Idioma original: ruso
Título original: Метро 2033
Traducción: Joan Josep Mussarra Roca
Año de publicación: 2005 (Russia), 2009 (España)
Valoración: está bien
La literatura post-apocalíptica a menudo se incluye en el género de ciencia ficción. Sin embargo, muchas de estas novelas -no solo las de zombis y vampiros- contienen subtextos oscuros o impactantes que se ajustan, si no mejor, al horror moderno. Un ejemplo clásico es The Road de Cormac McCarthy. Metro 2033, de Dmitry Glukhovsky, sigue un camino similar en su característico nihilismo postsoviético.
Una guerra nuclear y biológica acabó con la mayoría de la población del planeta. Unos pocos miles de supervivientes se amontonan en la extensa red de estaciones y túneles que forman el Metro de la ciudad. Los restos de la raza humana se han dividido en grupos tribales, definidos por etnia, ideología o credo. Estas comunidades frágiles, cada una de las cuales no controla más que un puñado de estaciones abandonadas, mantienen una distensión incómoda con sus vecinos. Solo unas pocas almas duras, los "Stalkers", se atreven a aventurarse en la superficie, donde corren el riesgo de encontrarse con los habitantes mutados de la metrópolis en ruinas.
Artyom creció en VDNKh, en los límites del Metro habitado, una estación que está a punto de ser invadida por los "oscuros" que habitan en la superficie. Un día, conoce a uno de los Stalkers itinerantes, llamado Hunter, que busca aprender más sobre estas criaturas y sus intenciones. Tomando a Artyom en su confianza, le confía una misión: transmitir un mensaje a la legendaria Polis, en el corazón del Metro, un mensaje que puede ser vital para la supervivencia de lo que queda de la humanidad.
El autor tiene un éxito admirable al retratar un mundo claustrofóbico en el que los humanos viven una existencia precaria criando ganado y hongos. Estos desafortunados supervivientes están tan acostumbrados a vivir bajo la luz roja de emergencia que sufrirían ceguera permanente si son sorprendidos por la luminosidad solar de la superficie. Sin embargo, la principal amenaza para los habitantes del Metro no es la inanición, o incluso la violencia física, sino algo intangible, indescriptible y esencialmente psicológico.
Glukhovsky logra crear un ambiente post-apocalíptico detallado, creíble y atmosférico, si no llamativamente original. El problema es que, habiendo establecido el escenario, no puede conjurar un drama para llenarlo. Artyom es enviado en una misión, pero ni él ni el lector reciben ninguna pista sobre el contenido del mensaje que debe entregar, ni sobre el resultado esperado de su entrega. Una vez que Artyom llega a Polis -aproximadamente a dos tercios de la novela- la narración comienza a progresar significativamente.
Glukhovsky parece decidido a nunca mostrar lo que puede decir. La narrativa es reemplazada por encuentros episódicos con personajes en gran parte intercambiables, cada uno de los cuales solo sirve realmente como una caja de resonancia ideológica. Hansa, los Estalinistas Rojos, el Cuarto Reich neofascista, los cristianos nacidos de nuevo y los trotskistas renegados. Este variopinto conjunto de ideologías no es tratado con la gravedad suficiente y tampoco parece haber ningún intento sostenido de sátira. Los personajes que Artyom encuentra en su viaje son esencialmente variaciones de arquetipos. Por lo tanto, gran parte de la novela es frustrantemente lenta, puntuada solo por encuentros superficiales con caricaturas ideológicas unidimensionales.
Al igual que muchas novelas rusas, el tono general de Metro 2033 es sombrío. Si hay alguna esperanza de una nueva era, no ha caído en la cuenta de quienes permanecen con vida. En cambio, la historia se enmarca ampliamente en la existencia brutal de la vida cotidiana, donde la única moneda de cualquier valor son los cartuchos de rifle. Esta falta de voluntad para indicar hacia dónde se dirige la narración está, sin embargo, acompañada de numerosas indirectas de que Artyom posee un destino único; él mismo llega a creer que este destino lo protege de daños en tanto continúe en su camino asignado, mientras que quienes lo rodean sufren la desgracia.
Las descripciones de los personajes no siempre son satisfactorias o claras; es como si Artyom no estuviera realmente interesado en lo que sucede a su alrededor o en la cabeza de otras personas. Nunca se hace amigo de su padrastro, al que deja al principio de la historia, ni tiene muchos compañeros constantes. Aún más decepcionante fue la flagrante ausencia de mujeres en cualquier rol que pudiera considerarse más que menor. El estilo de escritura tampoco se adapta bien a ninguna de las batallas o incluso escaramuzas menores. Estos conflictos, sumado las descripciones del entorno, no logran impresionar sobre cuán desesperada es en realidad la situación y con frecuencia se sienten como los puntos más débiles de la historia.
El verdadero protagonista del libro, sin embargo, es el Metro en sí. Esta es el área donde brilla la novela y muestra su verdadero potencial. La red de metro con sus pequeñas estaciones, facciones políticas y la atmósfera opresiva es perfecta. No es de extrañar que en 2009, la novela vendiese 400,000 copias sólo en Rusia y que se haya realizado un videojuego que, a grandes rasgos, vuelve a contar la historia del libro en forma de shooter en primera persona. Sin embargo, su mayor defecto es la incapacidad de Glukhovsky de crear una narrativa funcional para llenar su mundo creado.
Firmado: Gustavo Leyton
8 comentarios:
Estoy completamente de acuerdo con tu reseña, Gustavo. Una novela entretenida, con sus aciertos puntuales, pero plagada de defectos. Si, además, la comparas con obras maestras del subgénero, como "La carretera", se convierte en todavía más prescindible. Tiene una premisa interesante, pero la ejecución (malos personajes, estilo pobre, etc...) la lastra.
Probé el videojuego y, aunque era bastante genérico, no me disgustó. Lástima que se empapara de aspectos tan vinculados con los shooter; si hubiera sido más una adaptación que un juego que emplea la historia y el escenario de Glukhovsky como telón de fondo hubiera podido ser mejor.
Esta novela la tenía en una lista de pendientes "distópicas" o "post apocalípticas", que me encantan, excepto las de zombies. No sé porqué se quedó aparcada y alguna crítica leída iba por el mismo camino que el de la reseña. La verdad es que el argumento es bastante prometedor a priori, lo que demuestra que una buena historia no lo es todo en literatura. Como contraste, "La carretera" contiene una historia mínima, es parca en detalles y lo que se nos cuenta de la situación es también muy escaso. Sin embargo, cada silencio, cada gesto, cada pincelada del paisaje tienen tal carga simbólica y están tan bien trazados que lo que haya pasado queda relegado a un segundo plano. La verdad es que es un libro que me dejó muy sorprendida.
Después de leer la reseña, tengo más dudas aún..con lo qye me gusta este subgénero, ¿me recomendais algún otro para seguir?
Gracias
Buenas, de genero post-apocalítptico, me tomo el atrevimiento de recomendarte La tierra permanece, de George R. Stewart.
Lupita, una trilogía: Plop, Frío y Subte, de Rafael Pinedo.
En el blog encontrarás una reseña de la primera parte. Acertada, la reseña, aunque le sobra cierto desprestigio a la futurología cientifica y cae en la trampa, nada original, de desconectar futuros apocalípticos con males del presente.
Muchas gracias por vuestras sugerencias. Buscaré esos libros. Ya he leído la reseña ahora, Diego. No tiene mala pinta. Además, me interesa saber si se podría sugerir como lectura juvenil .
Hasta pronto
Hace unos años comencé el libro porque parecía prometer mucho. Poco después lo abandoné por su pesadez y por que no me gustó como estaba narrada la historia ni me rentaba perder tanto tiempo.
Saludos, Lupita, yo me permito recomendarte "Oryx y Crake", de Atwood. No es una obra maestra, quizás le sobran algunas páginas, pero está muy conseguida.
Saludos.
Para lectura postapocalíptica juvenil, el mecanoescrito del segundo origen. Para jóvenes y adultos.
Un saludo.
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