Título original: Das Leben für Anfänger (edición en alemán)
Año de publicación: 2004 (como libro)
Traducción: Joanna Albin, Jerzy Sławomirski, Anna Rubió, Bożena Zaboklicka, Francesc Miravitlles (cuentos) y Roberto Bravo de la Varga (epílogo de Jan Sidney)
Valoración: Está bien
Sławomir Mrożek, dramaturgo polaco, aunque vivió muchos años de exilio en Francia y México, escribió estos pequeños cuentos, algunos poco más largos que un chiste, a lo largo de varios años (de ahí tal cantidad de traductores, supongo), que luego fueron recopilados y publicados por una editorial de Zúrich en 2004 (de ahí el título original en alemán y no en polaco, supongo también). De hecho, el título completo contiene el epígrafe: Un diccionario intemporal, pues cada uno de estos cuentecillos
, aparte de su título correspondiente título, viene acompañado en el índice por un concepto más general o una circunstancia de la vida humana (lo que ya ignoro ni supongo es si esta idea estaba ya presente en los textos originales polacos o sólo a partir de la edición suiza); así, La entrevista se refiere al Arte, El kamikaze al Idealismo o El cigarrillo -el último y más amargo de todos los cuentos- a la Verdad.
, aparte de su título correspondiente título, viene acompañado en el índice por un concepto más general o una circunstancia de la vida humana (lo que ya ignoro ni supongo es si esta idea estaba ya presente en los textos originales polacos o sólo a partir de la edición suiza); así, La entrevista se refiere al Arte, El kamikaze al Idealismo o El cigarrillo -el último y más amargo de todos los cuentos- a la Verdad.
He escrito antes "dramaturgo" porque es el término que se suele emplear para los autores teatrales y al parecer Mrożek fue, entre otras cosas, uno de los más destacados en lengua polaca (yo, ni idea...), pero hay que puntualizar que en este libro de drama, poco. O por lo menos no lo que solemos entender como tal: son cuentos llenos de humor, con una evidente vocación satírica (aunque es probable que toda sátira esconda una mirada dramática sobre el mundo). Eso no significa, no obstante, que la risa quede asegurada de forma automática; pese a que algunos, muchos, de ellos sean de lo más divertido -mis favoritos son El Nobel, El expreso nocturno o Alguien-, los más de estos cuentos mueven más que nada a la sonrisa irónica cómplice y unos -pocos- no tienen demasiada gracia... El problema quizás resida justamente en esa voluntad humorística -aunque Mrożek no se consideraba a sí mismo humorista- que hay en los cuentos desde un primer momento: cuando funciona, funciona muy bien (en el epílogo se habla de su parentesco con la obra de Ionesco o Beckett, pero yo veo más parecido con el humor absurdo de Gila, de quien probablemente este autor no tuvo la menos noticia). Pero cuando no lo hace, este humor se convierte en un lastre, y la sonrisa, en una obligación para el lector.
Los temas de los cuentos (me cuesta llamarlos relatos) se refieren también, fundamentalmente, a la absurdez de las convenciones sociales y las ideas preconcebidas. En los mejores casos, Mrożek le da la vuelta a estas convenciones presentando un punto de vista diferente desde el que enfocar la realidad; en otros, lo que hace es llevarlas a su extremo para convertirlas en -o desvelarlas como- un sinsentido. El objeto de su sátira suele ser las servidumbres del mundo moderno: la burocracia inacabable y voraz o la hipócrita apariencia de probidad... -muy divertido, en este sentido, es Carta para Suecia-; varios de los cuentos se basan, además, en el humor negro -Rutina, El hincha, El funeral-... otros, bastantes, se pueden considerar, dada las circunstancias de la biografía de este autor, como críticas al sistema comunista y sus intríngulis, En algún caso, estas sátiras son logradas y originales, como en Hamlet, en otras, en cambio, resultan demasiado burdas. Lo mismo puede decirse de los cuentos que aluden a las reivindicaciones de la clase trabajadora -El mozo de equipajes- o a la insatisfacción revolucionaria de la juventud (en este caso, occidental, es de suponer), como en La revolución o La antigüedad. El tono de estos cuentos, me temo, pasa de ser irónico y satírico a, directamente, lo que podríamos llamar "cuñao" o incluso "pollaviejuno", por emplear alguno de los término en boga en España.... Vaya, que al bueno de Sławomir se le ve un poco el cartón.
Los temas de los cuentos (me cuesta llamarlos relatos) se refieren también, fundamentalmente, a la absurdez de las convenciones sociales y las ideas preconcebidas. En los mejores casos, Mrożek le da la vuelta a estas convenciones presentando un punto de vista diferente desde el que enfocar la realidad; en otros, lo que hace es llevarlas a su extremo para convertirlas en -o desvelarlas como- un sinsentido. El objeto de su sátira suele ser las servidumbres del mundo moderno: la burocracia inacabable y voraz o la hipócrita apariencia de probidad... -muy divertido, en este sentido, es Carta para Suecia-; varios de los cuentos se basan, además, en el humor negro -Rutina, El hincha, El funeral-... otros, bastantes, se pueden considerar, dada las circunstancias de la biografía de este autor, como críticas al sistema comunista y sus intríngulis, En algún caso, estas sátiras son logradas y originales, como en Hamlet, en otras, en cambio, resultan demasiado burdas. Lo mismo puede decirse de los cuentos que aluden a las reivindicaciones de la clase trabajadora -El mozo de equipajes- o a la insatisfacción revolucionaria de la juventud (en este caso, occidental, es de suponer), como en La revolución o La antigüedad. El tono de estos cuentos, me temo, pasa de ser irónico y satírico a, directamente, lo que podríamos llamar "cuñao" o incluso "pollaviejuno", por emplear alguno de los término en boga en España.... Vaya, que al bueno de Sławomir se le ve un poco el cartón.
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