Año de publicación: 1959
Valoración: Muy recomendable
“La furia y otros cuentos” es el segundo libro de Silvina Ocampo que leo y viene a confirmar la impresión que la lectura de “Las repeticiones y otros relatos inéditos” me produjo: que Silvina Ocampo fue una cuentista más que notable cuya figura se eleva, por sí sola, por encima de su círculo más cercano. Algunas de las razones que sustentan esta afirmación son, por ejemplo, su capacidad para crear un mundo absolutamente personal e identificable para el lector, su ambición por moverse, tanto en el fondo como en la forma, en la difusa frontera entre la literatura "convencional" y la literatura "de vanguardia" (signifique esto lo que signifique) o su plena vigencia, de la que es muestra la innegable influencia ejercida sobre algunas de las autoras de relatos más en boga en la actualidad.
“La furia y otros cuentos” se
compone de treinta y cuatro relatos, con una longitud que oscila entre las dos y las
ocho páginas, lo que obliga a este reseñista
a ofrecer unas breves pinceladas acerca del libro.
Una: el magnífico nivel medio del
conjunto. Resulta muy complicado no encontrar altibajos en colecciones de
relatos tan extensas, pero en este caso no hay relatos prescindibles.
Obviamente, uno tiene sus favoritos (“La casa de azúcar”, “Mimoso”, “Carta
perdida en un cajón” o “El goce y la penitencia”), pero no hay ningún relato
que desmerezca el conjunto.
Otra: la deliberada ambigüedad de
los textos. Son historias sujetas a interpretaciones varias, relatos que suelen
partir de hechos cotidianos en los que se esconden elementos fantásticos o
misteriosos, casi siempre turbadores.
Ya ves de qué complicadas confabulaciones, de qué ínfimos detalles
dependen los descubrimientos; de qué casualidades las desdichas, las costumbres
que van adoptando los seres humanos.
Otra: la permanente inversión y
subversión de la “normalidad”, ya sea de roles, de género o de edad (entre otros)
que se producen en los relatos. Asistimos en ellos a desdoblamientos,
transferencias de sueños, premoniciones, transmutaciones, etc. En este sentido,
muchos de los cuentos recogidos en este volumen tienen un componente gótico
“encantador”. Vinculado a este aspecto gótico está la simbología que se repite
a lo largo de varios relatos: espejos, fuego, arañas, peces rojos, etc.
Otra, ligada a la anterior: entre las
diferentes inversiones y subversiones de roles, mención especial merece el
tratamiento otorgado a la infancia y su relación con el sexo, la muerte y la
violencia. Niños puros y/o perversos, ingenuos y/o crueles, víctimas y/o
victimarios que son (¿o parecen ser?),
en su gran mayoría, incapaces de aprehender los hechos en su totalidad, lo que
nos lleva a plantearnos acerca de la fiabilidad de los mismos como narradores.
Vale, ya paro. Creo que es más
que suficiente para que os hagáis una idea de lo que puede encontrarse en “La
furia y otros cuentos”. Si no lo fuese, también podéis leer alguno de los
relatos mencionados en este invento llamado Internet. Que logréis salir de
ellos ya es otra cosa…
También de Silvina Ocampo en ULAD: Las repeticiones y otros relatos inéditos, La promesa, Antología de la literatura fantástica, Los que aman, odian
También de Silvina Ocampo en ULAD: Las repeticiones y otros relatos inéditos, La promesa, Antología de la literatura fantástica, Los que aman, odian
4 comentarios:
Hola Koldo:
Felicitaciones por la reseña, está estupendamente escrita. Coincido casi totalmente en lo que dices de SO. Se me escapa un poco su influencia en las escritoras contemporáneas. En quienes estás pensando?
Saludos
Muchas gracias, Gabriel!! Me viene a la cabeza el nombre de Mariana Enríquez, que creo que está muy influida por Silvina. Pero tb Vera Giaconi, Andrea Jeftanovic, etc.
Un abrazo!!
Leí hace años una colección de cuentos de Silvina Ocampo (no era esta que se comenta) y únicamente me queda en la memoria la atmósfera de rareza absoluta que desprendían aquellos relatos: niños, desvanes llenos de cachivaches, juguetes rotos, rincones oscuros de casas viejas llenos de fotografías amarillentas y cartas antiguas, espejos rajados, muñecas, cajas de música, porcelanas, cuadros que parecen mirarte en vez de ser vistos, muertos que no se sabe si están vivos y vivos que podrían estar muertos, situaciones insólitas indescifrables, recuerdos borrosos que Se funden con los sueños. Silvina exploraba el mundo infantil, que es vecino del misterio, y por lo tanto de la muerte y lo macabro. La significación de esos cuentos a mí se me escapaba. No contaban una historia sino que evocaban lo que es tan sutil que no se puede en realidad narrar; sugerían una atmósfera preternatural malsana en un contexto plácido y cómodo de la alta burguesía argentina. Fascinantes.
Totalmente de acuerdo contigo, anónimo
Muchas gracias por visitarnos y comentar
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