miércoles, 29 de noviembre de 2017

Chimamanda Ngozi Adichie: La flor púrpura

Resultado de imagen de la flor purpura novela amazonIdioma original: inglés
Título original: Purpure Hibiscus
Año de publicación: 2003
Valoración:Recomendable


Algo se está fraguando en el mundo cultural, algo que empezó hace tiempo y que apenas se nota todavía. Aunque avanza con lentitud se trata de un fenómeno imparable que consiste en un cambio de foco, en una renovación del liderazgo, de pronto, la periferia ha decidido hacerse oír. En esta novela no una sino varias periferias –geográfica, racial y de género– hablan a través de la protagonista, y deberían haber mantenido callada a Chimamanda Ngozi, por nigeriana, negra y mujer, si hubiese nacido en otra época.
A veces es inevitable suponer que el personaje es un alter ego del autor. Aunque el relato ni siquiera sea autobiográfico, sobre todo si utiliza la primera persona, basta con que coincidan sus rasgos personales, el lugar y la época para que los identifiquemos automáticamente. Ngozi ha construido una protagonista potente, cuyas contradicciones y evolución se van mostrando según pasa el tiempo, y con ella las de toda su familia.
Kambili ha llegado a la adolescencia en una pequeña comunidad católica, muy tradicional, donde su padre ocupa un lugar preponderante como empresario, director de periódico, activista político, aldabón de conciencias y filántropo vocacional. Una figura que se convertirá en el eje de toda la novela, a quien su propia hermana reprocha que haga la competencia a Dios. Las compañeras de Kambili la envidian, los vecinos agradecen la generosidad del padre. El tren de vida de la familia, la casa en que viven destaca en medio de un ambiente tan precario.
En ese marco de aparente perfección familiar, asistimos a una realidad tan escalofriante como bien descrita. Quizá demasiado porque, en la primera parte, todo ocurre de forma tan inexorable, las personalidades y costumbres están construidas tan de una sola pieza, llega a crearse un clima tan opresivo, uniforme y maniqueo que resulta difícil de creer. Debería abrirse una brecha en algún sitio y, aunque no inmediatamente, la brecha se abre gracias a la aparición de nuevos personajes y de un traslado de escenario. El nuevo sirve de contrapunto al anterior y nos da la oportunidad de conocer algo de las costumbres, mentalidad, tradiciones y problemática del país.
Hay que reconocer la habilidad de la autora creando expectativas que nos mantendrán en tensión hasta el final: la persecución que padece el periódico, los conflictos laborales de tía Ifeoma, la necesaria pero improbable reacción de la madre, el futuro de Kambili y su hermano, la enigmática personalidad del sacerdote, expectativas que pierden toda importancia al llegar a su punto de inflexión. Todo se acelera a partir de ese momento y tres años más tarde nos reencontraremos con unos individuos casi irreconocibles.
Es decir, el argumento se desarrolla de forma irreprochable, pero al conjunto le falta perspectiva, motivaciones, constatación de ideas, análisis de las circunstancias políticas, sociales y económicas, existe un maniqueísmo y un propósito moralizador más que evidentes, los personajes están bien esbozados pero parecen elegidos según un esquema previo (hermano/hermana, prima/primo) y son tan ricos en potencia que deberíamos conocerlos más a fondo. El motivo, como tantas otras veces, es la elección de un punto de vista adolescente, y por tanto inexperto, muy cómodo para los novelistas pero incapaz de análisis profundos y con un limitado radio de acción.


2 comentarios:

Dr. Fabián dijo...

Muy interesante tu reseña. A mí, reconozco que sin haber hecho una lectura demasiado analítica, el libro me gustó mucho.

Montuenga dijo...

Muchas gracias, Dr. Fabián. Estoy de acuerdo contigo, se lee muy fácilmente y engancha, porque es una historia muy emotiva y está bastante bien contada. Una emotividad ligeramente tramposa, igual que la elección de un personaje/narrador con tan poca experiencia. Pero eso son ya tecnicismos.