Idioma original: español
Año de publicación: 2017
Valoración: bastante recomendable
Juan Ignacio Colil Abricot es un autor chileno que está en plena creatividad. Desde el año 2003 viene publicando periódicamente y sus obras han ganado diversos certámenes literarios en nuestro país. No tiene la repercusión que tienen otros autores de nuestra larga y angosta tierra porque es un escritor alejado del mundillo literario chileno y de las estridencias comunicacionales. Lo suyo es un trabajo constante y silencioso, que poco a poco está dando frutos, incluso más allá de nuestras fronteras. El año 2016 fue especialmente exitoso en su carrera literaria, siendo premiado en Córdoba, Argentina, con su libro, Los muertos pueden esperar y en el certamen organizado por la librería Cosecha Roja y JPM Ediciones en Valencia, España, con Un abismo sin música ni luz, novela editada solo en España. ¿Cuántos autores pueden ostentar premios internacionales en un mismo año con novelas inéditas?
El relato de Un abismo sin música ni luz, toma prestado el título de una canción, que aparece en el epígrafe, de la incombustible Violeta Parra, Runrun se fue pal norte, que no solo es una letra escogida al azar, sino que también nos pone en la pista de lo que sucederá dentro del relato. La narración se enmarca dentro de la gran tradición de la Novela Negra, por tanto, a medida que transcurre la narración, uno empieza a reconocer elementos sustanciales a este tipo de relato: un crimen, un detective que comienza una investigación informal y hechos que van develando el lado oscuro de la sociedad. El relato no decepciona en este aspecto, pues se rige por los parámetros que uno espera de este tipo de narraciones. Sin embargo, el cómo se cuenta el relato sorprende: está contado en 66 fragmentos, sin un narrador que unifique las historias. Los fragmentos no parecen desarrollarse lógicamente, ya sea causal o consecutivamente, sino que dan saltos temporales y cambia de personajes y lugar. Dentro de los fragmentos, tampoco existe un narrador que vaya presentándonos en qué tiempo y dónde van ocurriendo los hechos. Pareciera que el “autor” solo recogió cápsulas olvidadas en el tiempo y las juntó sin ningún orden. Avanzado el relato, se intuye un desarrollo paralelo de varias historias en distintos momentos: se va armando un puzzle, al igual que lo hacen los investigadores. En un principio cuesta juntar las piezas, pero una vez que se van uniendo, va emergiendo la historia.
Y, ¿qué vamos encontrando? Un crimen ocurrido en Caldera, en la costa del norte de Chile, es investigado por Trevor Ortiz. Poco a poco las líneas investigativas lo conectan con otro crimen ocurrido años atrás, en plena Dictadura chilena, en la ciudad de Copiapó, cercana a Caldera. Así empiezan a desfilar en las páginas asesinatos, mentiras, secretos, traiciones y personajes de diversa calaña. La narración va discurriendo de manera coral hacia una historia densa, de variadas capas, e increíblemente abyecta.
La prosa del relato es, en apariencia, simple y precisa, por lo que no interrumpe el ritmo de la trama. No hay descripciones muy complejas o disquisiciones filosóficas o morales. En algunos momentos, la brutalidad de ciertos pasajes realza la tensión del momento.Las palabras que más quedan resonando en este mosaico de narraciones, son las que aluden al derrumbe (moral o literal) en el que van cayendo los personajes: un profundo “abismo” del cual no pueden escapar ni culpables ni inocentes. Por otro lado, los diálogos son ágiles y, además, los pilares de la historia. Como lector, uno se acostumbra lentamente al ritmo, las formas y las obsesiones de cada personaje. Gran mérito de Juan Colil, el manejar distintos tonos lingüísticos y hacerlos creíbles.
En suma, la novela, Un abismo sin música ni luz, no es un relato sencillo, sino que es un gran rompecabezas que desafía al lector. Asimismo, es una gran metáfora del Chile de hoy, un país fracturado (o fragmentado) moralmente; de una sociedad que trata de olvidar a la fuerza, dado que si se bucea un poco en el pasado, el infierno aparece de las maneras más horribles. Palabras a parte para el hecho real que sirve de inspiración a la novela: el brutal asesinato en Dictadura de Gloria Stockle. Solo después de casi tres décadas se pudo condenar a los principales culpables. Los detalles pueden buscarlos en internet o en libros que se hicieron sobre tan cruel muerte. Algunas veces la realidad nos golpea sin ninguna contemplación.
Colabora: Cristian Uribe
1 comentario:
fantastico , muy buena reseña del trabajo realizado por el señor colil
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