Año de publicación: 2016
Valoración: se deja leer
Series: "True Detective" o "Twin Peaks". Cadáveres en parajes boscosos, casetas mugrientas. Zonas fronterizas con climas fríos y húmedos. Detectives amargados arrastrando pasados. Puti-clubs. El panorama de tópicos servido en bandeja en unas cuantas páginas iniciales no elude un solo detalle. Aunque se quiera compensar con lenguaje ampuloso, con párrafos rematados con cortas frases lapidarias, La víspera de casi todo es una novela policíaca y un claro representante del perfil del libro presentado a premios literarios, aunque he de decir que yo esperaba más de quienes premiaron a Francisco Casavella.
Esperaba, por ejemplo, no encontrar algún detalle sobrante en prácticamente cada frase o página. Como si el autor se obstinase en entregar "extras". Os acordáis de eso de los "extras". No digáis que vosotros los veíais con la misma fruición. Pues Del Árbol (que tiene un pasado profesional en la policía que la solapa nos recuerda oportunamente) tiene una historia que no está mal, no exijamos originalidad, pero, dentro de lo que es este género policial, tan proclive a montar historias con la combinación de unos cuantos recursos básicos (policías losers, pasados ocultos, serial killers, etc.), la trama puede seducir a cierto nivel.
Esperaba, por ejemplo, no encontrar algún detalle sobrante en prácticamente cada frase o página. Como si el autor se obstinase en entregar "extras". Os acordáis de eso de los "extras". No digáis que vosotros los veíais con la misma fruición. Pues Del Árbol (que tiene un pasado profesional en la policía que la solapa nos recuerda oportunamente) tiene una historia que no está mal, no exijamos originalidad, pero, dentro de lo que es este género policial, tan proclive a montar historias con la combinación de unos cuantos recursos básicos (policías losers, pasados ocultos, serial killers, etc.), la trama puede seducir a cierto nivel.
Germinal Ibarra es un inspector de policía sobre el que pesa la duda: parece que resolvió un caso célebre a base de tomarse la justicia por su mano. Huyendo de ese pasado se ha trasladado con su familia a Galicia. Una familia marcada por la desgracia: su hijo sufre un extraño síndrome incurable que le condena a morir antes de cumplir los 30 años. El caso que marcó a Ibarra (detalles que se van acumulando: nadie le llama por su curioso nombre), el asesinato de una niña por un hombrecillo, parece perseguirle, no solo a él, sino, obviamente, a la atormentada madre, Eva Malher, rica heredera de un conglomerado empresarial, cuyos arquetípicos complementos son un padre autoritario y vengativo, de origen alemán (topicazo), convencido de que el dinero lo compra todo, y Otto, un incauto e hipócrita marido trepa que parece un pelele. Eva también ha emprendido una huida bajo el impacto mediático del crimen, y se ha entregado a excesos de toda índole, y en esa huida ha acabado en una especie de casona para huéspedes en la Costa da Morte de Galicia, donde espera pasar una temporada de tranquilidad a salvo de miradas indiscretas, dedicándose a la fotografía, una de sus aficiones.
Pero ya sabemos lo que pasa en las novelas policíacas con la gente que quiere dejar atrás su pasado. Del Árbol pone en marcha todas las licencias para reubicar a Ibarra y a Eva en un escenario posterior al crimen, tres años más allá. Y las licencias son excesivas. Hasta efecto Godwin y todo hay aquí. Quizás todo podría colar de ser más sencillo, pero no solo el estilo es aparatoso y recargado (permitidme otro símil: Del Árbol es el delantero habilidoso al que siempre le sobra el último regate, en el que le quitan el balón). El lío que organiza con la trama es de narices, incluyendo amoríos increíbles, nuevos crímenes, perturbados, referencias a la Argentina de la ESMA y la guerra de las Malvinas (en una descabellada historia paralela que parece más que inspirada en Estrella distante, de Bolaño), lo que haga falta, con tal de rodear (quizás la intención sea redondearla) a la historia del empaque artificioso de obra mayor que, cómo no, le queda grande, enorme. Por mucha referencia colada con calzador, por mucha intención de desviar la historia de su obvio ADN folletinesco, La víspera de casi todo se alarga y se hace pesada y toma caminos tan dispersos como poco creíbles, intentando ocultar sus carencias (todos los personajes parecen expresarse igual, incluido el narrador, cada uno tiene su misterio y esto ya eleva la categoría al despropósito) a base de capas y capas de misterios pretendidamente trascendentes que solo hacen que poner en relevancia que Del Árbol no sabe cómo salirse del lío en que se ha metido.
Pero ya sabemos lo que pasa en las novelas policíacas con la gente que quiere dejar atrás su pasado. Del Árbol pone en marcha todas las licencias para reubicar a Ibarra y a Eva en un escenario posterior al crimen, tres años más allá. Y las licencias son excesivas. Hasta efecto Godwin y todo hay aquí. Quizás todo podría colar de ser más sencillo, pero no solo el estilo es aparatoso y recargado (permitidme otro símil: Del Árbol es el delantero habilidoso al que siempre le sobra el último regate, en el que le quitan el balón). El lío que organiza con la trama es de narices, incluyendo amoríos increíbles, nuevos crímenes, perturbados, referencias a la Argentina de la ESMA y la guerra de las Malvinas (en una descabellada historia paralela que parece más que inspirada en Estrella distante, de Bolaño), lo que haga falta, con tal de rodear (quizás la intención sea redondearla) a la historia del empaque artificioso de obra mayor que, cómo no, le queda grande, enorme. Por mucha referencia colada con calzador, por mucha intención de desviar la historia de su obvio ADN folletinesco, La víspera de casi todo se alarga y se hace pesada y toma caminos tan dispersos como poco creíbles, intentando ocultar sus carencias (todos los personajes parecen expresarse igual, incluido el narrador, cada uno tiene su misterio y esto ya eleva la categoría al despropósito) a base de capas y capas de misterios pretendidamente trascendentes que solo hacen que poner en relevancia que Del Árbol no sabe cómo salirse del lío en que se ha metido.
Si este es el que ganó el premio, prefiero no especular sobre los demás.
4 comentarios:
Tongoy continua siendo mucho más agudo y acertado. Va mejorando, pero le hace falta un empujoncito.
Es el libro de Pérez Andújar, y sus seguidores die-hard, que me han dejado agotado!
Gracias por el comentario!
"Solo hace que poner" ???
Quizás más correcto "solamente", pero no veo incorrecta la expresión, mejorable sí, por supuesto, pero creo que correcta... gracias por el comentario... ¿un premio Nadal y nadie tiene nada que objetar?
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