Idioma original: español
Año de publicación: 2023
Valoración: muy recomendable
Cuando esta reseña se publique, mucha gente estará ya calentando motores para asistir al Sónar, que se celebra en Barcelona, la semana que viene. Otros muchos estarán en pleno apogeo asistiendo al Primavera Sound, en su edición en Madrid, que está produciéndose ahora (o, como muchos de sus asistentes dirían, right now) aunque su edición barcelonesa se habrá celebrado hace pocos días. Sólo tres ejemplos, paradigmáticos, claro. Puede incluso que algún fan irredento de esos eventos (perdón por la rima) se haya pegado el tute de asistir a los tres festivales. Porque su capacidad adquisitiva se lo permita o porque haya estado meses ahorrando para entrar sus pases de precios cada vez más prohibitivos. Pocos de esos echarán pestes de la experiencia. Si han acabado agotados del calor, las colas, las bebidas caras y los conciertos con malas condiciones sonoras, lo achacarán a lo propio de estos actos y, en todo caso, dudarán algo más a la hora de la pre-reserva del año que viene. Algo completamente legítimo, no es nada agradable invertir cientos de euros y volver a casa quejándose, como reconociendo una mala elección sin vuelta atrás.
Nando Cruz, autor de este extremadamente interesante Macro Festivales (subtítulo perverso: El agujero negro de la música) es un reputado periodista musical para, entre otros medios, Rockdelux. Revista musical desaparecida a consecuencias de la pandemia, por un también perverso efecto-dominó: no hay festivales--->no hay publicidad---->no hay artistas que promocionar--->nos vamos todos a la mierda. Revista que está resurgiendo lentamente por internet y también ahora en papel. Acabo de pagar 7 euros pensando que recuperaba algún tipo de artículo medianamente crítico y no. Casi 40 páginas iniciales dedicadas a relacionar todos, perdón, toooodooooos, los festivales del verano que se avecina. Rockdelux es una cabecera que pertenece ahora a la sociedad mercantil organizadora del Primavera Sound, cosa que haría a la revista (repito: 7 euros) merecedora del calificativo de pseudopanfleto propagandístico o incluso pretencioso flyer encuadernado en tapa semidura. Dinámicas del mercado, claro, y especulo que los daños colaterales al contenido de Macro Festivales incluyan que Nando Cruz no sea muy bienvenido en medios afectos y que deba (re)convertirse en un incómodo francotirador desde los medios, con lo que un reputado crítico musical que haya canalizado su amor hacia la música entonando una acre enmienda a la totalidad puede que purgue sus pecados condenado a expresar sus opiniones desde foros minoritarios.
O sea, Nando Cruz sabe de lo que escribe aquí. Desde fuera y desde dentro.
Por eso, Macro Festivales es un ensayo casi imprescindible para entender un fenómeno cultural contemporáneo y de gran alcance. De hecho, de tal magnitud que en algún punto Cruz llega a hablar de que en ciertos grupos la expectativa de interpretar sus canciones en un festival llega a condicionar su proceso creativo. Eso sí que es un targeting. Voy a componer una canción con unos versos épicos y contundentes en crescendo sostenido que exploten en un estribillo en clímax constante, de esos que los asistentes van a colgar en fragmentos de 30 segundos en TikTok y en reels de Instagram, llenos de etiquetas que delatan que esa es una experiencia única e irrepetible. El autor no se limita a eso, obviamente, y en los ordenados y extensos capítulos de este libro desmenuza minuciosamente y con detalle todo lo relacionado con este fenómeno que, si bien no tiene nada de nuevo (la historia de los festivales musicales es larga, extensa y abrupta desde Woodstock hasta Reading pasando por Altamont o ese engarce que constituyó el fenómeno rave) sí que se ha convertido en otro paquete turístico para vender, y Cruz lo detalla con cifras, estadísticas, opiniones, datos objetivos obtenidos de registros públicos de todo tipo (incluyendo las transparentes webs de organismos oficiales que concretan las cantidades adjudicadas en subvenciones) y se sume en un estimulante estudio sobre todo lo que abarca y articula el fenómeno, analizando todas sus repercusiones, que llevan a conclusiones nada halagüeñas, materializadas en su escaso impacto en lo artístico (no generan escenas musicales en los lugares que los albergan), su limitada repercusión en la vida de la ciudad, adscrita a las fechas cercanas a su celebración, etc. articulando un estudio que coincide en una conclusión poco esperanzadora.
Poco esperanzadora, permitidme el contrapunto, porque Nando Cruz es un amante de la música que escribe con toda honestidad, y no poco riesgo, desde esa perspectiva.
La de quien cree que una manifestación artística no debe ser un pretexto para generar un colosal negocio que enriquece a aquellos a los que la música les da igual. Quizás una afirmación, esa conclusión, un tanto radical, pero pocos argumentos lo desmentirían: los macro festivales son un negocio enorme, una constatación más de ese turbo-capitalismo extractivo que necesita explotar como un limón cualquier recurso que ande cerca para obtener rentabilidad. Trabajadores, proveedores, artistas, competidores, medios, arcas públicas. Demasiado revelador, demasiado para que ese sistema abyecto perdone a su autor por decirlo tan claro. Me lo he pasado de fábula leyendo todas esas páginas, y sólo le pondré dos pequeñas pegas. Una, haber pasado de puntillas (creo que merecían un capítulo) sobre el tema de las drogas que, ya podemos mirar a otro lado si ello nos place, forman parte ineludible en muchos de estos eventos. Otra, haber optado por aportar un epílogo algo ingenuo, con algún aroma new-age, en el que, con la mejor voluntad, plantea la posibilidad de que estos voraces eventos se reconviertan en algo más amable y sostenible en un futuro.
Por todo lo demás, una lectura necesaria para cualquiera mínimamente interesado en las manifestaciones culturales de nuestra época.
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