos.
Además de los problemas que apuntáis, en España existe el miedo a ser considerado "facha", y se gastan una energía y dinero nada desdeñables para desmentir cualquier semejanza con esa denominación. Y los que en realidad sí son fachas, se dedican al populismo absurdo.
Estuve a punto de meterme en política, pero, en lugar de ello, opté por vincularme con movimientos ciudadanos y de voluntariado que también es una forma de intentar mejorar aquello que no nos gusta.
Además, como forma de desobediencia civil, practico el voto inútil desde hace varias legislaturas, pensando que mi voto vale mucho.
Bueno, lo cuento sin más, porque creo que del desencanto es muy fácil caer en el inmovilismo.

4. Tenemos que enfadarnos, y mucho, con el auge de la ultraderecha. El enfado hace que nos movamos por dentro, y de ahí surgen las ideas. Quizás yo sea una idealista, pero, de momento, nos estamos moviendo varias personas por un proyecto para combatir todos esos mensajes racistas, xenófobos, machistas, y un largo etcétera que están llegando a nuestros jóvenes. El mensaje de desaliento de que nada se puede hacer sólo lleva a anular las voluntades; hay que ser molesto, y llamar al alcalde, como Diego, o a quien sea.

5. Creo que estamos sobre-informados, pero la mayoría de esas informaciones vienen siempre de quien piensa como nosotros. Vamos, yo lo mismo oigo a Carlos Herrera que la Ser, aunque sea para enfadarme. Pero otras muchas veces, me enfado con todos y me centro en la vida real, sin ruido "mental"


En fin, gracias a todos por hacernos pensar, y a Juan de nuevo por su reseña.

Saludos

Anónimo dijo...

Gran reseña. Tema muy interesante. De los que da para largos debates.
No quiero hacerme el listo ni resultar ofensivo, pero creo que Sandra tiene un despiste importante si piensa que Franco hizo lo que hizo por lo de Cataluña. Y si lo del 23F sólo fue por ETA. A Albert Rivera y a Pablo Casado les encantará esa teoría.
No tiene buena información sobre lo que fueron los fascistas españoles de los años 30 y de los años 80.
Con todo el respeto.

Juan G. B. dijo...

Hola a los dos, Lupita y Anónimo:
Me sorprenden un par de cosas de vuestros comentarios (de todos, en realidad):
Una , las alabanzas a la reseña, cuando mi sensación es, por el contrario, haberme quedado muy por debajo de lo que habría debido para un libro que tiene tanto para analizar. pero entended que llevaba semanas, si no meses, arrastrado unos cuantos folios llenos de notas a los que no lograba dar forma, y con cierta urgencia además de querer publicar la reseña lo antes posible, puesto que, a pesar de lo que dice Lupita, este libro es una novedad, sí, pero del año pasado (también es cierto, que quizá sea un momento adecuado para estos ensayos políticos, al hallarnos en España, como de costumbre, de precampaña electoral).
Por otro lado, me llama la atención que la mayoría habéis hecho alusión a temas políticos en general o referidos a la izquierda, pero casi nadie ha comentado nada sobre lo que es la idea central del libro: si la reivindicación de la diversidad tanto en lo que se refiere a las identidades nacionales, pero sobre todo al género, raza, sexualidad, religión o incluso preferencias alimentarias, son algo positivo para la izquierda o, como sostiene el autor, una trampa mortal que le ha tendido el dúo diabólico de Neoliberalismo & Posmodernidad.
Además, quiero señalar que no es mi intención discutir sobre política con nadie. Si he replicado antes a Sandra, es sobre todo porque en mi cada vez más lejana e inconsciente juventud, estudié Historia, y claro, hay cosas como que no...
Por cierto, sobre el tema del 23-F, si a alguien le interesa, que le eche un ojo a la reseña que hizo Santi en los tiempos heroicos de este blog sobre el libro "Anatomía de un instante", de Javier Cercas (yo le hubiese bajado un par de peldaños la valoración, pero por lo demás estoy de acuerdo con él...con Santi, me refiero):
http://unlibroaldia.blogspot.com/2010/06/javier-cercas-anatomia-de-un-instante.html
Un saludo a ambos y, de verdad, muchas gracias por los comentarios.

lupita dijo...

Hola de nuevo, Juan:
Por alusiones, me refería a que ni cuando el libro fue novedad, oí hablar de él. De todos modos, va todo muy rápido para mí.

Respecto al tema central del libro, me siento poco capacitada para opinar, porque tengo dos sensaciones encontradas; por un lado, las ideologías consideradas "de izquierda" son de una enorme diversidad en su propia base, y eso está muy bien, pero, por otro lado, cuando la diversidad crece mucho, se produce una gran dispersión en los detalles, obviando el nexo común. Hay peleas tan absurdas por signos identitarios que se llega a olvidar qué se está defendiendo, y este despiste es aprovechado por la derecha, que viene a "comerse" la merienda. Creo que si me siento más cercana a la tesis del autor es por el desajuste o desconexión que siento con la sociedad actual de consumo desenfrenado que por un análisis objetivo de la situación política del momento. En resumen: el neoliberalismo económico me saca de quicio, el trabajo basura me enfurece y la optimización de recursos y tiempo, como si fuéramos robots, entre otras muchas cosas, me hacen desear que se olviden todos de banderas, diferencias de género, religión, raza, idiomas y demás, y nos unamos para frenar un poco este clima político y económico deshumanizador. Cada vez que sale un nuevo i-phone, pero sigue sin haber vacuna para la malaria, por ejemplo, me enfado con todos los políticos por no ser capaces de hacer frente a esto, y supongo que ,como yo, habrá muchos más. El descontento con la izquierda puede venir tanto de su dispersión y falta de unidad, como por haber olvidado sus principios, actuando al final como la derecha. Pero este descontento a mí no me ha llevado a votar a la derecha, sino a buscar otras alternativas, como pequeños partidos humanistas, o ecologistas; no obstante, la gente sigue anclada en el bipartidismo, dejando que su voto lo condicionen los grandes grupos mediáticos o los sondeos de intención de voto, y los datos demuestran que parte de los votantes de izquierda se han pasado a otros grupos cercanos a la derecha, o ,al menos, de tendencia neoliberal.


Y respecto a temas de la historia que comentas, pues no hablamos de la prehistoria, hay datos escritos, imágenes grabadas y queda gente viva de esa época. Hay datos innegables, y no son discutibles.

Saludos

Diego dijo...

Opinando sobre el tema principal del libro.

Sí, creo que el autor tiene razón si señala que todo esto que la izquierda defiende hoy es un premio consuelo. Es una derivada de la derrota que sufrió en lo económico y lo que nos queda después de que corrientes del siglo XX que usaron la bandera de Marx no dieran la talla y acabaran por volverse represores.
Creo que el estado de bienestar a conquistado la barriga de los izquierdistas y se han convencido de que nunca existió alternativa. O que esa relativa alternativa no pudo o no puede ser viable.
Creo que la mitad de la izquierda se siente hipócrita y la otra mitad piensa que Marx amaba a los perros más que Hitler.

Ahora, no estoy del todo de acuerdo a que esto sea una trampa del neoliberalismo y posmodernismo donde exclusivamente haya caído la izquierda. Aquí también mis diferencias con las causas que el autor da al ascenso de la extrema derecha.
Creo que la derecha conservadora también sufrió todos los ismos que mencionamos arriba trocando su caspa más casposa (ligada a la religión) por favor de los mercados, y creo que esto es una de las principales causas de que la extrema derecha gane poder.
O sea, el centro famoso del que todos hablan desde que derecha e izquierda ya no tienen sentido. Ese centro donde se paran los tres partidos que en este país tienen más votos y que no es más que un teatro de títeres que siguen lo que digan algoritmos.
Sí, creo que el autor tiene razón en la pérdida de las ideologías pero esto no es exclusivo de la izquierda.

En cuanto a si la izquierda se equivoca en fragmentarse, en poner en sus principales proclamas reivindicaciones que van más allá de sus orígenes, no estoy tan seguro.
La igualdad también fue parte de su esencia y cómo no defender el feminismo en este mundo capitalista. Jugamos a un juego de mierda pero es menos peor si todos jugamos con las mismas condiciones. ¿no?

Así es la idea que me queda sobre lo que me cuentas del libro.
Posiblemente, un diagnóstico necesario que hace varios regates de más por mirar un lado solo de la balanza.

Creo que ahora viene la parte donde pido perdón por el rollo y por que me gusten estos debates pero la verdad es que no siento que deba pedirlo.

Un saludo y gracias por el espacio.

Juan G. B. dijo...

Hola otra vez, Diego:
En verdad pienso que deberías leerveste libro, pues aunque no vayas a estar del todo de acuerdo con lo que dice, estoy seguro de que te resultará de lo más interesante.
Un saludo.