martes, 25 de febrero de 2014

Wu Ming: Manituana

Idioma original: italiano
Título original: Manituana
Traductor: María Ana Gómez
Año de publicación: 2009
Valoración: Muy recomendable

Antes que nada, creo necesario aclarar algo sobre la autoría de este libro: en mandarín “wu ming” significa “sin nombre” o “anónimo”. Luego, esta novela tendría un autor anónimo. Pero no a la manera de El Lazarillo, sino porque Wu Ming en realidad es un colectivo de cinco escritores italianos (entonces, ahora cuatro) que conforman la Wu Ming Foundation y en los 90 formaron parte de la sección boloñesa del llamado Luther Blissett Project, un proyecto transnacional de contestación política y creación artístico-literaria, de raíces más o menos situacionistas (por decir algo), que se dedicaba sobre todo a la agitación cultural y a la desinformación  (esto es, a sacarles los colores a los medios colándoles noticias falsas pero perfectamente pergeñadas). Vamos, algo así como Anonimous pero sin careta y con más imaginación. De hecho, firmaban  sus actuaciones como “Luther Blissett” en homenaje a un jugador jamaicano de fútbol que llego a militar en el Milan y era particularmente aborrecido por la hinchada rossonera.

Con esa firma, los cinco boloñeses publicaron en 1999 Q, una novela que se desarrollaba entre las revueltas anabaptistas y campesinas en la Alemania  del siglo XVI (sí, como Reconstrucción…ejem). Ya como Wu Ming, en 2004 metieron en una coctelera al Mariscal Tito, a Cary Grant, a Hitchcock, a unos partisanos comunistas, a Lucky Luciano y sus matones, a los Servicios Secretos británicos y a un televisor de marca McGuffin (es decir, otra vez a Hitchcock). Todo, de la cosecha de 1954. Agitado bien, no mezclado, y servido en vaso largo (más de 600 páginas). Un trago entretenido y trepidante a veces, una manera diferente de contar el género negro y la aventura, así como la Historia no tan lejana. El nombre del cóctel: 54, claro.


En Manituana, su siguiente novela (segunda o tercera, según se mire), Wu Ming nos proponen una narración sobre la guerra de Independencia norteamericana (o revolución… también según se mire), pero no desde el punto de vista rebelde ni británico, sino de otros actores en el conflicto: los indios americanos. En este caso, los mohawk de la Confederación iroquesa, que se mantuvieron fieles al rey Jorge y acabaron, por tanto, en el bando perdedor del conflicto. Se trata de una novela coral, aunque no abrumadora  (vamos, que no es Vida y destino), contada de forma vigorosa ya desde el primer capítulo, pero sin excluir momentos de una singular delicadeza, de observación sutil. Aunque también otros que caen en lo grotesco y hasta en el esperpento (más “burgessiano”, en este caso, que valleinclanesco). O el relato inclemente de la amarga crudeza de la guerra.

Por otra parte, el retrato psicológico de los personajes, que en su mayoría son históricos, huye a un tiempo de lo convencional, así como de la excesiva dispersión. Con la inteligencia añadida de bordear, pero sin llegar nunca a caer en él, el mito del “buen salvaje”: tanto indios como blancos (británicos y rebeldes) se mueven de igual manera por imperativos irracionales o culturales, como por intereses concretos, bien tangibles y trascendentes para su futuro. Y con el buen criterio, en mi opinión, de huir de una novela histórica equidistante o ecuánime: se nos presentan los hechos desde un bando y punto, con toda la coherencia posible para ese planteamiento, lo que le otorga mayor verosimilitud. Eso sí, sin ahorrarnos,en ningún momento, la descripción pormenorizada de los desmanes que nuestros protagonistas pueden llegar a cometer. Lo que hay es lo que hay, por espantoso que sea e independientemente de quiénes sean los responsables.

En suma: ignoro como habrá sido el proceso de escritura de esta historia, a cinco manos (¿o habría que decir a diez?), pero el resultado, en todo caso, es magistral. Una novela magnífica, en mi opinión, aunque, eso sí, leerla te deja en la boca el sabor incierto de la melancolía. Supongo que de eso se trataba.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Merece la pena invertir el tiempo en su lectura? Saludos

Juan G. B. dijo...

Hola, anónimo:
Decididamente sí, sin duda.
Un saludo.